sábado, 10 de julio de 2010

A la final



No imagino mayor emoción deportiva para un país que participar en un Mundial de Fútbol, los venezolanos con la oncena de la Vinotinto aunque rozamos la clasificación, todavía no hemos podido llegar. Eso nos hace una fanaticada ecléctica a la hora de ligar ganador en el Mundial, pero la gloria de unir la voluntad de 27 millones de habitantes en un equipo que nos represente ante los mejores del planeta, no la conocemos. Hay quienes opinan que deberíamos vestirnos el domingo de solidario vinotinto para ver la final del campeonato que nos tuvo en vilo las últimas semanas, por más que las intenciones sean buenas, sería como vestirse de Navidad para una fiesta de Carnaval.
Los venezolanos no tenemos problemas en asumir otras oncenas como propias, en especial la de Brasil por vecino, por su calidad de juego y porque con el equipo del rey Pelé comenzó la fiebre del fútbol en Venezuela en los años 60. Esa pasión por la Canariña nos ha pasado un poco por el desparpajo brasilero. Lamentablemente, el nuestro no es un amor correspondido. Quizás por eso la afición venezolana se ha dispersado a otros países.
Hasta este Mundial los venezolanos ligábamos oncenas por distintas razones y sin complejos: por ser hijos y nietos de inmigrantes, porque los jugadores de determinado equipo eran guapos, porque nos gustaba su juego, o sencillamente porque sí, sin tener que dar explicaciones y sin que se volviera una postura política, pero el Mundial 2010 no se salvó de la polarización que desde hace 11 años no cesa en su afán de dividir a los venezolanos en dos bandos irreconciliables.
¿Cómo empezó esta locura de clasificarnos con la moralina de los que les van a equipos europeos y los que le van a los latinoamericanos?  ¿Cómo surgió otro melodrama a lo noticiero VTV de los idealistas que desenvainan la espada de Bolívar del sueño suramericano y los Pro-Imperialistas vende patria eurocentristas? ¿Qué necesidad tenía el Presidente de todos los venezolanos de mofarse de los equipos europeos y de su fanaticada en Venezuela? De salir con fanfarronerías regionalistas y decir que la vieja Europa era reflejo de su fútbol, un continente tan acabado como su economía, a diferencia de Suramérica que entonces estaba dominando la primera ronda del Mundial, mientras Inglaterra, Italia y Francia fueron eliminados, y España se las vio mal. 
Terrible predicción, porque a la semifinal del Mundial de los equipos suramericanos sólo llegó Uruguay. Sobre todo, qué necesidad tenía de descargársele el Comandante Chávez al equipo español, que tantos hinchas tiene en nuestro país por la enorme cantidad de descendientes de españoles venezolanos, además de que nuestros niños (por lo menos el mío) son seguidores de la liga de fútbol española. Después se ofenden los oficialistas que en un juego de España en el Mundial reluciera una gigantesca pancarta con un merecido: “¿Por qué no te callas?”.
Tampoco se salvan aquellos de la oposición que cayeron en la trampa de la polarización e iban en contra los equipos de Suramérica como postura política, como si los goles argentinos o brasileros fueran un triunfo del Socialismo del Siglo XXI, sólo porque Maradona se jactara de chavista o porque Hugo Chávez luciera una camiseta de Brasil.
A la final ni los absurdos extremismos del Oficialismo ni los de Oposición tendrán la última palabra, sólo el buen fútbol, España-Holanda, que gane el mejor.

Artículo publicado el sábado 10 de julio de 2010 en El Nacional

5 comentarios:

Gaby Morales dijo...

No sabía que en Venezuela se estaba viviendo de esa manera el futbol, vaya que Esteban ha hecho daño a todos.

Adriana Villanueva dijo...

Bueno Gaby, para serte sincera, las redes sociales como facebook y twitter le ponen una lupa a todo, es como pensar en voz alta, estos eran los sentimientos de muchos azuzados por el Comandante que llamó burgueses pro-imperialistas a los venezolanos que le iban a España o a cualquier otro país que no fuera de un equipo sudamericano.

Leyla Cabrera dijo...

A Chávez ya no le basta con empavar a los equipos por quien va, sino que además le roba a la gente el placer de disfrutar cosas que no tienen nada que ver con política.

Leyla Cabrera dijo...

Ah, y gracias por usar mi carro para tu artículo, se ve cuchi....

Adriana Villanueva dijo...

Tu carro es el modelo perfecto para esta crónica Leyla, no sólo por la pluralidad de las banderas que carga, sino porque es vino tinto-