jueves, 18 de marzo de 2010

Barbara


El mediodía en el que Karl Krispin nos invitó a hablar con un grupo de estudiantes de la universidad Metropolitana sobre el tema "Mujeres escritoras o Literatura femenina", después de que Krina Ber y yo leímos nuestras ponencias; Gisela Kozak, con la autoridad que le da no sé cuantos años siendo profesora de la Escuela de Letras de la UCV, se quedó viendo fijamente a la audiencia, tan sentida fue su pausa, que los estudiantes se enderezaron porque sabían que lo que les venía era bueno: "Muchachas ustedes están aquí, son estudiantes universitarias, serán profesionales, gracias a un grupo de mujeres que luchó por ello, hace tan solo 50 años eran pocas las que llegaban a la universidad, no saben cómo les costó a ese grupo de pioneras que ustedes estén donde están" y de ahí arranco Gisela a disertar sobre cómo a pesar de que en ese auditorio se veían muchachos y muchachas por igual, todavía hay notables diferencias en el tratamiento de un profesional hombre y de una mujer.
Recuerdo la palabras de saludo de Gisela a las estudiantes de la Metro tras leer Audition (Audición) de Barbara Walters, apasionantes memorias de una de las primeras mujeres en romper con el paradigma que el Periodismo es cosa de hombres.
"Audition, a memoir" comienza con un secreto de familia que Walters, acostumbrada a sacar confesiones inéditas de sus entrevistados, jamás había tratado públicamente: Jackie, su única hermana, sufría un leve retraso mental, y a pesar de que ella la ignoró durante años, le dedica sus memorias porque la considera una de las grandes influencias en su vida.
Tampoco fue que la periodista tuviera mucha estabilidad en su infancia, Barbara nació en Boston en 1929 en el seno de una familia judía no practicante, su padre, Lou Walters: "ganó tantas fortunas en el mundo del espectáculo como las que perdió". La familia pasaba de la ruina a la riqueza con la misma facilidad como se mudaba de Boston a Nueva York a Miami. Walters confiesa en el prólogo que crecer con su hermana mayor pegada a la falda de su madre, la hizo querer destacarse por las dos pero también le dio un inmenso temor al fracaso, por eso a la hora de escoger universidades, aplicó a Barnard, una excelente universidad de mujeres aunque habría preferido su vecina Columbia. A fines de los años 40 que una muchacha entrara en una Universidad en igualdad de condiciones que un chico, no era lo esperado.
Una vez graduada, sus inicios profesionales en los años 50 fueron como asistente de producción y escritora de televisión, la oportunidad de estrenarse frente a las cámaras se le da de manera fortuita en un programa de variedades tratando temas como jardinería y cocina. Los productores asumían que "a las mujeres no les gusta ver en Televisión mujeres sino hablando de temas femeninos".
Poco a poco, Walters va subiendo escalones hasta compartir la conducción de un noticiero con un importante periodista, a quien le daban las noticias más importantes y a Barbara las triviales.
Su gran break, no sólo de igualarse sino de superar a los periodistas del sexo opuesto, fue en la gira a China del presidente Richard Nixon en el año 1971, donde a pesar de que sus colegas trataban a esta rubia ambiciosa con desdén, y que sólo le hablaban para que los ayudara a escoger souvenirs para sus esposas, Barbara supo ganarse la confianza de Nixon y conseguir tubazos y entrevistas con otros líderes mundiales que ya habrían querido veteranos periodistas.
Casi 40 años después de estas primeras entrevistas, Barbara sigue ganándose la confianza de aquellos en posición de poder, el presidente de Venezuela Hugo Chávez exigió que fuera ella la periodista que lo presentara ante el público norteamericano más que como el líder que llamó Diablo al presidente Bush, como un hombre de carne y hueso que ama a los pobres pero también a las películas de Charles Bronson.
La oposición venezolana estaba indignada con Barbara, en su programa hizo ver a un Caudillo como un tipo simpático, pero la periodista hizo su trabajo, precisamente por esa fama de empatía con sus entrevistados es que tiene acceso a ellos: establece contacto humano con líderes tan variopintos como el rey Hussein, Anwar Sadat, Golda Meier, Arafat, Ferdinand Marcos, George W. Bush, Barack Obama. Lo mismo da un líder de Izquierda o de Derecha, lo importante es el atractivo del poder. Además de estrellas de Hollywood, y alguno que otro criminal famoso. Muy pocos de sus entrevistados no han logrado hacer click con Barbara, dos ejemplos notables: Barbra Streisand, quien pidió derecho a editar la entrevista a su conveniencia (Walters accedió por primera y ultima vez en su carrera) y Warren Beatty, un patán a la hora de ser entrevistado pero un encanto tras las cámaras.
La periodista dista de ser perfecta: ella misma considera uno de sus grandes pelones el aspirar en el año 2000 a que Ricky Martin admitiera en 20/20 que era gay: "su sexualidad es asunto de él, nadie es quién para sacar a alguien del closet", confesaría tiempo después ante sus compañeras del programa "The view".
Se puede no simpatizar con Barbara, fue satirizada en los años 70 por Gilda Radner como Baba Wava en el programa Saturday Night Live por hablar rápido, nasal y comerse las eres; se le puede tildar de ambiciosa, de llevarse, si es necesario, hasta a su mamá por delante, pero no se puede negar que Barbara Walters es una pionera entre las mujeres periodistas, que en aquellos tiempos que sólo éramos adornos de la televisión, que no pasábamos de ser las chicas del tiempo, supo imponerse en un mundo que parecía exclusivo de hombres gracias a su inteligencia, a su tesón, abriendo el camino de miles de mujeres periodistas que han venido tras de ella.
 Cumplidos 80 años, Barbara Walters anunció que su programa anual antes de la entrega de los premios Oscar sería el último tras veinte años entrevistando a las estrellas más destacadas del año.
No, Barbara Walters no se retira, simplemente, otros proyectos la esperan.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdón por mi ignorancia esta es la señora mayor que se sienta en primera línea cuando hay rueda de prensa en la Casa Blanca

Adriana Villanueva dijo...

No que yo sepa, Barbara Walters a esta altura de su carrera no es de las que asiste a ruedas de prensa sino de las que exige exclusivas.

J. L. Maldonado dijo...

Estupendo artículo como fantástica Gizela... Siempre te leo los sábados en El Nacional. Mis saludos.

Adriana Villanueva dijo...

Gracias José Luis, las palabras de Gisela fueron maravillosas, no sé si Krina, pero hasta yo me enderecé en la silla con su pausa inicial seguido por "miren muchachas...".