lunes, 28 de junio de 2021

Que la abuela espere a que le toque

 

En los Estados Unidos y en Europa, no sé cómo será el proceso en el resto de países latinoamericanos que no son Venezuela, el criterio de vacunación contra el Covid-19 la prioridad fue la edad, personas de alto riesgo y trabajadores de primera fila. Comenzaron vacunando a los mayores de ochenta años, bajando gradualmente de década para asegurarse que los ancianos, que son los más vulnerables a fallecer de Covid19-, no se quedaran sin vacunar. 

Cuando en los Estados Unidos comenzó el proceso de vacunación, muchos viejitos hacían la cita y después no iban, como las vacunas se echan a perder poco después de ser descongeladas, había quienes esperaban en fila en los centros de vacunación a ver si les ponían una que sobrara, así muchos jóvenes salieron vacunados antes de que le tocara su turno por edad. 

Hoy en los Estados Unidos se vacuna sin necesidad de hacer cita, sin criterio ni de edad ni de riesgo. La vacuna de Johnson & Johnson, de una sola dosis, está disponible para los turistas. Como todavía falta mucha gente por vacunar, por lo menos en Nueva York donde viven mis hijas, incentivan la vacunación rifando pasajes aéreos, ofreciendo tickets de eventos deportivos, boletos de Metro válidos por una semana, donas, galletas con trocitos de chocolate, y hay quienes dicen que tabacos de marihuana en el parque de Union Square si muestras tu tarjeta de recién vacunado.

    Como en Venezuela somos como somos, en muchos centros de vacunación alargaron los treinta días de espera entre dosis de la vacuna Sputnik a noventa días, y es más fácil conseguir la primera dosis de la vacuna que la segunda, por lo menos a quienes fueron vacunados con la vacuna rusa,  que es la que están poniendo en Venezuela a los mayores de sesenta años. 

A mi madre le tocaba hoy recibir la segunda dosis de la Sputnik, y le dijeron que no se molestara en hacer la cola que no tenían segundas dosis, ni sabían cuándo tendrían. Muchas personas en Caracas se quedaron por tiempo indefinido con esa solitaria primera dosis de Sputnik. Una sola dosis de vacuna es como protegerse con un condón roto. Protegidos a medias un incontable número de venezolanos a menos que se procuren la segunda dosis en el mercado de negro, otra forma en esta Venezuela revolucionaria para hacer dinero de manera inescrupulosa.


Hasta nuevo aviso los ancianos en Venezuela siguen siendo casi tan vulnerables al Covid como cuando empezó la pandemia. Como ya deberíamos estar acostumbrados tras más de dos décadas en manos de este proceso revolucionario, en Venezuela el principal criterio para la vacunación parece ser la filiación política y no el factor riesgo. Los allegados al régimen fueron los primeros en ser vacunados en servicio V.I.P. Los ciudadanos con carnet de la patria hoy tienen que esperar a recibir un mensaje de texto al celular que los convoque para vacunarse en algún operativo masivo de vacunación. El criterio es aleatorio, pueden convocar a un zagaletón de treinta años mientras su abuelita de ochenta se queda esperando. 


En algunos de estos operativos más improvisados, previa cola de varias horas, se han vacunado muchos venezolanos sin cita y sin carnet de la patria, como fue el caso de mi madre, mientras que en otros operativos más politizados se ha tratado con desprecio a quienes no porten carnet de la Patria: "Váyanse a vacunar a Miami". Rico o pobre, con carnet o sin él, quien se lleve a su abuela para ver si la vacunan en un operativo con previa convocatoria "no se me vaya a morir la vieja", corre el riesgo que la devuelvan sin miramientos porque: "Aquí no hay prioridades, la doña que espere a ser convocada". 


 No falta quien tanta ineficacia para vacunar se la responsabilice a las sanciones, como si la falta de criterio no priorizando a los ancianos fuera culpa de ellas. No podemos compararnos con los Estados Unidos, país con el poder  para conseguir millones de vacunas para asegurarles a todos sus habitantes ser vacunados con la premura posible, por eso lleva la delantera mundial a la hora de la vacunación, pero por lo menos podemos emular el sentido común de tantos otros países con una gota de criterio de priorizar las vacunas que les van llegando para la población más vulnerable.