jueves, 17 de marzo de 2016

El porqué no hay "Teresa" para Yordano

"Estoy agradecido de estar aquí, eso significa que estoy vivo", arrancó Yordano la rueda de prensa para hablar de su lucha contra el cáncer, "o por la vida", como él prefiere decir, pero sobre todo para hablar de sus nuevos proyectos. 
Tras este breve saludo a los periodistas que acudieron a la cita el pasado miércoles a la Sala de Conciertos en el BOD, Yordano pasó a la ronda de preguntas y así poner en orden tantos temas: el más de un año que vivió en Nueva York para someterse a un transplante de médula con el doctor Sergio Giralt; un pronóstico inicial que llegó a ser tan oscuro como el destino de Jon Snow en el capítulo final de la última temporada de Game of Thrones; su actual estado de salud (100% recuperado); infinito agradecimiento ante tantas muestras de solidaridad que lo tienen abrumado de cariño; un llamado de alerta frente a la emergencia nacional ante la escasez de medicamentos en Venezuela; pero sobre todo, para anunciar que hay Yordano para rato, que vienen dos discos en camino: uno con nuevos temas y otro de artistas latinoamericanos versionando sus grandes éxitos. 
Para celebrar qué mejor que cantar en el Aula Magna, su Alma Mater, ya que: "Parece que no soy apto para el Teresa Carreño".  
Cuando hace unos días alguien comentó en la redes sociales que no le habían dado fecha en el Teatro Teresa Carreño a Yordano, corregí de lo más sabionda que me constaba que estaban en conversaciones. ¡Hay que ver la paranoia política hasta dónde llega! Cómo no le iban a dar el Teresa Carreño a un músico tan querido, qué venezolano no es capaz de tararear algún tema de Yordano, no hay día que no prenda la radio y no oiga una de sus canciones, un artista que trasciende clases sociales, que se oye en barrio y urbanización por igual porque amalgama ritmos latinos con pop y rocanrol. Y si bien es cierto que ha sido de los músicos venezolanos más críticos a estos tiempos revolucionarios, qué tipo de fanatismo político podía ser tan torpe y tan bajo para negarle sala a tan admirado artista nacional para que diera un concierto para agradecer estar vivo, de regreso en escena, y en el teatro que lo consagró.
La semana pasada conversando con Yordano y Yuri -su esposa/manager- les comentaba el chisme que corría por las redes, que le habían negado el Teresa Carreño: "La gente si habla pistoladas". 
Me confirmaron la noticia, nada de pistoladas, hasta el mismo Yordano lo había publicado en twitter: no hay disponibilidad de sala en el Teatro Teresa Carreño para él a pesar de tras serle negada la fecha pedida en mayo porque se presentaba Vasallos de Venezuela (agrupación por la cual Yordano siente respeto y admiración), el artista y su equipo buscaron ser flexibles con las fechas: 
”Comprendemos que no hay cupo en mayo, pero por favor dígannos ¿cuándo habrá sala para Yordano en el año 2016?" preguntaron vía correo electrónico Yuri y José Luis Ventura, productor de la gira que Yordano está por emprender que comenzará en Panamá y Costa Rica el mes entrante. 
La respuesta de la directiva del Teresa fue silencio, es decir, no se molestaron en contestar proponiendo fechas. Extraoficialmente, un funcionario de la actual burocracia del complejo cultural le dijo a Yuri: "Es hora de que comprendan que ya el Teresa Carreño no es para las élites, y Yordano es élite". 
Ilusa yo, todavía hasta que escribo esta crónica guardaba la esperanza de estar en lo cierto, que la directiva del Teresa Carreño entraría en razón, que solo lo estaban haciendo sufrir con un poco de desdén para que Yordano pagara el no ser complaciente con el régimen, que más daño que bien políticamente podía significar para los actuales cabezas del Teatro Teresa Carreño negarle sala a un artista nacional de semejante trayectoria que además acababa de superar una enfermedad con la cual tantos venezolanos, incluidos muchos oficialistas, fueron humanos y solidarios.
Pero por lo pronto Yuri y Yordano perdieron las esperanzas de que, con la actual directiva, haya sala Ríos Reyna para Yordano, mientras tanto el complejo cultural, antigua referencia en Latinoamérica de excelencia artística, hoy sin ninguna vergüenza presta sus espacios como mercado municipal para la venta de huevos y hortalizas. 

lunes, 14 de marzo de 2016

A punto de Armagedón




El pasado sábado 12 de marzo a las nueve de la mañana pasando por el lado del elevado de Las Mercedes, recordé al grupo de mujeres clase media precursoras del movimiento de calle de la oposición que originaron el término "escuálidas" al cruzarme con un grupito de mujeres vestidas con el típico uniforme de marchas: gorra tricolor, franela blanca, blue jeans y zapatos de goma; armadas con sus banderas de siete estrellas, rumbo a la Plaza Brión de Chacaíto para exigirle al heredero de Chávez, Nicolás Maduro, que renuncie ante el deplorable estado en el que está Venezuela bajo su mandato. 
Minutos antes en la radio logró conmoverme una invitada al programa de Carolina Jaimes Branger   que narraba el suplicio de las pacientes de cáncer de mama para encontrar medicinas indispensables para su tratamiento. En la Venezuela de Maduro la lucha por la salud tiene que ser por partida doble: contra la enfermedad y contra la escasez de medicamentos; y no solo contra el cáncer, también contra múltiples males como la hipertensión, diabetes, anticonvulsivos, antibióticos, y hasta para hidratar bebés que padecen diarrea. Los enfermos crónicos venezolanos que no tienen dólares para importar su tratamiento al costo que sea, hoy viven una situación desesperada tras la indiferencia oficial que no termina de reconocer la emergencia de salud que estaría obligada a enfrentar como gobierno. 
La medida más efectiva ante cualquier crisis en tiempos revolucionarios es la propaganda oficial, a Carolina la interrumpe un micro -que se repite varias veces al día-  del ministerio de información del poder popular buscando explicarle a los venezolanos que los terribles momentos que vivimos se deben a la caída de los precios petroleros por la codicia del Imperio. Lo que no explican es qué pasó con el dinero de la bonanza petrolera que le tocó a los revolucionarios administrar, cómo justificar que un país al que entró tanto dinero durante tanto tiempo hoy esté en semejante estado de desabastecimiento que ni un país en guerra. 
Dicen que fue bastante escuálida la concurrencia al "Maduro renuncia", semejante convocatoria pecaba de ingenua: Maduro ni loco va a renunciar ya que quienes están aferrados al poder tienen demasiado por lo que responder cuando ya no lo estén. Los enchufados prefieren ver a Venezuela convertida en un país en ruinas que ni el escenario más apocalíptico de Mad Max, antes que enfrentar la verdadera justicia, no la justicia del actual Tribunal Supremo que solo busca otorgar el poder absoluto y sin cuestionamientos a un gobierno tan criminal como fracasado. 
A toda marcha de la oposición le sale su contramarcha del oficialismo, surgiendo una especie de competencia de quién lo tiene más grande, en este caso, quién convoca más gente, o menos gente, podría decirse del pasado sábado. A la altura de Plaza Venezuela me crucé con la respuesta chavista al "Maduro renuncia" en forma de: "Obama deroga el decreto", también en su mayoría mujeres portando recién estrenadas franelas rojas con el lema de turno listas para concentrarse en torno a la Plaza O´Leary para exigirle al presidente de los Estados Unidos que derogue el decreto contra Venezuela. Curioso que en ninguno de los diversos medios pro-oficialistas que exigen su derogación, terminaban de explicar en qué se basa el dichoso Decreto de Obama contra Venezuela, quizás porque a quienes afecta principalmente es a aquellos venezolanos que gozan de millonarias propiedades en los Estados Unidos, además de grandes fortunas en dólares de dudoso origen.
O quizás para casi nadie es un secreto, porque en esta ocasión el discurso antimperialista no funcionó para lograr una masiva convocatoria roja,  pocos iban a perder su puesto en la cola para comprar comida para defender las cuentas millonarias de unos tantos en los bancos de Florida. Que marchen los enchufados. 
Está bien ser chavista, y creer todavía en la revolución, lo que no está bien es ser pendejo hasta el punto de marchar por defender las cuentas en dólares de quienes han desangrado a la nación. 
Un tercer contingente de caminantes que me crucé esa azul mañana de un sábado de marzo fueron los Testigos de Jehová, las mujeres con mangas y faldas largas, los hombres de camisa cerradas de botones con corbata, repartiendo panfletos anunciando el fin de los tiempos. Con sus Biblias en las manos los Testigos abarcaban más ciudad que chavistas y escuálidos juntos.
Ese sábado cerró una semana horribilis en Venezuela tras la masacre de 28 mineros en Tumeremo que parece ser apenas la punta de un iceberg de irregularidades en la zona, el asesinato de Larry Salinas: un respetado y querido director de orquesta de niños minúsvalidos, y tras certificar por las redes sociales cómo los linchamientos populares se están volviendo la más infalible forma de justicia en Venezuela... Además de la frustración de quienes aquí seguimos ante la cada vez peor escasez de alimentos y medicinas.
Cómo no volverse apocalíptico y preguntarse si después de todo los Testigos de Jehová tienen razón, por lo menos en Venezuela estamos llegando al punto de Armagedón, al fin de los tiempos. 
Dios quiera que solo sea el fin de los tiempos revolucionarios.



jueves, 3 de marzo de 2016

Comprar cartulinas en la Venezuela de Maduro


Una mañana cualquiera en la Venezuela de Maduro, mi hijo me mandó un mensaje de texto pidiendo que le comprara cartulinas, anime, plastilina y unos alambres que tenía que hacer una maqueta para un proyecto de biología del colegio. Pedí más especificaciones. No tardó la respuesta: "Lo que encuentres". Los adolescentes en la Venezuela de Maduro saben de sobra que de nada sirve ser muy específicos. 
No había problema, tenía una reunión a las 10.30 de la mañana, después pasaría por las Novedades de La Florida para comprar los materiales necesarios para un 20 en biología. En otros tiempos habría acudido a las Librerías Lea en Mata de Coco, o Punto & Coma en La Florida, las surtidoras de materiales de estudio de mi infancia y buena parte de la infancia de mis hijos, pero en tiempos de Chávez ambas librerías cerraron, y desde entonces donde quedaba Lea hoy es un local vacío con un cartel que anuncia: "Se vende o alquila", y la librería del señor Fiori hoy es una zapatería que ni estantes tiene de esas que para vender zapatos así de baratos, la mano de obra debe ser próxima a la esclavitud. 
La cadena de librerías Novedades también es histórica, no recuerdo Caracas sin ese referente, al pasar de los años con sus altos y bajos, Las Novedades se había mantenido igual. Cuando no conseguía algún material en la Librería Punto & Coma, cruzaba la calle para buscarlo en Las Novedades y seguro lo conseguía. Y hasta hace poco así fue, pero ayer cuando confiada fui a buscarle las cartulinas a mi chamo, al dirigirme a la sección de papelería la empleada me detuvo, esa parte de la librería estaba clausurada por falta de mercancía. Si quería cartulina solo quedaba la corrugada: "Eso es lo que hay". 
No me molesté en preguntar por anime ni por alambre. Lo que si salí preguntando es cuánto tiempo más podía sobrevivir la cadena de Librerías Novedades en la Venezuela de Maduro. 
En la tarde fui a Arte Chacaíto, ahí seguro encontraría lo necesario para la tarea de Biología de mi chamo. En efecto cartulinas las que quisiera, anime también conseguí, los alambres no pero esos se improvisan. El estacionamiento del Centro Comercial Chacaíto estaba inusualmente vacío, ese mismo día subieron el precio de la hora de estacionamiento a 40 bolívares, como tres veces más de lo que hasta el día anterior había estado regulado. La causa más que justificada: a precio viejo los estacionamientos no podían pagarle un sueldo digno a los empleados. A precio nuevo tampoco, pero por lo menos daría para aumentarles alguito (la medida del alza del costo de los estacionamientos hoy fue derogada hasta próximo aviso). 
Aprovechando que mi hora a 40 bs. todavía no se cumplía y que el mercado Central Madeirense estaba tan inusualmente vacío como el estacionamiento, entré para ver qué conseguía, aunque no siendo el día de compras de mi número de cédula sabía que de encontrar cualquier producto en escasez, como por ejemplo cepillos de dientes que no se consiguen por ningún lado, me quedaría con las ganas.
Como era de esperarse en la Venezuela de Maduro, si el Central Madeirense estaba vacío de clientes era porque también estaba fallo en mercancía. 
Entrando conmigo un señor grita al ver tantos estantes disfrazados para no parecer vacíos:
Mardito país! ¡Hasta cuándo vamos a seguir así!".
Una señora al final del pasillo le responde, también gritando:
"¡Hasta que sigan votando por los rojitos!".
No me meto en discusión de mercados, pero me pareció injusto la apreciación histórica de la doña, la mayoría aplastante de los venezolanos que fuimos a votar las últimas elecciones para escoger representantes en la Asamblea Nacional lo hicimos a favor de lograr el contrapoder a un Gobierno que evade responsabilidades ante semejante crisis económica, hundiendo a Venezuela cada vez más en la miseria. Lo que se reflejó en el voto popular el 6 de diciembre era lo que se sentía esa tarde en el Central Madeirense en Chacaíto, un "¡Hasta cuándo!".  ¡Hasta cuándo! que el Tribunal Supremo de Justicia pretende prolongar negando las facultades legislativas de la nueva Asamblea Nacional. 
Después de todo esa tarde si me hice con un par de productos en escasez: en un carrito encontré arrumado un cargamento de galletas de soda, agarré tres paquetes, ya ni merienda para los muchachos se consigue en la Venezuela de Maduro. También había café, pero no del regulado, "café gourmet" importado a mil doscientos bolívares el kilo, y uno se da cuenta del abismo actual del poder adquisitivo entre quienes podíamos darnos el lujo de pagar café a ese precio y quienes no, porque  a 1.20 al cálculo de mercado negro pensado en dólares parece una miseria, pero dicho en bolívares representa casi el diez por ciento del sueldo mínimo en Venezuela. 
Poco menos de lo que pagué por dos cartulinas y una lámina de anime. 
Esa tarde la cola para pagar en el Central Madeirense no era larga pero si lenta, porque en la Venezuela de Maduro para llevarse lo que sea en la mayoría de los mercados hay que plasmar par de huellas dactilares. Hacer cola da oportunidad para medir el descontento, el muchacho de atrás despotricaba porque él no tenía para comprar café gourmet, la señora atrás de él insistía en eso de hasta cuándo los venezolanos íbamos a aguantar. La muchacha frente a mi hacía su cola sin chistar, muy bonita, se llevaba pan de dieta que justificaba su línea. Al igual que yo, la chica optó por no opinar, cuándo se volteó a buscar algo me di cuenta el porqué: la linda muchacha de silueta estilizada portaba orgullosa una franela amarilla con la imagen de Ezequiel Zamora y el lema: "Oligarcas temblad". 
Hay que ser valiente para vestir semejante propaganda revolucionaria en estos tiempos de inflación y escasez. Yo que soy de lo más tranquilita, me dieron ganas de morderla. 
Después de todo mis tres paquetes de galletas de soda no pasaron en la caja para sorpresa de la cajera, solo me podía llevar dos. El café a mil doscientos bolívares no tenía ningún tipo de restricción.
Cuando llegué a casa con el botín del día: dos paquetes de galletas de soda, un kilo de café gourmet, dos cartulinas y una lámina de anime, me estaba esperando el estudiante de biología en la puerta, tras revisar la bolsa me recibió con una frase que me hizo sentir la peor madre del mundo:
"Mamá, ¿y la plastilina?".