miércoles, 18 de mayo de 2011

El método Griswold para visitar el Louvre

Una de las escenas de película más divertida que recuerdo es cuando en "National Lampoon's European Vacation" (1985) los Griswold visitan el Museo del Louvre en París. Clark y Ellen Griswold y sus hijos adolescentes, Rusty y Audrey, son una típica familia clase media norteamericana, quienes en un programa de concursos de TV ganan un viaje a Europa al estilo tour de quinceañeras, no más de dos noches por ciudad.
Con tan apretada agenda, luego de visitar diversos monumentos en París, los Griswold finalmente llegan al Louvre cuando el museo está a punto de cerrar. Tienen 15 minutos para recorrer el palacio de 60,600 metros cuadrados que alberga más de 35 mil obras abarcando desde la Pre-Historia hasta el Siglo XIX.
"No problem" dice el padre de familia interpretado por el genial Chevy Chase "Let's hurry!!!".
Más que una visita a un museo el recorrido de los Griswold por el palacio cuyos orígenes datan del siglo XII, parece un rally donde lo importante no es el deleite ante lo que se ve, sino el saberse ahí.
25 años después de reír ante la hazaña de los Griswold, de visita al Louvre en octubre 2010 me doy cuenta que no fue ninguna hazaña, la mayoría de los 15 mil visitantes diarios al museo más importante del mundo (8.5 millones en el año 2010) siguen el recorrido Griswold, quizás no les tomará 15 minutos, pero de los 35 mil objetos en exhibición, muchos solo aspiran a ver aquellas obras emblemáticas, y con la facilidad de la cámara digital, posar al lado de ellas, como coleccionando barajitas para un álbum en facebook.


La primera de estas obras emblemáticas del Louvre, aquella que recibe en la escalera de la entrada principal, es "La Victoria de Samotracia". Contaba mi abuela Margot que Carlos Villanueva, en su primer viaje a París de recién casados donde el arquitecto venezolano se crió, insistió en llevarla al Louvre para que su joven esposa conociera el museo no con ojos de turista apenas interesada en la Mona Lisa: "Eso no es el Louvre". Deteniéndola ante la famosa estatua alada del período Helénico que data del año 190 A.C., le dijo :"De esto se trata el Louvre".
Aunque Marinetti en su Manifiesto Futurista asegurara: "Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia".


A pocos metros, escalera arriba, ante la multitud de hombres, mujeres y niños cual torre de Babel agolpados en una sala, se llega a la obra más popular de la Historia del Arte: "La Gioconda" de Leonardo Da Vinci, mejor conocida como la Mona Lisa. Para llegar a ella hay que pasar frente a otros lienzos de Da Vinci como "La Virgen de las Rocas" y "La virgen y el Niño con Santa Ana"; obras hasta más bellas pero ni con un tercio de admiradores que la doña de la misteriosa sonrisa.


En cambio el ala de arte español donde comparten Goya y Velazquez no entra en el objetivo de los ávidos cazadores digitales del Louvre, quizás estarán esperando para retratarse frente a obras de estos artistas cuando vayan a Madrid y visiten el Museo del Prado, pero en París se puede buscar emular al gran Goya sin que una ola de turistas incomode para posar frente al retrato de monsieur Guillemardet.



Quedando el Louvre en Francia era de esperar que entre las alas más visitadas del museo esté la del movimiento romántico francés, las maestras de escuela se sirven de gigantescos lienzos como "La Coronación de Napoleón" del artista Jean-Louis David para dar clases de Historia a les enfants, así como los niños venezolanos aprendimos sobre el suplicio de Francisco De Miranda viendo en la Galería de Arte Nacional: "Miranda en la carraca" de Arturo Michelena.


Hay quienes aprovechan estas clases para recibir un curso rápido sobre alguna obra en particular, como por ejemplo ante el gigantesco lienzo La balsa de Medusa de Gérome Géricault, que plasma un escándalo que afectó a la re-instaurada monarquía francesa en el siglo XIX cuando tras el naufragio del barco Medusa se culpó a la incompetencia del capitán por la muerte de 147 de las 163 personas a bordo. Los 15 sobrevivientes en la balsa que muestra el cuadro de Géricault reflejan la desesperación, el delirio y hasta el canibalismo de pasar a la deriva 13 días en el mar. Cuento delicioso para el morbo infantil.

Sin embargo lo que buscan la mayoría de los turistas no es la historia tras el cuadro, ni sus méritos estéticos, ni su importancia histórica, lo que se anhela mirando la cámara digital al decir: "cheese!" es el recuerdo que testimonie que se estuvo ahí, coleccionando imágenes ya no para pasarlas en diapositivas ante un grupo de amigos, sino para montarlas en Facebook: se posa frente al gran lienzo, sonríe, déjame ver cómo quedé, download, y listo, ya podemos regresar a las tediosas vidas en las tediosas ciudades donde a los museos nacionales, rara vez se nos ocurre visitar.

5 comentarios:

Roberto Echeto dijo...

Adriana, a sólo un loco se le ocurre ver 28 siglos de arte (o más) en un par de horas.

Mi método para ver museos es ir directamente a las obras que sé que se encuentran ahí y ya. Si en el recorrido encuentro algo que me interese de verdad, me detengo y lo detallo.

Y listo.

Lo demás es grosería, ignorancia neorrica.

Un beso.

Adriana Villanueva dijo...

En mi familia quedó el adjetivo "Chevy Chase" para este tipo de visitas express, por ejemplo:
-¿Fuiste al Reina Sofía en tu visita a Madrid?
-Sí, pero fue un Chevy Chase, me gustaría regresar con más calma.
Tengo una tía que se quedaba días enteros en los museos de las ciudades que visitaba, solo salía para ir a almorzar, y después regresaba. Como reacción su hija odiaba los museos, y cuando creció jamás volvió a entrar en uno.

Tiffiny dijo...

Cool!

Agustin Torres dijo...

De visita en Paris, varios años después tu entrada sigue de actualidad más que nunca. Gracias por darnos el uso del adjetivo "Chevy Chase" .. Algo que vamos a usar siempre!!
Saludos

Unknown dijo...

Adriana,

Encontre tu blog por (feliz) casualidad. Esta entrada fue un divertido soplo de aire fresco en medio de tanta pagina circunspecta con la que uno se cruza al planear su primera visita al Louvre. Gracias por compartir estas anécdotas. Saludos!