Seguí gran parte del certamen Miss Universo de manera virtual. Tenía que terminar un artículo para entregar el lunes en la mañana, y mientras lo escribía, de tanto en tanto, me escapaba a Twitter y a Facebook donde la ola de información me iba poniendo al día en los detalles: que sí el vestido de gala de nuestra Miss era rojo, rojito, que si las plumas rojas parecían teñidas en Fuerte Tiuna, que si este año no teníamos nada que buscar, que si la Dominicana estaba bien buena; cuando a las 10 de la noche leí que Miss Venezuela quedó en el grupo de las 5 finalistas, salí corriendo a prender la televisión sin apagar la computadora.
lunes, 24 de agosto de 2009
El triunfo de Stefanía
Seguí gran parte del certamen Miss Universo de manera virtual. Tenía que terminar un artículo para entregar el lunes en la mañana, y mientras lo escribía, de tanto en tanto, me escapaba a Twitter y a Facebook donde la ola de información me iba poniendo al día en los detalles: que sí el vestido de gala de nuestra Miss era rojo, rojito, que si las plumas rojas parecían teñidas en Fuerte Tiuna, que si este año no teníamos nada que buscar, que si la Dominicana estaba bien buena; cuando a las 10 de la noche leí que Miss Venezuela quedó en el grupo de las 5 finalistas, salí corriendo a prender la televisión sin apagar la computadora.
domingo, 23 de agosto de 2009
Color de hormiga
Hace unos meses di punto final a mi segunda novela. Todavía no me atrevo a desengavetarla. Hay una línea que hace ruido, frase que dentro de la lógica del texto funciona, pero quien la lea este año 2009 le sonará de una ingenuidad bárbara: “En Venezuela las cosas no están tan mal”.
La novela fue escrita en el 2008, trata de pasada sobre la gran cantidad de venezolanos que en los últimos años se han ido a probar suerte en el estado Florida. Muchos de quienes emigraron lograron alcanzar el “American Dream” y aunque no terminan de desconectarse del acontecer nacional, no quieren regresar por nada del mundo a esta pesadilla política, a un país donde la violencia aumenta y los poderes ciudadanos están al servicio de los caprichos del Gobierno.
También sé de otros a quienes les está siendo difícil conseguir el sueño americano en el que invirtieron todo su capital, o los que trabajan mal pagados por no tener Green Card. Algunos compatriotas vuelven a Venezuela con el sueño americano hecho pedazos, perdieron lo que tenían en negocios que fracasaron, especialmente tras la crisis económica mundial. De vuelta a la patria su nuevo credo es: “después de todo en Venezuela las cosas no están tan mal”.
Así que esta optimista frase tampoco es muy original, mi disyuntiva narrativa radica en que cuando la protagonista de mi novela la dice en julio de 2008 ante un grupo de expatriados para justificar su decisión de regresar, las cosas en Venezuela en verdad no estaban tan mal: fluían los petrodólares -como buena temporada preelectoral- y aunque había escasez de productos de la cesta básica, y la delincuencia seguía ejerciendo con impunidad, muchos venezolanos sintieron que en su tierra por lo menos no corrían el riesgo de ser deportados, o que los bancos les quitaran sus viviendas hipotecadas, o de perder el trabajo, de un día para otro, sin derecho a prestaciones.
En cuanto a quienes aquí seguimos, el 2008 fue un año en el que por fin vimos una luz democrática al final del túnel revolucionario cuando el referendo propuesto por el oficialismo, que entre otras reformas constitucionales incluía la reelección indefinida, perdió en diciembre de 2007 en la urnas electorales. El actual Gobierno por fin parecía tener fecha de expiración. Y aunque en las elecciones regionales un año después, la oposición ganó pocas gobernaciones, los espacios conquistados fueron claves por ser los de mayor densidad poblacional. En el año 2008 las cosas no pintaban tan mal para quienes no creemos en una Venezuela uniformada de rojo.
No se puede decir lo mismo del 2009, la crisis económica mundial se empieza a sentir: el Estado tiene deudas millonarias que se reflejan en recortes presupuestarios y en la falta de divisas para rubros esenciales. La luz democrática que se asomó en el 2008, en el 2009 el presidente Chávez se encargó de apagarla creando nuevas figuras de poder que le impiden a los gobernantes de la oposición ejercer los cargos que ganaron por voto popular, y convocando a un súbito referendo que finalmente logró la posibilidad de la reelección indefinida.
Aprovechando el letargo vacacional, este agosto tres guindas fueron colocadas a la torta totalitaria, y hoy se ven cercadas por el yugo estatal la educación, la propiedad privada, y la libertad de expresión.
Sí, en el 2008 las cosas no estaban tan mal en Venezuela, pero en el 2009 se están poniendo color de hormiga.
Artículo publicado el sábado 22 de agosto de 2009 en El Nacional. La ilustración la tomé de Internet de la marcha de ese mismo sábado para protestar por la nueva Ley de Educación que terminó con represión a los marchistas a punta de ballena y gas del bueno.
domingo, 16 de agosto de 2009
El jet lag de Moratinos
Quizás el problema no sea el jet lag de Moratinos, desde hace años los venezolanos nos hemos acostumbrado a un peculiar ejercicio de la diplomacia teniendo un canciller sin experiencia en materia diplomática ni mayores credenciales que su incondicionalidad con el líder, quien ha impuesto un novedoso ejercer de la profesión siguiendo la línea del Gobierno Estatal que al que no se le convenza con la romántica minuta revolucionaria, o con la generosa petrochequera, hay que enfrentársele, insultarlo y amenazarlo con lo que se pueda. Debe ser eso, que Moratinos es de la vieja escuela de diplomáticos de quedar bien con Dios y con el diablo, de quienes se aseguran que entre Gobiernos amigos(sobre todo si hay negocios de por medio),como los bomberos, jamás se pisan la manguera.
O puede que sea un problema de cómo muta el castellano de un continente a otro y el satisfactorio de Moratinos, ese satisfactorio de los derechos que hoy los ciudadanos españoles esperan de sus gobiernos, no es el mismo satisfactorio que esperan de los derechos al otro lado del océano Atlántico, porque no hace falta que la Asamblea apruebe la ley propuesta por la Fiscal para temer el hostigamiento oficial. Cómo obviar que a partir de ahora se aplicarán la autocensura las estaciones de radio que sobrevivan la razzia, como lo hicieron en la televisión, sabiendo que ser críticos o transmitir noticias incómodas al Gobierno, podrá significar su clausura.
No puede ser satisfactorio el estado de Libertad de Expresión en Venezuela con un Ministro que entre orgulloso y despectivo, promete que no le dará concesiones radioeléctricas a “escuálidos”, que a más de 5 millones de venezolanos se nos negará esa oportunidad, como tenemos negado figurar en televisiones públicas -el verdadero latifundio mediático- a menos que seamos ridiculizados; como se nos niega trabajar en la empresa más importante de los venezolanos, PDVSA, porque su presidente se jacta de no aceptar disidencia política; así como se inventa cualquier marramucia para boicotear a los gobernadores electos sin el debido sello de aprobación chavista.
Sí, debe ser el jet lag, cuesta creer que un canciller de un país que hoy es ejemplo de Democracia, merezca el apodo de Desatinos.
Articulo publicado en El Nacional el sabado 8 de agosto de 2009