jueves, 11 de marzo de 2010

De Éxito a Bicentenario


Monté esta foto en Facebook para compartirla con aquellos que emigraron, porque para los que viven en Venezuela, la imagen de un supermercado con los estantes vacíos se ha convertido en parte del paisaje local.
Mis amigos, hasta lo que viven en Caracas, se asombraron con la foto tomada con el celular como si hubiese sido un montaje del famoso fotógrafo de guerra Frank Cappa, después de todo no era cualquier mercado, éste es un nuevo orgullo del Socialismo del Siglo XXI, el hoy llamado Hipermercado Bicentenario, antiguo Éxito, un gigantesco local en Terrazas del Ávila que cuando el cambio del dólar subió en Enero, al remarcar una plancha eléctrica, el gobierno no se conformó con multarlo sino que se lo expropió a Cativen, sociedad de una compañía colombiana con una transnacional francesa, que entre otras inversiones en Venezuela, tenía los automercados Cada.
Yo era asidua cliente de Éxito, en artículos de limpieza y de tocador era más económico que la mayoría de los supermercados en Caracas, también compraba ahí los artefactos eléctricos cuando los de mi casa morían. Al necesitar una vajilla de diario, fue en Éxito donde la conseguí buena, bonita y barata. Sus verduras y frutas eran frescas y a precios razonables. Su charcutería y carnicería no tanto, aunque vendían un pollo a la brasa que resolvió de vez en cuando un almuerzo familiar. Lo que sí era un verdadero éxito era su panadería donde ofrecían un pan con queso parmesano que los clientes se llevaban de a cuatro. Otro de los éxitos de Éxito era que solía estar bien surtido: se encontraban productos desaparecidos de otros supermercados como Mazeite y café El Peñón. Tan bien surtido estaba y sus precios eran tan razonables, que a este hipermercado venían de todos lados de Caracas a comprar. Entre su clientela se veía barrio y urbanización por igual.
Pero en esta Venezuela revolucionaria no se expropia lo que no funciona sino lo que funciona, por eso argumentando una política de cero tolerancia a la especulación, el presidente de la República decretó en su programa dominical: "¡Exprópiese!". De ahora en adelante ese enorme local sería el mercado modelo del Socialismo del Siglo XXI que no conocería ni el remarcaje, ni el desabastecimiento. Un Hipermercado para el pueblo manejado por el pueblo.


Desde que fue expropiado, no había regresado al Hipermercado de Terrazas del Ávila, casi tres meses después, cansada de vagar por Caracas buscando leche en polvo, me dije: "por qué no, también soy Pueblo, extraterrestre no soy, vamos a darle una oportunidad al Socialismo del Siglo XXI, vayamos a Bicentenario porque si algún mercado debe estar bien abastecido debe ser este modelo del nuevo país".
Así que en una mezcla de venderle mi alma al diablo a cambio de un paquete de leche en polvo, y una labor de reportaje ciudadano, un miércoles en la tarde me fui para el hoy Bicentenario a ver qué tal.
Mi primera impresión fue que en lo que si no escatiman gastos en este Socialismo del Siglo XXI es en vallas y en pintura roja. Del antiguo amarillo de Éxito ya no quedaba rastro sino en los tickets de estacionamiento, el manubrio de los carritos de supermercados, y las bolsas. De resto, casi todo rojo.


Un enorme cartel de hipermercado Bicentenario recibe a la clientela, que comparado con el logotipo del Banco Venezuela que hace esquina en el local, es fácil darse cuenta que ambos artes son muy similares. Se uniforma la creatividad. Los minilocales que incluyen la reparación de artefactos eléctricos y la tintorería, también se uniformaron de rojo. Sólo faltó que vistieran al chichero y a la señora de las cocadas de colorado, pero mejor no dar ideas.
Más allá de algunos cartelones recordándonos que las excelentes ofertas ya no son de Éxito sino de Bicentenario, adentro parecía igual de no ser porque el ahorro energético también llegó al hipermercado del Socialismo del siglo XXI y sus pasillos están sin aire acondicionado y a media luz. Si bien la forma es la misma, el contenido ya no es igual, parece un local en liquidación: sus anaqueles están más vacíos que los de cualquier supermercado sujeto al Capitalismo.
No podría decir que los precios estaban más económicos que los de cualquier otro supermercado porque no había mucho que comprar. Se veía que en algún momento del día les llegó Harina Pan, pero no quedaba sino los paquetes desgarrados donde llegó. No había rastro de leche de ningún tipo, tampoco aceite sino de Oliva, de azúcar me pareció ver un paquete desgarrado, pero sólo uno. Arroz tenían apilado en montañas como la atracción del día. La sal también estaba apilada en una montaña, así que agarré una bolsita, dicen que en una casa nunca debe faltar sal. En la zona de pastas sólo encontré unos lingüinis más amarillentos de lo usual.
Podríamos responsabilizar a la sequía de que sus frutas y verduras no lucían muy apetitosas, salvaba la patria unas alcachofas que se veían tan buenas que un funcionario de camisa roja les tomaba fotos con su celular como para demostrar lo bien que andaba este mercado socialista.
Carne sí había, pescado también, y la charcutería no cambió en su oferta. La panadería, afortunadamente, parecía intacta. En cambio la parte de artículos de tocador estaba disminuida, el champú y el acondicionador eran una contradicción: sólo se conseguía champú "paralísalo", con acondicionador para "rizos definidos". Entre los artefactos eléctricos vi abundantes televisoras de los modelos viejos y dvds multizonas. La parte de artículos para el hogar todavía estaba abastecida con los productos colombianos que eran un Éxito, habrá que ver qué pasará cuando se acabe el inventario.
No sé quien maneja hoy Bicentenario, dicen que la transnacional a la que le fue arrebatada se quedó con la administración, otros dicen que son sus antiguos empleados aunque la alta gerencia no sobrevivió. La verdad no sé, pero como aspiraba la canción de Sam Cooke, el cambio llegó.


Había pocos compradores en este hipermercado Bicentenario quizás porque tampoco había mucho que comprar. Me llevé las preciosas alcachofas, tomates y una lechuga criolla que tampoco estaba mal, además de un champú 2 en 1 que encontré, la sal, y no recuerdo qué más. No pagué mucho pero me fui con la tristeza de ver que en el hipermercado Bicentenario está el perfecto modelo de la desolación que va quedando del Socialismo del siglo XXI.

5 comentarios:

Isabel Martinez de la Peña y O'conn dijo...

En verdad si estudiamos la historia no es la actual Venezuela muy diferente de la Cuba de los años 1959-1961 o por lo menos se podrían traspolar similitudes básicas

Adriana Villanueva dijo...

La revolución en Venezuela la estaban cocinando en fuego lento, ahora fue que subieron la candela. Todavía nos quedan espacios para la disidencia, cada vez menos, y como no es lo mismo llegar al poder por el voto que por las armas, de la violencia de Cuba en esos primeros años nos salvamos en Venezuela, aunque aquí hay otro tipo de violencia: la delincuencia y un gobierno que dice que los miles de asesinatos que suceden en el país año tras año no son sino otra corriente mediática.
La esperanza para que se quiebre ese control totalitario del poder está en las próximas elecciones a la Asamblea en septiembre. Al que no vote, le cae.

Isabel P. O'conn dijo...

Adriana crees que Chávez respetara una hipotética victoria de la oposición y que ésta acabe con lo hecho (desecho diría yo) en Venezuela estos 11 años

Adriana Villanueva dijo...

No sé lo que hará este Gobierno para atornillarse aún más en el poder, lo que sé es que aquellos que no creemos en el "Chávez hasta el dos mil siempre" no podemos ni debemos volver a regalar una elección.

Isabel O'conn dijo...

Gracias Adriana por tu rápida y sincera respuesta, además por la cercanía que muestras con los que participamos de tu bitácora
Si tu participaras en las elecciones probablemente te daría mi confianza con mi voto , no cabe duda que las mujeres de este país deberíamos ocupar un espacio mayor en la política acorde a nuestro peso social …..un afectuoso saludo de Isabel O’conn