martes, 3 de mayo de 2011

Adiós a LEA y a la Librería Centro Plaza


Continúa el Tsunami cultural: por twitter nos enteramos que cerraron las librerías Centro Plaza y LEA. No se aclaran las razones, lo que está claro es que a los caraqueños ya no nos van a alcanzar los dedos de las manos para contar las librerías que han bajado la Santa María los últimos meses: Punto y Coma, Lectura, Estudios, la librería del edificio Letonia, Centro Plaza y Lea de Mata de Coco.
Hace poco le comenté a una amiga que quizás en el cierre de Lectura influyó que en Chacaíto había muchas librerías. Me refutó con el ejemplo del Centro Plaza, donde desde hace años convivían cordialmente además de la librería que hasta la semana pasada llevaba el nombre del centro comercial, Noctua, Templo Interno, y una librería americana.
Y digo cordialmente porque me consta que cuando algún cliente llega preguntando por un libro que no tienen en cualquiera de estas librerías, los libreros los remiten a las librerías vecinas.
La librería Centro Plaza era la más antigua del Centro Comercial cuyos inicios viví estudiando en el  colegio Santiago León de Caracas en La Floresta. En bachillerato me escapaba con los amigos a almorzar al recién inaugurado Centro Plaza y de vez en cuando pasábamos por la librería que poco cambió en el transcurso de los años.
No quiero ni contar hace cuanto tiempo de eso, pero para darles una idea, entonces el libro de moda era una novela sensacionalista titulada algo así como "Pregúntale a Alicia" que trataba sobre una quinceañera que muere tras una intensa afición a las drogas. Lo traté de comprar pero se negaron a vendérmelo por no ser lectura adecuada para adolescentes.
Años después le comenté a uno de los dueños -lamento no recordar el nombre- que en su librería fui por primera vez víctima de la censura. Rió ante le anécdota asegurándome que en la actual administración lo único censurable era la censura.
Otra librería en cerrar cuya historia se remonta a mi prehistoria es LEA, no recuerdo la vida sin ella, en el Centro Comercial Mata de Coco en San Marino (y durante algún tiempo también en Chuao), la señora Oteyza abrió hace casi 50 años esta librería que desde hace años ha estado a cargo de su hija Isabel.
Generaciones de caraqueños se abastecieron en LEA de útiles escolares mientras sus mamás salían con alguna novela de moda, un álbum de fotografías, o un libro de regalo para una fiesta infantil. Cuántas veces llegué del colegio diciéndole a mi mamá: "Necesito ir a Lea porque se me acabó el cuaderno de lengua", puede que el mismo número de veces que alguno de mis hijos me pidió: "Llévame a Lea que me hace falta un juego de escuadras". Las listas de útiles escolares de principio de año de muchos colegios caraqueños se abastecían gracias a LEA, una librería tranquila la mayor parte del año que en septiembre se volvía un zafarrancho de muchachos y mamás.
Del cierre de LEA también supe por twitter pero no me tomó por sorpresa, hace un par de meses me llamaron para que fuera a cobrar los libros de "Margot en dos tiempos" que había dejado en consignación, por diversos motivos el futuro de Lea era incierto, y querían dejar las cuentas claras. No quiero ni contar el número de librerías que han cerrado sin pagarme libros en consignación.
Esta semana el futuro incierto de LEA se hizo certeza, cerró. Hoy en la mañana fui al supermercado Los Campitos en Mata de Coco, una excusa, lo que quería era despedirme de la librería de mi infancia. En la puerta de vidrio un cartel decía "cerrado", en otro cartel pegado en la vitrina se leía: "Este local se vende o alquila". Mientras le tomaba a la fachada una foto con el celular ya pensando dedicarle una intensidad, entró un señor y me di cuenta que la puerta no estaba con llave. Me acerqué y tras la vidriera vi a Isa, Valentina, Lourdes, Rosa; haciendo inventario.
Debí entrar y despedirme, pero no tuve coraje para hacerlo, con el cierre de la librería Lea, como con el de Punto y Comas, Lectura, Estudios, Centro Plaza, se cierran capítulos tanto emocionales como culturales de la historia de Caracas, y fiel a evitar intensidades, prefiero no llorar en público.

8 comentarios:

Bruno Ortega dijo...

Si, sin duda hacen mucha falta, en la de Centro Plaza compre al menos mis dos últimos libros mientras trabajaba en mi tesis de maestría, y en Lea compre también los cuentos que mi hija esta usando ahora en segundo grado del Colegio Cristo Rey. Recuerdo que llamamos a Lea por teléfono y nos apartaron los cuentos que fuimos a buscar luego.

Unknown dijo...

¿Cuándo fue la última ve que viste a una persona leyendo un libro en Caracas?
¡Nos ha destartalado la cultura! Y la sociedad se resiente
Saludos

Anónimo dijo...

Es lamentable la desaparición de diferentes librerías en el área Metropolitana, la cultura va cuesta abajo en su rodada, son pocos los lectores y ahora serán mucho menos.

Adriana Villanueva dijo...

Puede que peque de optimista pero creo que en Venezuela hay buenos lectores, por algo todavía quedan buenas librerías, las de libreros, quizás poco frecuentadas por la gran masa cuya lectura no supera los libros de autoayuda o los best sellers dos veces al año en la playa, pero los buenos lectores caraqueños si dan lo suficiente para que contemos con librerías como Kalathos, Noctua, Templo Interno, las Alejandrías, El Buscón, Entre Libros, Sopa de Letras... solo por nombrar algunas que me vienen a la memoria. Sin menospreciar los Nachos y las Tecniciencias, donde se consiguen buenos libros, en el caso de Nacho, a veces a buenos precios.
En Margarita hay librerías excelentes, me parece que en Valencia y Mérida también, si es verdad que a menudo me escriben lectores de otras ciudades del interior lamentando lo difícil que les es conseguir libros, pero basta ver como se llenan en Caracas las ferias de libros, los cambalaches organizados por Relectura, la cantidad de seguidores que tienen iniciativas como Ficción Breve, Qué leer, Prodavinci; para saber que los venezolanos no somos tan indiferentes a la literatura.
Pero de hace unos añitos para acá vivimos bajo circunstancias que hacen difícil que las buenas librerías sobrevivan: la dificultad para conseguir divisas para importar libros, se acabó el dólar preferencial para este rubro, se depende de un Cadivi que en la mayoría de los casos tarda en materializarse, y hoy cualquier libro en Caracas cuesta una fortuna para unos bolsillos cada vez más apretados.
A veces pienso que demasiado buenos lectores somos para que todavía sobrevivan en Caracas librerías como las antes mencionadas, y aquellas que se me pasaron por alto. Lamentable que en el camino de esta economía "revolucionaria" los caraqueños hemos perdido tantas librerías entrañables.

Juan dijo...

Hola Adriana, esta manana te ví por los vidrios de la librería y no te pude saludar. Me gustaría verte por allá ya que aún estaremos un tiempo en labres de inventario.
Gracias por tus palabras.
Valentina Sucre

Adriana Villanueva dijo...

Ay Valentina, no puedo ir porque me voy a guindar a llorar, muy duro ver cerrar nuestras librerías de toda la vida, imagino lo que debe ser para ustedes. Enclenque que es una.

Roberto Echeto dijo...

Los negocios cierran, los negocios abren, Adriana, dependiendo de los números. Los números son los que mandan.

Un beso.

Adriana Villanueva dijo...

Así es Roberto, los números, por lo menos 6 librerías en Caracas cerradas en el mismo número de meses nos dicen que a más de 300 bs un libro importado digamos de España recién salido del horno, ¿cuántos venezolanos podemos darnos ese lujo? Quienes de vez en cuando lo hacemos: ¿cuántos libros podemos comprar a esos precios? ¿Cuántos libros hemos devuelto horrorizados al ver lo que están costando? Definitivamente, los números no dan, los libros se han vuelto un objeto suntuario, cuidado y si no les ponen ese impuesto.