domingo, 27 de diciembre de 2009

Bajo el arbolito


A pesar de que mi hijo menor va a cumplir 10 años, el 25 de diciembre amanece la casa llena de regalos, más allá del balón de fútbol, ya no son juguetes los que trae el Niño Jesús, sino videojuegos. Este año mi chamo espera el Band Hero, con micrófono, guitarra y batería incluida. Ojalá no vuelva locos a los vecinos.

Podría ser peor, con ese afán del Gobierno de prohibir cualquier influencia perniciosa del imperio, el Band Hero en su versión criolla sería El Comandante del Joropo, y nuestro apartamento parecería una perenne fiesta en Sabaneta.

Bajo el arbolito también habrá regalos para mamá: "The british are coming!", este año coleé en la bolsa del Niño Jesús el Beatles Rock Band.

Quienes no se salvaron de la censura fueron los juguetes que emulan armas, los videojuegos de violencia y muñecos militaristas a lo Max Steel, cuyas ventas en Venezuela fueron prohibidas por la Asamblea Nacional. Los niños que insisten en jugar policías y ladrones tendrán que usar sus dedos para simular pistolas.

Con los videojuegos violentos no habrá mayor problema: la prohibición sólo abarca los comerciantes legales, aquellos que pagan impuestos, cualquier cidicero pirata vende los Car Theft sin regulación. Muñecos militaristas también hay, sólo que en vez de marines son guerreros venezolanos, habrá que ver cuántos niños pasarán sus vacaciones jugando con un chavecito de boina roja vestido de verde militar enfrentándose en batalla cuerpo a cuerpo con el generalísimo Francisco de Miranda.

Mis hijas mayores, adolescentes al fin, con unas buenas pintas de regalo de Navidad están más que contentas. Suerte que no les tocó pasar por la etapa de la muñeca de moda de la primera década del siglo XXI: la American Girl, cuyo concepto parece salido de una novela de Aldous Huxley: millones de muñecas con el mismo rostro esperan que una niña las escoja a su imagen y semejanza: color de pelo, color de ojos, color de piel, y accesorios niñamuñeca que combinen.

American Girl comenzó en el año 1986 vendiendo por catálogo muñecas que evocaban distintos momentos de la historia estadounidense. En 1998 sus creadores se asociaron con Mattel y hoy de las muñecas históricas no queda sino una pequeña sección en las enormes tiendas, comercios que ocupan dos o tres pisos a los que la recesión económica del año 2009 parece haberles pasado de lado: en Semana Santa tuve la oportunidad de visitar Chicago y en la comercial Michigan Avenue, mientras las tiendas vecinas estaban vacías, en la tienda de American Girl cientos de consentidas niñas, apoyadas con las tarjetas de crédito de sus padres, apertrechaban a sus amadas muñecas con todo tipo de accesorios.



Hasta hay un salón de belleza donde las niñas hacen cola para peinar a sus muñecas.

Y después hablan mal de esa señora que este año cumplió 50 años, la Barbie, un poco venida a menos, pero que merece todos mis respetos porque a las niñas, más que a ser mamás, nos inspiraba a ser profesionales: las hay doctoras, maestras, veterinarias, estrellas de rock- Tienen su novio, el Ken, pero no les hace falta casarse para sentirse realizadas.

Barbies, videojuegos, American Girls, muñecos revolucionarios, libros de cuentos, legos, balones, bicicletas, patines, aunque sea una humilde perinola; más que el valor del juguete es el detalle, la Navidad es el momento perfecto para que todos los niños se sientan queridos.

Artículo publicado en El Nacional el 26 de diciembre de 2009

3 comentarios:

delamoralodio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
maribel dijo...

En el salón de belleza de American Girl ahora hacen faciales y piercings.
Cuando mi consentida compró su muñeca, sugerí un piercing en el labio; pero a mi hija se le ocurrió algo mas “trendy”: colocar unos frenillos de diamantes como los de Lil Wayne. Nos mandaron al AG (Afro-american Gang) en el Bronx. Y ahora me suspendieron el catálogo.
Pero no importa; de todas formas los boicotearé por no tener una American “Je-lo” Girl.

Adriana Villanueva dijo...

Maribel: aquí en Venezuela deberían abrir la sucursal: chamas venezolanas con una amplia gama de ofertas para todos los gustos: la escuálida con cola de caballo, gorra, pito y bandera de Venezuela; la chavista: vestida de rojo con franela del Ché; la reguetonera con la barriga afuera; la Emo con corte de pelo asimétrico y llena de piercings...