miércoles, 10 de marzo de 2010

La voz de los Adirondacks



Por lo menos en Venezuela, Joyce Carol Oates es una de esas escritoras que muchos hemos oído nombrar - eterna candidata en las listas de favoritos al Nobel de Literatura- pero pocos hemos leído, quizás porque mas allá de Blonde, la historia novelada de la vida de Marilyn Monroe, sus novelas no suelen encontrarse en las librerías caraqueñas.
Nacida en Lockport en el estado de Nueva York en el año 1938, Carol Oates es una escritora prolífica: ha publicado 36 novelas entre los años 1964 y 2009, la más reciente, Little bird of heaven (2009), me la prestaron recientemente y la leí en dos días.
Sucede en Sparta, pueblo al norte del estado de Nueva York, zona del parque forestal Adirondack, cuyos habitantes tienen más que ver con la conservadora clase media baja del midwest que con su vecina Manhattan. En el año 1983, Zoe Kruller, cantante de una banda de música Country local, mesonera favorita del café del pueblo metida a yonqui, es golpeada y estrangulada en su pequeño apartamento en el lado "malo" de la ciudad.
La historia está narrada desde el punto de vista de dos víctimas colaterales del asesinato: Krista, la hija preadolescecente de Ed Kiehl, de oficio constructor, casado, amante de Zoe y uno de los principales sospechosos del asesinato, y Aaron, el hijo de Zoe de 14 años que encontró el cadáver de su madre y atestiguó que la noche del crimen estuvo con su padre, Conrad, para evitar sospechas de que el ex esposo pudiera ser el culpable.
Leyendo Little Bird of Heaven reitero que en la literatura no hay nada nuevo bajo el sol: la inocente Krista, rubia, delicada, vulnerable, queriendo creer en la inocencia de su padre, pero sobre todo su obsesión con el mestizo Aaron, rebelde, pendenciero, misterioso, quien también se obliga a creer en la inocencia del suyo, recuerdan a dos de los amantes más famosos de la historia de la literatura universal: Catherine y Heathcliff, the starcrossed lovers de Cumbres Borrascosas de Emily Brönte.
Pero la Literatura es mucho más que sacar personajes y situaciones nuevos del sombrero de la imaginación, la Literatura es la capacidad de un escritor de volver a tocar temas tantas veces contados, como historias de amores imposibles, y hacerlas suyas, así el lector sentirá como si la trama entre sus manos la estuviera leyendo por primera vez con un leve toque de deja vú. Porque si bien la historia de Aaron y Krista pudiera parecer de encuentros y desencuentros, de seres que se atraen pero que no pueden estar hechos el uno para otro, también es la historia del incondicional amor a la familia, con un poco de whodunit, en una excelente ambientación en un humilde pueblo donde las diferencias sociales se sienten tan profundas como en la más esnob de las grandes ciudades.
Recuerdo haber leído hace años alguna otra novela de Joyce Carol Oates que entonces no me impresionó siquiera para recordarme cuál, pero no sé si es que hoy soy una lectora más madura o que esta es una novela mejor, pero leyendo The little bird of Heaven reconozco porqué Carol Oates está en la eterna lista de nominados al premio Nobel contando historias de familias en serios problemas, y es porque logra con creces aquello que separa a los grandes escritores de los mediocres: eso que llaman tener una voz.
Recorriendo las librerías caraqueñas me doy cuenta que por lo menos en Alejandría, se consigue La hija del Sepulturero de Joyce Carol Oates editada por Alfaguara.

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