martes, 8 de diciembre de 2015

El mensaje que Maduro se niega a aceptar


Por primera vez en los 34 años que tengo votando, voté con la certeza de que esta vez mi opción en el tarjetón ganaría, tanto que puse a enfriar en la tarde una botella de proseco medio chimbo que me regalaron en mi cumpleaños. De haber imaginado la magnitud del triunfo, habría ido a Prolicor a comprar una botella mejor. Porque la única inquietud que tenía era la diferencia del triunfo de la tarjeta de esquina a la izquierda la de la manito, pero de que la opción de la MUD se impondría frente a las del oficialismo en la Asamblea, no me quedaba duda. 
El de la oposición en estas elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea era un triunfo tan anunciado como lo fueron todos los triunfos electorales de Hugo Chávez. Para evitar la barrida de la oposición sus herederos trataron de revivir al Comandante como recurso electoral, de evocar su imagen como candidato a todos los curules de la Asamblea poniendo los ojitos vigilantes en sus múltiples opciones en el tarjetón, pero no les funcionó. 
No hay que ser politólogo para sospechar que el recurso de los ojitos de Chávez, ante semejante crisis, no iba a dar mayores dividendos. Me cayó la locha cuando cinco días antes de las elecciones me tocó el triste momento de ir al cementerio para dar el pésame por otra víctima de la violencia. En el trayecto de ida y vuelta de La Florida a La Guairita pasé por enfrente de Bicentenario, Gamma Express, Plaza, Luvebras, Locatel, Lux, Farmatodo... y en todos los establecimientos para comprar cualquier producto regulado que hubiese llegado, quienes tuvieran número de cédula correspondiente a comprar ese día, las colas salían a la calle y hasta daban la vuelta a la cuadra en algunos casos. 
No podía ser normal, me negaba a creer que el venezolano se hubiese acostumbrado sumiso, y hasta agradecido, que para comprar los productos de la cesta básica, aquello que en cualquier país que no esté en guerra sería entrar y salir del abasto sin mayor sacrificio ni de tiempo ni de bolsillo, para el venezolano común era un calvario que tomaba horas sin garantizar que se conseguiría lo que hiciera falta, y si alcanzaría el bolsillo para comprar lo demás.
La guinda de la torta fue cuando hace unas semanas el vicepresidente Arreaza decidió de repente regular el cartón de huevos, y los huevos desaparecieron, que era la única proteína que se estaba consiguiendo fácil en Venezuela ante la escasez de carne, pollo y el alto costo del pescado. Ahora para conseguir huevos hay que tener paciencia, suerte, o dinero de más para comprarlos a precio de mercado negro. 
Así que estaba segura que la oposición, o más bien el malestar de país, ganaría estas elecciones, pero asumía que muchos chavistas de corazón indignados por la actual crisis económica, sencillamente no saldrían a votar y las elecciones se ganarían con el voto de la oposición resteada. Ni en mi momento más optimista imaginé que la derrota del oficialismo para mandar de nuevo en la Asamblea iba ser tan avasalladora (67-33 y ese poco de votos nulos): no fue que el chavista light y el niní no fueron a votar, porque la abstención fue bajísima, muchos fueron y en lugar de apretar la opción de los ojitos, apretaron la de la manito. Sin quitarle mérito a la intachable dirigencia de la oposición este último año, pareciera ser un voto castigo en contra del actual estado de Venezuela donde reina la escasez, la corrupción, la represión y la violencia sin ningún tipo de mea culpa de aquellos que hoy gobiernan.  
La mayoría de los opinadores en Aporrea hacen un reclamo postelectoral ante el pésimo gobierno del heredero ungido y la corrupción que ha permitido, pero el discurso presidencial de reconocimiento de la derrota  la medianoche del domingo, y las patadas de ahogado de aquellos altos dirigentes ante la perdida de capital político acusando a la oposición de "ventajismo", de una futura "falta de equilibrio de poderes..."  como si el ventajismo y el desequilibrio de poderes no hubiesen sido característicos de los jerarcas de estos últimos 17 años; da pie a pensar que de Maduro y su combo no se podrá esperar ningún propósito enmienda.
Al oír como el presidente desencajado ante el aplastante resultado electoral que ha servido como un plebiscito de su gobierno, Maduro insiste en responsabilizar a la "guerra económica", como si él fuera la víctima y no el gran responsable de la crisis que hoy vivimos en Venezuela, queda claro que el otrora canciller no leyó el mensaje que dio el pueblo venezolano el domingo 6 de diciembre (o que prefiere hacerse el loco): no quiso leer que hace falta un cambio, señor Presidente, y ese cambio no está en la profundización de la revolución según ofrecen los ya añosos líderes de la cúpula roja, en aspirar profundizar políticas que tienen al país en la absoluta miseria, no queremos más conflictos; ese cambio está en volver a buscar el camino para regresar a una Venezuela demócrata, honesta, productiva, unida y en paz. 
Ese mensaje también lo debe leer la oposición, y administrar esta recién ganada cuota de poder en la Asamblea que abre el camino a una mejor Venezuela de manera inteligente: hay que mantener la unidad por un bien mayor, trabajar con pluralidad de ideas y opiniones, para nunca jamás regresar al desequilibrio de poderes en el que hasta este año 2015 vivimos, y que millones de venezolanos esperamos que en el año 2016 ya sea parte del pasado. 

martes, 1 de diciembre de 2015

Pochi y las Dancing Queens

Al ritmo de Do I Do de Stevie Wonder, María Elisa y yo nos arreglábamos para salir esa noche, no era una ocasión especial, pero cada vez que la tía y la sobrina contemporáneas salíamos juntas a rumbear, nos esmerábamos en ser las Dancing Queens por partida doble. No recuerdo la pinta, lo que si recuerdo clarito es que a los 19 años nos felicitamos ante nuestro mutuo reflejo en el espejo: no haría falta voltear el San Antonio, esa noche arrasaríamos, no cabía duda.
De pronto se oyeron pasos atolondrados aproximándose al cuarto, sin tocar la puerta asomó su carita Pochi, como era costumbre entró sin saludar, seguro maquinando qué nueva travesura podía hacerle a estas primas no de sangre sino de cariño. 
Entonces Pochi tendría como seis años, trece menos que nosotras, nuestra relación era de afecto juguetón, ni María Elisa ni yo éramos del tipo pavitas consentidoras, ni Pochi era del tipo niñito mimosín; por eso cuando el pequeño príncipe se sentó en la cama viéndonos fijamente sin emitir palabra, pensamos: "nos la comimos", esa noche cortaríamos rabo y oreja, habíamos pasado el filtro del crítico más exigente. Jurábamos que el diablillo acostumbrado a vernos sin maquillaje, en blue jeans y zapatos de goma, se había quedado sin habla admirado al encontrarnos tan arregladas.  
Se tomó su tiempo y nosotras infladas de vanidad, hasta que el muchachito por fin se decidió a hablar, sin quitarnos la vista de encima suspiró una verdad que le salió del alma: "¡Hay qué ver lo feas que son las dos!". 
Nos desinflamos de inmediato, no tanto por el orgullo herido sino por las carcajadas, se nos corrió el rimmel de las lágrimas de tanto reír. No recuerdo cómo la pasamos esa noche, María Elisa tampoco, pero un momento que jamás olvidaremos por lo divertido que fue es tan espontáneo arrebato de sinceridad infantil. 
Pochi era hijo de Minouche, de esas amigas de mi mamá a quien sentía como familia, desde pequeñita mi mamá me llevaba a su boutique en el Centro Comercial Chacaíto, donde Minouche -de origen francés- traía la última moda de París, frase que podrá sonar a cliché pero que en su caso era la pura verdad: viajaba un par de veces al año a Francia a los desfiles de moda y sus dos tiendas en Caracas (la primera en el Hotel Tamanaco) estaban abastecidas que ni una boutique en la Avenue Montaigne. 
La semana pasada, casualmente, paseaba por el Centro Comercial Chacaíto, antes integrado a la ciudad, hoy enrejado por miedo a la delincuencia. Con mercancía poca surtida, las santamarías de las tiendas apunto de cerrar antes de las cinco de la tarde. Cola frente a FarmaAhorro porque habían llegado toallas sanitarias. Cómo no evocar al sofisticado y moderno Centro Comercial Chacaíto en los años 70 que reunía comercios como Minouche, Ponte Vechio, Drugstore, Le Club, Lectura, la Fuente de Soda El Papagayo, los Cinemás...  Cuando íbamos a Chacaíto mi mamá primero le daba una vuelta a Lectura para ver qué había llegado de nuevo, me regalaba un libro infantil, y después cruzábamos a saludar a Minouche en su tienda, entonces era de las pocas amigas de mi mamá que no tenía hijos.
Me parecía una lástima que no los tuviera no porque yo fuera una Susanita en potencia de las que asumían que todas las mujeres debían tener hijos, sino porque con instinto de niña, sentía que a Minouche le gustaría mucho tenerlos. Por eso cuando por fin salió en estado sus amigos estaban felices por ella, sobre todo porque cuando nació Patrick, o Pochi como le decían desde pequeño, en Minouche se desbordó el inmenso amor acumulado que tenía guardado para su bebé, y se le sentía la madre más dichosa del mundo. 
Eventualmente la boutique de Minouche cerró, como también cerraron Lectura y todos los negocios en Chacaíto antes mencionados. Se volvió imposible el tráfico en la ciudad haciéndonos a los caraqueños cada vez más territoriales. María Elisa y yo abdicamos al trono de Dancing Queens, nos casamos y tuvimos nuestros propios diablitos. Muchos años después del nacimiento de Pochi, a Minouche y a su esposo Karl les llegó una nueva bendición, una niña llamada Maya. Mi mamá y Minouche ya casi no se ven aunque están en contacto permanente por teléfono, yo estoy en contacto con Minouche gracias a Facebook, por ese medio he visto crecer a sus hijos: a Maya en una linda universitaria y a Pochi, que ya no es Pochi sino Patrick, de un travieso duende al guapo papá de un mini Pochi de tres años idéntico a él. 
No conocí a Patrick de adulto, viviendo en la misma ciudad esperaba algún día encontrarnos para jalarle las orejas y decirle cómo se te ocurre, carricito, decirnos feas en semejante derroche de físico, eso no se le hace a las Dancing Queens. Pero no se pudo, la vida no lo permitió, el pasado sábado al mediodía llegando a casa de mi mamá me recibió con la noticia de lo ocurrido, ahí mismo sonó el teléfono, era María Elisa que se acababa de enterar: la noche anterior, a los 39 años, Pochi fue una nueva víctima de esta desalmada ciudad: saliendo a comprar pizza varios tiros impactaron su camioneta, uno de estos tiros le dio en la cabeza, se presume que trató de esquivar un intento de secuestro. No se sabe. Patrick murió al día siguiente sin recobrar el conocimiento. Antes de llamar a Minouche a darle el pésame confirmamos la noticia por Facebook, los mensajes de condolencia comenzaban a llegar, la mayoría con una frase repetida que me encontré escribiendo también: "No hay palabras...".  
No hay palabras que describan tanto dolor como no hay palabras que describan el horror de vivir en una Venezuela con semejantes niveles de violencia. 
Aunque sí, también se encuentran palabras, una palabra aislada como un grito desgarrador incluyó la familia en la papeleta de entierro de su hijo, hermano y padre, una palabra a la que parecen hacer oídos sordos quienes han permitido que Caracas sea una de las ciudades más violentas del mundo: Justicia. 


jueves, 26 de noviembre de 2015

Sumisión


 Sumisión de Michel Houellebecq la compré por carambola, a pesar de que no soy fan de la pluma provocadora del novelista francés, me pareció interesante cómo trataría el irreverente escritor el tema sobre la llegada al poder de un partido islámico en Francia en un futuro no tan lejano. Quizás Sumisión se habría quedado en el limbo de mi nube de libros digitales por leer de no ser porque los recientes ataques terroristas en París le dieron al pesado de Houellebecq una desafortunada vigencia. 
Acusado por sus detractores de racista, misógino, decadente, obsceno, reaccionario; el rey de la incorrección política les pellizca las nalgas a quienes los llaman Islamófobo al publicar esta novela sobre Francia en un futuro cercano sumisa al dominio musulmán, novela que casualmente salió a la venta el mismo día de la masacre en el semanario Charlie Hebdo, temiendo que la próxima víctima de la ira islamista pudiera ser el controversial autor de Las Partículas Elementales. 
Siguiendo con el buen, o mal timing, la edición en inglés de Sumisión salió a la venta días antes de los ataques de Isis al corazón de París, dándole a la novela un nuevo empujón publicitario que dudo que hasta el más cínico autor sería capaz de celebrar. 
La pasada novela de Houellebecq la dejé por la mitad, pero al leer el tema de Sumisión la compré en Amazon al acordarme de una de mis novelas favoritas de Philip Roth: "The plot against America" aunque esta no trata sobre un futuro no tan lejano sino un qué habría pasado si Charles Lindbergh hubiese llegado a la presidencia de los Estados Unidos a fines de los años 30, abriendo las puertas al nazismo en América. 
Pensé que abominaría Sumisión, pero no la detesté, más bien me gustó, por las mismas razones por las que me gustó la novela de Roth, es una buena obra de ficción política sobre la historia de un país, de una sociedad, que de la noche a la mañana le cambia irremediablemente el destino. En el caso de la novela de Houellebecq el narrador es Francois, un solitario profesor universitario de Literatura, con las mismas mañas misóginas de la mayoría de los personajes masculinos de Houellebecq, que al igual que el otoñal profesor protagonista en "The Dying Animal" también de Philip Roth, el hábito sexual de Francois consiste en elegir cada principio de año quién será su amante entre sus nuevas alumnas.
La vida de Francois es gris, sin apasionamientos ni ataduras sentimentales ni familiares, cero intensidades, más allá de esporádicas noches de pasión con la alumna del año, su existencia se limita a la universidad donde su área de experticia es el escritor de fines del siglo diecinueve Joris-Karl Huysmans a quien Wikipedia describe: "Famoso porque sus obras expresaban el más profundo pesimismo".
Sin mayor expectativa ante lo que debe ser el sentido de la vida, Francois es testigo pasivo del viraje histórico en la Francia del año 2022 cuando tras negociaciones con el partido Socialista, el ficticio partido Fraternidad Musulmana llega al poder. Contar lo que viene después sería contar la novela, pero hay una escena tras el posible triunfo del partido islámico que me conmovió en particular quizás por mi bagaje actual, más que por la nada sensiblera prosa de Houellebecq, cuando Francois camina por París, admirando el paisaje, sabe que mucho de lo que está presente en poco tiempo ya no estará más. 
Sensiblerías de quienes vivimos en un presente histórico que en nuestro pasado ni en la peor pesadilla habríamos llegado a imaginar.

martes, 24 de noviembre de 2015

La tolerancia de la intolerancia


El ataque terrorista a París el pasado 13 de noviembre que dejó un saldo de 130 muertos me agarró leyendo Infiel, las memorias de Ayaan Hirsi Ali, apóstata del islamismo señalada por sus detractores como abominable islamofóbica, y por sus admiradores como notable luchadora por los derechos de la mujer. 
El tema del Islamismo no lo manejo como para atreverme a opinar con propiedad, sin embargo tras el ataque al semanario de Charlie Hebdo, y sobre todo tras los seis ataques simultáneos en el corazón de París que el Estado Islámico (Isis) se atribuyó; he sentido en las redes sociales una ola de islamofobia preocupante que esperemos no llegue escalar a los niveles de antisemitismo en la Europa de la primera mitad del siglo XX.  
Se sienten dos tendencias de opinión en estos ataques a París, quienes responsabilizan al islamismo y a la mojigatería de la corrección política occidental por la infiltración en Europa de fanatismos religiosos capaces de sembrar el terror; y quienes piden no generalizar, el islamismo es una religión que abarca a más de un billón y medio de creyentes, las lecturas del Corán puede ser tan amplias como las de la Biblia, no es culpa que por las alas más fanáticas y destructoras se responsabilice a toda una religión. 
Con esta segunda tendencia es con la que comulgo.
Por las mismas redes sociales tan criticadas por Umberto Eco por la sarta de boberías que se leen en ellas, ante esta ola de Islamofobia muchos compartieron en Facebook cómo Reza Aslan, un académico experto en el Islam, respondía ante un par de periodistas de CNN de manera impaciente lugares comunes expuestos por el comediante Bill Maher, mitos que para qué negarlo manejamos la mayoría de los occidentales, por ejemplo: cómo aceptar prácticas bárbaras como la ablación a las niñas (según el experto esa es una práctica centro-africana no islámica), y que las mujeres musulmanas sean subordinadas a los hombres de la familia, pudiendo hasta llegar a ser asesinadas por cuestiones de honor (según el experto, en algunos países islámicos como Arabia Saudita e Irán sí son comunes las prácticas más bárbaras de las que son víctimas las mujeres, en otros no, en países de mayoría islámica como Indonesia o Turquía más bien las mujeres gozan de una presencia política que ya quisieran muchos países occidentales).
En el caso concreto de Ayaan Hirsi Ali, o por lo menos lo que narra en sus memorias, la hoy militante del ateísmo fue víctima la primera mitad de su vida de todo aquello que Reza Aslan consideraba casos puntuales de abusos contra la mujer islámica: nacida en 1969 en Mogadiscio (Somalia), Ayaan se libró de bebé a ser sometida a la extirpación del clítoris porque su padre, Hirsi Magan Isse, era un hombre de avanzada que quiso librar a sus hijas de semejante intervención por considerarla una costumbre bárbara, pero como el padre tuvo que pasar a la clandestinidad por oponerse al gobierno del dictador somalí Mohamed Siad Barré, la abuela materna, a sus espaldas apoyada por el clan, sometió a sus dos nietas de cuatro y cinco años, y a su nieto un poco mayor, a una poco aséptica circuncisión con los niños apenas sedados. Durante semanas yacieron los hermanitos convalecientes bajo los cuidados de su abuela con las piernas amarradas para que no se les infectaran las heridas.
Ese horror infantil no es sino uno de los tantos escollos que Ayaan debió sobrevivir antes de tomar la decisión de romper las ataduras con su familia, su cultura y su religión. Camino a Canadá para encontrarse con un marido impuesto por su padre, a los 22 años la hasta entonces sumisa Ayaan pidió refugio en Holanda, refugio que le fue otorgado gracias a un par de mentirillas que se vio obligada a decir porque a las mujeres no les conceden asilo por huir del yugo masculino, porque imagínense, le contestaron, si fuera así cuántas mujeres lo pedirían. 
Ayaan, de una belleza de pómulos envidiables similar a la de la supermodelo Imán, demostró también ser de una inteligencia privilegiada, políglota desde niña, aprendió a hablar holandés a una velocidad inusual, lo que le permitió estudiar en la universidad de Leiden Ciencias Políticas. Gracias a su activismo a favor de los derechos de la mujer llegó a escalar vertiginosamente posiciones políticas hasta ser electa diputada del senado neerlandés con el partido conservador, aunque tuviera más coincidencias en los temas de las reinvindicaciones sociales con el partido Trabajador, de no ser por la extrema corrección política de la Izquierda que al islamismo ni con el pétalo de una rosa, por ejemplo, ver para el otro lado ante los asesinatos de muchachas musulmanas por cuestiones de honor. 
"Sumisión" se titula el corto que realizó en el año 2004 Hirsi Ali con Theo Van Gogh para la televisión holandesa sobre la violencia contra la mujer en las sociedades islámicas, corto que habría de costarle al director Van Gogh la vida ese mismo año a manos de un fanático islamista que lo acuchilló en plena vía pública, dejándole clavado en el cuerpo una amenaza contra la diputada que abogaba por un cambio radical en la cultura islámica.
Ayaan -bien custodiada ante su condición de polémica congresista- se sintió culpable de la muerte del cineasta porque la cruzada para librar a la mujer musulmanes de yugos medievales era suya. Salió viva pero no ilesa de semejante herejía, condenada como apóstata por unos, y como extrema derecha por otros por no tener reparo en criticar a la religión en la que creció, estuvo a punto de ser despojada de su nacionalidad holandesa.
Ayaan hoy vive en los Estados Unidos pero sigue pagando su cruzada de pretender ver a las mujeres islámicas modernizarse: trasser anunciado que sería homenajeada con un grado honorario de la Universidad Brandeis en Massachusetts en el año 2014, el honor le fue retirado una semana después de haber sido anunciado, tras un intenso lobby ante su fama de "detractora del islamismo".
La tolerancia de la intolerancia de la que habla Hirsi Ali, una vez más pasa factura. 

miércoles, 4 de noviembre de 2015

La versión no oficial del saqueo en Quinta Crespo


Los titulares de la prensa nacional anunciaron el lunes por la tarde como una nueva proeza revolucionaria que fueron incautadas casi trece toneladas de alimentos acaparados en un edificio en Quinta Crespo, ganando así el Gobierno una nueva batalla en la cruzada contra la guerra alimentaria, batalla cuyo general en jefe fue el Ministro de Alimentación, Carlos Osorio, junto con el comandante de la Guardia Nacional Néstor Reverol, custodiados por un batallón de Guardias Nacionales que sin orden de allanamiento ("no hace falta"), entraron al edificio Pasaje Farías mientras las cámaras de televisión del Estado registraban la hazaña. 
Todavía ayer martes estaban sacando comida para subirla en camiones de PDVAL, ya sin la presencia de las cámaras y ante una tímida manifestación de protesta porque nadie quiere represalias. Hoy miércoles del Edificio Pasaje Farías apenas queda la estructura: la Guardia Nacional cargó hasta con los aires acondicionados, bombillos y teléfonos del inmueble. 
Así, sin más detalles de esta gesta revolucionaria que encontraron aceitunas, pasas y alcaparras en mal estado, la prensa chavista que alguna vez se hizo la vista gorda ante escándalos como las toneladas de leche podrida de PDVAL, tampoco profundizó mucho sobre este allanamiento en Quinta Crespo, como por ejemplo, ¿a quiénes les fueron incautadas las casi trece toneladas de alimentos en lo que fue convenientemente catalogado por la neo lengua oficialista como un "centro de bachaqueo"?  
Sin caer en una digresión retrocedo casi cincuenta años cuando mi abuela heredó de su madre la mitad de un pequeño edificio en Quinta Crespo, mitad que sin hacerla rica, le había permitido hasta este pasado lunes casi alcanzar los 96 años (los cumple en diciembre), como una mujer independiente económicamente primero de su marido, y después de sus hijos. La característica de este edificio cuya propiedad compartió con su hermano hasta la muerte de él, y que hoy mi abuela comparte con una sobrina nieta, es que dada su proximidad al Mercado de Quinta Crespo, está dividido en pequeños almacenes que desde hace décadas han servido como depósito del inventario de mercancía de más de cuarenta comerciantes de la zona.
Dada la avanzada edad de mi abuela, mis tíos la representaron ante las autoridades acompañados de un abogado amigo de la familia, quienes tras exigir el acta de allanamiento, fueron tratados, al igual que a los comerciantes de la mercancía incautada, con el frío desdén usual en tiempos de dictadura, diciendo sin decirlo: "la ley somos nosotros y aquí se hace lo que digamos". Quedaron todos los afectados literalmente en la calle porque se les impidió la entrada al edificio mientras veían desconsolados cómo sus inventarios eran saqueados por las mismas fuerzas del orden que supuestamente estaban para protegerlos como ciudadanos, sin tener a ninguna institución o instancia a quienes recurrir ante este saqueo oficialista en Quinta Crespo. 
Mi tía me cuenta que entre los más de cuarenta mini-depósitos de distintos propietarios, la comida incautada en este Dakazo alimentario estaba en variadas condiciones pero en general en buen estado. Mercancía que efectivos de la Guardia Nacional subían afanosamente en los camiones de Mercal mientras los transeúntes, que veían la escena en vivo y directo, ante los rostros desesperados de decenas de padres y madres de familia que se quedaban de la noche a la mañana sin fuente de ingresos mientras eran despojados arbitrariamente de sus bienes como a los judíos en el Holocausto, el ambiente que se respiraba en la popular zona de Quinta Crespo era de indignación e indefensión de saberse a merced de un Gobierno bandido capaz de robarle la mercancía a pequeños comerciantes para surtir los mercados vacíos por su propia ineficiencia.
Muchos aprovecharon el momento y el estupor para llamar a votar en la próxima elecciones municipales como respuesta ante tantas arbitrariedades, también hubo quienes preguntaron de manera poco discreta a dónde iría a parar la comida incautada para empezar a hacer la cola, lo que no se oyó en ningún momento fue un "Así, así, así es que se gobierna". 
Me cuentan que la actitud tanto de algunos fiscales como de varios Guardias Nacionales y de uno que otro periodista que estaban ahí para divulgar la noticia como un nuevo logro del régimen cívico-militar, fue similar a la del fiscal Nieves antes de que arrugara tras ser partícipe en la sentencia en contra de Leopoldo López: estaban consientes de que participaban en algo indigno, pero se excusaban a los afectados en privado porque de ello dependía su trabajo. Solo una Fiscal se quitó la chaqueta roja movida por los llantos de los comerciantes saqueados, la tiró al piso exclamando "yo no puedo prestarme a esto". 
Cuando a un Guardia Nacional que demostró empatía con el drama que se estaba viviendo se le preguntó a quién se podría acudir para defender los derechos de los negociantes despojados de sus mercancía, respondió: "Es inútil, sería como acudir a pedirle ayuda al ladrón que los robó". 
Muchas lecturas se puede dar a semejante arbitrariedad de Osorio y su pandilla, pero la principal es el desespero ¿qué tan mal están en las expectativas de este gobierno que para buscar un poco de aire preelectoral, tienen que robarle la mercancía a decenas de pequeños comerciantes? 


jueves, 10 de septiembre de 2015

En la brega por el "Esteifri".


Hace unos años trataron de impulsar por el canal del Estado el innovador proyecto de unas jóvenes revolucionarias: toallas sanitarias ecológicas, es decir, pañitos que las mujeres podríamos usar una y otra vez durante cada menstruación porque resistían varias lavadas. Semejante producto fue considerado hasta por las más ardientes ambientalistas como una vuelta al tiempo de las abuelas. Las toallas femeninas ecológicas no prosperaron y quedaron sepultadas en el panteón de las no tan buenas ideas de la economía endógena.  
Ante la actual crisis de toallas sanitarias en la Venezuela de Maduro,  ¿qué habrá sido de semejantes emprendedoras? Porque quienes fueron objeto de burlitas hace no tantos años, después de todo resultaron  tremendas visionarias: qué mujer hoy en Venezuela, que puntualmente reciba “la visita” todos los meses, no se conformaría con conseguir aunque fuera tres de esas toallitas ecológicas de las que tanto nos burlamos. 
Parecen lejanos aquellos años en los que una llamaba al marido a pedirle que pasara por la farmacia y comprara toallas sanitarias: “tu sabes, las que yo uso”. Los pobres infelices siempre se equivocaban y traían la que no era, porque cómo se le podía pedir a un hombre poco ducho en la materia dominar términos como: flujo abundante, protección nocturna, malla sec, sin aroma, con alitas/sin alitas, protección diaria…  
 Hasta hace un par de años tampones y toallas sanitarias de todas las marcas y gustos se conseguían en cualquier farmacia venezolana, de pronto desaparecieron como el azúcar, la leche y el arroz. En el año 2015 las toallas sanitarias y los tampones hacen apariciones tan esporádicas como las de un cometa. Cualquier mujer a quien le venga la regla y deba salir a comprar protección, sería capaz de aplicar una de mujer al borde de un ataque de histeria porque si tiene la enorme suerte de conseguirlos, ni que llegue con las piernas corriéndole sangre como a Carrie en la película de Brian De Palma, se los venderán si no le corresponde por número de cédula. 
Ante los actuales problemas de producción en Venezuela y la escasez de divisas para importar toalla sanitarias, intentaron sincerar los precios con los del mercado internacional, pero tras el calculo que una mujer que ganara salario mínimo debía gastar diez por ciento de su sueldo para comprar toallas sanitarias, el gobierno tomó la decisión que por lo menos en este rubro menos daño hacía la escasez que la inflación. 
 Hace poco pasé frente a una farmacia donde acababan de llegar toallas sanitarias y ¡alabado sea Dios! no las vendían por número de cédula. Del tipo de toallas que se las habría lanzado por la cabeza a mi marido porque a quién se le ocurre: toallas postparto, del tamaño de unos pañales para adultos. 
Pero uno de los grandes logros revolucionarios es que los venezolanos hemos aprendido a conformarnos con  “eso es lo que hay”. Hombres y mujeres se llevaban felices su ración permitida de toallas postparto, hasta un par de monjas había en la cola, cuatro paquetes de diez que no alcanzan ni para dos meses en una familia de tres mujeres.  Una pareja se llevaba ocho paquetes, habría sido fácil llamarlos acaparadores de no husmear su conversación:  algunos de esos paquetes estaban destinados a amigas que en momentos difíciles le habían prestado a la señora toallas sanitarias, con la condición de que se las repusieran. 
Las toallas sanitarias post parto no fueron mala compra, a pesar de ser incómodas y costosas, con una tijera pudimos dividirlas en dos. En lugar de la división de los peces, la división de los Always. Con esas toallas mis hijas y yo sobrevivimos un par de meses en esta economía de guerra. 
También te das cuenta que vives en un país en economía de guerra cuando sales unos días fuera de Venezuela y tus hijas te llaman para que les traigas toallas sanitarias, que en Caracas no se consiguen ni debajo de las piedras. Compré tres paquetes de 40 unidades, aspirando a pasar el resto del año menstruando sin sobresaltos, cuando los fui a pagar la señora de la caja me vio con cara de lástima, de esta pobre señora debe tener tremenda hemorragia. 
Dicen que a menos que se esté buscando un bebé lo único peor a que te venga la regla, es que no te venga. En el año 2015, era de Maduro, ese ya no es mi caso, todas las noches a mis oraciones se une un ruego: menopausia ven a mí. 

 Este artículo fue publicado en versión editada el sábado en la página web de El Nacional

miércoles, 26 de agosto de 2015

Un verano en Nueva York

       
 
         
                                                                                  I

Los noticieros de televisión de las cadenas comerciales en Nueva York son muy básicos: cuatro noticieros al día que reciclan las mismas noticias locales, énfasis en crónicas rojas, el reporte del tiempo y noticias deportivas. Rara vez dedican unos minutos al panorama internacional, tiene que ser una noticia muy llamativa como la aparición de lo que parece ser parte del fuselaje del avión de AirAsia desaparecido hace más de un año, de resto quien quiera saber qué pasa más allá del río Hudson, que sintonice por cable o Internet a BBC, CNN o Al Jazeera. 
Entre los temas que interesaron a los neoyorquinos este verano 2015 -ademas de las charlatanerías de Donald Trump- destacaba el notable aumento de indigentes en las calles de Manhattan, en cada esquina hay un mendigo tirado en el pavimento frente a un cartoncito que narra su desesperada situación.   
La indigencia en Nueva York no es un tema nuevo, en los años 80 los llamado "Homeless", o sin techo, abundaban en la ciudad. El alcalde republicano Rudy Giuliani los evacuó como quien barre lo molesto, y durante años apenas se vieron indigentes en NYC. En una visita hace como un par de años noté un fenómeno curioso: jóvenes de ambos sexos de sana apariencia tirados en las aceras apelaban a la caridad ajena. Las malas lenguas decían que ni loquitos ni droguitos, la mayoría eran actores o estudiantes universitarios en una manera fácil de rebuscarse. 
Pero en el año 2015 las cifras no mienten, no solo en la calle se nota la gran cantidad de indigentes de todas las edades, razas y de ambos sexos, los albergues no se dan abasto para acoger a quienes llegan pidiendo techo para no tener que pasar la noche en la intemperie. 
Muchos acusan al alcalde Di Blasio de tener mano blanda para la indigencia y no encontrar una solución efectiva, la policía de Nueva York está enfrentada con la política del Alcalde sobre el tema señalando que la cifra de asesinatos de una ciudad de más de 17 millones de habitantes ha escalado a 193 víctimas en lo que va del año 2015 (cifra envidiable para nuestra mucho menos habitada pero mucho más violenta Caracas que solo en el mes de agosto ya lleva contados 368 cadáveres ingresados en la morgue de Bello Monte).
La mejor manera de combatir la indigencia que encontró la policía de Nueva York es una campaña pidiendo tomar fotos de indigentes en la ciudad y compartirlas en las redes sociales, como para señalarle a Di Blasio: "Mira en lo que se ha convertido Nueva York under your watch". 
La oportunidad de foto está en cada esquina, pero hasta para una instagramera compulsiva la dignidad humana vale mucho más que una instantánea para unos cuantos likes.



                                                                           II


                                         
 Beatriz me aseguró que es una mujer con suerte, de visita a su hermana Nines en Nueva York se metió por Internet en la lotería que rifa entre los neoyorquinos entradas de Shakespeare in the Park, y apostó que ganaría. Si conseguía las dos entradas para ver Cymbeline esa noche yo iría con ella ya que Nines no estaba en la ciudad ese fin de semana. 
Me dio ternura tanta confianza: ¿cuántos neoyorquinos entrarán en la rifa diaria para tener el privilegio de ver gratis un montaje de una obra de Shakespeare en el corazón de Central Park? Ganar esa lotería por Internet es algo así como el equivalente de entrar al supermercado de tu vecindario en Caracas y encontrar que acaba de llegar leche o café. 
Oh sorpresa, horas después mi amiga recibió un email felicitándola por estar entre las ganadoras de dos entradas para la función de esa noche de Cymbeline. A las siete de la noche me esperaba a las puertas del Delacorte Theater. La función comenzaba a las ocho.
Casualmente la semana anterior en Bryant Park me topé con una función de Romeo y Julieta producida por The Drilling Company, excelente puesta en escena pero menos sofisticada que las del famoso New York City Shakespeare in the Park, fundado por Joseph Papp, que desde hace más de cinco décadas la compañía Public Theater, con el patrocinio de diversos mecenas, brinda todos los veranos a la ciudad de Nueva York.
Las dos obras presentadas anualmente en Central Park no tienen que ser del bardo inglés, en 2008, por ejemplo, revivieron el musical Hair, pero este verano 2015 las obras elegidas fueron dos de las últimas obras de Shakespeare: La Tempestad y Cymbeline.
Confieso que habría preferido ver La Tempestad, una de mis obras favoritas, con Sam Waterson en el papel de Próspero, que se presentó entre el 27 de mayo y el 5 de julio, pero para la fecha que yo estuve de visita en Nueva York tocó Cymbeline, de las obras menos populares de Shakespeare, totalmente desconocida por mi.  Ni idea que era un híbrido entre la comedia y la tragedia.
Como pareja protagónica Lily Rabe (en American Horror Story la monja joven o la bruja hippie) y Hamish Linklater (el hermano en New adventures of old Christine) pareja en la vida real interpretando a los amantes contrariados Imogen y Posthumus Leonatus, además de Patrick Page como el rey Cymbeline, Kate Burton como su malvada esposa, y Raúl Esparza como el intrigante Iachimo.
No hay que ser Harold Bloom para darse cuenta que Cymbeline es una mezcla de varios temas de Shakespeare: la envidia, los celos, la vejez, cambio de sexo como camuflaje, la inocencia hecha doncella;  un patuque de Otelo con el Rey Lear con Noche de Epifanía. Para muchos críticos como George Bernard Shaw, y el mismo Bloom (quien la consideraba una autoparodia), la peor obra de Shakespeare, pero Sullivan logró un montaje moderno y divertido hasta para quienes no dominamos el inglés isabelino.
Entre lo moderno la introducción fuera de guión: Al comenzar el espectáculo uno de los personajes rompe la cuarta pared para saludar al público, pedir un aplauso para los patrocinantes de Shakespeare in the Park, entre ellos Bank of America (pita inevitable), además de una petición especial, una súplica, un ruego encarecido, ante la nueva plaga que afecta al Teatro en la era de Instagram: "Please, please please... guarden sus celulares, no pictures for the love of Shakespeare".

(Nota: la foto es del programa).

                                                                                 III

                                                         


En las inmediaciones de Union Square con mi hijo adolescente, nos topamos con una camioneta como la de la pandilla de Scooby Doo en la que ofrecían chupetas de marihuana.  Al principio pensé que debía haber un error, sabía que la legalización de la marihuana cada vez estaba más cerca pero todavía no, así que cómo era posible que a plena luz del día, en una de las zonas más transitadas de Nueva York, la vendieran tan boleta. ¿Será que la legalizaron y yo ni enterada?
Al verme merodeando la camionetica su conductor sacó la cabeza por la ventana creyendo husmear una tierna conejita cual si fuera una niña a punto de ser seducida por el mal: "¿Quieres una chupeta,  sweetie?".
Tengo décadas sin probar la marihuana, en parte porque nadie me ha invitado un cacho,  así que no niego que bien estuve tentada, pero estaba con mi chamo de quince años y había que dar el ejemplo y tal. De todas maneras no pude evitar la curiosidad de preguntarle en qué momento habían legalizado la marihuana en Nueva York.
 El vendedor, igualito a los dealers que salían en  Starsky y Hutch, me contestó como si yo fuera gafa que si acaso ignoraba que en Nueva York todavía era ilegal fumar marihuana, pero no comérsela, así que insistió: "Would you like a lollypop, sugar? Only five bucks".
No sé si por santurrona por pichirre por buena madre o por desconfiada, pero no compré ni a escondidas de mi chamo mi chupeta de ganja, aunque sin duda salía más barata que una cerveza en cualquier bar. Pero ni pendeja que fuera no caería en la tentación antes de comprobar primero la fiabilidad de semejante producto, así que esa misma noche hice una exhaustiva investigación por Internet.
Resulta que si bien todavía es ilegal vender marihuana en Nueva York a menos que sea por propósitos medicinales, no es ilegal ofrecer chupetas de marihuana que en realidad no son tal. Una jugosa trampa turística comprar una supuesta chupeta de cannabis, y sentarse a esperar a que venga algún tipo de nota que solo por efecto placebo llegará.
Parte del sueño americano la oportunidad de ganar dinero en cada esquina: compras una chupeta de  quince céntimos, le cambias el envoltorio a un papel verde, y la vendes a cinco dólares.

Qué papaya. Ni Walter White.

                                                                         IV


                                                               
Ya pasó la era del dólar de Cadivi para viajeros, lejos la época de está barato dame dos, pero volver a Venezuela también significa regresar a un país donde no sabemos cuándo ni dónde encontraremos desodorante, champú y hasta pasta de diente. Y si antes los encargos de los hijos eran chocolates o alguna ropa de moda, hoy te llaman por Face Time: "Mamá no olvides traer toallas sanitarias que en Caracas no se encuentran por ninguna parte".
Nunca fui de quienes les gustaba regresar cargada de artículos de aseo personal y medicinas de viaje como si no se consiguieran en Caracas, y hasta viajaba con mi pasta de dientes de casa, pero dada la actual situación de Venezuela quienes logramos viajar, el último día usualmente lo pasamos aperándonos de aquello que en cualquier país normal se consigue sin problema, pero en la Venezuela de Maduro no.
Así que fui a una tienda donde venden artículos de aseo personal y medicinas a buen precio, y llené el carrito de toallas sanitarias, desodorantes, champú, bacitracina, antialérgicos, analgésicos, antiácidos, hojillas para afeitar. A medida que iba sacando mi peculiar cargamento la cajera lo miraba sorprendida.
No me gusta inspirar lástima de país ni entrar en detalles, apenas una corta explicación: "Es que en mi país hoy nada de esto se consigue".
"Where are you from?"
"Venezuela"- y con tanto orgullo que antes lo decíamos.
"My prayers for Venezuela!", exclamó la señora de inmediato.
Oigo semejante frase y no puedo evitar pensar en qué momento exacto nos volvimos un país en el que, sin una catástrofe natural mediante, las oraciones del mundo están con nosotros. Eso de "my prayers for Venezuela" me enmudeció, hasta se me llenaron los ojos de lágrimas. Peor aún cuando me di cuenta que las oraciones por Venezuela de la buena mujer no se debían a la actual escasez de los artículos de la canasta básica sino a la violencia en la que nos hemos acostumbrado a vivir. Regresaba a un país donde en menos de una semana habían asesinado a varios ancianos en sus hogares.
La señora como que veía más que las noticias locales, por eso me preguntó en inglés:
"¿Es verdad que en Venezuela viven con tanto miedo? Es que vi un programa en televisión sobre la  delincuencia en su país y me pregunté cómo se podía vivir así".
"Yes" le contesté parca, antes de irme con mi recibo y mi triste cargamento, recordando como hasta hace ni tanto, la propaganda de las glorias de la revolución chavista eran las únicas noticias que salían de nuestras fronteras. 
   

martes, 7 de julio de 2015

Tras el despecho con Rubén



Estamos cada vez más de a toque: hace unos meses al filtrarse en las redes sociales el discurso motivador de Lorenzo Mendoza a los empleados de Polar de seguir luchando en el país, más de un venezolano en el exterior se ofendió al darse por aludido. Entonces se volvió viral una carta abierta escrita por una emigrante que le reclamaba: "Cómo se ve que usted nunca ha tenido que hacer colas".
Es que adentro o afuera nos lo estamos tomando todo muy a pecho, qué intensidad, por ejemplo yo me tomé muy a pecho cuando Gabriela Montero instó que evitáramos compartir momentos felices por las redes sociales desde Venezuela. Lo que más me dolió fue el apoyo que tuvo de tantos venezolanos que hoy viviendo en aires menos viciados que el nuestro, coincidieron con las severas apreciaciones de la pianista sin escatimar insultos ni ofensas hacia sus paisanos.  
Como si fueran nativos de otras galaxias. 
Palabras más, palabras menos, pero sin tantas groserías como los internautas, Rubén Blades firmó una descarga similar contra los venezolanos como consecuencia de un artículo de Ibsen Martínez en El País. Y digo firmó porque los malpensados aseguran que ese artículo tan pobre en su página web no lo pudo redactar quien compusiera Maestra Vida.
El artículo de Ibsen "Pinches ideas" comienza con una anécdota en un concierto de Blades en Mexico en el que tras la frase emblema que siempre dice después de cantar El Padre Antonio y su monaguillo Andrés: "Matan a la gente pero no matan a las ideas", un borrachito gritó: "Ojalá mataran a las ideas y dejaran tranquilas a las personas, güey". 
Releo el artículo de Ibsen y les juro que no entiendo la intensidad de Blades de sentirse ofendido. Ibsen que suele ser bastante ácido, en esta ocasión ni de lejos arremete contra Blades sino contra el fanatismo. La verdad que no encuentro el porqué el cantante de Ligia Elena se sintiera en la necesidad de escribir un artículo largo y latoso donde no solo arremete contra el amigo de su amigo César Miguel, sino también en contra de "algunos venezolanos " que han emigrado a Panamá. Precisamente, huyendo de una pésima idea llamada "Socialismo del Siglo XXI" que hoy tiene a Venezuela sumida en la miseria. 
Parafraseando a Vargas Llosa: "¿En qué momento se jodió Venezuela?"
Quienes ya no somos tan jóvenes, aquellos venezolanos que aprendimos a bailar salsa con Siembra, tenemos memoria de cuando Venezuela era un país de inmigrantes, jamás de emigrantes. "Venezolano no emigra" decía el refrán. Distábamos de ser el país perfecto pero vivíamos en un país que recibía con los brazos abiertos a quienes huían de otras dictaduras, de izquierda o de derecha, al igual que hoy tantos venezolanos buscan llevar vidas más dignas en países hermanos. 
En qué momento Venezuela dejó de ser "el mejor país del mundo" para ser el país más desastroso en esta Latinoamérica. En qué momento nos volvimos una tierra casi sin esperanzas en la que aquel que tiene la posibilidad de escapar, se va sin mirar atrás. El país donde nadie en su sano juicio se le ocurriría inmigrar.  El gentilicio que tiene hasta los tequeteques a Rubén Blades.
Tengo como cinco primos que se han ido a vivir a Panamá con sus familias. No sé si emigrar es una palabra demasiado definitiva, yo que extraño a mi familia conservo la esperanza de que sea temporal, que quienes se fueron regresen algún día a vivir en una Venezuela mejor, y que las familias y los amigos vuelvan a  estar  cerca. No sé si mis primitos comparten mis aspiraciones, están felices en Panamá, un país en crecimiento como alguna vez parecía serlo Venezuela, un país con el que compartimos idioma, excelente para invertir, para trabajar y para criar a una familia. Me pregunto si sus hijos crecerán sintiéndose venezolanos o panameños. 
Otra de las pajuatadas que se volvió viral fue el comentario en Facebook de una venezolana en Panamá despreciando su país de acogida. Semejante carta destapó una olla de resentimiento hacia los venezolanos que ha sido difícil volver a tapar. No sé si esta señora es ejemplo o excepción, pero en lo que a mis primos respecta me consta que están muy agradecidos con el país que les ha abierto sus puertas. 
Por eso duele tanto leer la reacción de Rubén Blades al artículo de Ibsen Martínez, porque más que descargársele al pana Ibsen en una batalla de las ideas, es como si tuviera esa piedrita en el zapato contra la invasión de venezolanos, y aprovechó para descargárseles, además responsabilizándonos de nuestros propios males a quienes hoy vivimos uno de los momentos más difíciles de nuestra historia, como lo es toda Dictadura. 
Un amigo leyendo el artículo de Blades lo comparó con Donald Trump quien comenzó su campaña como aspirante a candidato del partido Republicano en los Estados Unidos criticando a los mexicanos emigrantes en los Estados Unidos. Después Trump hace la excepción: "No todos... ".  
"Pero esos son algunos venezolanos, no todos, no debemos generalizar ", también aclaró con condescendencia Rubén en su artículo, aunque ya los vidrios estaban rotos. 
Pero los venezolanos te seguimos amando Rubén.
Así también somos.  


jueves, 25 de junio de 2015

¿Debemos los venezolanos autocensurarnos en Facebook?


La pianista Gabriela Montero compartió en Facebook su indignación porque en Venezuela las redes sociales se llenaron de fotos celebrando entre amigos los partidos de la Vino Tinto. Para Gabriela mientras en Venezuela las cosas estén como están no hay espacio para exhibir públicamente ni un momento de felicidad, hacerlo es una imperdonable muestra de frivolidad y falta de solidaridad con los presos políticos. 
Con todo el respeto y la admiración que le tengo a Gabriela Montero, a quien tuve el privilegio de ver en el Aula Magna tocando un concierto de Rachmaninoff dirigido por Gustavo Dudamel -dupla que por razones políticas hoy sería difícil imaginar- me parece que la pianista tan entregada a la causa democrática venezolana desde el exterior, fue ruda e injusta con quienes vivimos el agobiante día a día de esta Venezuela revolucionaria. Después de todo el sentido original de Facebook es de red social, no panfleto político, eso vino después en Venezuela.
Apenas llega a lo diez años la idea de Mark Zuckerberg de hacerse de una red virtual de amigos. Al principio Facebookzuela era pura felicidad, a pesar de que ya entonces comenzaba la diáspora de compatriotas no dispuestos a calarse lo que entonces algunos llamaban: "La revolución bonita".
En esos primeros años, por los menos para los adultos contemporáneos, Facebook sirvió para el reencuentro de tantos amigos a quienes teníamos años sin ver, qué alegría compartir recuerdos y ponernos al día, y qué conveniente para no perder contacto con quienes decidieron emigrar porque las cosas en Venezuela se estaban poniendo castaño oscuras. 
Cuánta gente querida se ha ido y por medio de Facebook hemos seguido de cerca sus alegrías y tristezas, y ellos las nuestras. Gracias a Facebook he ido conociendo a los hijos y nietos de mis primos y amigos que nacen en todos lados del mundo. Por Facebook me he enterado cuando alguien toma la difícil decisión de emigrar por las fotos de los zapatos en el piso de Cruz Diez del aeropuerto, que por muy trilladas que sean, no dejan de conmover por su significado.
En Facebook he acompañado a los panas en sus viajes (con envidia, para qué negarlo), y también he compartido los míos.  Por facebook me he enterado de infaustas noticias como las muertes de amigos o de sus familiares, algunos a manos del hampa, pero también he podido contribuir en campañas de recolección de fondos para amigos enfermos o personas necesitadas, donaciones de sangre, o la búsqueda de una de las tantas medicinas que no se encuentran hoy en Venezuela. 
En Facebook me he enganchado en inocuas discusiones políticas y existenciales. Sigo de cerca los problemas de salud de facebookamigos. He compartido angustias y emociones de mis series favoritas. Me entero cuando llega papel toilet a El Patio y leche a La Muralla. Pruebo recetas recomendadas por amigos gourmets con los pocos ingredientes que se consiguen en Caracas; comparto música, libros y películas favoritas y disfruto cuando los amigos lo hacen. He festejado bodas en Margarita, Bogotá, Barcelona, sin moverme de casa. Gozo con las irreverencias de los irreverentes y agradezco que no cesen de evitar intensidades. Comparto el orgullo de mis panas aquí o afuera, por cada logro profesional, libro publicado, o cuando sus hijos se gradúan.
Y por qué no hacerlo, si no hay de que avergonzarse, también de vez en cuando comparto la dicha de las pocas oportunidades que me reúno, cual sobrevivientes, con los panas que siguen en Caracas. 
Porque Facebook cuando dejó de ser exclusivamente una red social de universitarios que buscaban cuadrar, para los adultos se convirtió en otro tipo de red social, un mundo feliz. Ahora que ya nos pusimos al día con quienes teníamos tiempo sin ver, lo que más disfruto del actual Facebook es la libertad con la que cada quien monta en su perfil lo que le da la gana - aunque los de Facebook se ponen pacatos ante cualquier desnudo o foto violenta- . Es como tener un pizarrón virtual en blanco para llenarlo con la información que queramos: los hay bonchones, viajeros, hiperpolíticos, sensibleros, deportistas, intelectualosos, piadosos, amantes de los animales, nostálgicos, faranduleros, místicos, ludópatas, libidinosos, necrofílicos, y quienes montan mensajes conmovedores que jamás abro...  lo más divertido de Facebook está precisamente en esa diversidad. Uno lee lo que le interesa, obvia lo que no le interesa, y si alguien se te pone pesado, lo borras y ya está.
Mucha gente después de esa primera etapa de reencuentro se agotó de Facebook, se dieron de baja porque les quita mucho tiempo o porque simplemente se fastidiaron, los chamos hace tiempo que emigraron de Facebook a otras formas menos intensas de redes sociales. Yo sigo aquí pegada aunque no con la intensidad de antaño, porque entre otras cosas es el mejor portal para promover mis crónicas, y también disfruto con los artículos y comentarios que comparten los amigos.
Facebookzuela quedó sobre todo para quienes quieren descargar la angustia política en la que vivimos, aunque hay quienes afirman que es una superficial, frívola y hasta dañina manera de hacer política, porque no pasa de mero descargue, la verdadera política no se hace escribiendo para unos cuantos amigos en las redes sociales y pensar que así de fácil se cumplió, la verdadera lucha política se hace en la calle. 
Ante el momento duro que vivimos en Venezuela la primera mitad del año 2014 entre represión, manifestaciones y guarimbas, Facebook se  encadenó en política, nadie se atrevía sino a montar fotos y escribir sobre el sacudón que estábamos viviendo. Acudíamos a Facebook con la esperanza de encontrar información fresca porque en Venezuela ya ni siquiera contamos con un canal independiente de televisión. 
Los que emigraron estaban igual o peor de pegados a Facebookzuela, tratando de alentar a quienes aquí seguimos que "el que se cansa pierde" pero quienes vivíamos en Caracas tras meses de un país paralizado y en pie de guerra, comenzamos a cansarnos de los generales en jefe a kilómetros de distancia que nos instaban a salir hasta las últimas consecuencias porque "hace falta que corra sangre". 
No soy de quienes piensen que vivir afuera resta el derecho de opinar sobre lo que hoy pasa en Venezuela, por el contrario, la distancia da otra visión que es necesaria, lo que dije antes, y repito, lo que cae muy mal a quienes seguimos aquí es que quienes se fueron nos exijan el deber de inmolarnos, y que lleguen a censurarnos si se nos ocurre compartir por las redes sociales cualquier momento que no tenga que ver con la lucha política. Por ejemplo recuerdo en los momentos más álgidos de esos meses de 2014, cuando una abuela orgullosa se le ocurrió  exhibir la foto de su nieta recién nacida, le cayeron encima porque no eran momentos para frivolidades. 
Qué distorsión este Facebookzuela de la idea original del mundo feliz de Zuckerberg. 
En 2015 vivimos momentos quizás aun más difíciles que en 2014, porque vivimos en medio de una gran desesperanza, tanta, que ochenta jóvenes, y dos líderes políticos presos, se declararon en huelga de hambre (que por fin levantaron). Tanta, que del salón de mi hijo, la mitad de sus compañeros comenzarán el tercer año de bachillerato en otros países porque sus padres perdieron la esperanza de que saldríamos de este oscuro túnel a mediano plazo.
Tanta que hasta su profesora de matemática se va porque en Ecuador como maestra ganará mil veces más que en Venezuela, y no es una exageración
Escribo esta apología a quienes compartieron por Facebook la felicidad de ver entre amigos jugar a la Vino Tinto en la Copa Ámerica (porque solo ganó un juego) y ni siquiera soy seguidora de la Vino Tinto (me aburre el fútbol), si gana por supuesto que me alegro, aquí en la casa vieron los partidos y sufrieron las derrotas mientras yo me ponía al día con Orange is the new Black. Pero no me gusta la censura de ningún tipo, ni la que hoy nos impone el gobierno de Nicolás Maduro, ni la que imponga cualquier tipo de moralina en Facebook, porque si además de haber perdido mi columna en El Nacional por falta de papel (otra forma de censura gubernamental) tengo que autocensurarme en Facebook hasta de compartir una tarde con los panas para no herir susceptibilidades, me declaro en el incilio total.

lunes, 22 de junio de 2015

A pocos metros de Adam Levine


Recientemente Adam Levine, líder vocalista de Maroon 5, al salir de una presentación en el programa de televisión de Jimmy Kimmel era esperado fuera del estudio por una horda de caza autógrafos buscando ver de cerca al que la revista People nombró: "El hombre más sexy del año 2014". Escoltado por guardaespaldas, barrera mediante que lo separaba de sus fans, Adam se dispuso a firmar uno por uno los afiches que le extendían sus admiradores mientras gritaban "Adam! Adam!".  
En el video de un camarógrafo amateur el guapo Levine parece apurado, un poco harto de su business as usual, hastiado con decenas de celulares apuntándolo para luego demostrar por las redes sociales cuán de cerca se estuvo de una de las estrellas pop más cotizadas del momento... de repente sucedió algo inesperado, ante otro "Adam!" a todo pulmón, al levantar la cabeza, el vocalista se vio impactado en la cara y en el pecho por una bomba de polvo blanco que no resultó ni ántrax ni talco Mennen ni cocaína, sino azúcar granulada, lo que en Venezuela llamamos Nevazúcar. 
Esta ha de ser una de las críticas musicales más explícitas de los últimos tiempos porque Sugar de Maroon 5 es de esas canciones que en la primera mitad de 2015 en los Estados Unidos se oye en todos lados como música de fondo, uno de esos temas pegajosos que no nos los podemos quitar de la cabeza en todo el día. Sugar ni siquiera es la mejor canción del último disco de Maroon 5, V, pero es uno de sus mayores éxitos gracias a un simpático video muy difundido por las redes sociales en el que la banda se colea en diversas bodas en Los Ángeles para serenatear a los novios.  
No soy inmune al encanto de Adam Levine, tendrá la edad de mis primos menores (36 añitos, nació en 1979),  pero coincido con People que es uno de los hombres más sexys del momento, por eso en mi reciente viaje a Nueva York al darme cuenta que coincidiría con Maroon 5, dos días antes del concierto en Madison Square Garden entré en Internet para conseguir una entrada. 
Hay quienes no entienden que una vaya sola a un concierto, les parece deprimente, ignoran que ir sola es de lo más conveniente a la hora de conseguir entradas a buenos precios, porque siempre quedan puestos mingos que rematan por Internet. Por vacilármela igual sola que acompañada, no solo fui a ver a la banda Pop del momento, sino que además la vi en patio a precio de gradas. 
Mis hijas en lugar de alegrarse por la suerte de su madre se indignaron, ¿cómo se me ocurría ir a ver un concierto de una de sus bandas favoritas sin ellas? Además sola como una pepa de maraca. Y a mi avanzada edad,  hellou, era como si a ellas se les ocurriera ir a ver a los Rolling Stones sin mí.
¿Acaso yo me sabía alguna canción de Maroon 5 que no fuera Sugar? 
Por supuesto, les contesté,  Moves like Jagger es una de mis canciones favoritas. 
No tenían porqué preocuparse de que su madre desentonara entre la fanaticada que la noche de ese jueves de finales de febrero colmaba el Madison Square Garden, porque entre el público asistente, en su mayoría mujeres eso sí, las jevas oscilamos entre 11 y 60 años. Quienes superábamos los tiernos 36 años del cantante, no éramos necesariamente madres llevando a nuestras hijas púberes a ver a su ídolo, más de un grupo de contemporáneas se tomaron un Girls night out para gritar desaforadas ante cualquier inflexión de voz de Levine como alguna vez gritaron nuestras madres ante un súbito movimiento de cadera de Elvis Presley. 
En la actual civilización del espectáculo, como la bautizó Vargas Llosa, el éxito multigeneracional de Adam Levine tiene bastante que ver con su participación como coach en el programa de televisión The Voice, aunque mi amor platónico por Levine se originó tras la película Begin Again con Keira Knightley y Mark Ruffalo, donde hizo un papel que no debió representar mayor esfuerzo Stanislavskiano: un atractivo y tímido músico que tras años de carrera por fin se encuentra saboreando las mieles del éxito. 
Lost Stars, cantada por Levine, fue nominada al Oscar de mejor canción ese año.  
Maroon 5 -originalmente Kara's Flowers- fue fundado en el año 1994 por cuatro panas de la escuela secundaria de los que actualmente solo quedan dos en la banda: Adam Levine y el guitarrista Mickey Madden. La inspiración de las primeras canciones era el desamor adolescente, porque hasta hace poco el hombre más sexy del año 2014 era un flacucho que no inspiraba ni un mal pensamiento.  Con el éxito musical comenzó un trabajo de imagen que convirtió al tímido flacucho, en el Adam Levine actual por el que suspiramos millones de mujeres de todas las edades. 
Esa noche en el Madison Square Garden conseguí entrada en las últimas filas de patio, no de las mejores entradas VIP pero si bastante buena. Mis vecinos de asiento a la izquierda era una pareja de mediana edad con su hijo adolescente que mientras tocaba el grupo telonero (Magic) tenía cara de burro amarrado. Del otro lado dos preadolescentes acompañadas del papá de una de ellas, quienes se debieron haber tomado por lo menos tres mil selfies. Frente a mi un grupo de amigotas con varios cosmopolitan encima, también se dieron duro con los selfies. 
Cuando se escucharon los primeros acordes de Animal, la canción con la que arrancó el concierto, tanto las preadolescentes, como las amigotas de los cosmopolitan, como el adolescente con cara de burro embarcado y su mamá; además de esta que esta aquí, nos propusimos registrar el momento con el celular. OH MY GOD, ¡Maroon 5 en vivo! Just like animals, animals... Mundo, véanme donde estoy.  Chat grupo de familia: "hijas comenzó el concierto, tengo la piel erizada". 
El chamo con cara de burro amarrado le cambio la expresión a éxtasis del bueno mientras compartía el concierto con una amiga vía skipe por su Iphone. La mamá se sabía todas las canciones. Me sorprendí que yo también, en coro las cantamos como si estuviéramos cantando a los Bee Gees. Maroon 5 tiene años sonando en la radio y sus canciones ya no son del dominio de adolescentes sino del dominio público. Tanto chamitas como las amigotas parecían competir con sus tabletas y celulares por  inmortalizar de esa noche el momento perfecto. Una de ellas cargaba un Ipad que entorpecía la visibilidad, quienes estábamos atrás de ella a ratos nos vimos obligados a ver el concierto a través de su pantalla. 
Tratando de esquivar la tableta de enfrente me acordé lo que escribió Susan Sontang hace años en On Photography -mucho antes de esta tecnología digital que hoy ha empeorado con creces la situación- Sontang denunciaba que los hombres y las mujeres modernos nos estábamos acostumbrando a ver el mundo no como es sino como nos los muestra el visor de una cámara, hoy, una pequeña pantalla digital. 

Por supuesto que también tomé fotos pero no muchas porque sabía que a esa distancia el esfuerzo no valía la pena, las fotos saldrían malazas. Hasta que de repente en el encore, Adam Levine y Mickey Madden se acercaron a cantar en una parte de la tarima que entraba al público a pocos metros de donde yo estaba sentada. Tan cerca que si le jalaba un tobillo, me traía a Adam para mi casa. Era el momento íntimo del concierto, cuando el resto de la banda descansaba mientras los dos fundadores regresaban a sus orígenes con uno de sus primeros hits: She will be loved.
  Levine rogó al público que guardáramos los celulares y las tablets, que viviéramos el momento en lugar de estar buscando compartirlo en Snapchat o en Instagram. Y así durante unos segundos no hubo luz de celulares, pero apenas empezó la primera línea: "Beauty queen of only eighteen...", a pesar de su sentida petición, uno a uno volvieron a alzarse los celulares, incluyendo el mío porque cuándo volveré a tener yo a Adam Levine tan cerca de mí.
Esa es la civilización del espectáculo, ya sabes qué hacer con tu momento íntimo admirado Adam. Pero como mi celular es medio obsoleto, y la mano me temblaba de la emoción, hoy lamento que me perdí la intensidad de ese momento para tomar unas fotos de regulares pa' malas. 
Si tan solo Adam Levine viniera a Caracas, no prometo que guardaremos los celulares, lo que si prometo es que seguro seguro no habrá azúcar para echarle.


jueves, 18 de junio de 2015

El camino de la vergüenza


La supuesta muerte de Jon Snow nos hizo pasar por alto una de las escenas más fuertes de la historia de Game of Thrones: el paseo de la vergüenza de Cersei. La madre del rey tras admitir el pecado de adulterio, aunque no el de incesto -ni gafa que fuera- es condenada a regresar a su castillo caminando desnuda por Kings Landing. Con el pelo trasquilado, conteniendo las lágrimas y el asco, altiva Cersei se abre paso entre insultos, mierda y escupitajos sin bajar la mirada. Asi como millones de telespectadores levantamos la voz ante la posible muerte de otro de nuestros personajes favoritos, hubo quienes insistieron en acusar a la serie de HBO de misógina por tan aberrante maltrato. 
No entiendo mucho esta forma de feminismo, si bien Game of Thrones sin duda ha demostrado una considerable dosis de crueldad con los personajes femeninos, no les ha tocado más fácil a los masculinos, como el caso de Theon Greyjoy: castrado, vejado hasta el punto de asumir la identidad de “Hediondo”, una frágil criatura sin más voluntad que servir a su torturador. 
Quienes insisten en acusar a George RR Martin de misógino por escenas como el paseo de la vergüenza no podrían negar que de su imaginería han salido inolvidables personajes femeninos como Daenerys Targaryen, Arya Stark, Brianne of Thart, Margaery Tyrrel, y la misma Cersei Lannister, personajes que no tienen que envidiarle ni en astucia ni en inteligencia ni en valor a sus contrapartidas masculinas. 
¿Con esto quiero decir que la lucha feminista está obsoleta? En el año 2015, cuando las mujeres hemos alcanzado tanto en estos últimos 60 años en lo que se refiere a igualdad de derechos, puede que haya quienes piensen que todo feminismo está pasado de moda, que ya no hace falta, que las feministas son por definición pesadas, aburridas e intensas, que qué igualdad de derechos ni qué igualdad si fíjense que una mujer está pretendiendo ocupar la Casa Blanca.
Pero yo diría que tampoco hay que bajar la guardia, porque a veces una oye y lee comentarios que parecen anacronismos de los años 50, por ejemplo hace unas semanas un contacto de Facebook regañaba a sus amigas virtuales por no poner más fotos: “del pendejo que las mantiene“.
Cada vez que voy a escribir en Facebook algo adverso a alguna opinión ajena, se me prende una alarma roja: “Peligro, peligro“, estas discusiones en las redes sociales suelen ser una pérdida de tiempo y energía.  Pero por el espíritu de Susan Sonntag no podía evitar comentarle a este conocido de colegio a quien tengo décadas sin ver, si acaso eso del “pendejo que las mantiene« no era una frase así como machista. Tan solo eso, no me explayé.
Lo que más me molestaba era la cantidad de likes it que semejante frase obtuvo, por eso antes de apretar la tecla de enviar me entró la duda si no estaría pecando de intensa dejándome vencer por la corrección política. La verdad es que no sé qué esperaba como respuesta. Lo que no esperaba era un: “Haya tú si no tienes un pendejo que te mantenga“,  y después me bloqueó.
No debió sorprenderme tanta sensibilidad ante la acusación de machismo, el machismo sigue arraigado en Venezuela, basta recordar cuando el recién electo líder máximo hace unos años anunciaba a su mujer en cadena nacional que lo esperara que ya le “iba a dar lo suyo“. Vulgar comentario que no disminuyó un ápice su popularidad. Ni una voz feminista se alzó dentro del chavismo. Si acaso alguna explicación: “Es que él es así, jaja“.
Qué se puede esperar de una sociedad donde todavía la mejor manera de desprestigiar a una mujer es acusarla de adulterio,  y si no de menopausia, lesbiana, doñismo o frigidez. Si el actual presidente de la Asamblea Nacional (Diosdado Cabello), el mismo que defiende su cuestionado honor con demandas por doquier, no encuentra mejor manera de desprestigiar la lucha de los presos políticos que insinuando públicamente que sus esposas les son infieles.
Y una diría que semejante machismo es producto de la sociedad que vivimos, pero el monstruo del desprecio por las mujeres vive hasta en el alma de un premio Nobel de Medicina, el bioquímico británico Tim Hunt, de 72 años, que hace unos días en una conferencia en Corea del Sur, queriendo pasar por simpático, soltó la perla que las mujeres no deberían trabajar en los laboratorios porque distraen a los hombres, uno se enamora de ellas, ellas se enamoran de uno, y cuando algo les sale mal, rompen a llorar.
Comentario tan bolciclón le costó al muy premio Nobel su cátedra en la University College of London, tal fue la presión que se vio obligado a renunciar, quedando demostrado que en otras sociedades se toman tan en serio este tipo de deslices verbales que ni toda una vida de brillante investigación científica pueden borrar la mancha causada por un destello de idiotez machista.
Mientras tanto en Venezuela, por el camino de la vergüenza, seguiremos con los putas y maricos como métodos de lucha política por excelencia. 

lunes, 15 de junio de 2015

En negación (Spoilers alert)


Quizás esté en negación pero a pesar de que la quinta temporada de Game of Thrones cerró con el recién electo Lord Commander con los ojos perdidos en el infinito, tirado en el piso en un charco de sangre tras ser apuñalado por el ala rebelde de los Vigilantes de la Noche, la muerte más obvia de la noche en un capítulo de destinos inciertos, yo todavía me resisto a creer que el capítulo "Mother's Mercy" representó el fin de mi amado Jon Snow.  
A pesar de que George R.R. Martin insista que "Todos han de morir", y que puñalada más puñalada menos ese fue el final del quinto libro de la serie A song of fire and Ice; a pesar de que el director del capítulo de anoche afirme que nada de segundas lecturas: Jon Snow se murió; y que el mismo Kit Harrington, actor que da vida al popular personaje, confirme que al contrario de lo que se especuló en la prensa, no hubo renovación de contrato y no habrá sexta temporada para él, yo insisto que no, que no, que no... el de anoche no puede ser el punto final del supuesto hijo bastardo de Ned Stark.
Y no lo digo porque George R.R. Martin, David Benioff y D. B. Weiss no hayan demostrado innumerables veces a lo largo de cinco libros e igual número de temporadas cuán crueles pueden ser con el destino de sus personajes, que los muy sádicos escritores sean capaces de matar a los habitantes de Westeros con la misma facilidad con la que Shondra Rhymes dispone de los médicos del Hospital Seattle Grace, sino porque al contrario de la creadora de la serie Grey's Anatomy, en Game of Thrones tanto su escritor, como los productores de la serie han construido una estructura dramática cual una catedral donde no hay piedra puesta al azar. 
Es verdad, ya está cansado de advertírnoslos Martin, Valar Morgulis, todos han de morir, y que el muy cínico finalizado el capítulo de ayer como única explicación ante tan dramático final, solo tuiteara la palabra: "Sorry". Pero hasta la más cruel de las muertes en Game of Thrones tiene coherencia dramática y de cierta forma cuando un personaje en la saga de Martin muere, no quedan temas pendientes por resolver. En cambio la muerte de Jon Snow sería como dejar abandonada un ala de la catedral a media construcción. 
Por ejemplo Ned Stark, parecía ser el héroe de esta saga  y fue decapitado al final del primer libro, pero la muerte del patriarca de Winterfell representó que sus hijos habrían de sobrevivir sin su protección para convertirse en héroes de sus propias historias. ¿Habría sido Robb Stark el general que fue, sería Arya la ninja adolescente, habría sufrido Sansa tantas penurias, estarían dados por muertos los más pequeños de la prole, habría llegado tan joven Jon Snow a ser Lord Commander, si Ned Stark no hubiese sucumbido tan pronto a la espada de los Lannister? 
En el caso de Robb Stark, tan bello él, selló su suerte al romper el compromiso con una de las hijas de Walder Frey, casándose el muy tonto por amor. Por eso en el famoso capítulo Red Wedding son masacrados Robb Stark, su mamá, su esposa embarazada, y el séquito completo. A Catelyn Stark en la saga de Martin la reviven como zombie, en la serie no. Parte de la economía de tramas que quizás sabiamente no llegaron a la televisión.
Es cierto que la muerte de Robb Stark nos dejó frágiles emocionalmente, como cuando España resultó eliminada en primera ronda en el Mundial 2014, pero también con la certeza de que tras la muerte de quien se crió como su hermano mayor, Jon Snow sería un serio contendor de esta guerra, si no Alemania, por lo menos Argentina. 
Pero, ¿qué habría de resultar masacrado antes de llegar a la final como le sucedió Brasil? 
Jamás.  
Tanta confianza, por lo menos de mi parte, de la inmunidad de este apuesto personaje era porque si mataban a Jon Snow a media serie quedarían al aire tantas preguntas pendientes sobre el misterio que rodea su nacimiento como sueltos quedaron cabos sobre los náufragos en la serie Lost. Mi teoría favorita y la más lógica era la que sugería que Jon Snow no era hijo de Ned Stark sino producto del amor prohibido de su hermana Lyanna Stark y Rhaegar Targaryen. Si esto fuera así sería sobrino de Daenerys, descendiente de dragones, si no inmortales, con más vidas que un gato. 
Esa es una de las especulaciones que se manejan por las redes sociales, ¿acaso Jon Snow sobrevivirá a las puñaladas como Kalizi sobrevivió al nacimiento en fuego de sus tres pequeños dragones?
Mi teoría es otra, yo apuesto porque la bruja Melisandre habrá de revivir a Jon Snow. Sería su manera de compensar la torta que puso cuando convenció a Stannis Baratheon que la única manera de ganar la guerra era sacrificando a los dioses a su hija Shireen. No sabemos si los dioses habrán visto con buenos ojos semejante sacrificio, pero definitivamente sus soldados no, desertando esa misma noche más de la mitad del ejercito del rey que entre sus triunfos contaba con haber derrotado a los salvajes. El sacrificio de Shireen finalmente habría de costarle a su padre no solo la guerra sino también el fin de la dinastía de los Baratheon. 
Por eso más rayada que un cuaderno cuadriculado, Melisandre regresa derrotada a Castle Black para anunciar que es la única sobreviviente de la singular familia de Stannis. 
"Wishfull Thinking" lo llamarían en inglés, no consigo la traducción exacta en español, pero para mi es wishfull thinking que esta llegada al muro de la bruja venida a menos no sea coincidencia con el atentado a Jon Snow, porque si de las muertes de otros personajes importantes retoñan nuevas historias, la muerte de Jon Snow dejaría tanta incertidumbre: ¿Quién como Jon Snow se ha estado preparando para la llegada del invierno? ¿Quién tiene la capacidad de liderazgo para enfrentarse a los Night Walker cuando recién comienza la amenaza real? ¿Quién se ocupará del tsunami de zombies que se desata de ese lado del muro mientras el resto de los reyes están ocupándose de problemas más triviales como la lucha por el trono de hierro?
¿Los dragones?
Por algo la saga de Martin se titula Una canción de fuego y hielo: El hielo Jon Snow, el fuego Daenerys Targaryen. O por lo menos trato de convencerme yo que estoy en negación ante la posible muerte de Jon Snow. Ni modo, para despejar tantas dudas no nos queda sino esperar más de un año a que regrese la serie de HBO, o a que George R.R.Martin se digne a publicar The wings of Winter. 
Mientras tanto: You know nothing Jon Snow.




lunes, 8 de junio de 2015

El sacrificio


Anoche las redes sociales casi explotan maldiciendo a David Benioff y D.B. Weiss, responsables de la serie Game Of Thrones que transmiten por HBO: ¿Cómo se puede ser tan canallas, tan sádicos, tan mala sangres; como para llevar a la hoguera a la pobre Shireen, una niña que era un dulcito de coco, y que además aún vivía en los libros de George R.R.Martin?
Muchos se preguntan cuándo será el día en el que el escritor de la saga A song of fire and ice, en la cual está basada Game of Thrones, pondrá orden en tanta insubordinación creativa, y le jale las orejas a los guionistas de HBO para que dejen de violentar y matar en la serie personajes que no están muertos ni han sufrido tanto en sus libros. 
Hay que darles un parado porque ¿Y si nos matan a Jon Snow?
¿Será que el buen George es inocente de tan inesperadas calamidades televisivas? 
Después de todo, el autor de los libros tiene más de una temporada que no escribe un capítulo en la serie de televisión, pero eso no quiere decir que esté desvinculado: los cambios de trama entre lo que pasa en HBO y lo que pasa en los libros hasta ahora han sido respaldados por el escritor, quien advierte a los fieles seguidores de sus libros que la serie televisiva no tiene que ser reflejo exacto de la saga literaria, son medios distintos, por ejemplo, la nefasta noche de bodas de Sansa con el canalla Ramsay ocurre en los libros de Martin con otra muchacha, pero por economía dramática los guionistas se la adjudicaron a quien hasta el capítulo pasado se pensaba la única sobreviviente de la casa de los Starks. 
Lo explicó pacientemente George R.R. Martin hace unos días, no es que la serie sea irresponsable ante un tema tan sensible como el maltrato a la mujer, es que la corrección política tampoco puede obviar que la trama de esta guerra de tronos sucede en la era medieval, cuando las mujeres eran vistas como simples trofeos, a la libre disposición del poder masculino. 
Para ser justas en pocas series hemos visto personajes femeninos tan memorables en su lucha contra el destino de sumisas damiselas como los de la imaginería de George R.R. Martin: Cersei Lannister, Arya Stark, Daenerys Targaryen, Margaery Tyrrel y su abuela, hasta la misma Sansa, un poco tontica en los libros de George R.R. Martin,  que a fuerza de golpes del destino en la serie ha evolucionado para ser una mujer de carácter parco y fuerte contra la adversidad. 
Sin embargo es imposible para sus seguidores evitar pensar cuál será el destino de la próxima temporada de Juego de Tronos, una cosa es tomarse ciertas licencias creativas con respecto a la obra literaria, y otra escribir una historia alterna a la que su autor todavía no tiene fecha de publicar. Como si Dumas cediera a medio camino el destino de sus mosqueteros antes de que siquiera recuperaran el collar de la reina.  
 El primer tomo de A song of fire and ice: Juego de tronos, fue publicado en el año 1996,  seguido por Choque de reyes (1998), Tormenta de espadas (2000), Festín de cuervos (2005) y Danza de Dragones (2011); con un éxito arrollador aun antes de empezar la serie de HBO. Según George R.R. Martín le faltan por lo menos dos tomos más para dar esta guerra por concluida. Si los primeros tres tomos estuvieron distanciados por dos años, el cuarto y el quinto se tomaron cinco y seis años respectivamente en ser publicados. Por eso era de esperarse que la sexta entrega ya por lo menos debería tener una fecha estimada de publicación, pero no. 
 El estreno de la serie de HBO en el año 2011 coincidió con el lanzamiento de la última entrega de George R.R. Martin, quizás calculando sus productores que Vientos de Invierno (el esperado sexto tomo de la saga de Martin) estaría lista en cinco años. Pasó el temido plazo, el invierno finalmente llegó, y George R.R. Martin sigue sin dar una posible fecha de publicación de la continuación literaria:
 "No me apuren", le exige a sus fans, "o mato a sus personajes preferidos".
Los seguidores de Martin temen que en manos de los guionistas de HBO la saga se salga fuera de control. En otras palabras, que los productores puedan sabotear creativamente a su autor original. Viendo el desarrollo de esta última temporada siento que por el contrario,  los guionistas de HBO no han dado puntada sin dedal. Sospecho que de alguna forma George R.R. Martin está detrás de ellos, manipulando los hilos de sus personajes de alguna manera, aprobando o desaprobando decisiones que puedan ser un giro importante, contando que los guionistas de HBO con la libertad de enmendar detalles solo le darán fuerza a una historia que en su versión televisada no cuenta con las casi mil páginas de cada tomo para explayarse.
Por ejemplo el capítulo de ayer donde los escritores, tan malucos, decidieron sacrificar a un personaje que aun vive en el imaginario literario de Martin: ¿cómo tomar así de fácil la decisión de inmolar al único descendiente real de la casa Baratheon? La más dulce pequeña de esta historia, una niña con un libro siempre en la mano.  
 Llámenme desalmada pero para mi el final de Shireen fue dramáticamente genial, más allá del horror de la escena de ver a unos padres sacrificar a su niña ante un altar de fuego, los escritores hacen énfasis en la incontestable pregunta de hasta donde puede llegar el ansia de poder y si acaso esta decisión de Stannis de sacrificar a su único vástago por una superstición, no terminará representando el final de su dinastía.  
Stannis Baratheon es un padre que capítulos antes tiene una de las escenas más tiernas que recordemos de la serie cuando le rebela a su pequeña sobreviviente de la peste gris de cómo cuando todos los infectados morían de esta enfermedad, el no cejó hasta lograr encontrar una cura que salvara a su bebé, aunque con la cara marcada. La dulce Shireen se siente segura y querida si bien no por su madre,  por su padre, pero el invierno finalmente llega y para la bruja Melisandre -amante de Stannis- solo queda una esperanza para alcanzar el triunfo ante la adversidad: hacer a los dioses una ofrenda de sangre de reyes, la princesa Shireen. 
Abraham no duda en sacrificar a su único hijo para demostrar su amor y sumisión a Dios, pero el Dios judeocristiano lo impide segundos antes del sacrificio. Los dioses de Game of Thrones no son tan benévolos. El sacrificio de Shireem se hace efecto ante la mirada incrédula de millones de espectadores que gritamos al unísono: "¡Pero si tanta maldad filial no está en el libro!". 
 Con la cabeza fría hay que reconocer que el sacrificio de Shireen es una movida perfecta de los escritores con toda la lógica dramática de una serie que sucede en medio del horror y la superstición de la era medieval. 
¿Tendría un mejor destino planeado para Shireen George R.R. Martin? Lo dudo, como tampoco creo que los escritores de HBO se decidieron a tomar la decisión de matar a un personaje sin antes  consultarle a Martin si tenía un mejor destino preparado para el personaje a sacrificar.
Si da cierta angustia que el próximo domingo finalice la quinta temporada de Juego de Tronos por HBO sin que George R.R.Martin se haya dignado a anunciar la publicación de su sexto libro, pero por como se ha manejado hasta ahora la serie  en manos de Benioff y Weiss (and of course Martin), tengo la plena confianza de que estamos en buenas manos.