De visita en París a principios de octubre de 2010 estaba pendiente de a quién le darían este año el premio Nobel de Literatura, como suele suceder, en la prensa se leía una lista de candidatos donde rara vez se atina el nombre del ganador. Los favoritos de estos últimos años han sido Phillip Roth, Amos Oz, António Lobo Antunes... hasta hace unos años el peruano Mario Vargas Llosa formaba parte de esta lista, pero los admiradores de su obra habíamos perdido las esperanzas de verlo recibir algún día semejante reconocimiento literario porque don Mario suele ser controversial en sus opiniones políticas, lo que castiga la Academia Sueca como le constó al genial Jorge Luis Borges, quien jamás llegó a recibir la ansiada llamada de Estocolmo.
Casi nulas mis expectativas del Nobel para Vargas Llosa, apostaba por Amos Oz, autor israelita al que he estado leyendo recientemente y que además de un Nobel de Literatura, merece el de la Paz por buscar vías pacíficas para los conflictos del Medio Oriente. El nombre del ganador del Nobel de Literatura sería anunciado después del mediodía, hora de París, me fui a almorzar con la curiosidad de si este año le tocaría a un reconocido escritor o si a un dark horse, pero después de una Blanquette de Veau en un restaurante en Saint Germain de Pres, olvidé la lotería literaria que es cualquier galardón y de lo único que estaba pendiente esa tarde otoñal era de digerir el almuerzo.
Tras visitar el imponente museo del Mundo Árabe, caminé por los Quais hasta la mítica librería Shakespeare & Company en la Rue Bucherie, frente a la catedral de Notre Dame, predecesora de la librería del mismo nombre en Odeón, famosa por publicar en 1922 el Ulises de James Joyce -otro autor ignorado por la Academia Sueca- y por ser el centro de reunión de escritores pobres pero felices de los que hablaba el Nobel Ernest Hemingway en París era una fiesta.
Olvidado por completo lo del premio Nobel curucuteé los libros de ocasión a la puerta de la sabrosa librería, tanto lo había olvidado, que cuando entré en el diminuto local, al ver en el tablón principal a Bad Girl de Vargas Llosa con un papelito sobresaliendo entre sus páginas que decía: "Nobel winner!", le pasé de largo porque esa novela de Vargas Llosa dista de ser de mis favoritas, y porque en ese momento que el escritor peruano fuera Nobel de Literatura, no sé, me parecía tácito. Tardé unos segundos en caer en cuenta que la narrativa latinoamericana tenía 20 años sin recibir un premio Nobel, que Mario Vargas Llosa era nuestro nuevo Nobel, y que jamás un reconocimiento me pareció tan merecido.
Llámenme cursi y pendeja, pero al instante se me llenaron los ojos de lágrimas de felicidad como si me acabara de enterar que el galardonado había sido mi papá, y en parte así lo era, porque la influencia literaria del novelista peruano es innegable en los escritores latinoamericanos que le preceden. Cuando recuperé la compostura, a la muchacha que estaba en la caja le pregunté en inglés con voz entrecortada lo obvio, si acaso por fin le habían dado a Vargas Llosa el Nobel. Me lo confirmó sonriente, no porque fuera su admiradora, sino por mi notable alegría. Supe que la joven librera no sabía mucho de quien se trataba el nuevo Nobel al preguntarme: "Is he good?".
A pesar de que las palabras apenas me salían, me preparé para darle a la muchacha una clase magistral, para afirmarle que mejor que good, era grande, grandioso, para hablarle de Conversación en la Catedral, de La Guerra del Fin del Mundo, de La Fiesta del Chivo, de Lituma en los Andes, de La Ciudad y los Perros, de La Tía Julia y el escribidor; para asegurarle que "Bad Girl", aunque de sabrosa lectura, distaba de ser lo mejor de su obra, pero la chica no esperó mi respuesta, se volteó a atender a un cliente que preguntaba por una novela de Paul Auster.
Así que como no vi en la librería ningún hermano latinoamericano con quien compartir tanta alegría, me fui caminando sola por la orilla del Sena, feliz de estar en París cuando a Varguitas finalmente le daban como escritor el reconocimiento internacional que hace años merecía, de ver uno de sus libros al lado de un bustico de Shakespeare con un post it anunciando que, después de 20 años, Latinoamérica por fin tenía un nuevo "Nobel winner!"
2 comentarios:
Soy un gran admirador de Mario Vargas Llosa , no solo por su calidad como escritor sino por su apoyo a la resistencia democrática en Venezuela y el mundo, de el me he leído La fiesta del chivo , La tía Julia y el escribidor , Travesuras de una nina mala y Pantalón y las visitadoras, aunque todavía me falta habilidad como lector para apreciar la calidad literaria en sus libros, me han gustado mucho. Que otro libros me recomiendas del el?
Saludos!
Pedro para mi la gran novela de Vargas Llosa es conversación en la catedral, aunque la leí hace años y me gustaría darle una nueva lectura. La guerra del fin del mundo también es de sus grandes novelas, cualquier parecido con la actualidad venezolana es coincidencia porque la escribió hace casi 30 años; Como pez en el agua son sus memorias tras haber sido derrotado electoralmente por Fujimori, es buena en su género pero no se consigue; recién comienzo a leer El sueño del celta, vamos a ver qué tal.
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