viernes, 16 de diciembre de 2016

Feliz navidad a quienes todavía creen en pajaritos preñados

Diciembre siempre es un mes intenso porque al final de un año se recapitulan alegrías y tristezas. Tendemos a estar agradecidos de las bendiciones, y sensibles ante los momentos difíciles de los últimos doce meses. La nostalgia muerde como un perro bravo. Si a tanta intensidad personal se le agrega lo que hoy se conoce como "Situación País", lo que provoca es agarrar el arbolito de plástico, ese que compraste recién casada apostando que los árboles de futuras navidades serían con olor a pino importado, y echarlo ventana abajo. 
Como cualquiera, he pasado diciembres más tristes que otros por razones personales que no vienen al caso, pero a nivel nacional no recuerdo un diciembre más difícil que estas navidades del año 2016. 
A ver, recuerdo la enorme tristeza de las navidades del año 1999, tras el deslave donde murieron miles de personas en el vecino litoral. Esa tristeza era ineludible ante un desastre natural, fin de año en el que en medio de la tragedia vivimos hermosos momentos de solidaridad. 
También recuerdo como un diciembre difícil el del año 2002 durante el paro petrolero, marchas multitudinarias todos los días exigiendo un giro del Socialismo del Siglo XXI que comenzaba a asomar los colmillos autoritarios. Colas de horas para comprar gasolina. Pero por lo menos ese diciembre latía la esperanza de que la disposición de millones de venezolanos de no ser sometidos por el yugo chavista, no sería en balde.  Aunque en febrero ya nos habíamos dado cuenta que, "por ahora", el autoritarismo había llegado para quedarse.  
Cuando describí en un artículo en El Nacional que vivir en esa Venezuela de diciembre de 2002 era lo que yo imaginaba "el limbo", una lectora me refutó: "Limbo será el Este de Caracas, venga para el Oeste y se dará cuenta que aquí seguimos nuestra vida normal, los comercios abiertos, celebrando la navidad". 
¿Cómo estarán celebrando los vecinos del Oeste esta navidad 2016 en la que Nicolás Maduro decretó la desaparición del billete de cien bolívares sin contar de manera alterna con billetes que sustituyan el que hasta esta semana era el billete más alto y de mayor circulación nacional?
Tanto en el Este como en el Oeste de la ciudad capital la mayoría de las gasolineras están cerradas y las pocas abiertas, las colas para llenar el tanque de gasolina asemejan a las del paro petrolero de 2002. La cola para sacar efectivo de los bancos también es de varias horas, si hasta la semana pasada era para conseguir billetes de cien bolívares que escaseaban, a partir de esta semana es para deshacerse de esos billetes de cien bolívares que muchos trabajadores bancarizados y no bancarizados (nueva palabra de moda) acumularon para sortear el fin de año.
En los bancos este diciembre no hay garantía que se pueda salir con dinero, o te dan lo que les convenga o lo que puedan. Sé de por lo menos dos colas frente a los bancos en las que malandros tipo comando han pasado raqueta robando efectivo y celulares.
Si la Venezuela de 2002 era el limbo, la Venezuela de 2016 es el caos: los venezolanos no tenemos con qué pagar el transporte público, los estacionamientos, gasolina, dar aguinaldos, comprar fruta, o pan... si lo encontramos. Quienes viven del pago en efectivo son los que están más fregados. No tienen manera de cobrar. El otro día no pude brindarle una chicha a mi chamo porque a 700 bolívares el vaso, ¿quién carga esa cantidad de efectivo encima?  En Venezuela llevar en la cartera lo que al cambio del mercado paralelo sería 25 centavos de dólar, es un descalabro. Y para colmo, los puntos de venta están colapsados. Me quedan tres billetes de cincuenta que estoy guardando con el mismo celo con el que las aristócratas rusas debieron guardar sus joyas para sobrevivir tras la revolución. 
Nicolás Maduro al anunciar la drástica medida económica el domingo pasado prometió que el nuevo cono monetario estaría listo para este 15 de diciembre, al mismo tiempo que los billetes de cien salían fuera de circulación. Cinco días después ya anunciaron que hasta el 26 los nuevos billetes no entrarían en circulación, y lo harían gradualmente. Los billetes de cien no tuvieron prórroga en su fecha de expiración causando una especie de "corralito". Lo que quiere decir que este Diciembre la crisis de disponibilidad de efectivo lejos de disminuir, tenderá a empeorar siendo los más afectados precisamente los sectores más populares. 
Sin tocar temas de distinta interpretación política como la represión y la falta de institucionalidad en la que vivimos los venezolanos, al caos de esta falta de efectivo se le agrega lo que ya tenemos años viviendo los ciudadanos de a pie chavistas, ninís y oposición por igual: la escasez de medicinas, los supermercados vacíos de inventario, artículos tan básicos como arroz, café, aceite, leche... aparecieron importados a precios que pocos pueden pagar; que el pan desapareció no solo de las panaderías, tampoco se encuentra pan cuadrado; la gente hurgando en las basuras a ver qué encuentran para comer; cada vez más conocidos con una pérdida de peso inusual. 
Sobra decir que los ánimos están más que caldeados. Comprando queso amarillo en una panadería sin pan, oigo conversar a dos charcuteros, uno lleva la voz cantante recordando precisamente el paro petrolero de 2002: "Por eso te digo, mi pana, no volverán, la oposición no volverá ni de vaina, porque son todos unos bandidos que tratan de tomar el poder desde Miami, y uno aquí fregado, así que júralo que no volverán".
Lo que me faltaba por oír en este diciembre sin billetes, sin comida, sin medicinas, sin seguridad: la narrativa VTV. La narrativa oficial. Pero yo ahí calladita esperando mis cien gramos de queso, porque si algo me han enseñado estos tiempos revolucionarios es a no pelear con fanáticos. Tampoco le deseo al buen hombre lo que en el fondo podría desearle al que sigue apostando por este caos, "ojalá te lleves un dedo por uón", solo feliz navidad a los hombres de buena voluntad, hasta los que todavía creen en pajaritos preñados. 




1 comentario:

Booklover dijo...

Hola Adriana,

Me gusta mucho tu articulo, yo en lo personal siempre dude de Ramos Allup quien fue uno de los principales arlequines contra Carlos Andres y de Capriles Radonsky que es uno de los peores politicos venezolanos de la historia, quizas el peor luego de Chavez Frias.

Yo me fui de Venezuela porque me convenci de que con esa oposicion, y me duele decirlo, el chavismo esta mas que comodo en el poder.

El cuento corto: Salas Roemer, Arias, Rosales, Capriles, Capriles. Uno peor que el otro.

Capriles no tiene sentido alguno de politica, no sabe que dice y dice lo primero que le viene a la cabeza.

Leopoldo es mejor olvidarse de el, mientras la oposicion sea esta cuerda de acomodaticios, a Leo le queda mucho tiempo en Ramo Verde.

Maduro que es el peor presidente de la historia, tiene a Ramos y a Capriles como sus principales soportes.

Yo me fui, es verdad, de repente no tengo moral para quejarme pero caramba que oposicion.

No solamente ya da la impresion que todo es parte de un juego preparado sino que para colmo la tutela cubana aparte de descarada es vista como normal por el resto del mundo. No pasara absolutamente nada.

Nada que hacer. Perdimos el pais.