lunes, 19 de marzo de 2012

Ratón de país

                                                                            I
En Venezuela llamamos "ratón" al inevitable malestar tras una noche de abuso etílico. Pero hay otra forma de ratón que no se quita ni con analgésicos ni con un buen bloody mary: el ratón de país, ese pesado sentimiento de tristeza, nudo de angustia en el pecho que no se desata, miedo, sobre todo miedo; ratón de país que cargo desde hace días tras cuatro sucesos recientes que reiteran lo vulnerables que estamos los venezolanos ante la violencia.
Casualmente anoche, haciendo zapping en televisión, vi a José Vicente Rangel conversando en el canal del Estado con la socióloga Maryclen Stelling quien con alarde de superioridad moral advertía que los medios golpistas volvían esta semana a incluir en su agenda la palabra "violencia", es decir, que la violencia en Venezuela no es más que una "campaña de terrorismo" de la oposición buscando generar "pánico en la población" para desacreditar al Gobierno Revolucionario. 
Cómo no recordar que hace un par de años la periodista Tania Díaz, del programa Dando y Dando en VTV, acusó al artista Onechot de amarillismo porque el video de su tema Rotten Town mostraba a un niño jugando metras que muere abaleado en un barrio de Caracas y su sangre mancha a tantos indiferentes a la muerte que no los roza de cerca. Muerte similar a la de la pequeña Yismar Herrera de siete años, cuya vida terminó ayer domingo por una bala desafortunada cuando estaba llegando con su familia a su casa en San Agustín. 
La transmisión del video Rotten Town fue censurada en el año 2010 en la televisión nacional pero se volvió viral por las redes sociales. Ignoro si la periodista del canal del Estado hizo algún comentario de solidaridad cuando en febrero de 2012 Onechot, de 32 años, se preparaba para una gira nacional la noche que fue sorprendido por unos delincuentes en Bello Monte, y al intentar evadirlos, recibió un disparo en la cabeza. 
Tres semanas después de esa madrugada fatídica, Juan David Chacón, Onechot, hijo del sociólogo-poeta Alfredo Chacón, se recupera lentamente en la clínica Santa Sofía aunque ya dando señales que mantienen a la familia, a los amigos, y a los seguidores de su música rastafari, confiados en que su recuperación será satisfactoria.
 ¿Se acercaría la sociologa Stelling a la Clínica Santa Sofía a darle un abrazo a su colega ante los momentos tan difíciles por los que está pasando su familia? ¿Lo habrá recordado con un atisbo de conciencia cuando le insistía a José Vicente Rangel que en Venezuela la violencia no es sino una matriz de terrorismo mediático?

                                                                           II
En esta ciudad violenta a la que le canta Onechot, la Universidad Central de Venezuela es uno de los pocos objetivos a los que no le ha podido echar el guante el gobierno revolucionario. El pasado 18 de enero, cuando se repetían las elecciones del Centro de Estudiantes en las Escuelas de Sociología y Comunicación Social, elecciones boicoteadas en el 2011, Alexandra de Armas, 22 años, estudiante del quinto semestre de la Escuela de Letras, fue a solidarizarse con aquellos compañeros ucevistas que volvían a ser víctimas de un intento de boicot electoral. En medio de los disturbios, varias bombas lacrimógenas fueran detonadas y Alexandra, que sufría de una dolencia pulmonar, tuvo que ser hospitalizada. 
Orgullosa "manitos blancas" (como algunos llaman despectivamente a los estudiantes que creen en la autonomía universitaria) Alexandra twitteo su emergencia a raíz del humo de las detonaciones, pero entonces logró vencer la crisis pulmonar y regresó días después a los pasillos de la Facultad de Humanidades. El martes 13 de marzo, tras una nueva crisis, la joven murió, y en un comunicado del Centro de Estudiantes de la Escuela de Comunicación Social responsabilizaron de su muerte a aquellas bombas lacrimógenas que fueron detonadas por un grupo de estudiantes oficialistas en el boicot electoral en enero. De esta acusación se hizo eco la prensa. 
La indignación por la muerte de Alexandra se volvió viral en las redes sociales, pero aunque en efecto la estudiante sufrió una crisis causada por las bombas lacrimógenas en la UCV, salió de ella y su temprana muerte ocurrió fue por un triste desenlace de su enfermedad. Su hermana exigió por twitter más respeto con la muerte de Alexandra, no había que caer en exageraciones políticas. Ante lo cual más de un ardiente opositor saltó indignado por la aclaratoria de la familia de la muchacha, exigían una nueva víctima del  oficialismo, ¿cómo osaban quitársela?
No se daban cuenta los ultracombatientes, los más papistas que el Papa, que precisamente este tipo de actitudes son las que alimentan a la socióloga Stelling y a sus peroratas.

                                                                          III

Cinco días después de la muerte de Alexandra, Karen Berendique, de 19 años, estudiante de Comunicación Social en Maracaibo, regresaba de un reencuentro colegial con su hermano cuando a cuatro cuadras de su casa, no frenaron ante la voz de: "¡Alto!" en una improvisada alcabala. El carro en el que iban los hermanos fue acribillado, recibiendo Karen tres impactos de bala que le ocasionaron la muerte.
Quizás la noticia no habría causado semejante bulla, no es la primera vez que pasa, de no ser porque los hermanos Berendique son hijos del Consul de Chile en Maracaibo, diplomático con 30 años de residencia en el país, cuyos hijos son venezolanos. 
Doce funcionarios del CICPC ya están detenidos por lo que se está tratando como un caso de abuso de  fuerza policial. Las autoridades aseguran que los culpables serán castigados con todo el peso de la ley,  pero qué hizo a los hermanos Berendique desoír la voz de "¡Alto!", ¿acaso eso le importa a las autoridades? Quizás porque prefieren obviar que hoy los venezolanos le tenemos tanto miedo a la policía como a los malandros.
Y las preguntas continúan, ¿por qué hay doce funcionarios detenidos? ¿Por qué tantos policías en una alcabala en una zona residencial en Maracaibo? ¿Por qué dispararon a matar a un carro con placas diplomáticas en lugar de dispararle a los cauchos? ¿Eran funcionarios que realmente buscaban velar por el orden o se trataba de un nuevo caso de secuestro express que ya ha tenido como víctimas a varios diplomáticos en Venezuela?
Ninguna de estas preguntas serán respondidas con fiabilidad, el cónsul de Chile, que entierra en estas tierras a su hija venezolana, lamentó que el actual gobierno se haga la vista gorda ante el problema de la   violencia que ha enlutado a tantas familias venezolanas. 
Mientras tanto la socióloga Stelling se regodea en el canal del Estado que la violencia es puro terrorismo mediático. Cómo no preguntarse si tendrá un hijo, un sobrino querido, o una pareja bien amada, a quien  cada vez que sale de casa, sin un ápice de preocupación, lo despide: "Ve  confiado, amor mío, que en tu país la violencia es un mito, todo es felicidad revolucionaria".

PD: Menos de una semana después de escrita esta crónica, el ratón insiste, Libero Iazzo, de 35 años, mánager de la banda Caramelos de Cianuro, fue encontrado muerto de un balazo tras haber sido secuestrado el jueves en la noche cuando se dirigía a su casa. La violencia en Caracas no da tregua, mientras tanto, esta tarde el cantante Manu Chao dará un concierto gratis en la plaza Diego Ibarra patrocinado por el Ministerio Popular para la Cultura, un canto a la Revolución, ¿se hará aunque sea un minuto de silencio en nombre de las víctimas de la violencia en Venezuela? Ah, es verdad, tonta de mí, para los verdaderos revolucionarios lo sucedido a Juan David, Yismar, Karen, Libero; no es más que una matriz mediática. 

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