miércoles, 6 de julio de 2016

73 horas después de "La Pálida"



73 horas después de "La Pálida" vivida, pensando que ya nos había tocado la cuota de secuestros express y solo quedaba pasar el susto, sonó el teléfono a las 10.38 de la noche, era nuestra amiga/vecina, la misma a quien hice una de las primeras llamadas de SOS tras el secuestro express de mi hija.
Llamaba desesperada para avisar que se habían llevado a su niño con su papá y su familia. 
Vuelvo ahorrarles los detalles morbo de uno más de los tantos secuestros express que suceden a diario en esta anárquica Venezuela, más allá de que ambos secuestros comenzaron a las nueve de la noche, y ambos tuvieron finales felices (si finales felices pueden llamarse que las víctimas de los secuestros regresan ilesas a casa). Pero fueron experiencias distintas: mientras el secuestro de nuestras muchachas fue rápido y poco intimidante, como si de una engorrosa transacción comercial se tratara, el secuestro de mis amigos desde la primera llamada fue agresivo sin bajar el tono a lo largo de las negociaciones que se extendieron hasta la madrugada.  
Vivir una tras otra las negociaciones de dos secuestros tan distintos no me hacen una experta. No sería capaz de hacer recomendaciones ni de cómo evitarlos, ni de qué hacer si acaso llegamos a ser víctimas de esta rifa siniestra, ni de cómo negociarlos ni de cómo superar "la pálida"; para eso están los profesionales a quienes les ha tocado lidiar con cientos de casos con diferentes niveles de complicación, pero si me dio cierto insight para compartir entre quienes por más que evitan intensidades, puede que se las encuentren: 

1)- LAS REDES SOCIALES

Hemos sido advertidos mil y una veces que viviendo en esta Venezuela donde el secuestro express es uno de los negocios más lucrativos en tiempos revolucionarios, seamos discretos con la información que compartimos en Facebook e Instagram, sobre todo los adultos más dados a compartir viajes y festines que los chamos que han migrado a Snapchat, red efímera por naturaleza. 
Confieso ser de las que sobrecomparto, no le paraba mucho a la advertencia de FB como caldo de secuestros porque pensaba que te escogieran como víctima de un secuestro express espiando tu perfil en una red con millones de usuarios, era pecar de paranoia. 
El problema no es tanto el espionaje virtual buscando un objetivo jugoso, el problema es que lo primero que te piden los captores cuando estás en su poder, es el celular, que puede ser una prueba más certera de quién es la presa en sus manos que si le hicieran una prueba de ADN. Cuando te arrebatan los celulares muchos captores revisan las redes sociales antes de llamar a los familiares, y si en tu Instagram o FB sales sonriente en uno o más viajes, o jactándote de cualquier lujo por más nimio que sea, el valor en las negociaciones subirá porque de qué vale regatear con que en esta familia somos unos limpios, cuando en tu teléfono tienen la prueba que en Semana Santa estabas esquiando en Vail.

2) LOS CHATS O EL EFECTO "¡NIÑITAS GANAMOS!" 

Mi esposo manejó el "asunto país" como preferían llamarlo los captores, de manera impecable,  apenas un error cometió esa noche: compartir la angustia del secuestro en el chat de la familia. 
"Solo para que sepan que I. está secuestrada"- fue el breve mensaje a este chat en el que participan madre, hijos, y nietos, no más de 14 personas. Este breve mensaje fue un error en varias dimensiones: no solo porque fue un mal rato que le pudimos haber ahorrado a los primos y los tíos que viven en el exterior desde donde no era mucho lo que podían hacer, sino que tanta fue la angustia que una de mis sobrinas que emigró, se lo contó a una amiga antigua condiscípula de las chicas secuestradas, quien a su vez lo compartió de inmediato en un chat de las amigas del colegio. 
No está de más volver a insistir: lo primero que se apoderan hoy los captores es del teléfono celular, no solo para hacer un estudio socioeconómico, también es a través de los celulares de los rehenes desde donde se hacen las negociaciones. Tan pendientes estaban los captores de los chats que recibían las muchachas que sus compañeros de estudios de la universidad, con los que habían estado realizando un trabajo hasta pasadas las 8 de la noche, cuando les escribieron para certificar que llegaron a salvo a casa, uno de los secuestradores contestó por ellas: "Ok". 
Discreción es lo primero que exigen los secuestradores a los familiares, y en los celulares en su poder había dos chats activos discutiendo sobre el secuestro en curso de las chicas capturadas. Quizás se salvaron de ser descubiertas porque ambas estaban cortas de batería y los secuestradores pusieron los teléfonos en modo avión.
Otro detalle de temerle a los chats es cuando las víctimas de los secuestros regresan a casa, por menos agresivos que hayan sido sus secuestros, pasarán días y hasta meses con una angustia difícil de sanar, entre otras razones, porque quienes los tuvieron retenidos manejaron mucha información sobre sus vidas. Los captores se aseguran en sembrarles ese miedo. Por eso es muy angustioso cuando gracias a chats de amigos y familiares, se vuelven virales informaciones de los secuestros con nombres, apellidos, y tantas características del secuestro. 
Me consta que la mayoría del origen de esos chats que se volvieron virales narrando varios secuestros recientes hasta el más íntimo detalle, se hicieron bajo la premisa de estar compartiendo una información en confianza, pero valga recordar la lección aprendida por Lilian Tintori tras el famoso "¡Niñitas ganamos!", que ningún chat entre más de dos personas es privado, y si pretendemos que lo sea, por lo menos debemos hacer énfasis en que no sea compartido. 
 Y a quienes tienen el morbo de compartir chats con innecesarios detalles personales ajenos, me atrevo a asegurarles que no están haciendo un servicio público, es una invasión de la privacidad. Miguel Dao, experto en seguridad, escribió una especie de remitido alertando sobre el incremento de los secuestros express en Venezuela, donde comentó ambos casos sin especificar detalles. Un anónimo pana le anexó un comentario personal un tanto Chepa Candela sobre ambos secuestros con nombres apellidos y detalles íntimos de lo sucedido que se volvió viral, comentario del que el mismo Dao se vio obligado a desvincularse, porque además de ser una imprudencia, en ninguno de los casos Dao estuvo involucrado como para conocer semejantes detalles. 

3)  LA POLIFONÍA

Para los no venezolanos o para los lectores del futuro cuando ya esta agobiante frecuencia de los secuestros express en Venezuela sea solo un mal recuerdo, quizás la lógica sería preguntarse por qué no llamar a las autoridades, pero en un país donde muchas bandas delictivas se presentan sin tapujos como policías, y donde hasta altos funcionarios del gobierno optan por negociar personalmente con los secuestradores cuando sus familiares son los que están en cautiverio, llamar a la policía es un riesgo que no muchos se atreven a tomar. 
El caso es que bien sea que los familiares decidan lidiar personalmente el secuestro, que llamen a la figura de un "negociador", o que llamen a las autoridades, el principal anhelo de quien se ve en la necesidad de negociar un secuestro es que nuestros familiares regresen sanos y salvos lo más pronto posible. 
Quizás para los negociadores, secuestradores o autoridades todos los secuestros si no se parecen, siguen patrones determinados, pero para las familias a quienes les toca vivirlos, por más bien que salgamos parados, tener a un ser querido bajo amenaza de muerte en búsqueda de un botín por determinar, es una herida de país que tarda en sanar. Muchos son los que han emigrando a como dé lugar tras semejante encontronazo con la delincuencia.  
En el caso del secuestro que le tocó lidiar a mi amiga/vecina, sin duda más complicado, fueron   llegando familiares y amigos que de una u otra manera se enteraron, y casi todos (incluyéndonos) teníamos una historia similar que contar de un familiar retenido por la delincuencia, con ligeras variaciones a la hora de manejarlo. 
 Me contaba mi amiga que más allá de la tensión de tratar con un agresivo negociador, se le sumaba la tensión de que sobraron quienes querían agregar su granito de arena de cómo resolver tan difícil percance por el cual ellos también habían pasado. 
Y este coro era disonante. 
¿A quién oír?
No queda otra que a tu cerebro estómago y corazón, que serán los que te dicten pauta aunque tengas al lado a la policía o a un negociador que te asista. 

4) EL SÍNDROME CULPABILIZAR A LA VÍCTIMA, Y EL SÍNDROME CÓMO YO LO HABRÍA HECHO MEJOR.

De regreso a salvo en casa la víctima de un secuestro express, la noticia de lo sucedido (ayudada por los chats) corre, y al día siguiente, y durante los próximos días, entra una avalancha inesperada de llamadas y mensajes de solidaridad que siempre son bien recibidos. Lo que no suele ser bien recibido es la manía de culpabilizar a quienes pasan por un secuestro, insistiendo en cómo se pudo evitar: 
"¿Por qué esas muchachas a las 9 de la noche no estaban recogidas en sus casas?"
" ¿Cómo te dejaste trancar?"
" ¿Por qué agarraron por esa calle?"
 Tantas preguntas retóricas que al final solo albergan la creencia de que si uno se porta bien, si toma precauciones, si no anda distraído; de alguna forma se librará de esta lotería delictiva. Ojalá fuera tan fácil, con un incremento del 160 por ciento de secuestros express en las últimas semanas, hoy en Venezuela no hay quien se libre de ser posible carnada, por más pájaro bravo o precavido que se piense. 
Pero casi que peor que culpabilizar al que "se dejó agarrar", es culpabilizar a quien dejó el alma en una negociación para tener a su familiar de vuelta en casa. 
"Güevón con tres reales y un playstation viejo eso se habría arreglado".
Dios y la vida no permitan que vivan un trance similar para probar si de verdad hay quien tiene el guáramo de regatearle a los malandros la vida de un hijo con un playstation viejo. 




2 comentarios:

Diana Risquez dijo...

Lo que relatas y recomiendas es cierto. No deja de impresionarme la imprudencia de la gente con sus comentarios durante y después del secuestro y el uso de información sensible por las redes sociales. A mi me llegó el mensaje cadena, con los detalles distorsionados. Alguien me pregunto si alguien de mi familia estaba secuestrado. Yo le dije que no hasta donde yo sabía ( y era verdad pero si lo hubiese sabido también le digo que no). Sin embargo asumí que si yo no sabía nada, era porque lo mantendrían en secreto. Lo que sí les vino fue un ¨regañito¨en el que les decía que difundirlo por las redes era perjudicial y que me extrañaba que esa fuera una información de Dao. A veces creo que mucho de lo que nos pasa es por esta suerte de ligereza con la que vivimos todo. Agradezco a Dios que todos estén bien. Un abrazo para ti y para los primos Piki.

Adriana Villanueva dijo...

Gracias Diana: el secuestro de las muchachas fue verdaderamente express, no llegó ni a las dos horas, a pesar de ese plazo tan corto, los dos chats en los celulares de las chicas relatando los pormenores del secuestro estaban en curso por imprudencia nuestra. Lo que me costó comprender fue el morbo que siguió con chats como el que se lo adjudicó a Dao, dando detalles innecesarios y bastante amarillistas de los secuestros, que fueron divulgados hasta por grupos de mamás del colegio de nuestros hijos como si fuera un servicio público. Por lo visto el gusto por las cadenas no solo es una mala costumbre de quienes están hoy en el poder, aunque sean distintos tipos de cadenas.