Me dio por ponerme matemática porque camino a la Fiscalía para protestar contra la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, quien amenazó con penalizar las marchas contra el Gobierno por perturbar la paz de la Nación, sentí que a pesar de ser una de las marchas más concurridas, donde no hubo incidentes de violencia, donde la presencia policial fue mínima a diferencia de la última marcha que fue reprimida con lo que el presidente Chávez llama "gas del bueno"; no sentí en esta ocasión la alegría que caracterizó otras marchas, tampoco sentí miedo, muchas familias caminaban con sus niños, pero sí sentí tristeza, cansancio, un hasta cuándo, rabia, dolor.
Ya la gente no canta y grita consignas pegajosas como antes, la mayor parte del tiempo se caminó en silencio exhibiendo pancartas pidiendo la libertad de los presos políticos, exigiendo que se respete la Libertad de Expresión, o manifestando repudio ante la nueva Ley de Educación.
Cuántos kilómetros faltarán por caminar para demostrar la determinación de un pueblo que no cree que un líder autoritario es el futuro que se merece Venezuela.
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