viernes, 4 de diciembre de 2009

Navidad dulce navidad



La navidad, en teoría, es la época más maravillosa del año. Celebrando la llegada al mundo del niño Dios, disfrutamos y compartimos en familia hermosas tradiciones que resaltan el amor, la paz y la solidaridad...  en teoría.
Pasemos a la práctica. Todos los años la navidad comienza más temprano. La primera señal de alerta se produce cuando encendemos la radio y nos enfrentamos a la primera gaita, septembrina. Porque en Venezuela los preparativos navideños comienzan en septiembre tan religiosamente como el anuncio: “En Imgeve, ya es navidad”.
 Y uno pensando: “Ah no, este año voy a comprar los regalos desde ahora”.
Pero el tiempo pasa y nos encontramos a finales de octubre en la Urbanización Las Mercedes de Caracas, en medio de una tranca un domingo en la noche, y caemos en cuenta de que es verdad, la navidad llegó, porque a diferencia de la época de nuestros abuelos cuando la navidad llegaba como Pacheco, con el frío decembrino, en el soberano 2000 los pinos canadienses inundan nuestras principales avenidas desde el lluvioso mes de octubre.
No sucumbimos a la tentación de los aromáticos pinos. Lamentablemente, los padres de los condiscípulos de nuestros hijos sí. Nuestros niños reclaman llorosos: “Somos los únicos de la escuela que no hemos adornado nuestra casa de navidad”.
 ¡Por Tutatis, estamos en octubre, en diciembre el árbolito estará  tan seco como los médanos de Coro!
En noviembre empiezan los acuerdos mutuos entre adultos de “cero regalos”. Los tiempos y las finanzas no están para estar repartiendo regalos entre primas, amigos, colegas, la vecina. Pero siempre hay un desgraciado que rompe el pacto y nos hace quedar mal.
A principios de diciembre empiezan las sonrisitas de “no olvide nuestro tradicional aguinaldo”, sonrisitas del conserje que gruñe, de la señora que vende los quesos  salados, del señor del periódico que siempre llega tarde; miles de sonrisitas y uno sin saber como tasar esas sonrisitas. ¿Cuánto es mucho? ¿Cuánto es poco? ¿Cuánto es  justo en esta globalizada peladera? ¿Y a mí quién me da mi aguinaldo?
Las mujeres de la familia se dedican con ahinco dos días a hacer hallacas para que los hombres al probarlas opinen: “¡qué falta hace la abuela! El guiso no sabe igual”.
Los niños hacen sus cartas al Niño Jesús: “Querido niño jesus: como este año nos portamos vien qeremos una reizers, un perrito y a mi hermanito un gip como el del niñito del pentjause”  Y uno tratando de negociar por el Niño Jesús: “Mi amor, el Niño Jesús no puede traer lo que le pidieron, pídanle algo más pequeño y que no ladre. Lo que pasa es que al del penthouse le trae San Nicolás que tiene el trineo más grande y viene de Miami”.
Nos transamos por unos libros de adivinanzas, unos jackies chinos, un carro zapatico y los monopatines. Entonces comienza la verdadera odisea. Recordamos nuestra promesa de tener todo listo en septiembre, el 23 de diciembre, en una ciudad donde a pesar de sus mega centros comerciales, parece tener en diciembre un millón de habitantes por tienda. 
Pero el niño Jesús sí existe, y solemos encontrar milagrosamente los juguetes “los últimos que nos quedaban” el 23 a las 11 de la noche. Agotados pero felices disfrutamos en paz y amor las fiestas de nochebuena, pensando que los niñitos están tan cansados que van a dormir hasta tarde la mañana de navidad.
Con los primeros rayos del día, cuando el ambiente amanece de un gris extraño, residuo de los fuegos artificiales de la noche anterior, enanitos saltarines invaden nuestras camas: “Papi, mami, miren que fino  el regalo del padrino, necesitamos que nos lo armen”.
Trasnochados y enratonados tenemos que descifrar  instrucciones más apropiadas para un ingeniero de la Nasa del regalo de un bienintencionado compadre.
Solo  en enero  podemos descansar de las Navidades, hasta septiembre del año que viene.

Uno de mis primeros artículos publicado en el año 2000.

1 comentario:

la-tiza dijo...

Ciertamente, esta dulzura empalagosa se repite sin muchas variantes y las necesitadas vacaciones se convierten en el corre corre de siempre.Feliz navidad!