A finales del 2010 publicaron una crónica en el New York Times sobre cómo en Venezuela, mientras emigra la clase media profesional, llegan cientos de inmigrantes que en sus países de origen vivían en la miseria. Nada reprochable en tenderle una mano a los menos afortunados, pero cómo no preguntarse qué será de esta tierra de gracia sufriendo una masiva fuga de talento nacional, llevándose a sus familias con ellos.
Hace poco vi una foto de mi hija Isabel con sus dos mejores amigas de preescolar: Sofía y Claudia, la foto es del 2000, cuando tenían seis años, mas allá del típico cómo pasa el tiempo, tan cuchis que eran, impresiona que de las tres niñas solo Isabel aún vive en Venezuela: Claudia se fue en primer grado a España, de donde eran oriundos sus abuelos, y Sofía se mudó hace años a Canadá donde su mamá trabaja como maestra.
2010 ha sido un comienzo de año escolar particularmente duro, al regresar a clases Isabel encontró varios pupitres vacíos: de un grupo de 40 de lo que sería la promoción 2012, 8 estudiantes se fueron a vivir al exterior, seis se sabía que no regresarían, pero dos de ellos fue en vacaciones que sus padres tomaron la decisión de emigrar. No soportaron más la incertidumbre de barco a la deriva en la que muchos nos sentimos navegando en la actual Venezuela. Una de las familias se fue a Panamá, la otra a Houston.
En enero de 2011, Valentina fue la novena amiga de Isabel en menos de un año que se mudó al exterior con su familia. Otro pupitre quedó vacío. En la crónica del NYT llaman a este fenómeno: “balseros del aire”, porque en lugar de en balsa como tantos cubanos, los emigrantes venezolanos se van en avión.
No hablamos de familias ricas que vivirán de las rentas, sino de clase media profesional que además de la inseguridad, del álgido ambiente político de lo últimos 12 años, de cuánto ha disminuido la calidad de vida ciudadana, sienten cómo sus posibilidades de producir en Venezuela se van reduciendo... y si tan solo fuera eso, temen por sus hijos, que puedan ser víctimas de la violencia, o que una vez graduados en las excelentes universidades que seguimos teniendo, un Estado cada vez más voraz y exigente en su fidelidad política sea su único empleador.
Estos pupitres vacíos no se llenan fácilmente, la historia de escolares que emigran se repite desde hace años en muchos colegios caraqueños, con un notable incremento en el 2010. Recuerdo que en la década del 70 –cuando yo estudiaba en el colegio Santiago de León de Caracas- los compañeros que se iban era porque cambiaban de escuela, rara vez porque emigraran, pero llegaban estudiantes nuevos a ocupar esos pupitres vacíos, algunos huyendo con sus familias de gobiernos militares.
Son pocos los niños, hijos de profesionales, que hoy inmigran a Venezuela. Qué profesional extranjero criaría a su familia en un país violento y revolucionado. Quizás algunos aplauden revoluciones ajenas desde lejos y hasta hacen negocios con ellas, pero invítenlos a vivir en esta utopía roja para ver cuántos aceptarían mudar a los suyos al paraíso socialista.
No todos los profesionales de este país revolucionado tenemos armado un Plan B, muchos apostamos hasta el final por Venezuela. Mi amiga Ana, que tampoco tiene plan B pero es más ácida que yo, suspira: “con tal de que no nos pongamos viejitas tomando cocuy casero y comentando a la luz de una vela que, tarde o temprano, la situación en Venezuela tiene que mejorar”.
Artículo publicado en El Nacional el sábado 22 de enero de 2011
5 comentarios:
Excelente analisis, eso ocurre hasta en clases menos privilegiadas, lo de la gente con niñ@s tratando de escapar de ese futuro q seguramente sucederá es ENORME, muy buena manera de presentarlo GRACIAS
Gracias Beth, hablo por la experiencia del salón de Isabel, pero sé que afecta a una población más amplia que los chamos de los colegios privados. Todas estas ausencias son irremplazables, esperemos que algún día la mayoría de estos niños regresen a Venezuela
Que lastima en verdad Adriana....Oliver es de los que se fue este año, nos vinimos a España los tres despues de mucho pensarlo. Nuestro corazon sigue alla y nuestro voto (incluyendo el estreno de Oliver y Melanie en sus primeras elecciones) ira desde aqui. Un beso
Si, muy triste Rosa, cuando ya pensábamos que no se iba a ir más nadie de esta promoción, Oliver se fue a España, espero que muchos de los muchachos regresen para graduarse, aunque sea nominalmente, con sus amigos de infancia como pasó con la promoción de Camila y Melanie.
Como tengo Pasajes a
Caracas para ir próximamente, estoy averiguando acerca de diferentes equipos porque me encanta asistir a varios eventos deportivos
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