martes, 10 de febrero de 2009

La calle Revolución

Él escribió: "Una catástrofe de película". Ellas le refutaron: "Es excelente". Esta polémica se suscitó la semana pasada en mi wall de Facebook en torno a Revolutionary Road.
Algo similar pasó entre la prensa extranjera y los miembros de la Academia de Cine a la hora de valorar la película de Sam Mendes: fue nominada a los más importantes renglones en los Globos de Oro... y apenas al actor secundario, dirección de arte, y vestuario de los premios Oscar.  
La mayor sorpresa fue que los miembros de la Academia ignoraran a la inglesa Kate Winslet para el Oscar por el papel de joven esposa insatisfecha que le mereció el Globo de Oro 2009 como mejor actriz; y que Winslet fuera nominada en este mismo renglón como la colaboracionista nazi en The Reader, con el que obtuvo el Globo de Oro como actriz de reparto.
Peter Travers, crítico de la revista Rolling Stone, recordaba en su blog un capítulo de la serie de HBO Extras donde a la eterna nominada le recomiendan hacer una película sobre el Holocausto, sólo así ganaría su primer Oscar. Palabras que resultaron proféticas, y es que sin desmerecer The Reader, película que no he visto, la actuación de Kate Winslet en Revolutionary Road parece insuperable.
La historia comienza con el final de muchas historias, cuando April (Winslet) aspirante a actriz, se enamora del guapo comerciante Frank Wheeler(Leonardo DiCaprio), y pocos años después, en 1955, la pareja es el retrato del American Dream viviendo en una casa de vereda blanca, con dos lindos niños y todos los artefactos eléctricos que una ama de casa de la época puede desear. 
Pero April no es feliz.
Su esposo Frank, cumpliendo 30 años, tampoco es feliz como vendedor en una empresa. Una hormiga trabajadora más de los suburbios como tantas hormigas con sombrero que toman el tren para Manhattan todas las mañanas, se bajan en Grand Central Station, y tras un monótono día en un cubículo de oficina, regresan en el tren de las 5 de la tarde a sus casas donde los esperan sus muchachitos, sus perros, y sus rubias mujeres con un martini en la mano y un pastel de carne en el horno.
¿Esto es todo lo que se puede esperar de la vida?
Sin duda hay vidas peores, pero April y Frank son los Wheeler, para los vecinos la pareja 10: jóvenes, hermosos, con niños bellos, y un promisorio futuro por delante. Lo que sus vecinos en su enorme simpleza son incapaces de imaginar es que lo único en común que queda entre  la pareja, a parte de sus hijos, es la desesperanza, y un último sueño: mudarse a París. 
Sólo el vecino loco de la película, como todos los locos en las películas, termina siendo la voz de la razón, capaz de vaticinar que si pierden ese último sueño, la fatalidad se precipitará en casa de los Wheeler. 
Sin duda Revolutionary Road no es una película para quienes Evitan Intensidades, carece por completo de sentido de humor, April es el descarnado retrato de una depresión, y como tantas obras que tocan la fragilidad del sueño americano, los dilemas existenciales de los protagonistas son de una privilegiada clase media que se mira ante el espejo y se encuentra con una imagen cuya alma se perdió en el camino.
Nada nuevo bajo el sol que ilumina el río Hudson: en el conformista Frank vemos a un futuro Willy Loman, el cansado vendedor de La muerte de un viajante de Arthur Miller; en su relación con April vemos a los irascibles Martha y George de ¿Quién le teme a Virginia Woolf? (1962) de Edward Albee. Acercándonos a los 80, los Wheeler podrían ser como los protagonistas de La Guerra de los Roses (1989), película dirigida por Danny DeVito basada en la novela de Warren Adler, con Kathleen Turner y Michael Douglas como los Roses, un matrimonio sólo en apariencia modelo. 
Sin olvidar personajes más recientes como la ama de casa deprimida interpretado por Julianne Moore en la película Las Horas(2002), basada en la novela de Michael Cunningham. O en la serie Mad Men, del canal TCM, la bella esposa del exitoso publicista que visita al siquiatra para superar su inexplicable melancolía. 
Pero los Wheeler de Revolutionary Road (1961), la novela de Richard Yates en la que se basa la película de Mendes -con la excepción de La muerte de un viajante (1949)-  preceden a estos personajes que hoy forman parte del colectivo imaginario norteamericano del descontento. Dicen quienes la han leído recientemente, que a pesar de que temas como el divorcio, la infidelidad, el aborto, esposas que trabajan y maridos que se quedan en casa,  dejaron de ser revolucionarios hace bastantes años -por lo menos en la costa este de los Estados Unidos- es una novela que aún refleja la fragilidad del sueño americano, porque la vida, a diferencia de los comerciales de televisión, no está diseñada para ser perfecta.
 

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