El caraqueño que hoy no sepa que el 23 de abril se celebra en Barcelona el día de Sant Jordi, patrón de la lectura y del idioma, y que a los hombre hay que regalarles un libro y a las mujeres una flor- pensamiento misógino, eso sí-, es porque jamás celebraría un día de Sant Jordi porque no le interesa la lectura.
Aunque para ser sincera en Caracas tampoco sabíamos de esta tradición catalana hasta el año pasado cuando en la Plaza Francia, que muchos llamamos Plaza Altamira, la Alcaldía de Chacao celebró a sant Jordi montando una feria del libro a la que no debía faltar editorial venezolana alguna.
No fui el viernes pero si el sábado, llegué a la Feria poco después de las 3.30 de la tarde para disfrutar la presentación de 5 de nuestros mejores poetas. Llegué tarde, sólo alcancé oír a Rafael Cadenas ante un público entre de pie y sentado arriba del murito de la fuente del Obelisco. Finalizada la presentación, una pareja de muchachos se acercó a Leonardo Padrón para ofrecerle una flor y pedirle que se tomara una foto con ellos.
A las 4 pm, 5 jóvenes autores leyeron minificción, acompañados de Violeta Rojo, responsable de la compilación del Fondo para la Cultura Urbana: "Mínima Expresión: muestra de la minificción venezolana" , Violeta también leyó textos del libro de autores que no pudieron asistir, dejándonos al público despierta el hambre para más microrelatos.
A las 5 pm, Luis Pedro España presentó la obra "Poder y catástrofe" de la socióloga Paula Vásquez, y a las 6, mi amigo Pedro Penzini hijo, presentaba el autor de un libro de economía, mientras a pocos metros, la actriz Ruddy Rodríguez firmaba autógrafos de su libro de autoayuda. El homenaje a José Ignacio Cabrujas sería al día siguiente.
Poesía, Literatura, Economía, Sociología, Autoayuda, Teatro; temas para todos los gustos.
Quizás los fines de semana no sean los mejores días para recorrer el Festival de la Lectura, mucha gente, pero el principal problema que le vi a este festival es el mismo que nos viene aquejando a los lectores venezolanos desde hace varios años cuando el libro dejó de ser renglón prioritario para la adquisición de divisas: en la Plaza Altamira no había mayores novedades con respecto a la escuálida oferta de las librerías caraqueñas, y más allá de los libros de ocasión, el precio de los libros no era solidarios, muchos oscilaban entre 160 y 200 bs, algunos estaban hasta más caros que en las librerías: mi hija me encargó un libro que le pidieron en la universidad,y en la Librería Técni-Ciencia se conseguía más barato que en el estand de su editorial.
Pero aunque ya no salgamos cargados de libros, compartir el amor a ellos en un espacio público, bien vale más de una visita al II Festival de la Lectura.
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