lunes, 28 de febrero de 2011

Joaquín


A Joaquín lo conocía de toda la vida, era compañero de colegio de mi primo, 5 años mayor que yo. Entre los 10 y los 15 años es una diferencia abismal, otra categoría.
 Mi primo y su pandilla eran como dioses menores, me ponía roja y balbuceaba si a las divinidades se les ocurría dirigirme la palabra. Habría podido jurar que Joaquín jamás se fijó en la primita de su amigo que junto con un enjambre de muchachitas, los espiaban mientras fumaban escondidos oyendo Ofrenda de Vitas Brenner.
Joaquín era tan inalcanzable como David Cassidy, el actor de La Familia Patridge, a quien se le parecía. 
"Deja que crezca", me prometí, "Joaquín se va a fijar en mi". 
Pero crecí y Joaquín no se fijó en mí, como Caracas es un pueblo seguimos coincidiendo de manera casual, imagino que reconocía a la muchachita que se ponía roja cuando lo veía porque me saludaba cariñoso, pero jamás tuvimos siquiera una conversación, no sé si sabía cómo me llamaba. 
Esa amable distancia en la que nos cruzamos en la vida no fue por lo que me sorprendió cuando una mañana en Facebook me fue sugerido como amigo, ya que con algo más de la mitad de mis contactos nunca he tenido una conversación que pase de un saludo y de un "qué jodida está la vaina"; y aunque no me gusta aceptar a desconocidos, tengo contactos en Facebook a quienes no conozco sino de referencia, nunca les he visto la cara. 
Entonces, ¿por qué dudar en invitar en Facebook a este amor platónico, con quien tengo 70 amigos en común? Por la sencilla razón que el guapo Joaquín murió en un accidente de tránsito hace casi dos años. 
Joaquín no tenía control de seguridad en Facebook, entro en su perfil y veo fotos de toda una vida que me perdí: paseos, vacaciones, amigos, hijos; los momentos felices con los que se va llenando la red social. Sus panas no lo olvidan, le escriben mensajes, le dedican canciones, lo recuerdan en su cumpleaños, lo siguen taggeando, le repiten una y otra vez cuánta falta les hace. 
Este flechazo de infancia no es el único caso, tengo entre mis contactos unos cuantos difuntos para quienes la vida sigue en Facebook. Los portales de quienes han muerto se convierten en especie de altares como cruces en las carreteras, ya no se lleva flores a las tumbas, ahora se escribe en el Wall.
Recientemente salió un artículo en El País sobre el tema, no es fácil borrar a un difunto en Facebook gracias a que algunos bromistas reportaban a usuarios como fallecidos, se eliminaba la cuenta, y después no había quien los reviviera. Ahora para eliminar el perfil de un muerto se debe presentar un certificado de defunción o un obituario en la prensa. 
Para serles franca no sé qué pensar de estos perfiles que sobreviven a quienes ya no están en este valle de lágrimas, la cínica que hay en mí no puede evitar ver la carga de morbo, pero también es fácil comprender que el dolor de la muerte de un ser querido es incuestionable y una pizca de consuelo a veces se encuentra en los lugares más inesperados.
Dicen que Facebook da una alternativa, nunca la he visto: In Memorian, donde se montan fotos y se escriben mensajes a los difuntos y a sus familiares. Esta solución es más lógica que el perfil de Facebook  sobreviva, demasiado triste que la red social sugiera la posibilidad de por fin ser amiga de Joaquín, más allá de su muerte.

*Así como la foto no es de Joaquín sino de David Cassidy, Joaquín tampoco es Joaquín, cambié el nombre por respeto a su familia. 

domingo, 20 de febrero de 2011

Génesis de una escritora


De Maya Angelou supe por primera vez cuando Bill Clinton la invitó a leer un poema en su inauguración como presidente de los Estados Unidos en el año 1993. Desde entonces la imponente (mide 1.80) reina de la literatura norteamericana se ha mantenido fiel a los Clinton, tanto que en la carrera por la candidatura al partido demócrata en el año 2008, a pesar de portar la antorcha de los derechos de los ciudadanos afroamericanos -amiga de Malcom X y de Martín Luther King- Angelou apoyó a Hillary en lugar de a Barack Obama, no por solidaridad femenina sino porque siendo paisanos de Arkansas, le constaba como el matrimonio Clinton había luchado por la igualdad.
Así que yo sabía quien era esta señorona poeta cortejada por el poder demócrata, pero haberla leído, nunca, hasta que cayó en mis manos: "Sé como canta un pájaro enjaulado" (1969) primera parte de una serie autobiográfica que consta de 6 libros que describen los primeros años de vida de quien hoy es considerada como una de las grandes poetas norteamericanas.
Cuando mi hija mayor me vio leyendo "I know why the caged bird sing" me contó que se lo habían mandado a leer en inglés en 4to año de bachillerato, un gran libro para ser leído por un adolescente porque la prosa de Maya Angelou es de una oralidad rica, como si una abuela nos estuviera echando un cuento lejano. Pero este cuento no es tan lejano: el de la segregación racial.
Marguerite Johnson, para acortar Maya, nació en Saint Louis, Missouri, el 4 de abril del año 1928, a los 4 años al divorciarse sus padres fue enviada junto con su hermano Bayle de 5, a vivir con la abuela paterna en Stamp, una aldea de negros en Arkansas que "no era más grande que un supermercado en California". Momma, su abuela, era una mujer próspera gracias a ser propietaria de la bodega del pueblo y a buenos negocios que logró hacer en los años de la gran Depresión.
Cada capítulo del libro es un episodio aparte, en uno de ellos Marguerite recuerda como el primer hombre blanco que aprendió a respetar fue a William Shakespeare, pero que no se enterara su abuela que era blanco, para Momma ningún hombre blanco podía seguir el camino del bien que indicaba el señor.
Es fácil imaginar la división racial, la niña obligada a sentarse siempre en el asiento de atrás del autobús, acostumbrada a oír cuentos de "brothers" que aparecieron muertos con su miembros dentro de la boca solo por atreverse a mirar a una mujer blanca. Lo bonito de la prosa de Angelou es que es sin sentimentalismos, con cierto distanciamiento como si quien estuviera contando sus vivencias no fuera la amiga de Malcolm X, sino la niña Margarita quien se culpa a si misma de la muerte del padrastro que la violó a los 8 años, no debió haberlo acusado. El padrastro solo estuvo preso un día por la violación, poco después apareció muerto de una golpiza presuntamente dada por los tíos maternos de la niña.
No puede haber un horror más grande para una niña que una violación, pero se le acerca cuando Momma se traga el orgullo y lleva a su nieta con dolor de muelas a la parte blanca del pueblo para que la vea un dentista que le debía un favor. El dentista se niega atenderla: "todos tenemos nuestra ética, la mía es que prefiero meter la mano dentro de la boca de un perro bravo antes que meterla en la boca de un negro".
Momma le pide a Marguerite que la espere afuera, la niña se forma una idea de lo que debe estar pasando entre su abuela y el dentista, que en realidad poco tiene que ver con lo que abuela habría de contar que realmente sucedió. Margarite prefiere su versión, quizás entonces se define su futuro de escritora, cuando Maya comienza a modificar la realidad para hacerla más bonita.

lunes, 14 de febrero de 2011

Los 18 "negros" de don Mario


Paola preguntó en Facebook muy consternada: ¿alguien le había hecho seguimiento a los rumores de que la Academia Sueca estaba considerando quitarle el Nobel de Literatura a Vargas Llosa porque de hace unos años para acá usaba "negros" para escribir? 
Al leerlo pensé que tenía que ser una noticia de última hora, semejante escándalo jamás pasaría por debajo de la mesa, habría sido titular en la prensa mundial, y estando su reputación intelectual en entredicho, ya más de uno por estas latitudes habría hecho papilla al escritor peruano escéptico de epopeyas bolivarianas en el siglo XXI. Cómo estarían gozando en Aporrea.
Así que abrí el link que compartía Paola y quedé estupefacta, era un portal que parecía serio: "Cartelera Cultural", la nota estaba bien redactada al mejor estilo Corazón, Corazón; afirmaba que como al escritor peruano hace tiempo lo abandonaron las musas, abrió una taguara clandestina contratando a 18 escritores de habla hispana para que lo ayudaran a redactar sus novelas, ellos las escribían, y don Mario después corregía una coma aquí, un punto allá, una que otra sugerencia, y listo, firmaba Mario Vargas Llosa, y todos ganaban. 
Entre los supuestos negros de Vargas Llosa estaba el hermano de Genoveva Casanova, la hermosa mexicana conocida por los lectores de la revista ¡Hola! como la madre de los hijos de Cayetano Martínez Irujo, nuera dilecta de la Duquesa del Alba, y no hace mucho novia del cantante Luis Miguel. Según la nota, Genoveva actualmente sale con uno de los hijos de Vargas Llosa, Gonzalo, quien fue el que hizo el contacto. Debe ser que tengo tiempo que no voy a la peluquería, pero ese chisme de Genoveva se me había pasado por alto.
Leí en "Cartelera Cultural" que la bomba explotó al ser interceptado un email del Nobel de Literatura 2010 con uno de sus escritores fantasmas, la Academia Sueca estaba investigando con la mayor discreción, y en caso de comprobarse que usaba otras plumas para escribir, se le despojaría a Varguitas de su Nobel exigiéndole la retribución del premio en dólares.
Costaba creerlo, pero ante el morbo de la noticia un batallón de ideas se me cruzaron por la cabeza: ¿dónde habría que aplicar para ser "negro" de Vargas Llosa? ¿Cuánto pagarán? ¿Estos negros redactarían también sus artículos o sólo las novelas? ¿Contratará mujeres escritoras, o como cantaba James Brown: This is a man's world? ¿Cuántos escritores venezolanos estarán en nómina? ¿Quiénes de mis colegas? ¡Qué caletas, no habían dicho nada!
Recordé a James Patterson, uno de los autores más prolíficos y mejor remunerados en los Estados Unidos, ha vendido más de 220 millones de ejemplares de novelas de suspenso, su truco es que se asocia con jóvenes escritores, lanza la idea, monta la estructura, y los escritores lo que tienen es que escribir la novela, pero ambos la firman. Claro, son novelas de más trama que lenguaje, cualquiera puede rellenar la maqueta, ¿pero escribir como Vargas Llosa? Hay que ser un bárbaro para pasar como Vargas Llosa.
Confieso que hasta me lo creí, o por lo menos dudé, seguro el pobre don Mario estaba siendo víctima de una campaña para enlodar su reputación, así que busqué más información escribiendo en Google la frase: "Vargas Llosa Negro", lo primero que salió fue un diario llamado "El día de Valladolid", lo salté, esta noticia había que buscarla en El País, en El Clarín, en El New York Times; pero lo que encontré fue una información fechada el 11 de enero en el portal "Radio reloj Cuba- el canal de información continua más antiguo del mundo", repetía lo mismo que leí en "Cartelera Cultural",  haciendo a su vez link a "La Tribuna Digital de Toledo", que contenía la misma perorata, pero fechada el 28 de diciembre. 
Sigo con mis pesquisas y encuentro el texto de los 18 negros de Vargas Llosa en el blog "Biendateado (sin rumor alguno)" del Zulia, fechado en enero de 2011, repite textualmente el cuento, al igual que el Diario de Burgos, éste con fecha 28 de diciembre. 
¿ 2 "28" de diciembre? Comencé a sospechar, regresé a la fuente original, "El día de Valladolid", ahí estaba la noticia tantas veces repetida, no me sorprendió que al final de la misma se leía: "Hasta la fecha de hoy (28 de diciembre, día de los Inocentes, cabe recordar...) no se había producido un caso así. Ni parece que se producirá..." .
Todo fue una inocentada, pequeño gran detalle que bien o por omisión (no se molestaron en leer hasta el final), o por mera tirria con don Mario, estos portales se saltaron aunque el texto fue copiado casi en su totalidad, y todavía la bola de los 18 negros sigue rodando por Internet. 
De todas maneras la idea está ahí, ¿quién se atreve a escribir una novela de Mario Vargas Llosa? 

viernes, 11 de febrero de 2011

Turismo Revolucionario



Janet Kelly se despidió de sus lectores afirmando que barricadas políticas montadas tan impunemente como la de PDVSA-La Campiña son “el símbolo de la absoluta desintegración y división de la sociedad venezolana de hoy”. 
Un mes después de la publicación de esta brillante crónica,  la admirada analista norteamericana que hizo de Venezuela su hogar, ya no está, pero las barricadas siguen intactas.
No todos  los  caraqueños se hacen presa de tanta paranoia ideológica, a cuenta de qué yo no puedo cruzar una plaza, se pregunta Claudia mientras recoge su rubia melena en una trenza. Esta joven  arquitecto es anfitriona de un grupo de  intelectuales  europeos que llegaron a Caracas a conocer  nuestra  experiencia urbana y  a  vivir de cerca una Revolución, que en los cafés de Manchester, Berlín y París, se lee de lo más  romántica.  
Claudia, que sufre el día a día de tanta revolución bonita, piensa que apoyar a una revolución en tierras   lejanas es una cómoda y práctica manera de ser revolucionario sin sufrir sus embates, pero respeta el entusiasmo extranjero como se respeta la ilusión de los niños que  esperan todas las nochebuenas la llegada del  Niño Jesús, y hasta se ofrece para hacer turismo revolucionario:  "¿Así que quieren conocer la ciudad y el Proceso de cerca? Pues vamos a la Plaza Bolívar".
Como tantos caraqueños no identificados con la gesta chavista, Claudia suele evitar la famosa Esquina Caliente  aunque no la supone tan nefasta como la pintan,  por eso a pesar de no contar con un carné que la acredite como clase media en positivo o guía turística de la Solidaridad Bolivariana, no duda en montar a los musiues en el Metro y llevarlos al corazón revolucionario para que vean las palomas, la catedral, los viejitos leyendo periódico, y a los asalariados de la Plaza espantar todo aquello que tenga tufo escuálido.
Ni palomas ni viejitos ni campanadas recibieron a Claudia y a sus huéspedes extranjeros,  sólo los guardianes de la Plaza vestidos de inconfundible rojo que en tono hostil los corrieron  de la zona porque catires como ellos pertenecen  a la Plaza Altamira: “¿Es que acaso no te has visto en un espejo, mamita?”.
Claudia trata de defender su derecho a pasear por la Plaza Bolívar sin tener que soltar un “Viva Chávez”,  mientras los musiues chavistas contemplan extasiados el espectáculo pero no se atreven a sacar la cámara digital, no  la vayan a perder en esta tropical lucha de clases. 
Cuando el recibimiento revolucionario sobrepasó los límites de seguridad que cualquier anfitriona aceptaría para sus invitados, Claudia,  en un castellano de esos que entiende todo el mundo, sugirió a los musiues: “¡A correr!”.
Resguardados en la Catedral hasta que pasara el amedrentamiento revolucionario, Claudia le explica a los románticos turistas que fueron expulsados de la Plaza por ser extranjeros caucásicos, ustedes saben, imperialistas, entes globalizadores, neoliberales salvajes. 
"¡ Superbe!"   La justicia social se hizo sentir,  menos mal que empujones, palos y piedras no fueron necesarios,  " ¡vive le resistencia indigená!".
 Y así lo contarán cuando dentro de pocos días regresen a la Comunidad Europea, donde pueden circular libremente, hay trabajo, los hospitales  y el seguro social  funcionan,  no falta el agua ni la electricidad,  y los presidentes no prometen vestidos de uniforme de campaña, en cadena nacional,  mantenerse en el poder hasta más allá del 2021.     
Claudia se queda en Caracas evitando las barricadas, sin agua, con los museos, los hospitales y las escuelas cayéndose a pedazos, encomendándose todos los días a la Virgen del Carmen para que no la atraquen, y ya ni siquiera con el consuelo de ver reflejadas sus miserias urbanas en una pluma tan lúcida como la de Janet Kelly.

Este artículo fue publicado en El Nacional en el año 2003 a raíz de la muerte de Janet Kelly, desde entonces la esquina caliente desapareció cuando la Asamblea se volvió monocolor, pero hace amagos de regresar ahora que la pluralidad volvió a la Asamblea. Claudia, como tantos jóvenes profesionales venezolanos, hace tiempo que emigró a la España donde nacieron sus padres, sus invitados, no sabemos si habrán vuelto a hacer turismo revolucionario.

domingo, 6 de febrero de 2011

Tamarindo


La primera vez que visité Margarita fue a principios de los años 70, acababa de ser decretada Puerto Libre, era una isla verde, casi virgen, su vialidad constaba de sinuosas carreteras cruzando pueblitos donde los vecinos se sentaban todas las tardes en sus portales a conversar (costumbre que sobrevive).
Era una chamita cuando hice con mi familia el típico recorrido aún vigente en la isla: visitamos la Iglesia de la Virgen de El Valle, oímos a los niños de la bahía de Juan Griego recitar la historia del Fortín de La Galera, nos reímos con el peculiar nombre de las  colinas  conocidas como "Las Tetas de María Guevara", comimos ostras en La Restinga, y empanadas de cazón por doquier. 
Como todavía estaban por zarpar los ferrys modernos que llegaban de Puerto La Cruz a Punta de Piedras en 5 horas, viajamos en avión de línea alojándonos en el Hotel Bella Vista en Porlamar, el mejor del Estado Nueva Esparta.  Margarita no soñaba competir con la vecina isla de Aruba, que entonces contaba con 3 hoteles-casino a los que el turismo venezolano de dólar a 4.30, parecía preferir.
En la década del 90, ya con buenas autopistas, Margarita fue descubierta por el turismo internacional gracias a sus espectaculares playas a precio de bolívar devaluado. Al Aeropuerto Santiago Mariño llegaban vuelos diarios de varias partes del mundo. En playas como El Yaque, Parguito y El Agua se oía hablar italiano, alemán, inglés y francés. Hubo quien se quejaba de que los tolderos ignoraban a los turistas nacionales porque querían las propinas en dólares, también se decía que los turistas extranjeros eran pichirrones, renuentes a salirse del presupuesto de su paquete vacacional.  
 La isla se llenó de posadas y hoteles, además de las tiendas que proliferaron en Porlamar y Juan Griego desde los años 70, se abrieron centros comerciales, y restaurantes que iban desde el sabroso tarantín a la orilla del mar ofreciendo pescado fresco con tostones, hasta cocinas vasca, italiana y francesa.
En ese auge turístico fue construido el Hotel Tamarindo en una ladera a un lado de la carretera de Playa Guacuco, con 130 habitaciones, varias suites, restaurantes, piscina, paisajismo y una vista excepcional.  Este hotel tres estrellas fue muy cotizado los primeros años que funcionó, pero eventualmente quebró y a partir del 2004 es propiedad de Fogade.
En el año 2011 Margarita casi no es visitada por el turismo internacional, recientemente un autobús con turistas argentinos fue atracado en Porlamar, ¿qué turismo sobrevive la inseguridad? Tampoco queda mucho del espíritu de la Zona Franca, las tiendas margariteñas dejaron de ser una ganga, se consiguen licor y exquisiteces libres de impuesto pero los bodegones están cortos de mercancía. Olvídense del queso de bola holandés.
Sin embargo para el turismo nacional no hay mejor destino que la isla de Margarita, con sus virtudes y defectos, sigue siendo un lugar tan privilegiado que algunos caraqueños lo llaman su plan B: si emigran de Caracas, solo se irían a Margarita. Muchos ya lo han hecho, aunque no sea el paraíso de antaño: los margariteños se lamentan que ahora hay tráfico y que los navegaos no solo importaron la inseguridad sino el estrés.
Del hotel Tamarindo queda la vegetación y una estructura llena de grafitties, lo fueron desvalijando, llevándose el aluminio y la madera, arrancando las ventanas. Al pasar frente a este elefante blanco, monumento a la desidia, cómo no preguntarse ante el actual drama de damnificados, invasiones y expropiaciones: ¿cuánto costaría recuperar Tamarindo hoy y cuánto habría costado en el 2004 cuando pasó a manos del Estado?


Artículo publicado en El Nacional el 5 de febrero de 2011

viernes, 4 de febrero de 2011

La secta de los cazagazapos


El Lunes 9 de julio apareció publicado mi primer artículo con dibujito en el cuerpo A en El Nacional. Emocionada releí “Mango-tics”, el artículo que me estaba consagrando como columnista con espacio fijo: "Sentada en un restaurante chino en París, contemplo con cierto estupor como mi vecino de mesa, luego de un ovíparo almuerzo...". 
¿Ovíparo almuerzo? Los amigos editores de El Nacional se debieron haber equivocado. Reviso el original en la computadora y ahí estaba el error del tamaño de una catedral: había escrito opíparo con “v”, convirtiendo a un distinguido glotón francés, en un triste degustador de huevos.
De inmediato hice lo que  cualquier escritor que se precie haría en mi lugar: un pacto divino para que ningún cazagazapos posara sus expertos ojos sobre mi imperfecto artículo: “Por favor Diosito, quizás no he sido la mejor de las cristianas, tantas dudas, pero si a Santo Tomás lo perdonaste y le diste prueba de tu misericordiosa existencia, por esta humilde  escribiente tan solo tienes que hacer algo que ni siquiera puede considerarse un milagro: que ningún erudito me lea”.
No había terminado tan sentida oración cuando oí la campanita que anuncia correo electrónico: “de los suculentos platos inte­grantes del menú degustado por su vecino de mesa, no todos debieron ser preparados sobre la base de puros huevos, como para que usted califique de “ovíparo” el fisgoneado al­muerzo”.
¡Había sido descubierta por la secta de los cazagazapos!
Nadie sabe donde viven, nadie sabe como son. Su origen es milenario. Trabajan en soledad, leen desde la primera hasta la última página de todos los periódicos buscando abominables errores de estilo, cultura y  ortografía. Se dice que se reúnen una vez al mes en la clandestinidad, cobijados por las sombras de la noche para compartir entre ellos las metidas de pata de los vulnerables autores.
Para ser cazagazapos hay que tener talento y vocación. Tan respetada y temida secta no tiene fines de lucro, funciona por amor al arte. En las reuniones mensuales cada uno de sus miembros lleva una rigurosa lista de los gazapos encontrados en los medios impresos, y a cada error se le da determinado número de puntos que todos los octubres se suman para elegir al Gran Cazagapos del año. 
El conteo no es  fácil,  lo hacen distinguidos miembros de la Academia de Cazagazapos quienes tras encontrar gazapos en escritores de la talla de Uslar Pietri, Nuño y Liscano, alcanzaron un sitial de honor en su gremio.
Dicen que gazapos de novatas como yo no valen mucho, a lo sumo 1 punto. Errores de los columnistas humorísticos valen 5 puntos. Los “serios”, valen un poco más. Los autores de Papel Literario están fuera de competencia por eso de la licencia poética. Cotizados gazapos de cincuenta puntos son buscados en las columnas de Alexis Márquez Rodríguez y Simón Alberto Consalvi. Pero la verdadera joya de la corona es el gazapo editorial, que puede llegar a valer 100 puntos.
Ante un gazapo no hay explicación que valga. Sólo excusas: “error de tipeo“, “el duende atacó de nuevo”, y rezar porque todo se olvide lo más rápido posible.
Suena la campanita cibernética: ”... observé con estupor que utilizó la palabra ovíparo... ".
Presiento que con el tiempo llegaré a ser conocida como la niña mimada de los cazagazapos.

Este fue mi segundo artículo como columnista en El Nacional, publicado en julio de 2001, desde entonces, gracias a los correctores de texto, no me se han escapado mayores cazagapos mas allá de escribir Vallenato con b de burra, error que me costó unas cuantas reprimendas de cazagazapos enardecidos. Hoy rescato a la secta de los Cazagazapos para Evitando intensidades porque Gisela Cappellin me contó que a su novela "Primavera en Berlín" los cazagapos le encontraron un error, y de inmediato se acordó de este artículo que yo casi había olvidado. 

jueves, 3 de febrero de 2011

El ranking de las intensidades


Con el cambio de diseño de la plantilla descubrí el botón de estadísticas, gracias a él puedo saber cuales han sido las entradas más leídas de Evitando Intensidades, curiosidad que tenía desde que abrí el blog hace más de tres años. Esta aplicación de estadísticas funciona desde mayo del 2010, no lleva un registro completo de su historia, pero tomando en cuenta lo más leído en estos últimos nueve meses, saco algunas conclusiones:
1)- Recordando a Doris Wells: no me sorprende que sea el post más leído, a pesar de que ya tiene más de dos años de escrito, todavía recibo feed-back añorando a la desaparecida actriz venezolana. Doris, a quien conocí superficialmente en la Escuela de Arte en los años 80, murió hace más de 20 años, este debe ser uno de los pocos artículos que se encuentran montados en la red sobre esta extraordinaria mujer que luchó por hacer una televisión de calidad en Venezuela. 
2)- Dos comedias inglesas vistas por casualidad: Si bien el artículo sobre Doris Wells no me sorprendió que fuera el más leído, la crónica sobre un par de películas inglesas me pareció un batacazo. Después de escrito, me pregunté: "¿y a quién le puede interesar?". Por este tipo de posts creé Cinentensidades,  me gusta escribir sobre algunas películas que veo, pensé que cualquier amante del cine que entrara por casualidad a Evitando Intensidades, ante el contenido ecléctico, muchas veces político del blog, no regresaría, y quien viniera buscando un momento de la locura cotidiana venezolana, al leer sobre una oscura comedia inglesa, exclamaría: "What a bore!", pero resulta que este post es el segundo más leído de los últimos meses. Asumo que debe ser el título, a lo mejor en los buscadores escriben: "dos comedias inglesas" y los remiten para acá. Pero las lecturas no se cuestionan sino se agradecen, me contenta saber que esa hora escribiendo sobre dos películas que pocos vieron, después de todo, no fue tiempo perdido. 
3)- Babel según Ana: Esta es una crónica publicada en la revista Contrabando en el año 2007, trata sobre los divertidos comentarios de la suegra de mi hermano en torno a Babel, película sin duda controversial, hay quienes la aman, hay quienes la odian, imagino que entre la avalancha de información sobre el film de González Iñárritu que debe haber en la Web, calaron las opiniones de la señora española. Quizás Ana debería ser quien abriera un blog.
4)- De cómo casi me tomo una foto con Lupita Ferrer: Otro ejemplo de "queremos tanto a la farándula", Lupita Ferrer, junto con Marina Baura y Doris Wells, era una de las "Damas jóvenes" de la televisión venezolana en los años 70. Doris murió, Marina Baura está retirada, pero Lupita sigue dando la batalla como "primera actriz" de las teleculebras de Miami. Esta crónica rescata sus tiempos de dama joven, y cuando algún fan googlea a la Zulianita, será remitido a la anécdota de cómo a Lupita Ferrer no le pasaba la tarjeta en Macy's.
5)-Playa Guacuco: Lástima que me dio flojera continuar con la serie sobre las playas margariteñas, a lo mejor más adelante.
6)- Cómo espantar a un escritor: comienza el efecto Twitter y Facebook, este es un artículo que trata sobre el coraje que hay que tener para enfrentarse a la página en blanco. Hace poco lo rescaté para celebrar el Día del Escritor y tuvo mucho repique en las redes sociales, lo que me alegra porque esta es una de las crónicas que me enorgullece haber escrito.
7)- A Jon Lee Anderson como que no le gustó mi franela: También esta crónica tuvo eco en las redes sociales, me alivió saber que mi percepción del intelectual norteamericano y su superficialidad para tratar la actual situación venezolana no fueron susceptibilidades mías, muchos de los presentes en su participaciones en Caracas salieron indignados ante tantos lugares comunes de la facilona izquierda gringa.
8)-Dos librerías cierran la Santamaría: otro artículo que tuvo eco en las redes sociales muestra el dolor y la nostalgia de perder un punto emblemático de la ciudad como lo fue hasta enero de 2011 la Librería Lectura del Centro Comercial Chacaito.
9)-¿Trasciende la belleza?: quizás una de las crónicas más intensas de este blog, entrar en el ranking demuestra que como que si, la belleza trasciende.
10)-"Nobel Winner!"- El único entre las 10 intensidades más leídas publicado en El Nacional, es un caso atípico de artículo primero publicado en el blog y después en el periódico, la razón fue que la semana que saldría, los editores me pidieron el espacio, y como trataba sobre el recién otorgado premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, no quise perder el momento y lo monté en Evitando Intensidades. Salió ganando porque no fue necesario editarlo a los 3400 caracteres que tiene la columna de El Nacional. Cuando Vargas Llosa volvió a abarcar los titulares de la prensa por su visita a Estocolmo a recibir su premio, rescaté la crónica para el periódico en su versión corta, me alegra haberlo hecho, suena bonito: "Vargas Llosa: Nobel Winner!".