domingo, 11 de abril de 2010

Barbara en Caracas


  
Cuando la ex- Secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, comparó a Fidel Castro con un dinosaurio en el foro “Mujeres del Mundo”, Barbara Walters saltó de inmediato: “explíquese”. Por lo visto la octogenaria periodista no conocía el término con el que los latinoamericanos nos referimos a las Dictaduras. Cuando Albright contestó algo similar a lo que canta Charlie García: “ porque como los dinosaurios,  va a desaparecer”, el público celebró su salida con risas como si de un chiste se tratara, a excepción de Walters, quien no ocultó un mohín de desprecio ante semejante comentario.
Tras leer “Audition, a memoir”, no me extraña el enfado de Walters por lo que para los latinoamericanos tampoco es un chiste: que los dinosaurios algún día tienen que desaparecer, y no porque ella sea ferviente admiradora del líder cubano que pasa los 80 años de vida y tiene más de 50 años llevando las riendas de su país sin permitir disidencias, sino porque Walters en sus memorias no oculta su fascinación con aquellos que ostentan cualquier tipo de poder político, llámese Richard Nixon, Anwar Sadat, Golda Meir, Yasir Arafat, George W. Bush o Hugo Chávez.
Pionera de las mujeres periodistas nacida en Boston en el año 1929, a Walters le costó subir escalafones en una profesión dominada por los hombres, hasta que el entonces presidente Nixon la invitó a acompañarlo en su gira a China en 1971. Desde entonces, Walters se volvió una de las consentidas de los líderes mundiales a la hora de conceder entrevistas por la empatía que logra establecer, siendo en 1977 la primera norteamericana en atravesar la Bahía de los Cochinos para entrevistar a Fidel, y quizás por eso, fue la escogida por su pupilo, el Comandante Chávez, para abrirle su corazón antimperialista al público norteamericano.
Aquellos venezolanos de la oposición que vieron la entrevista de Chávez en el programa 20/20 de la cadena ABC,  sintieron a la veterana periodista complaciente. Walters en sus memorias confiesa que a pesar de ella misma –después de todo el líder venezolano considera a los Estados Unidos como enemigo- simpatizó con Chávez.  Lo que le pareció un horror fue Caracas: “qué ciudad tan fastidiosa”, la describe Walters en sus memorias quejándose de que esta capital no tiene buenos museos y su mayor punto de atracción es subir a una montaña por teleférico. “What a bore!”.
 Mientras el Comandante Chávez se dignaba a atender a la periodista a su conveniencia (tardó como 2 días en recibirla en Miraflores), no le faltó a Walters quienes le hicieran un tour por Caracas, primero el revolucionario por un barrio de la ciudad, debidamente escoltada y bien escogidos sus interlocutores no le fuera a salir alguien quejándose de la falta de agua o de la impunidad de los malandros. El propio tour diseñado para la Izquierda caviar de tal modo que Walters fuera testigo de cómo al Comandante en Jefe lo ama el pueblo venezolano. Tampoco faltó el tour contrarevolucionario, no tan bien diseñado, ese fue por mansiones del este, con hermosos jardines y muros altos para evadir la delincuencia. Sus propietarios recibieron a la prestigiosa reportera con el fin de expresarle en perfecto inglés lo mal que se está viviendo en Venezuela.
Contradicciones de esta República Bolivariana que no entendería una periodista que no ha corrido el la vida el riesgo de perder su derecho a expresarse en un mundo de dinosaurios.

Artículo publicado en El Nacional el sábado 3 de abril de 2010.
 

3 comentarios:

te leo y pienso dijo...

Adrina como eche de menos tu lozana prosa en estos días, poder leerte me recuerda que todavía pensamos luego existimos acá en este país. Me gusta mucho tus artículos mi mas modesta admiración

Raúl Stolk dijo...

Me encanta tu estilo, lo de Charlie quedó genial.
Me agota explicar a la gente de afuera como vemos a los extranjeros que en este estado y grado de la pea no entienden lo que estamos pasando, sintiendo, pensando, etc. Lo hiciste perfecto.

Adriana Villanueva dijo...

Gracias por los comentarios, pasé dos semanas en Margarita y mi conexión a Internet fue casi nula, resultaron unas vacaciones blogueras.
En cuanto a explicar los bemoles de la revolución al que la ve como un proceso romántico desde afuera, qué caray, que se crean su Disneyworld revolucionario, me importa los que todavía creen en ella desde adentro.