domingo, 17 de septiembre de 2017

Locos de amor por Shepard




Este atribulado año 2017 se murió Sam Shepard a los 73 años de ELA (Esclerosis múltiple amiotrófica) enfermedad también conocida como Lou Gehrig diseasePara la mayoría de los mortales Sam Shepard era conocido en su faceta de actor, pero el Shepard actor nunca me dijo mucho, aunque fue en una de sus primeras películas, "Days of Heaven" (1978) de Terrence Malick, cuando lo descubrí como un hombre tan hermoso como su coprotagonista Richard Gere.
La posterior carrera fílmica de Shepard -nacido en 1945- no llegó hacer de él una super estrella, por eso quienes solo lo recuerden como el típico actor de reparto que interpretaba repetidamente al shérif malo o al papá decrépito, no pueden tener idea de lo que Shepard representaba en el Teatro Norteamericano, era uno de los grandes, si no el más grande dramaturgo de los Estados Unidos de la segunda mitad del siglo XX.
 Yo en los años 80 tampoco conocía a Shepard como dramaturgo, lo conocía como una especie de poeta de la narrativa por un librito publicado es español por Anagrama, "Crónicas de Motel", libro culto para los jóvenes intelectualosos de la época, un híbrido entre el relato, la crónica y la poesía. 
La fiebre por la obra de Sam Shepard se originó en la mayoría de sus alumnos del Taller del Actor gracias a Enrique Porte, también profesor en la Escuela de Arte, director de teatro y maestro de actores; quien tenía entre sus ídolos además de Bob Dylan, Los Beatles y los Rolling Stones, a Sam Shepard, que era el rock hecho teatro.
Enrique contaba que conoció personalmente a Shepard en Londres en los años 70, ya mi amigo-profesor había comenzado su carrera teatral en Venezuela antes de irse a estudiar Dirección en Inglaterra, y entre las primeras obras que participó estaba "Chicago", pieza de un oscuro autor norteamericano casi tan joven como él, que llevaba el nombre de un célebre asesino de la primera mitad del siglo XX: Sam Shepard. 
No fue que Enrique se hizo pana de Shepard, pero si le llegó a contar que había montado una de sus obras. Shepard, que en ese momento ya había ganado varios Obies -premios del teatro Off Broadway-  con una esposa y un hijo que mantener, le preguntó al joven director venezolano sobre sus derechos de autor, y Enrique le explicó que la taquilla del teatro experimental en Caracas no daba ni para invitarlo a una cerveza. 
Shepard, que al igual que Enrique entonces apenas llegaría a los treinta años, no se molestó, le pareció de lo más excéntrico que una obra suya hubiese llegado a un oscuro teatro de Caracas: "Cool!"
Años después en el Taller del Actor montamos "Suicidio en Si Bemol" en la sala Juana Sujo, una obra bellísima líricamente pero muy ambiciosa teatralmente que le dio al director más de un dolor de cabeza, pero fue un hermoso reto. Shepard, que formaba parte de la banda de rock The Holy Modal Rounders - y en una pausa de su primer matrimonio fuera novio de Patti Smith- escribió esta obra como improvisaciones en clave de jazz.   
La taquilla de "Suicido en Si Bemol" tampoco le habría dado a Shepard para una cerveza. Lo mejor del montaje en Caracas fue la música compuesta por mi amigo José Vinicio Adames. 
Mordidos por la fiebre de Shepard, Enrique inventó algo así como el taller de dramaturgia del Taller del Actor donde traducimos "True West" (como ejercicio porque Enrique decía que esa obra requería destrozar una máquina de escribir en cada función, y con el presupuesto del Taller ni soñarlo), y "Locos de Amor", dirigirla era uno de los sueños de Enrique, la traducimos pero no llegamos a montarla, en el Taller éramos grandes creativos pero pésimos productores ejecutivos. Si mal no recuerdo Enrique aspiraba que los amantes incestuosos fueran interpretados por dos de sus alumnos estrellas: Marialejandra Martín y Flavio Caballero. En los noventa por fin la estrenaron en Caracas, la memoria no me ayuda a recordar quienes fueron su director y sus protagonistas. 
La versión fílmica la dirigió Robert Altman en el año 1985 con el mismo Shepard y Kim Basinger (la primera opción era Jessica Lange pero estaba embarazada de su primera bebé con Shepard) en el papel de los amantes contrariados, y el recién fallecido Harry Dean Staton como el fantasma del padre. 
De la ambición de montar esta obra de Shepard en el Taller del Actor nació la canción "Locos de Amor" que sigue siendo una de mis preferidas de Yordano. Si voy a un concierto de Yordano y no la canta, salgo tan frustrada como si fuera a un concierto de los Stones y no cantaran Satisfaction. 
Tanto era mi amor por Shepard, que mi primer artículo - publicado en la revista Imagen- fue "El marido de Jessica Lange", en el año 86 ese hombre tan brillante y reguapo era conocido para el gran público como el marido de la estrella del momento a quien conoció en la filmación de la película "Frances", con quien habría de tener dos hijos, y de quien habría de separarse en el año 2009, tras casi treinta años de tormentosa relación. 
Mi querido Enrique murió en agosto de 1990 a los 42 años, estaba en ensayos de otra obra de Shepard: "La maldición de la clase hambrienta", fue a pasar un día en la playa con su familia cuando un infarto fulminante lo sorprendió. La dirección de la obra fue asumida por Santiago Sánchez, y cada noche en lugar de caer el telón en el Teatro Alberto de Paz y Mateos, como homenaje a Enrique, el teatro quedaba a oscuras con la canción "House of the rising sun" de The Animals, uno de sus temas favoritos.   
Si bien la gloria de Shepard fue como autor de teatro, fue bastante popular como actor de reparto -llegó a estar nominado para un Oscar por el papel de Chuck Yaeger en "The Right Stuff" (1983) de Philip Kauman-. 
En "Two prospectors: The letters of Sam Shepard y Johnny Dark" (2013), maravillosa correspondencia que mantuvo durante décadas con su mejor amigo que también inspiró un documental, se evidencia que para Shepard la actuación no fue sino un medio para ganarse la vida, oficio por el cual no sentía mayor cariño, pero estaba dispuesto a aceptar cualquier tigre con el que pudiera mantener costosas pasiones como la cría de caballos, por eso se le vio en tantas películas malas. 
El último trabajo de Shepard como actor fue en la pantalla pequeña en el papel del patriarca de la familia Rayburn en la serie de Netflix "Bloodline". Shepard estaba encasillado desde hace años en el rol del viejo retorcido. Su participación en esta serie no fue la excepción, el papá de los Rayburn era un malvado, pero todavía muy apuesto, lo único que afeaba en su juventud a este hombre casi perfecto, era una terrible dentadura, que después de viejo se arregló. 
De la serie me quedaron las ganas de envejecer como Robert y Sally Rayburn (Sissi Spacek ) frente al cristalino mar de los cayos, desde que vi "Bloodline" mi delirio de emigración tiene que ver con las playas de Key West, a pesar de los huracanes que azotan la zona de vez en cuando. 
Pero para huracanes y tormentas las políticas que vivimos en Venezuela, tanto que Shepard murió el 27 de julio de este año, pocos días antes de imponerse en Venezuela una dictatorial Constituyente, y a pesar de ser uno de los grande ídolos de mi vida, entonces no le pude dedicar la intensidad que merecía porque el momento político en mi país no era propicio.
Pasó el huracán Irma, después del inmenso susto, los Cayos de Florida regresan a su normalidad. El huracán Maduro sigue arrasando Venezuela pero la tormenta política en estos momentos se encuentra en tensa calma, lo suficiente para rendir homenaje a dos hombres de teatro a los que admiré tanto: el gran Sam Shepard, y mi inolvidable amigo Enrique Porte.