De regreso de Miami, mi tía me invitó a una cena de despedida a un ingeniero amigo que se iba con su esposa “a probar fortuna”, precisamente, en Miami. Y yo que vengo cansada de la comida chatarra y de recorrer autopistas, todavía no me acostumbro a oír la frase “a probar fortuna” como justificación para irse a vivir fuera de Venezuela. “A probar fortuna” llegaron miles de europeos a nuestras costas a mediados del siglo XX huyendo del hambre, del frío, de la guerra, de la intolerancia.
“A probar fortuna” vinieron miles de vecinos latinoamericanos en la segunda mitad del siglo pasado buscando refugio de dictaduras militares, de economías estancadas. Pero a qué venezolano en su sano juicio se le habría ocurrido hace algunos años probar fortuna fuera de Venezuela, un país que parecía tocado por la gracia divina.
Oigo hablar al ingeniero con ilusión sobre su nueva vida y pienso que, pasados los cincuenta años, su edad no es la que solemos relacionar con la frase “a probar fortuna”. Pero el ingeniero y su esposa tienen buenas razones para emigrar:
“Tres de nuestros cuatro hijos viven en el exterior, dos en Miami, donde hay un boom de construcción, mientras en Caracas, desde que llegó la revolución bolivariana, la construcción está parada”.
Curiosamente, un boom que se ha despertado en la revolución bolivariana es el de libros venezolanos publicados en el país. Hasta hace poco el único camino para que muchos de nuestros escritores vieran sus obras en las librerías era financiarlas ellos mismos; pero de hace unos meses para acá impresiona la cantidad de libros venezolanos en buenas editoriales. Imposible nombrar algunos sin quedar mal con otros, por eso me limito a una muestra representativa como fue la presentación el martes 22 de noviembre en el hotel Tamanaco de libros de Isaac Chocrón, Antonio López Ortega, Federico Vegas y Héctor Concari, publicados por Random House Mondadori.
Sergio Dahbar e Isaac Chocrón esa noche hicieron hincapié en que si este fenómeno editorial se está dando debe ser porque, a pesar de lo que aseguran las malas lenguas, los venezolanos nos estamos leyendo. Ante su optimismo recuerdo el “buscar fortuna” del ingeniero y pienso que quienes nos quedamos en Venezuela quizás estamos buscando en nuestra literatura alguna explicación de cómo llegamos a convertirnos en un país en el que la fortuna ya no parece estar a nuestro alcance.
Entre la oferta literaria venezolana de Mondadori, comencé por la más reciente novela de mi querido profesor Isaac Chocrón: El vergel. Un ejercicio de memoria emocional en el que diversas voces cuentan una vida rodeada de afectos entrañables. Chocrón cree en las travesuras del azar, y yo también después de que en el cuarto capítulo de la novela de mi maestro, el narrador se topa con dos jóvenes que sueñan con “probar fortuna” en el exterior (uno en España y otro en Canadá), y ante la coincidencia de que para estos muchachos la ilusión del futuro está en emigrar, el narrador se pregunta: “¿Es que ya no hay posibilidades de probarla (fortuna) en nuestra propia tierra? ¿Qué pasará si ese éxodo aumenta y aumenta?”.
Sin embargo, para muchos la fortuna no emigró de Venezuela, tan sólo se vistió de rojo, y al que no le guste, que se vaya “pa’ l carajo” (como diría el vicepresidente Rangel). Ese parecía también ser el mensaje en la Feria Internacional del Libro en el Parque del Este, donde había pocas novedades literarias y mucho compromiso revolucionario.
Este evento fue una muestra más de cómo la propaganda del Gobierno se adueñó de los espacios públicos con descaro y sin control: no sólo llegar un domingo al parque y toparse en la entrada con un gigantesco afiche del presidente Chávez abrazando a una niñita, sino también el estruendo de un camión repartiendo propaganda electoral —convenientemente ubicado en los linderos de la avenida Rómulo Gallegos— con potentes altavoces que prometían hasta en el foso de los tigres: “Uh, ah, Chávez no se va”.
Imposible entrarle aunque fuera al primer párrafo de la última novela del compañero Saramago.
Difícil no salir deprimidos de la FIL si no se sueña con un país rojo quinta república. Queda la esperanza que mientras todavía haya quienes escriban, publiquen y lean venezolano con libertad de pensamiento, la diosa fortuna no nos habrá abandonado del todo.
Artículo publicado en El Nacional en 2005, me pregunto cómo le habrá ido al Ingeniero porque la construcción ha sido una de las industrias más afectadas con la crisis económica en los Estados Unidos. Ilustración para Nojile Rogelio Chovet.
2 comentarios:
¿Qué te puedo decir? es triste,pero no creo que esto de estar fuera de Venezuela sea probar fortuna, mas bien busco una vida con mayor calidad y seguridad que la que ahora existe en Venezuela.Y asi la mayoría..
Gaby, esa frase: "a probar fortuna" me la dijo el señor que emigró a Miami al que me refiero en el artículo. Ante la crisis inmobiliaria que se está viviendo en el estado Florida, me recordé de esta crónica, preguntándome cómo habrá tratado la Diosa Fortuna al amigo de mi tía.
Publicar un comentario