domingo, 31 de enero de 2010

Permiso o perdón


 Hay crónicas que se van quedando frías porque una las escribe y después se atraviesa otro tema más urgente. Esta es una de ellas.


Cuando Gisela Cappellin me invitó el pasado mayo para que presentara su novela “La Cena” en la Librería El Buscón, me sentí al mismo tiempo honrada y aterrada: detesto hablar en público, se me enreda la lengua, la mente se me pone en blanco. Cuando tengo que hacerlo llevo una presentación escrita, leída y releída en voz alta, y rara vez me salgo de guión. La técnica funciona. Pero esa noche no contaba con RCTV Internacional, una reportera me pidió para la sección cultural del noticiero que hablara ante las cámaras sobre La Cena. Con dos o tres frases bastaba.
Pensé en disculparme, no sé improvisar, pero caray, qué difícil podía ser decir tres frases coherentes sobre un tema del cual había escrito una disertación. Así que acepté, prometiéndome que no me iba a dejar vencer por los nervios. Tan desarticulada no podía ser: tengo una columna quincenal en El Nacional, escribo en la revista Contrabando, he publicado un par de libros, y tengo otro en computadora. Declarar para un noticiero no tenía que ser una epopeya para mi intelecto.
“¿Lista?”, preguntó la reportera. Respiré profundo, y dije: “lista”.  Apenas se prendieron las luces y me enfrentaron al micrófono para que hablara, quedé muda, entré en pánico y exigí unos segundos para controlar el terror escénico. Sequé los hilos de sudor que corrían por mi frente, volví a respirar profundo, y dije: “Lista, ahora sí”.
Comencé a hablar como quien se lanza al frío Pozo del Cura, de chapuzón sin pensarlo mucho: “Bueno La Cena de Gisela Cappellin…” (tranquila, Adriana, sigue que te la vas a comer y te van a llamar para que hables en todos los programas de opinión) “…es una novela escrita por una mujer…” (no, no, no agarres por ahí y ni se te ocurra usar la palabra femenino que etiquetas la novela) “…sin duda es un libro muy femenino porque… porqueee está escrito por una mujer, pero no necesariamente los libros de mujeres son femeninos, La Cena no es feminista …”(ayyy mamá, si mis amigas feministas ven esto van a hacer papilla conmigo) “… pero aunque es una novela femenina también la pueden leer los hombres”.
En. ese instante yo misma grité: “¡Corten!” .
La reportera me tranquilizó, a pesar de todo, no lo había hecho tan mal, además, en producción son unos genios editando material y algo podría salir de ahí. Durante semanas tuve pesadillas de verme en un programa tipo “Loco vídeo loco”, o peor aún, en La Hojilla y Mario Silva burlándose: “Esta es una de las intelectuales de la contrarrevolución, ji,ji,ji”. Afortunadamente, nadie dijo haberme visto en televisión y la presentación de La Cena resultó tan hermosa como se lo merecía la novela.
Evoco este intento fallido ante las cámaras porque nunca me he sentido más identificada con una miss que con miss Distrito Capital 2009, cuando en la ronda de preguntas del Miss Venezuela fue incapaz de contestar si prefería pedir permiso o pedir perdón. Vaya que la pregunta se las trae. Yo todavía no la entiendo. Ni Kierkegaard. Mi sobrina Corina trató de explicármela con lógica adolescente: “Tía no es lo mismo pedirle permiso a tus papás para pasar un fin de semana en Morrocoy con tu novio –sabes que no te lo van a dar- que pedirles perdón por haberte ido sin permiso”.
El tipo de lógica que quizás habría tenido la linda muchacha si semejante dilema existencial hubiese sido planteado ante sus padres en el salón de su casa, y no ante millones de espectadores en el Miss Venezuela.


viernes, 29 de enero de 2010

Indignación

Conversando en el programa de la radio del Ateneo "Caracas no se acaba nunca" con Carla Duarte y Cynthia Rodriguez sobre el último libro de Philip Roth leído: Indignación; me quedé en blanco, se me fue el tema, más allá del título nada que me venía a la mente de qué era lo que iba. Lograba recordar cada una de las subtramas del anterior libro de Roth que había leído: Exit Ghost, pero de Indignación, que me había gustado todavía más que el espectro y lo leí hace menos de un mes, nada.
Un hora después de terminado el programa, casi que como una revelación, me vino el tema: en los años 50, Marcus Wessler, hijo modelo de un carnicero kosher en New Jersey, sano, estudioso, buen muchacho, decide irse a estudiar a una universidad lo más alejada posible de la angustia de su padre. No se explica Marcus porqué su padre, de repente, comenzó a atormentarlo con la inquietud de que algo le pudiera suceder a su hijo, si el muchacho no ha demostrado sino buen juicio: es tranquilo, poco dado a las fiestas, sin vicios, lo único que le interesa al joven Marcus son sus estudios.
Entonces, papá, por qué tanta angustia.
Comprende que los dos únicos hijos varones de los dos hermanos de su padre habían muerto en la guerra, pero Marcus no tenía que seguir el destino de sus primos, siendo estudiante universitario estaba exento de la recluta para servir en la guerra de Corea.
Pero nadie está exento de los peligros de vivir en tiempos de intolerancia, si tan sólo Marcus no hubiese sido tan inflexible en sus principios.
Indignación está narrada en primera persona, es Marcus quien nos cuenta ese año que terminó siendo fatal en su vida, voz adolescente escrita por un hombre que hace tiempo pasó su séptima década, pero Philip Roth en los años 50 era un hombre joven, apenas saliendo de la adolescencia, en una Norteamérica timorata, involucrada en un conflicto a miles de millas de sus costas.
A quienes no vivimos aquella era de casas de veredas blancas y sonrisas perfectas que ocultaban unos Estados Unidos donde sus habitantes temían opinar diferente del pensamiento oficial, no los fueran a acusar de depravados o comunistas, quizás nos cuesta entender la inflexibilidad de Marcus quien ni siquiera es de personalidad heroica, ni de avanzada, lo único que pide es que lo dejen estudiar en paz.
Pero los principios no se negocian, y las consecuencias de la intolerancia, del negarse a aceptar al que se sale del rebaño, suele ser caldo de mártires.
Y de eso va la novela de Roth. Por eso se llama Indignación.

Indignación de Philip Roth está editada en español por Mondadori (2009)

martes, 26 de enero de 2010

Se acabó la policromía


Aunque juraba haber perdido la capacidad de asombro en estos tiempos revolucionarios, casi se me derramó el café el domingo pasado al leer un reportaje en El Nacional sobre la remodelación del 23 de Enero, lo que me parecería excelente de no ser porque parte de las policromías de la fachada de los bloques, obra original del artista plástico Mateo Manaure, están siendo pintadas de rojo. Un rojo rojito que reverbera como la sangre del toro, color emblema del Gobierno Revolucionario.
Johnny Santoni, miembro del gabinete sectorial encargado de la remodelación, le aseguró a la periodista Florantonia Singer que ése es el color original de las fachadas del proyecto arquitectónico de Carlos Raúl Villanueva.
Recordé la controversia hace unos años cuando los bloques de El Silencio fueron pintados de amarillo, también se dijo que ese era el color original de los edificios construidos durante el gobierno de Isaías Medina Angarita en los años 40. Quienes lo vivieron ya ni se acuerdan de si ese amarillo amostazado era el del proyecto original de Villanueva, y no hay fotos a color de la época que lo corroboren. Ni siquiera mi tía Paulina, directora de la Fundación Villanueva, se atrevió a afirmarlo o a negarlo, aunque ella cree que el color original era como el de la cáscara de un huevo. Sin embargo, cuando a Paulina la llamaban a consultarle sobre el color original de El Silencio(no el Gobierno sino quienes se indignaron por semejante amarillo), ella insistía que a estas alturas del deterioro de Caracas no importa el color de la pintura con tal de que se recuperen los edificios.
Pero en el caso del 23 de Enero la memoria no puede fallar tanto porque el conjunto habitacional fue inaugurado a fines de los años 50, mi recuerdo como caraqueña nacida en la década del 60 es que la fachada del 23 de Enero nunca ha sido de un solo color sino de policromías. Ese era su encanto.
En el archivo de la Fundación Villanueva encontramos unas fotos del Banco Obrero de cuando se inauguró el 23 de Enero, y ahí estaba el rojo, pero además de ese rojo la fachada vestía de azul, verde, naranja, gris.


Que sirva el ejemplo del 23 de Enero de lo que intenta hacer el actual gobierno con Venezuela, se acabó la policromía, de ahora de adelante, todos los venezolanos a uniformarnos de rojo.

Foto de 2010  tomada de la página web de El Nacional, foto de la policromía original tomada del archivo fotográfico de la Fundación Villanueva,

lunes, 25 de enero de 2010

Anoche en el Universitario


Si alguna duda quedaba de que en Venezuela hoy se restringe la Libertad de Expresión, fue disipada ayer tras la transmisión del tercer partido de la final de la serie nacional de beisbol jugada entre Caracas-Magallanes.
Para quienes pasan por este blog que no están familiarizados con el beisbol venezolano aclaremos que Los Leones del Caracas y Los Navegantes del Magallanes son los equipos con mayor fanaticada en la pelota nacional, su legendaria rivalidad es comparable con la de Los Yanquis y los Medias Rojas, el River Plate y el Boca Junior, El Barca y el Real Madrid... en Venezuela un partido regular de Caracas-Magallanes es un evento sólo superado por una final Caracas-Magallanes, fenómeno que se ha dado 3 veces en los 53 años que tiene de fundada la Liga Profesional de Beisbol de Venezuela.
Este tercer partido de la serie final de lo que el lugar común llama: "los eternos rivales", tenía un ingrediente dramático adicional: estudiantes universitarios desde el primer juego colearon en el estadio pancartas con el lema "tas Ponchado"y otras alusiones contra Hugo Chávez, convirtiendo los partidos de pelota en mítines en los que el estadio se viene abajo con consignas antigubernamentales.
En el juego de ayer, los ánimos se esperaban caldeados tras el cese, la medianoche anterior, de la transmisión en las cableras de RCTV Internacional ante la negativa del canal a encadenarse a los discursos presidenciales. Por supuesto que los muchachos no dejarían pasar la oportunidad de darle su espaldarazo al canal desconectado. El estadio se llenó de Guardias Nacionales y Policías Metropolitanos con la misión de impedirlo.
Lo que pasó en el Universitario sólo pudimos enterarnos por twitter, por comentarios de amigos que estuvieron en el juego, o por videos posteriores que fueron montados en You Tube, a pesar de que el partido fue transmitido por Venevisión y Meridiano. Ninguno de los locutores en la TV se atrevió a asumir el grito de protesta en las gradas, a pesar de que los "Chávez tas ponchado", los "¡RCTV!" y los "Este gobierno va a caer" de casi 20 mil espectadores no pudieron ser silenciados por los trucos de edición de sonido que Venevisión aplicó dignos de un premio Oscar de la Academia para efectos especiales.
El canal de los dueños de los Leones del Caracas, no sólo se las arregló para evitar en lo posible que se oyera el grito de descontento, también se las arregló para transmitir el juego en close up y planos medios, sin tomas abiertas al público y al despliegue solidario con el canal que fue hasta hace tres años, cuando el gobierno le quitó la concesión a su señal abierta, la única competencia de Venevisión en el negocio de las teleculebras nacionales.
Para Venevisión en el estadio Universitario sólo pasaba la batalla Leones-Navegantes. La batalla en las gradas por el descontento ante un gobierno cada vez más represivo, no fue televisada.
Un poco más valientes fueron en Meridiano TV, canal deportivo por cable, pero tras el cierre de RCTV por negarse a plegar a los caprichos del régimen, optaron por ser lo más discretos posible. Dejaron que lo mostrado en las cámaras hablara solo, al principio timidamente, y después con más confianza, realizaron planos generales del descontento político del que hacia alarde el público.  En Meridiano, a diferencia de Venevisión, no silenciaron los gritos de protesta en el estadio Universitario.
Como suele suceder en las dictaduras, los locutores de Meridiano se las arreglaron para decir sin decir lo que estaba pasando en las gradas: "¡El ambiente está teeeenso!", clamaba Beto Perdomo, en ningún momento se hizo mención directa a la protesta por el cierre de RCTV ni al ponche de la fanaticada al líder de la gesta bolivariana. Tampoco se hizo mención cuando el ambiente se puso teeensooo de verdad, y no por la arremetida felina, sino por la arremetida policial contra los estudiantes del "Tas Ponchao", a quienes trataron de sacar a pescozones de las gradas, pero fueron defendidos por el resto del público y la represión no llegó a mayores.
De esto nos enteramos los televidentes gracias a twitter, o al testimonio de amigos que estaban en el Universitario. De las trifulcas políticas no se hizo mención televisiva como seguro se habría hecho si el pleito hubiese sido entre fanáticos que se tiraran entre sí vasos de cerveza.
Miedo, autocensura, discreción, medios de comunicación haciendose los locos ante lo obvio, ante un público que le grita a su presidente: "¡Tas Ponchao!" es clara señal de que esta dictablanda ya está girando al camino de una dictadura. Y que hay un pueblo que no se la cala.

sábado, 23 de enero de 2010

¡Tan linda la ardillita!


“Feliz año 2010, si es que por el camino que vamos a este año se le puede llamar feliz”.
Semejante saludo telefónico me sorprendió por ser de mi amiga Mariela, quien cibernéticamente parecía de lo más entusiasta con el año que comenzaba. Por facebook mandó decenas de mensajes de esperanza asegurando que en el 2010 se acabaría la mala racha de los Tiburones de La Guaira, y que Venezuela por fin echaría para adelante. Por eso este primer saludo del año, tan de derrota, me extrañó, apenas estábamos en la segunda semana de 2010. ¿Cómo se le había desinflado el optimismo así de rápido? ¿Pasaba algo?
“¡Qué va a pasar!¡Pasa Venezuela!” respondió “y yo que creía que regresaba de las vacaciones navideñas repotenciada, mente positiva, y en menos de una semana se me desinflaron las esperanzas: primero con el decreto de horario restringido de los centros comerciales, mi oficina queda en el Centro Ciudad Comercial Tamanaco y mientras revertían la medida en gaceta, trabajamos en un sitio desolado, un lugar que se activaba desde temprano, casi toda la mañana muerto. Después el ajuste cambiario: el bolívar fuerte dejó de ser fuerte, no sabemos dónde estamos parados con los tres tipos de cambio del dólar, y con ese miedo a invertir, sin olvidar la amenaza de las expropiaciones. Para rematar la crisis energética que apenas comienza. Dígame los mal planificados apagones, anunciaron que en mi zona se iba la luz a una hora, se fue a otra, y me quedé atracada en el ascensor. En la calle no se puede andar, además de la inseguridad, la gente está agresiva, te tiran el carro. Como si fuera poco el ambiente de trabajo es tétrico, los clientes pichirrean hasta la última puya, y los compañeros de trabajo se dividen entre los que andan deprimidos y los que por cualquier cosa se te lanzan a la yugular. Si este ambiente de tensión lo vivimos en enero, ni te cuento cómo estaremos en mayo. Y para colmo ¡una final Caracas-Magallanes!  Esto no es calidad de vida. Te lo juro que dan ganas de emigrar”.
Si algo me han enseñado estos 11 años de tensión en tiempos revolucionarios es que los ánimos no se pueden hundir al mismo tiempo porque nos ahogaríamos en la desesperación. Compartía las angustias de mi amiga, y aunque también soy una dolida aficionada de los Tiburones e igual de descorazonada por la actual situación del país, en esta conversación me tocaba ser la optimista:
“Es verdad, la situación en Venezuela está terrible, pero no todo es tan malo este enero de 2010, aquí todavía nos queda mucha calidad de vida: ¡mira qué hermosos días! El azul del cielo nítido, la brisa fresca, tanto verde, te hacen sentir que en medio de las circunstancias políticas vivimos en un país bendito por la naturaleza. Si vieras a un azulejo que se acaba de parar en la rama de un árbol que colinda con mi ventana, ¡qué hermoso! ¿tu crees que eso es posible en Europa o en los Estados Unidos con las actuales heladas?, y ahora llegó una ardillita, ¡tan linda la ardillita!…”.
Todo pasó en fracciones de segundos, bastó que la ardilla y el azulejo cruzaran la mirada, para que ante mis ojos sucediera una sangría de plumas azules y pelos castaños. No sé quién fue el primero en atacar: si el pajarraco con su pico o el ratón gigante de cola peluda con sus garras. Al otro lado de la bocina, ante mis gritos de “¡chu-chu, bichos, sale!”; y los espantosos chillidos de la ardilla, Mariela preguntaba horrorizada: “¿Qué pasa? ¿qué pasa?”.
“Nada, chama, que ahora sí como que nos llegó la hora de emigrar”.

Artículo publicado en El Nacional el sábado 23 de enero de 2009

jueves, 21 de enero de 2010

De por qué no me entusiasmó el nuevo Sherlock Holmes



En Europa el cine se suele ver en el idioma del país en el que se está pasando, por lo menos en España y en Francia pocas son las salas donde las películas las proyectan en su versión original, en cambio en Venezuela, con excepción de las películas infantiles, nos acostumbramos a leer subtítulos, pequeño sacrificio antes que calarnos un dudoso doblaje al español. Por eso ¿a quién se le ocurrió la brillante idea de doblar el Sherlock Holmes de Robert Downey Jr?
Afortunadamente en el cine San Ignacio la película de Guy Ritchie la pasan en dos salas, una en su versión en español, y la otra, en su versión original, en lo que todavía se le llama la sala VIP.
Suelo llegar a la sala VIP poco antes de que comience la función porque se liberan las butacas que tienen reservadas para los que compran las entradas por teléfono con tarjeta de crédito. Si uno llega temprano para asegurarse un buen puesto, la taquillera te dirá que ya no hay o te dará a escoger entre las primeras filas. Minutos antes de que comience la función, los puestos que quedan sin vender por teléfono son liberados, y sólo entonces quienes adquieren sus entradas a la antigua, por taquilla, pueden garantizarse una atención VIP.
Pero esa tarde la taquilla VIP estaba cerrada, tuvimos que ir corriendo a la taquilla general, hacer la cola para que la única cajera disponible nos atendiera, nos tocaron los puestos en segunda fila, y para colmo, entramos empezada la película.
Así que no se puede decir que llegué a ver el Sherlock Holmes de Guy Ritchie con la mejor disposición, a pesar de mi amor incondicional por Robert Downey Jr y Jude Law.
El mal humor no se me quitó a lo largo de la película.
Comencemos con Robert Downey Jr, encantador como el inteligente, sagaz, decadente, tira coñazos detective victoriano, pero en ningún momento deja de ser Robert Downey Jr. Me pasé la película esperando que se pusiera su traje de Ironman.
Lo contrario me pasó con Jude Law, su encanto natural se pierde en el amigo incondicional de Holmes. Lo que es de esperarse porque el doctor Watson no es un personaje encantador por definición. Su importancia narrativa es ser el sidekick cuerdo y normalongo que resalta el genio y la excentricidad de su compañero de aventuras. A esta relación Holmes-Watson algunos críticos, entre ellos el del NYT, le encontraron evidentes visos homoeróticos en detalles como los celos que siente Holmes ante la prometida de Watson. A mí más que una pareja a lo Batman y Robin de la televisión de los años 60, me acordó la dinámica entre el doctor House y su sufrido amigo el oncólogo doctor Willson:  ¿cómo se cala Willson tanta impertinencia?
No es un secreto que el personaje de Gregory House está basado en el Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, pero viendo el Holmes de Guy Ritchie, sobre todo al principio de la película cuando se desarrollan la principales características de los personajes, me preguntaba hasta que punto esta versión cinematográfica de 2009 más que al autor victoriano le debía su inspiración a la popular serie de Fox.
Sí tan sólo ése fuera el problema, ser una versión detectivesca victoriana de House, la película podría haber sido una maravilla, los momentos en el que se regresa al Holmes del sarcasmo y la deducción son divertidos sobre todo teniendo a un excelente actor como Robert Downey Jr interpretando al sagaz detective, el problema es que a este Sherlock Holmes también se le quiso dar una buena dosis de héroe de acción, más a lo Michael Bay que a lo Conan Doyle.
La ambientación en la época victoriana seguro será nominada a varios premios de la academia, pero dudo que su guionista lo logre, y mucho menos los personajes colaterales a la relación Holmes-Watson como el aristócrata villano satanista, uno de los malos más aburridos de la historia del cine, y la contrapartida femenina de Holmes, Irene Adler (Rachel Adams), innecesaria en la trama.
Quizás el problema sea mío, porque en la página web de crítica cinematográfica colectiva Rotten Tomatoes el Holmes de Ritchie tiene un satisfactorio 68 % de aprobación. Llámenme aburrida, reaccionaria, purista, pero viendo a Sherlock Holmes volando en una explosión en cámara lenta a lo Die Hard, comprendo porque Conan Doyle fue insistente en asesinar a su personaje antes de que otros lo masacraran.


sábado, 16 de enero de 2010

La carrera de Sandra Bullock al estrado del Kodak Theater




Alberto Soria, en su columna del jueves pasado, lamenta la ausencia de buenos críticos de cine como los de antes que habrían hecho picadillo la actuación de Sandra Bullock en la película The Blind Side. Los críticos de hoy no sólo dejaron a la actriz de 45 años enterita sino que además la prensa extranjera la nominó para dos Globos de Oro: como mejor actriz de drama por The Blind Side, y como Mejor actriz de Comedia por La Propuesta. La Asociación de Críticos de Norteamerica le acaba de otorgar (en empate con Meryl Streep por su actuación en Julie & Julia) el reconocimiento como mejor actriz de 2009 por el papel de la ama de casa clase media alta que recoge bajo su ala a un adolescente abandonado en la película The Blind Side.
Concuerdo con Soria, es como para preocuparse por el actual estado del cine hollywoodense y de quienes hoy lo evalúan, ambas películas protagonizadas por Bullock son bastante mediocres.



Comencemos por la comedia romántica The Proposal (La propuesta), dirigida por Anne Fletcher -éxito de taquilla del año 2009 recolectando más de 300 millones de dólares a nivel mundial- esta predecible historia trata sobre una abominable editora canadiense radicada en Nueva York, Margaret Tate (Bullock), que para evitar la deportación le pide a su secretario, el guapo pero timorato Andrew Paxton (Ryan Reynolds), que se case con ella. Para conocerse mejor, a Margaret no le queda más remedio que acceder a pasar un fin de semana en Alaska con la familia de su futuro esposo.
No soy crítica de las comedias románticas, me encantan, y de Bullock me divierte Miss Congeniality, pero su papel en La Propuesta carece de matices, como si la directora le sugiriera actuar como si tuviera un palo de escoba metida por el rabo, y no quitar esa cara en toda la película. En ningún momento sale de Margaret ni un rayito de encanto que nos haga comprender porqué, el buen Andrew, termina enamorándose de ella.
La primera escena en The Proposal de la temida jefa Margaret entrando a la oficina, es una vil copia de la llegada de Meryl Streep a su oficina en El diablo viste de Prada. Imposible no comparar a las dos actrices y a las dos películas. Entre ambas jefas malvadas, cómo no quedarse con la actuación de Meryl Streep.
En cuanto a The Blind Side el problema no es Bullock, ella está correcta, el problema es la película, es muy regular, parece salida del Lifetime Channel (y de hecho fue una película de televisión en 1993), esta historia de la vida real llevada a la gran pantalla por John Lee Hancock, trata sobre una familia blanca suburbana que adopta a un joven negro con un enorme potencial como atleta. El muchacho, un gigantón al que llaman Big Mike, tiene un coeficiente intelectual bajo, pero Leigh Anne Tuohy (Bullock) sabrá desarrollar su potencial tanto deportista como intelectual como emocional para que el joven llegue a la universidad antes de convertirse en profesional del football americano.



Conmovedora historia, peeeeeroooo, las conmovedoras historias de la vida real no suelen hacer buen cine. La actuación de Bullock aunque correcta, al igual que en The Proposal, no es de muchos matices. Sin embargo, pareciera que esta compasiva matrona toca una fibra sensiblera a la clase media blanca norteamericana, y The Blind Side se ha convertido en una carta segura para llevar a Sandra Bullock a la alfombra roja de los Oscar de la Academia.
Disto de ver todas las películas del año 2009, imposible dar una predicción, aunque pareciera que el 2009 no fue un buen año para las mujeres en el cine. De lo que he visto, Meryl Streep está fenomenal en Julie & Julia, pero leyendo la selección de los críticos del NYT, como que hasta preferiría ver a Sandra Bullock dando el discursito de agradecimiento en el Kodak Theater, que a otra favorita de este año: Zoe Zaldana, por su papel de la azul princesa Nehiriti en Avatar, sería el triunfo de la computadora sobre lo humano. Un verdadero avatar.

jueves, 14 de enero de 2010

El traspiés de Jay Leno


En Venezuela con esto de los apagones, de la devaluación de la moneda, y ante la reciente tragedia del pueblo haitiano, qué nos va a importar un cuerno el melodrama que ha surgido en la cadena NBC ante el fracaso del programa del locutor Jay Leno en su nuevo horario de las 10 de la noche. Yo lo he seguido de cerca porque es un buen ejemplo de lo que está mal y puede estar peor de la actual televisión norteamericana, que vamos a estar claros, aunque aquí no transmitan ni por cable el show de Jay Leno, la gringa es la única televisión que muchos venezolanos vemos desde la decadencia de los culebrones (sin contar los momentos masoquistas sintonizando programas de noticias o de opinión en Globovisión o VTV, pero a eso no se le puede llamar entretenimiento).
El dilema de la cadenas comerciales en los Estados Unidos es sencillo, y es el principal credo de lo que algunos llamarían el neoliberalismo salvaje: cómo conseguir la mejor ganancia con la menor inversión. Que la calidad de la televisión sufra, no importa, lo que importa es controlar los gastos en una industria cada vez más competitiva desde que la lucha dejó de ser entre tres cadenas, y se sumaron cientos de emisoras de televisión por cable y satélite.
Ya la torta televisiva no se pica en tres sino en cientos de pedazos, cada pedacito representa millones de espectadores en todo el mundo, y por ende, miles de millones de dólares en publicidad a ser repartidos, pero como también la inversión a la hora de producir TV es grande, sólo el que se lleve una buena tajada con el mínimo de gastos, sobrevivirá el festín.
Ahí entra Jay Leno, quien desde 1992 hasta 2009, ocupó el trono dejado por Johny Carson en el horario de las 11:15 de las noche, famoso por los programas de entrevistas a personalidades que comienzan con un monólogo salpicado de un humor muy gringo.
Durante décadas los norteamericanos han estado acostumbrados a quedarse dormidos viendo estos programas donde hoy destacan nombres como David Letterman y Conan O'Brien. Ante el éxito del show de Leno, para muchos el rey en su estilo desde los años 90, a los ejecutivos de la cadena de NBC se les ocurrió trasladar su programa al horario de las 10 de la noche, parte de lo que llaman prime time, las horas de mayor cantidad de televisores prendidos y de mayor inversión publicitaria, por lo tanto de más ambiciosa producción, ocupado por series como Lost y House.
La matemática era fácil, invirtiendo en un sólo sueldazo de estrella: el de Leno; sin necesidad de grandes locaciones o actores de elencos fijos que con el tiempo se convertirían en divos exigentes, se podía producir un programa de infinitamente menor costo que una serie de televisión.
¿Al final quienes resultarían ganando? Los ejecutivos y el mismo Leno, que si tenían éxito, se repartirían un enorme botín publicitario entre pocos comensales. ¿Quiénes terminarían perdiendo? el resto de quienes dependen de una industria de entretenimiento como actores, guionistas, directores de arte, y todas aquellas personas que viven de contar historias por televisión. De haber tenido éxito Leno en el horario estelar, los ejecutivos seguirían el camino de los reallity shows: programas facilones y baratos que suplantarían series más creativas como los ya mencionados Lost y House.
Desafortunadamente para Leno, y afortunadamente para quienes aplaudimos el esfuerzo de una buena serie de ficción, Leno fracasó en el horario estelar, su público de las 11:15 no lo acompañó a las 10 traicionándolo por CSI Miami o Amas de Casa Desesperadas. Ahora no encuentran cómo recoger los vidrios rotos: fracasado el cambio de horario, y garantizado por contrato el sueldo millonario por unos años, ¿qué pasará con Leno?
He ahí el detalle, NBC pretende regresarlo a su horario original, pero ya le habían dado esa hora a un locutor más joven: Conan O'Brien, a quien si lo regresan a su antiguo horario de la medianoche, sería un retroceso para su carrera que no está dispuesto a aceptar.
No es fácil, como diría el Ciudadano, y aunque es lamentable la difícil posición en la que hoy se encuentran ambas estrellas de los Talk Shows, me alegro del traspiés de los productores de NBC porque no se puede ser tan mercenario para siempre anteponer el costo de hacer televisión a su calidad.

martes, 12 de enero de 2010

¿Narrativa con política, o no?





¿El escritor se debe asumir políticamente en su obra o debe huirle a la política como a la peste? es uno de los eternos debates de la Literatura.
No es una pregunta de fácil respuesta, depende la destreza e inteligencia del escritor, hay autores que se pueden dar el lujo de ser políticos en su narrativa, y hay quienes cuando se adentran en las oscuras aguas de sus momentos históricos, terminan ahogándose en ellas.
Tomemos el ejemplo de dos autores norteamericanos contemporáneos: Philip Roth (1933) y John Irving (1942), a quienes no les tembló el pulso para ser abiertamente críticos de George W. Bush en sus novelas.
En Exit Ghost (2007), de Philip Roth, su alter ego Zuckerman regresa a Nueva York tras 11 años viviendo en una solitaria cabaña en los bosques de Nueva Inglaterra, regresa a la gran ciudad para intentar un tratamiento que revertiría, aunque sea en parte, la masacre de sobrevivir un cáncer de próstata (incontinencia, impotencia). Zuckerman llega justo en el momento que para muchos fue una masacre dentro de la moral norteamericana: la reelección en el año 2004 de George W. Bush como presidente de los Estados Unidos. Este traspiés Demócrata dista de ser el centro de la novela, pero Roth, como buen maestro, introduce este pedazo de historia contemporánea dentro de la trama de Exit Ghost sin que el lector sienta forzada la intromisión de su rabia contra Bush.
El triunfo de Bush no le pasa tanto a Zuckerman -quien ya se había acostumbrado a dar la política de su país por perdida y anda más preocupado por sus problemas existenciales- como a la joven pareja de escritores con quienes pensaba intercambiar su cabaña en Nueva Inglaterra por su apartamento en Nueva York mientras se sometía al tratamiento. Bush le pasa especialmente a la hermosa Jamie, con quien el viejo Zuckerman se infatúa como un adolescente. Es en la voz de la joven idealista en la que Roth decanta la desilusión de vivir en un país capaz de reelegir a George Bush como presidente.
John Irving en Last Night in Twisted River (novela comentada en un post anterior), tampoco hace de su odio a Bush la trama central de la novela, pero las páginas que le dedica no logran fundirse dentro de la acción  y terminan pareciendo un panfleto político donde se comete el peor de los pecados de un escritor: aburrir al lector.
Danny Angel, escritor protagonista de la última novela de Irving y también poco disimulado alter ego del autor, se queja de la fama de antipatriota que se ha ganado en su país por ser crítico a la política de Estado de su Gobierno. Cuando en una entrevista le preguntan si escribirá en sus novelas sobre el ataque a las Torres Gemelas, asegura que no directamente, pero lo incorporará de alguna forma. Ojalá lo hubiera cumplido, al igual que Roth, Irving (o Angel) usa un personaje femenino para discutir sobre la política actual, pero a diferencia de Roth, no logra decantarlo dentro de la trama y en todo momento el lector siente que no es Six Pack Jane -la octogenaria bebedora de cerveza- quien está despotricando sobre el desastre de la política de Bush, en especial tras el ataque a las Torres Gemelas, ni siquiera Danny Angel, sino un moralizador John Irving.
Al leer este par de novelas norteamericanas en las que se trata de manera casi que casual sobre el hoy ex gobernante republicano, es fácil darse cuenta que sólo un escritor capaz de tomar la distancia suficiente para introducir el tema político como parte de la narrativa, como Philip Roth, puede darse el lujo de salir bien parado incluyendo historia contemporánea a la hora de hacer ficción. Lástima que la rabia antibush le cegara ese instinto narrativo a John Irving.

Sale el espectro está editada en español por la colección DeBolsillo (2009), Last night in twisted river todavía no se consigue en español.


sábado, 9 de enero de 2010

En el radar de Hollywood


En Avatar, la reciente superproducción fílmica de James Cameron situada en el año 2154, el coronel norteamericano que busca someter al pueblo de Pandora (mundo a cientos de años luz de la vía láctea), felicita al soldado encomendado para semejante misión por su labor en Venezuela. Quien no entienda inglés jurará que su oído le jugó una mala pasada porque los subtítulos en español omiten tal referencia. Yo, que algo de inglés entiendo, pensé que estaba paranoica, que oír sobre las amenazas imperialistas hechas realidad convirtiendo a Venezuela en el Vietnam del siglo XXII se debía a una inevitable sobredosis de cadenas presidenciales repletas de exabruptos antimperialistas, de no ser porque en el universo twitter se armó una alharaca por la censura a la mención a Venezuela, en Venezuela, en el diálogo de la taquillera película de Ciencia Ficción.
No sé de qué se sorprenden, de unos años para acá, el nombre de Venezuela está en el radar Hollywoodense. De este nuevo protagonismo comencé a darme cuenta viendo la serie de Fox, House, cuando el doctor interpretado por el actor Hugh Laurie, especialista en casos de difícil diagnóstico, apuesta a que todos los males de una mujer de mediana edad se deben a su reciente visita a Venezuela para hacer turismo sexual. ¿Acaso la muy bruta no sabe que en ese tipo de países ni el agua se puede tomar? Como venezolana me habría ofendido de no ser porque el malasangre doctor House lanza comentarios hirientes a cuanto enfermo le pasa por delante sin escatimar raza, género, ideología o su proximidad a la tumba. Ser políticamente incorrecto es la gracia del programa.
Resuelto el diagnóstico de la turista intoxicada en House (nuestra contaminada agua no tuvo nada que ver con su intoxicación), vuelvo a oír mencionar a Venezuela en otra popular serie de televisión: Bones; cuando la doctora Brennan, antropóloga especialista en resolver casos a partir de osamentas, determina que el esqueleto guindado en un árbol en un exclusivo internado en Washington, pertenece a un joven latino quien es identificado como el hijo adolescente de la Embajadora de Venezuela en los Estados Unidos. Falta resolver el caso, la primera teoría del FBI es que dada la compleja situación política que se vive en Venezuela, al muchacho lo debió asesinar un “grupo insurgente”. 
Miren que a la oposición en más de 10 años de gobierno de Hugo Chávez se nos ha dicho de todo: pitiyanquis, escoria, oligarcas, golpistas… pero insurgentes, nunca. La palabra insurgente tiene un dejo romántico de izquierda latinoamericana que un oficialista jamás usaría para referirse a la oposición. Insurgencia la guerrilla de los años 60, en la primera década de 2000 estar en desacuerdo con el Gobierno Revolucionario es ser un vulgar escuálido.
Más acertada fue la referencia a Venezuela en la película de mis admirados hermanos Coen: “Quémese después de leer”, divertida comedia de enredos  sobre ineptos burócratas y pillos de poca monta, entre quienes se encuentran los galanes cuarentones más cotizados de Hollywood: George Clooney y Brad Pitt.  Al final de la película en los cuarteles de la CIA discuten el destino del prófugo funcionario de la Tesorería Nacional  interpretado por Clooney: “lo dejamos huir a Venezuela, país con el que los Estados Unidos no tiene tratado de extradición”, lo cual en teoría es falso, pero en la práctica,  rigurosamente cierto.  
¿Alguien ha visto al émulo de George Clooney por ahí?

Artículo publicado el sábado 9 de enero en El Nacional con el título "En el mapa de Hollywood".

miércoles, 6 de enero de 2010

Lecturas de fin de año 2009

En un reciente viaje a Nueva York, compré un pequeño cargamento de libros y reservé la primera novela de la tan recomendada trilogía Millenium de Stieg Larsson para mis vacaciones decembrinas en Margarita, pero como es denso, preferí llevar en la cartera en el corto viaje aéreo Maiquetía-El Yaque un pequeño libro made in Venezuela: la biografía de Doris Wells, tomo 101 de la serie de Biografías de El Nacional.
Escribí en Evitando Intensidades sobre mi breve amistad con Doris en la Escuela de Arte en la Universidad Central de Venezuela, apenas la traté superficialmente, pero gracias a esta biografía escrita por la periodista Ocarina Castillo pude conocer mejor a la mujer luchadora, sensible e inteligente que un día me regaló sus recortes de prensa de teatro porque ya no los necesitaba.  El principal mérito de esta biografía es que respetando la intimidad de la actriz, Castillo logra transmitir la importancia que, a pesar de su corta vida, Doris Wells tuvo en las artes escénicas venezolanas, no sólo por protagonizar hitos de la televisión y el cine como La señora de Cárdenas y Oriana, sino por aspirar a lo mejor, ser una eterna inconforme ante la mediocridad de los medios.
Como una inconforme me sentí leyendo las primeras páginas de "The girl with the Dragon Tatoo" de Stieg Larsson, la versión en inglés de la novela  policial sueca que en español, como en el sueco original, se titula: "Los hombres que  no amaban a las mujeres", novela aplaudida por la crítica y con gran éxito comercial (rarísima combinación) pero que a mí me costó horrores entrarle al conflicto entre el empresario Hans-Erik Wennerström y Mikael Blomkvist, periodista  amenazado judicialmente al no poder demostrar las acusaciones que sobre el corrupto industrial publicó en su revista Millenium.  La novela toma un giro interesante con la aparición en la trama de Lisbeth Salander, una joven investigadora con características Emo, de excepcional inteligencia pero con problemas para relacionarse, quien será el comodín que usará Blomkvist para descubrir la suerte de la desaparecida adolescente Harriet Vanger, y desenmascarar públicamente la calaña de Wennerström.
El título en inglés: "La chica con el tatuaje de dragón" intenta explotar el filo de pulp fiction de la obra póstuma de Larsson, periodista que murió inesperadamente en el 2004, recién cumplidos 50 años, sin saber el éxito que habrían de tener sus tres primeros (y últimos también) intentos de escribir ficción. Sin llegar a la maestría de su compatriota Henning Mankell para recrear la fría atmósfera y la compleja intensidad escandinava, las últimas páginas de la primera novela de Larsson dejan con ganas de saber en qué parará la extraña amistad entre la investigadora emo y el periodista cuarentón.


A la hora de achinchorrarme con un libro en Margarita, del frío campo nórdico paso a un Japón post-sísmico con la colección de cuentos de Haruki Murakami: After the Quake (Tras el Sismo);  libro que me atrapó con sus primeras cuatro historias que tratan marginalmente de cómo el terremoto que devastó a la ciudad de Kobe en 1995, tuvo en almas melancólicas efectos colaterales que fueron más allá del movimiento telúrico. Lástima que los últimos dos cuentos -sobre un sapo que intenta evitar un nuevo cataclismo y un oso productor de miel- pusieron a prueba mi afecto por Murakami:  las historias con animales humanizados dejaron de interesarme con las fábulas de Esopo.

Quizás la verdadera razón para abandonar la colección de Murakami no fue un prejuicio contra el Reino Animal, sino porque me quedé con ganas de seguir leyendo sobre Lisbeth Salander. Así que fui a la Librería Nacho de Sambil de Margarita a buscar la segunda novela de la trilogía de Larsson: La chica que soñaba con gasolina y con bidones de fuego; pero sólo con hojear el libro me dí cuenta que tras haber leído la primera novela en una sobria traducción al inglés, me costaría adaptarme a la versión coloquial en español tan repleta de: "¡Vales!", así que preferí esperar mi regreso a Caracas para pedirla prestada en inglés, y me sumergí en un proyecto de lectura de casi el mismo grosor de las tres novelas de Millenium juntas: "Last Night in Twisted River", la más reciente novela del escritor norteamericano John Irving, autor de El Mundo según Garp y Una Oración para Owen Meany.
Irving, nacido en 1942, no tiene pudor en disimular que se quedó estancado en la novela estilo decimonónico y muchas de sus tramas emulan a su ídolo, Charles Dickens, sagas que cubren la vida de acontecidos muchachitos desde su infancia hasta que ven cumplidos sus destinos, que en el caso de Last Night in Twisted River, recorre más de 50 años en casi 900 páginas.
Dicen que la novela es por naturaleza un género imperfecto, y la última novela de Irving lo demuestra con creces, al contrario de lo que me pasó con la novela de Larsson, la primera parte del libro me cautivó con la historia de Dominic y Danny Baciagalupo, un cocinero y su hijo de doce años que viven en New Hampshire en un campamento fluvial de troncos de madera. Cuando Danny confunde a la amante de su padre (y novia del alguacil) con un oso y la mata de un sartenazo, comienza la peregrinación de padre e hijo huyendo de la ira del alguacil, pero al crecer el joven Danny convirtiéndose en un escritor con obvias similitudes con Irving como su baja estatura, afición por la lucha libre y por el exagerado uso de los puntos y comas; la historia pierde su encanto que sólo recuperará al final, con el regreso a Twisted River de Danny, 50 años después del desafortunado sartenazo.
He perdido la costumbre de leer novelas tan largas: me faltan más de 100 páginas para terminar la saga de Irving, y ¡cómo ansío el epílogo! De regreso en Caracas no veo la hora de abandonar Twisted River y volver a Estocolmo a inmiscuirme en la vida de la temperamental Salander y el guapo Blomkvist. Aunque sea en español castizo. ¿Vale?



martes, 5 de enero de 2010

La competencia de Los Hermanos Moya


La noticia de la inauguración de la primera arepera socialista en Caracas nos agarró en donde los Hermanos Moya en Margarita. No éramos los únicos clientes en echarle broma al dueño que atiende personalmente el negocio en una fresca plaza en la vía hacía Playa El Agua donde se venden arepas con cualquier relleno (menos la de camarones) a un precio fijo de 13 bolívares, y los jugos a 9 (menos el de fresa):
- ¡Entonces Moya! ¿Ya tienes arepas al precio oficial de 5 bolívares?
 No faltó quien le señalara la casita abandonada del Comando del PSUV que queda al otro lado de la calle:
- ¡Dentro de poco te sale competencia!
Moya no comió casquillo:
-¿Y qué fue de la ruta de la empanada, mis amigos?

Para quienes tienen mala memoria o no viven en Venezuela, La Ruta de la Empanada fue otro de los intentos del Gobierno de lo que ellos llaman "Socializar" los hábitos comerciales-alimentarios de los venezolanos: se pretendió uniformar a las empanaderas, que durante décadas han vendido sus deliciosas empanadas a la orilla del mar bajo sombrillas en tablones de madera, con puestos de aluminio donde supuestamente trabajarían en condiciones más salubres. Y eso que cuando se ideó la ruta de la empanada todavía el gobierno no tenía la maña de teñirlo todo de rojo. El caso es que de la ruta de la empanada hoy no queda sino varias decenas de carros oxidados que ya no sirven ni para chatarra, y las empanaderas siguen vendiendo sus empanadas en rudimentarios mesones.

Moya no le tiembla a una posible competencia socialista frente a su negocio, sabe que a la hora de comer calidad, sus arepas chatas y tostadas, su curry de mango picante, sus rellenos de cazón o chucho, su toque de queso pecorino, su guiso de pollo, a 5 bolívares, ni en el país de la fantasía de las mentes rojas más optimistas.
Dicen que la primera arepera Socialista en Caracas sólo abrió para la foto de fin de año, habrá que ver si algún día llega a la isla.