jueves, 21 de julio de 2011

El factor suerte


En "La noche del Loco" que transmiten por DirectTv, Jesús Quintero le preguntaba a Joan Manuel Serrat algo así como qué hizo falta para llegar a la cima. Aunque lo parezca, no es una pregunta fácil, por eso el trovador más aplaudido de habla hispana se quedó pensando unos segundos antes de contestar: "Suerte".
El periodista lo miró incrédulo, la falsa modestia puede ser pesada, pero Serrat insistió: "Claro que hace falta talento, y trabajo, y tesón para llegar a la cima, pero si ese factor suerte no me hubiese acompañado, hoy Serrat no sería Serrat". Cuenta el cantante que conoció a decenas de artistas con talentos similares al suyo a quienes el factor suerte no los acompañó, jamás salieron de sus pueblos.
Ese factor "suerte", tan importante en el fútbol, fue precisamente lo que le faltó ayer a la Vinotinto en la semifinal contra Paraguay. La diosa fortuna no sonrió en esta ocasión a la oncena venezolana, en cambio no ha dejado de acompañar en esta Copa América al equipo de Paraguay, quien pasa a la final contra Uruguay sin haber ganado un juego.
Si existiera en el deporte eso que llaman "justicia divina", cuando Paraguay-Venezuela se vio obligado a decidirse por penales, la Vinotinto debió ser la beneficiada en esta lotería porque en los 90 minutos de juego, más la prórroga, el equipo paraguayo apenas dio sustos en el campo mientras el equipo venezolano dominó el balón, perdió tres goles que dieron contra el palo, y le anularon un gol.
Si bien la Diosa Fortuna no acompañó a la Vinotinto hasta la final de la Copa América, en Venezuela estaremos esperando a nuestro equipo con sus camisas puestas. Por primera vez los venezolanos -sin exagerados nacionalismos- pudimos sentirnos orgullosos de estar entre los mejores del fútbol. Gracias a esta Copa América ya no tenemos por qué ser los chalequeados del continente.  Los eternos escépticos de las capacidades futbolísticas de la oncena nacional, por una vez callaron, uniéndose a la atmósfera de euforia compartida.
Con la derrota ante Paraguay, se acabó la fiesta, hoy la vida continua, hoy volvemos a ser Venezuela, la dividida, a la que desde hace doce años les cuesta tanto encontrar puntos en común. Pero los venezolanos no podemos desprendernos de la alegría que fueron estos últimos días, a esa diosa fortuna, ya veremos como se le conquista.

martes, 19 de julio de 2011

Genio y Tigre



En 2003, dos años antes de morir el artista,visité a Jesús Soto en París, quería entrevistar a uno de los grandes amigos de mi abuelo para la recopilación de memorias de mi abuela: "Margot, retrato de una caraqueña del siglo XX".  Accedió gustoso recibiéndome en su piso en Marais con el cariño de quien recibe a la nieta de un viejo amigo.  
Contaba mi abuela Margot que el crítico Alfredo Boulton le presentó la obra de Soto a Villanueva comenzando el proyecto para la integración de la artes en la Ciudad Universitaria a principios de los años 50. Boulton insistió en que el arquitecto lo acompañara a ver la obra de un joven artista guayanés que vivía en París para ver qué le parecía. Apenas verla Villanueva dijo:
"Alfredo, este muchacho es un genio".
El artista cinético y el arquitecto por fin se conocieron en la exposición "El movimiento" que ideó Vasarely en la galería Denise René en París, que reunió a los mayores exponentes del arte cinético del momento. A pesar de la diferencia de más de veinte años entre Villanueva y Soto, la simpatía fue inmediata. Villanueva siempre llamó a Soto "Genio" y Soto llamaba a Villanueva "Tigre". 
Por eso la primera pregunta que le hice a Soto en su iluminado salón en el barrio Marais fue porqué el Genio no participó en el proyecto de integración de las artes del Tigre. 
Villanueva me hizo la invitación para colaborar en la Ciudad Universitaria sin conocerme personalmente, pero aquí en París se armó un lío tremendo, los disidentes redactaron una carta rechazándola. Para mí y para Helena (su esposa) fue una gran decepción porque ya yo había hecho una maqueta, pero los disidentes me exigieron que no la mandara porque la Ciudad Universitaria era obra de una dictadura. Ellos eran el grupo de artistas más importante de Venezuela y yo no podía ponerme en su contra. Hoy me arrepiento de no haberla mandado porque casi todos los disidentes finalmente participaron en la Ciudad Universitaria, y yo me quedé fuera del proyecto. Hasta un artista internacional de la talla de Léger, que pertenecía al partido comunista, no tuvo  objeción en participar, dijo que esa no era una obra de envergadura política sino cultural.


¿Alguna vez hubo incomodidad entre ustedes por haberte negado a participar en la Ciudad Universitaria? 
Tu abuelo jamás me reprochó no haberle mandado la maqueta, solo años después me dijo: 'Necesitamos algo tuyo en la Ciudad Universitaria, pero ya no hay presupuesto para ello. Vamos a ver qué hacemos'. Eso fue en el año 1956, el año de mi exposición en Caracas. Hice dos maquetas para él, una se la regalé, aunque Villanueva pagó la construcción. También pagó la otra maqueta que hice, que fue la que escogió para la Ciudad Universitaria esperando que aceptaran el presupuesto, pero ya era tarde, no había más dinero para el arte. Así que en la Ciudad Universitaria no tengo sino esa maqueta que era para hacer una obra de escala cinco o diez veces mayor.


Entre los recuerdos del Genio, no podían faltar los orígenes del Museo de Arte Moderno Jesús Soto en Ciudad Bolívar, que junto con el Museo de Bellas Artes de Caracas, fueron las últimas obras diseñadas por Villanueva. El Museo Soto fue inaugurado en el año 1973 con la asistencia de mi abuelo, quizás su última aparición pública. Recuerdo el momento, pero era muy chama y mis padres no me llevaron a Ciudad Bolívar. Por eso le pregunté al artista ¿cómo nació el Museo de Arte Moderno Jesús Soto? 
Una vez le comenté a Villanueva que había una pequeña corrección que quería hacer en el patio de la casa de mamá para que ella pudiera abrirla los fines de semana y mostrársela a la gente interesada. 
-Pero tú tienes bastantes obras, podemos hacer un museo más importante –me dijo.
De ahí nació la idea de hacer un Museo Jesús Soto en Ciudad Bolívar. Villanueva empezó a viajar a Ciudad Bolívar buscando una vieja casona para restaurarla, pero se tropezó con que las casonas no podían venderse porque eran de sucesiones muy enreversadas, hasta que Manuel Garrido, el entonces gobernador del Estado Bolívar que había sido alumno de él, lo ayudó a encontrar un terreno. 
Villanueva al principio quería que el museo estuviera cerca del río, pero después pensó en la humedad, así que el terreno decidieron buscarlo en Los Morichales, ciudad adentro hacía el sur. Lo consiguieron y lo compraron. Villanueva ya tenía los planos listos y yo le dije: "Vamos a echarle pichón". Este gobernador, con poquísimo dinero, poco más de un millón de bolívares, logró realizar la primera etapa de la construcción.



 Casi 40 años después de inaugurado el Museo de Arte Moderno Jesús Soto de Ciudad Bolívar que alberga más de 700 obras de Soto y de 130 artistas nacionales e internacionales -parte de su colección privada y préstamos de otras colecciones, incluyendo del gobierno francés-, el pasado miércoles 13 de julio fue publicado en Gaceta Oficial un decreto de la Gobernación del estado Bolívar ordenando la intervención del museo que hasta entonces estaba a cargo de una fundación presidida por el hijo del artista, Cristóbal Soto. Alegan irregularidades administrativas. Dicho decreto designa como presidente de la junta interventora al secretario general del gobierno, Teodardo Porras, padre de la directora del museo, Mayrim Porras, destituida el pasado junio, quien fue restituída en su cargo por su padre, el interventor.   
Según Cristóbal, la intervención del Museo Jesús Soto se efectúo tras una visita poco cordial el pasado 30 de junio del interventor Porras, acompañado por más 20 de hombres armados y un abogado. 
Cómo no recordar ante este acto de fuerza la emoción con la que Soto me habló sobre el regalo para su ciudad natal, legado que hoy parece peligrar ante el desafuero político. 

martes, 12 de julio de 2011

Los coleados


Lo sorprendente no es que 5 maleantes hayan atracado a 70 personas cuando terminaba la función de las 7 de la noche de una película 3D en el Cine Concresa, lo sorprendente es que no hubiese ocurrido antes.
Hace algunos meses estaba una tarde con mi hija mayor en la sala VIP del Cine San Ignacio viendo "El discurso del Rey" cuando en la mitad de la función entraron furtivamente tres muchachos. Ni que fuera cine continuado, pensé, ¿quién va a querer ver una película que tiene más de una hora de comenzada?
Esa es la razón por la cual los empleados de los cines, cuando ya la película está tan avanzada que nadie se molestaría en colearse, se van a atender la entrada o salida de otras salas. Por eso cuando sentí abrirse la puerta y vi entrar a tres manganzones que la oscuridad no me permitió detallar, ante el sigilo de los chamos al sentarse en la primera fila, la afinada alarma interna que tenemos los caraqueños se me prendió en alerta roja:
"Nos fregamos" me dije aferrando instintivamente la cartera.
Imaginé que en pocos minutos tendría a un malandro con un puñal rozándome la yugular susurrando que le diera el reloj, el dinero y el celular. Pero los minutos pasaron y los coleados hundidos en las butacas VIP ni ruido hacían, parecían absortos en la película.
 Me entró la culpabilidad que esta paranoia clase media va a acabar con nosotros, los coleados eran muchachos que como tantos muchachos de diversos estratos sociales de varias generaciones, tan solo parecían culpables de algo propio de su edad: se colearon como una travesura para disfrutar el cine gratis. De esto he sido testigo hasta en los multicines en los Estados Unidos, donde los adolescentes buscan entrar furtivamente por la puerta de salida. Muchos lo consiguen con la ayuda de adultos buena nota que les permiten pasar mientras ellos salen. Otras veces hay un guardia vigilante de que esto no suceda.
Cuando ya había olvidado a los coleados en el cine criollo y vuelta a concentrar en las gagueras reales, entró una empleada con el uniforme de Cinex acompañada de un hombre de seguridad quien tras enfocar a los chamos con una linterna, los invitó a que abandonaran la sala.
Así como no entendí la nota de colearse cuando la película iba por la mitad, tampoco entendí por qué sacar a los muchachos cuando ya la película estaba por terminar. ¿Qué habría pasado? ¿Será que la encargada de la sala sí se dio cuenta cuando los muchachos entraron, no se atrevió a sacarlos ella sola y tardó media hora en conseguir a seguridad? ¿O será que no solo a mí se le prendió la alarma antiatracos ante los chamos coleados y alguien los fue a denunciar? Los muchachos se fueron como entraron, sin bulla, entre risas sigilosas de tremendura a medio lograr.
Entonces me dio lástima que los sacaran del cine, hoy leyendo la noticia de los 70 espectadores asaltados en el Cine Concresa pienso que qué impotencia que en esta ciudad la imaginación paranoica siempre termina triunfando.

viernes, 8 de julio de 2011

Celularistas


María Angélica me cuenta que le robaron de nuevo su celular. Es el cuarto celular que le roban en menos de dos años a mi prima, el primero se lo robaron estando conmigo, ni siquiera era un blackberry o un Iphone, era un pote que según ella la hacía sentirse más segura porque quién querría robárselo. No había terminado de decirlo cuando en una esquina a la altura de Chapellín subiendo por la avenida Los Mangos de La Florida, un motorizado se lo arrancó de las manos.
Escribí una crónica sobre el momento titulada "El celular o la vida", desde entonces la prima ha sido víctima de tres robos más con modus operandi diferentes: el segundo celular se lo quitaron de un koala entre la multitud del Metro de Caracas, el tercero se lo robaron a punta de pistola en Altamira, y este último celular robado se lo sacaron de la cartera en un automercado en Los Palos Grandes.
Aparentemente que te roben el celular en un automercado del este de Caracas se ha vuelto la manera más fácil de perderlo, hoy los celularistas son tan comunes como los legendarios carteristas, sin violencia, con manos de seda, cuando te das cuenta de que te quitaron el celular, es demasiado tarde para recuperarlo.
Intercambiando historias de guerra urbana con un grupo de amigas, con excepción mía (toco madera) a todas les habían robados celulares en supermercados del este de la ciudad. Saben los astutos rateros que las señoras entre la emoción de que en este mercado hay leche, y la desilusión que aquí tampoco hay aceite, están con la guardia baja. Son tan hábiles los rateros que ninguna de mis amigas se percató del momento exacto de la perdida del celular. Algunas de ellas lo sintieron segundos después, una extraña sensación, como si una alarma se les prendiera, aunque demasiado tarde para identificar al ratero.
En el mismo automercado en Los Palos Grandes donde le quitaron a María Angélica el celular, a Queco le robaron el suyo. Sintió un empujón, y a los pocos minutos se dio cuenta de que el celular ya no estaba. Siendo cliente frecuente de ese mercado, le pidió al gerente que revisara las cámaras del local para identificar el momento exacto del hurto, pero el gerente se negó.
Queco compara esta actitud con la del gerente del Gamma Express en Sebucán, cuando su hija Isabela sintió que le faltaba el celular en el estacionamiento saliendo del mercado con las compras, al informarle al gerente, éste enseguida apeló a las cámaras de seguridad del local descubriendo que en el caso de la muchacha no fue un robo: lo había dejado a un lado de la nevera de la charcutería, donde milagrosamente, el celular todavía estaba.
Es el único final feliz que conozco en historias de celulares perdidos, en el caso de mi amiga Carolina, su celular se "extravió" en otro automercado en Los Palos Grandes. Horas después, sus contactos en blackberry tenían el nombre de Yimmi ocupando su pin. 
Al día siguiente Carolina fue al mercado a preguntar si trabajaba un tal Yimmi, le dijeron que sí, y al contarle al gerente que tras perder su celular en ese mercado su pin llevaba ese nombre, el gerente le dijo que la empresa respaldaba a sus empleados hasta el final, ni siquiera se molestaría en revisar las cámaras de seguridad. Semejante gesto sería muy noble si no hubiera un Ministerio del Trabajo que garantiza que el empleado siempre tenga la razón, culpable o inocente de lo que se le acuse. Preferible perder a una cliente que enfrascarse en una demanda en el Ministerio del Trabajo.
Pero no solo los empleados de los mercados pueden ser los "celularistas" que arrecian en los automercados, Gisela contó como luego de tropezar en un estrecho pasillo con una señora con buena pinta en un mercado en La Castellana, descubrió al llegar a su casa que había perdido el celular. Ni se molestó en regresar.
De visita en los supermercados, tras tantos cuentos de celulares perdidos, me sorprende cómo todavía algunas señoras dejan descuidadas sus carteras en los carritos mientras van en busca de lo que sea, pero qué importa, abierta o cerrada la cartera, aferradas a nosotras o dejadas boletas en el carrito, el celular nunca está seguro. Por lo visto en esta Caracas la única manera de salir a hacer las compras y que el llamado Móvil quede a buen resguardo, es dejándolo preso en casa.

domingo, 3 de julio de 2011

QUEREMOS A CJ


No siempre se puede estar en todo, por ejemplo ahora es que estoy viendo por DVD The West Wing (El ala oeste) serie creada por el productor Aaron Sorkin- el mismo de Social Network- transmitida por la cadena NBC desde el año 1999 hasta el año 2006.
En el año 1999 no sólo Jed Bartlet (el presidente de ficción interpretado por Martín Sheen) se iniciaba como cabeza de Estado de los Estados Unidos de Norteamérica, en el mundo de la no ficción el candidato del descontento en un país al otro lado del mar Caribe, un teniente coronel retirado llamado Hugo Chávez Frías que años antes había intentado un golpe de Estado, llegó a la presidencia de Venezuela por voto electoral. 11 años después sigue mandando, sus partidarios, que lo llaman "Comandante", aspiran que indefinidamente
Mucha agua ha pasado por el río desde entonces, en la ficción Jed Bartlet y su equipo ocuparon el ala oeste de la Casa Blanca durante dos períodos presidenciales de cuatro años cada uno, lo permitido por la constitución estadounidense, poco más de los 7 años que abarcó la serie, pero a diferencia de la historia paralela de los Estados Unidos que tuvo al republicano George W. Bush como presidente durante esos períodos, Bartlet era del partido demócrata, tanto así que sus detractores llamaban a la serie “The Left Wing” (El ala izquierda).
Sin ánimos de comparar la realidad con la ficción, mas allá de la alternabilidad de poder, saber que Bartlet no se consideraba ni mesías ni redentor de una nación, que había poderes públicos independientes, lo que más envidio del gabinete imaginario de Sorkin, lo que desearía para mi querida Venezuela es una figura como la de CJ Cregg, secretaria de Prensa de la Casa Blanca, cuya obligación era servir de enlace entre los medios y el gobierno.
Todos los días, las veces que fueran necesarias, CJ se reunía con representantes de la prensa para responder preguntas de interés nacional y mundial, ese era su trabajo, y si bien tenían que ser hechas con respeto, estas preguntas no eran fáciles, por algo los periodistas eran los corresponsales en el principal centro de poder del planeta.
CJ debía responder estas preguntas, por delicadas que fueran, sin llamar a los periodistas instigadores, o acusarlos de querer causar zozobra, de desestabilizar la Nación.
Y es que los periodistas ni en la ficción, y mucho menos en la realidad, deben estar para secundar el poder, para alabarlo, para justificarlo, los periodistas estás precisamente para cuestionarlo, para servir de puente de información entre quienes dirigen el destino de una Nación y la opinión pública. En una sala de prensa donde los periodistas son escogidos con el criterio que las preguntas que se hagan no sean controversiales, un gobierno que se rija por ese canon, que denigre a los periodistas que lo incomodan, que evite y tema ser interrogado, nos está diciendo que algo anda podrido en las antesalas del poder.
Triste que los venezolanos ya parecemos acostumbrados a que a los representantes de la prensa se les trate a las patadas, que se les niegue acceso a la información, que se les amenace con multarlos o cerrarlos hasta por noticias de obvio conocimiento público como anunciar un sismo antes de que lo haga el gobierno.
Qué mejor muestra que ante los rumores en torno a la salud del presidente Chávez tras tres semanas en Cuba tratándose un “abseso pélvico”,  si bien la salud es un asunto íntimo, al estar enfermo el jefe de Estado esta intimidad se pierde. En momentos como estos en los que los venezolanos necesitamos claridad, saber qué es lo que está pasando, lo que obtenemos son medias tintas, silencios, mentiras, y los mismos insultos de siempre de las mismas fuentes de siempre, valiéndose de los medios del Estado para injuriar y amenazar a quienes se atrevan a investigar y a preguntar. 
¿Hasta cuándo esta será la normalidad en Venezuela? Un acceso limitado a la información es una manera obvia de ejercer la represión, solo abriendo de nuevo los caminos para que en Venezuela haya libertad de acceso a la información, en lugar de injurias contra quienes intentan acceder a ella, podremos volver a decir que estamos viviendo en una Democracia.

Artículo publicado en El Nacional, me avisaron 1 hora antes que debía publicar al día siguiente, tenía 40 minutos para escribir el artículo, y enviarlo. Menos mal que ya tenía una idea. Así que  lo que salió publicado en El Nacional, aunque no me quedó mal, fue un borrador, este sería el artículo corregido de haber dado tiempo, pero me alegro porque fue un excelente ejercicio de escribir bajo presión.