martes, 30 de agosto de 2022

Un VIP, un VIP




Eugenia compartió la noticia en el chat como si de un sobrino se tratara: ¡Bad Bunny se llevó el premio MTV al mejor artista del año, no el MTV Latino, el MTV, MTV! Le ganó a artistas como Harry Styles, Drake, Lizzo y Ed Sheeran; primer artista de habla hispana en llevárselo y además dio su discurso de agradecimiento en español. 

¿Quién le habría dicho a la Eugenia de hace cinco años que la Eugenia del futuro iba a celebrar el triunfo en los premios MTV de un reguetonero? 

La invasión de la más reciente ola de reguetón ha sido difícil de resistir, a mi todavía solo me gusta bailarlo, y entre junio y agosto de 2022 bastante que he bailado “Tití me preguntó” de Bad Bunny, la canción con la que el artista puertorriqueño nacido en 1994, la edad de mi hija Isabel,  levantó controversia en las redes porque entre las “mucha novia, mucha novia” que se iba a llevar para “un selfie, say “cheese” en un VIP, un VIP” en medio de la bacanal de la coreografía, le estampó un beso en la boca a un bailarín, para aplausos de unos, y disgusto de otros. 

Tanto la bailé que tengo tres meses con el “un V.I.P, un V.I.P” pegado y eso que lo que más me cuesta del reguetón es las letras, por ejemplo: 

“Vamo´a tirarno’un selfie, say “cheese”, ey 

Que sonrían las que ya les metí 

En Un VIP, un VIP

Saluden a Tití”…


Cada generación con lo suyo, el año pasado mi amiga Anita para celebrar su cumpleaños y su regreso a la vida después de pasar por un Covid muy fuerte, reunió a un grupo de panas a una merienda en el jardín de su edificio. Puras mujeres. Como DJ una amiga conectó su teléfono a unas cornetas. La único que pidió la cumpleañera fue que no le pusieran reguetón porque la atormenta. Cantamos y bailamos la música que oíamos entre los años 70 y 80: Rubén Bládes, Barry White, Donna Summers, Police… la fiesta estaba muy animada, cuando comenzó a anochecer llegaron algunos hombres: los hermanos mayores de la cumpleañera, el novio, el cuñado, los sobrinos adultos… los caballeros se sentaron en una mesa aparte aturdidos con el mujerero loco cantando y gritando, hasta que en el momento de euforia mayor, cuando las niñas cincuentonas cantábamos como las veinteañeras que alguna vez fuimos: “Sufre mamón, devuélveme a mi chica o te retorcerás entre polvo pica pica”, el hermano mayor de la cumpleañera, a quien como que nunca le quitó una novia un chico pijo con un jersey amarillo, se paró frente a las cornetas gritando eufórico: “¿Pero bueno niñitas qué música es esta? ¿Qué es eso de te retorcerás entre polvo pica pica? ¿A ustedes qué les pasa? ¡Pongan buena música, caramba!” no sé si fue que tomó control de las cornetas o si surtió efecto el regaño, pero el volumen de la música inmediatamente bajó, se acabó la salsa, el merengue, el disco y el pop, y se dejó oír un jazz incidental muy bueno para conversar pero con varios rones/Vodkas/proseccos encima lo que queríamos era bailar y cantar, y tras el grito de “¡Pero bueno niñitas qué música es esta!” despertamos del embrujo y poco a poco empezamos a buscar nuestras carteras, “miren la hora que es”, “mi marido me va a matar”, "No me gusta manejar de noche", “dejé sola a mi mamá”.

 El hermano mayor lo que consiguió fue que se acabara la fiesta de cumpleaños, hasta el año que viene, arrivederci, háganme un favor y no me inviten para la próxima... de no habernos interrumpido así, tan abrupto, tan cortanota, la fiesta se habría extendido horas, días, semanas, hasta meses, y quizás ahí todavía estaríamos cantando: “Sonrían las que ya les metí en un VIP, un VIP, saluden a Tití”.

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