sábado, 4 de diciembre de 2010

Una noche en Elaine's


Leo en el diario New York Times que acaba de morir a los 81 años Elaine Kaufman a causa de un enfisema. Una de esas celebridades mejor conocida por su nombre de pila, Elaine era famosa por el restaurante que llevaba su nombre en el upper east side en Nueva York, frecuentado por los literatis y estrellas neoyorquinas entre los años 70 y 80.
 Dicen que el periodista Gay Talese describe muy bien el ambiente de Elaine´s, no he leído las memorias de Talese, las que leí fueron las de Brian McDonald, un bartender que trabajó 11 años en el restaurante de la 2da avenida antes de retirarse para ejercer su vocación de escritor, siendo su primera obra un recuento del trabajo con esta singular mujer de carácter fuerte quien se derretía ante los famosos sin hacer amago de ello.
Cuenta McDonald que la irregular calidad de la comida de estilo italiano, el carácter volátil de su dueña, y los altos precios del menú, terminaron pasando factura y en los años 90 a Elaine´s no iban más que los turistas con la errada esperanza de encontrarse con una celebridad.
Quien iba en los años 70 a Elaine's no se habría sentido defraudado, se corría el riesgo de ser sentado en una de las mesas del fondo, zona mejor conocida como "Siberia", pero este detalle poco importaba a cualquier mortal que pasaba deslumbrado al lado de la mesa de Mick Jagger, Jack Nicholson o Warren Beatty.
A pesar de ser cualquier mortal a los 15 años tuve la oportunidad de comer en Elaine's y no precisamente en Siberia sino en el Olimpo, estamos hablando del año 1978, cuando mi familia se fue a vivir a Nueva York: mi papá tenía planeado montar unos cines con un amigo argentino, Peter Bauer, bien conectado con el mundo de estrellas y literatis gracias a que salía con una antigua top model llamada China Machado.

En los 70 hacía tiempo que habían pasado los años de estrella del modelaje de China Machado, quien siendo una aeromoza de 19 años en el año 1953, conquistó el corazón del torero Luis Miguel Dominguín. A pesar de que su nombre puede sonar latinoamericano, China en realidad se llamaba Noelie Dasouza Machado, era hija de china con portugués, hablaba bien el español porque se crió en Argentina aunque fue en Perú donde conoció a Dominguín. Cuando el torero se fue con Ava Gardner, China ya era reconocida como una importante modelo consentida por el lente de Richard Avedon, siendo la primera modelo no caucásica en salir en la portada en una revista de modas norteamericana.
Cuando la conocí ya había pasado de largo los 40 años, pero a pesar de ser yo una adolescente y entonces cualquier persona mayor de 30 años parece un anciano, recuerdo a China como a una mujer de edad indefinida, de rasgos orientales, morena, exótica. Ninguna de las actuales top models me la recuerda.
Peter era varios años menor que su novia pero la diferencia de edad no se notaba, comenzaron a salir con mis padres como parejas de amigos, China le contó a mi mamá que tenía dos hijas, la menor, Manuela, era más o menos de mi edad, teníamos que conocernos y hacernos amigas.
Una noche a las 8 en punto estaba con mis padres en las puertas de Elaine's, mi mamá me había advertido que era probable que nos encontráramos con alguna celebridad, cuidado y si los hacía pasar pena, los neoyorkinos jamás se dan por enterados cuando tienen un famoso al lado. Peter, China y Manuela nos estaban esperando en la que supuestamente era una de las mejores mesas del restaurante, a mi todas me parecían iguales. Nuestros amigos nos presentaron a Elaine, una señora gorda y de anteojos culo de botella quien a pesar de su fama de malhumorada y de solo hacerle caso a celebridades, nos besó y abrazó como si fuéramos clientes de siempre.


 Manuela tenía como 14 años, era muy linda, con los rasgos exóticos de su madre, todavía le hacía falta desarrollarse, se veía muchachita. La recuerdo simpática y avispada. Rápidamente conectamos como suelen hacerlo las niñas de esa edad, creo que hablábamos en español porque había vivido en México con su mamá, pero quizás la memoria me falla, a lo mejor hablábamos en inglés.
La comida en Elaine´s no sé si era gran cosa, pedí una pasta napoli que es difícil que quede mal, pendiente de que no me salpicara la salsa y de cuando iba a llegar algún famoso, por fin vi entrar por la puerta a una verdadera estrella, que aunque nada bonito para el gusto de cualquier adolescente, ya entonces admiraba gracias a su película Annie Hall: Woody Allen.


Allen era habitúe de Elaine´s, iba por lo menos una vez a la semana, incluso filmó en el restaurante una escena de su película Manhattan que sería estrenada en 1979. Elaine corrió a recibirlo y lo sentó a dos mesas de nosotros. Los adultos siguieron su conversación como si nadie especial hubiera llegado, ni Manuela ni yo podíamos controlar la emoción, ni que hubiera entrado John Travolta.
Después del postre, Manuela me dijo que la acompañara al baño, fuimos, y de regreso, sin avisarme, mi nueva amiga se paró al lado de Woody Allen y extendiéndole una servilleta, cometió un temeridad nada neoyorkina: le pidió un autógrafo al actor. Aunque estaba al lado de ella, no me atreví a hacer lo mismo, en parte porque nunca he encontrado la gracia de tener un papelito firmado por una celebridad. Hoy los deben tener locos tomándoles fotos con celulares.
Cuando llegamos a la mesa, nadie regañó a Manuela, más bien le rieron su osadía, China le guardó en la cartera la servilleta firmada a su hija, y yo me quedé sin la mía. De haberla tenido, seguro la habría perdido.
No recuerdo si regresé a Elaine´s, el negocio de los cines de mi Papá y Peter no se dio, y mi familia regresó a Caracas. Peter y China terminaron al poco tiempo, Peter y mis padres siguen siendo amigos, de China pasaron años sin saber hasta que hace poco se la encontraron casualmente en una calle de Nueva York, y aunque tardó en reconocerlos, los invitó a tomar un café en su apartamento. El restaurante Elaine's resurgió en la década del 2000, y seguirá abierto a pesar de la muerte de su dueña. Después de esa noche no me he perdido una película de Woody Allen pero a Manuela solo la ví una vez un par de años después, y no fue en persona sino en la pantalla grande: haciendo papel de extra en Stardust Memories como una jovencita importunando con la petición de un autógrafo a una elusiva estrella de cine.
Me pregunto si esa noche si yo también me habría atrevido, de haberle pedido que me firmara una servilleta, hoy podría decir que un día trabajé en una película de Woody Allen.

3 comentarios:

Adriana Villanueva dijo...

Seis meses después de morir Elaine, el restaurante que llevaba su nombre baja definitivamente la Santamaría, la actual administradora tuvo que reconocer que: "No hay Elaine's sin Elaine"

Ibsen Martínez dijo...

Cheverísimo. A Talese le gustaría burda. Abrazos. Ibsen

Adriana Villanueva dijo...

Gracias Ibsen,por supuesto que ni idea de quien era Gay Talese a los 15 años, quién quita que entre nuestra mesa y la de Woody Allen estuviera sentado el legendario periodista comiendo un jugoso ossobuco.