Tras
el caradurismo del Ministro de Información, Ernesto Villegas, y del alcalde del
Municipio Libertador, Jorge Rodríguez, al exponer a la luz pública extractos de
una conversación privada entre la diputada María Corina Machado y el
historiador Germán Carrera Damas, escribí la crónica: “¿Apio o auyama?” para El Nacional, advirtiendo a mi editora que si
no me tocaba publicar esa semana la montaría en mi blog y mandaría otro
artículo la semana siguiente, porque el tema de un Gobierno capaz de exhibir
sin pudor una conversación a puerta cerrada entre una alumna y su profesor, siete
días después, estaría más que trillado por tanta indignación nacional.
Una
semana ha transcurrido desde entonces y como diría el Ciudadano: “aquí no ha
pasado nada”. Por lo visto la indignación nacional cada vez tiene la piel más
gruesa, y ya ni la firme sospecha de elecciones viciadas, ni la golpiza en la
Asamblea, ni el ataque a la Ciudad Universitaria, ni los miserables sueldos de sus profesores, ni el desenfadado espionaje político, ni la censura a los
medios de comunicación social, ni el premio nacional de periodismo al difunto presidente
Chávez, ni la escasez de tantos rubros de la canasta básica, ni mandar
propaganda Gobiernera como representante a la Bienal de Arte de Venecia; ni
cualquier otro escándalo que podría hacer crujir cualquier sociedad moderna, parece
causar en los venezolanos más que un ligero sacudón.
Hay que admitir que uno de los grandes méritos
revolucionarios es que en la República Bolivariana de Venezuela, en estos
últimos 14 años, se ha ido minando tanto la capacidad de asombro como la de
indignación. Como si en esta Patria revolucionaria ya nos resultara normal el
estado de indefensión ciudadana en el que vivimos, con instituciones que solo
sirven para velar que el poder central y sus acólitos siempre se salgan con la
suya.
Eso
sí, todavía nos queda algo del sentido del disparate, aunque a veces cuesta
diferenciar los titulares de la prensa nacional con los de la página web de
humor El Chigüire Bipolar, por eso no extraña la denuncia de Henrique Capriles
Radonski que en un libro de Historia Contemporánea aprobado por el Ministerio
de Educación, usaron una página del Chigüire como parte de la Historia Patria.
Solo viviendo en el país del disparate puede
explicarse que mientras la misma mayoría en la Asamblea Nacional que ignoró el
audio de Mario Silva con el Comandante cubano -a pesar de las graves denuncias
que en él se hacen que involucran hasta al mismo presidente de la Asamblea- esta
semana exige una investigación de la conversación de la diputado María Corina
Machado con su profesor. Pero no hay de que angustiarse, compañeros, porque según
palabras del canciller Elías Jaua, eso de estar grabando conversaciones privadas
no es práctica común del gobierno revolucionario.
El colmo de los disparates de la semana en
curso fue la proposición de Nicolás Maduro de otorgarle asilo humanitario al ex agente norteamericano Edward Snowden, buscado
internacionalmente tras denunciar la práctica de espionaje de su gobierno y el
Británico. La generosa proposición de Maduro se hace menos de una semana
después de difundida la conversación grabada en el estudio del profesor Carrera
Damas.
Quién
sabe si Snowden aceptará la oferta de venir a vivir a Venezuela, tremenda paradoja si lo hace para quien los
más románticos describen como: “Apasionado de la privacidad y adalid de la Libertad de Expresión”.
Artículo publicado en El Nacional el sábado 6 de julio 2013.
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