viernes, 6 de abril de 2018

Vuelo de ida



De doce libros en enero, a ocho libros en febrero, bajé a cuatro libros leídos en marzo, la razón de esta baja lectora es que pasé tres semanas de viaje acompañando a mi mamá a París donde vive mi hermano con su familia. Para no perder la disciplina comparto los libros leídos en marzo:

Fates and Furies de Lauren Groff (impreso)
Earthly Remains, la 26 entrega del Comisario Brunetti de Donna Leon (Digital).
La imperfección del amor de Milena Argus (Impreso)
Ordesa de Manuel Vilas (digital)

Este mes se van a salvar de que les cuente sobre los libros leídos, mas bien les voy a narrar ciertas intensidades del viaje, aunque me había prometido no hacerlo, pareciera que no hay raya más grande en esta Venezuela en ruinas que viajar, peor aun, más raya que regresar. Es como haber salido de la devastación de una guerra, y volver a ella voluntariamente.

Como si una fuera loca o masoquista.

Qué le voy a hacer si yo vivo en Venezuela, aunque hace tiempo dejé de ser optimista.

Cómo se puede ser optimista si hasta hace poco esos vuelos de Air France llegaban y salían de Venezuela cargados de pasajeros, muchos de ellos chinos, y ya ni los chinos vienen para acá. Por lo menos en los vuelos que me tocó volar, había uno que otro chino en conexión a su tierra natal, pero no familias enteras, como veíamos en los vuelos de Air France hasta hace pocos años, chinos de todas las edades que no sabían ni español ni inglés ni francés, pelando bola para llenar la tarjeta de inmigración, todos con pasaporte venezolano. Las malas lenguas decían que los nacionalizaban y los traían a votar, el voto rojo era parte del pago al llamado Socialismo del Siglo XXI que le hipotecó Venezuela a la República Popular China.

Pero ni los ciudadanos chinos se salvan de la violencia que desangra Venezuela, y después de varios de sus ciudadanos fueran víctimas de extorsiones y atracos, habrán dicho: "Seguiremos chupando de esta teta petrolera, pero bien lejos de aquí".

Familiares y amigos que han viajado en distintas aerolíneas a Europa estos últimos meses (muchos para quedarse) coinciden que no solo ya casi no están viniendo ciudadanos chinos/venezolanos, los vuelos de Venezuela hoy despegan con una menor afluencia de pasajeros, y suelen regresar a esta antigua tierra de gracia casi vacíos.

A Venezuela hoy no viene ni el gato, ni siquiera venezolanos de visita a sus familias, quizás por la  actual dificultad de renovar pasaportes venezolanos porque no hay dinero para pagar el material, además de por lo caro que son los pasajes con destino a Venezuela, lo cierto es que muchos venezolanos que viven en el extranjero se ven imposibilitados de venir ni de visita. Nuestros viejos comienzan a morir sin que sus hijos puedan venir a enterrarlos.

En un aeropuerto internacional Simón Bolívar vacío de pasajeros y aviones, es difícil no preguntarse si llegará el momento en el que los únicos aviones que despegaran de Venezuela serán los que van y vienen de Cuba.* En Maiquetía hay un terminal especial para los viajeros a Cuba en el que entran pasajeros cargando con bolsas grandes como las que solían montar en las cabinas de Avensa las doñas de regreso de la Margarita de Puerto Libre.

¿Qué llevarán en esas bolsotas las doñas revolucionarias con dirección a La Habana saliendo de un país donde no se consigue ni pasta de diente?

No tuve problemas para que me chequearan en el avión, quizás porque ya no soy una chama, Air France se acogió a la política de las aerolíneas españolas de no chequear aquellos jóvenes con pasaporte venezolano que no presenten una reservación de hotel o una carta de invitación de un residente legal del país a donde van, señalando fecha de partida del invitado.

El papá de una muchacha en el mostrador de Air France peleaba porque no querían chequearla en el  vuelo sin esa carta.
"¿Por qué cuando compramos el pasaje no avisaron de dicho requisito? ¡Ustedes si son arrechos! ¡Van avisar ahora en el aeropuerto!".
 De manera fría la mujer en el mostrador le contestó que la aerolínea no estaba en el deber de informales a los pasajeros a la hora de venderles el boleto las políticas de aduana del país al que viajaban, le correspondía al pasajero informarse, acaso no sabían que esa carta de invitación o reservación en un hotel era requisito desde hace tiempo para que los ciudadanos venezolanos pudieran entrar en España.
"¡Si!"- contestaba el hombre enfurecido- "¡Pero mi hija no está volando a España, está volando a  Francia!".
Al final con una llamada al familiar que la alojaría, la muchacha logró la carta de invitación, pero no pudo evitar el mal rato de sentirse como una paria.
Sabrá Dios si será de las que viajó a Europa para quedarse.

El avión a París en la clase premier economy, que es en la que viajo cuando la diferencia de tarifa con turista no es tanta, iba lleno de entusiastas simpatizantes de lo que queda de la revolución bolivariana. De lo más orondos como si fueran parte de la logia de los Búfalos Mojados, portaban en el cuello carnets que los identificaban como Todos somos Venezuela, solidarios internacionales con el gobierno de Nicolás Maduro Moros en rechazo a las  sanciones imperialistas, jornada que se realizó en el Teatro Teresa Carreño entre el 5 y el 7 de marzo, con invitados de más de 60 países, siendo sus anfitriones Jorge Arreza, Delcy Rodríguez y Adán Chávez.

 La jornada solidaria con la dictadura venezolana fue inaugurada por el Sistema de Orquestas juveniles de Venezuela, días antes de que el maestro José Antonio Abreu expirara, y que la omnipresente Delcy Rodríguez y el delfín Nicolasito, fueran nombrados parte de la directiva del Sistema.
Mi vecino de asiento en el avión parecía un príncipe africano, un hombre de mediana edad de sonrisa cálida, vestido con blazer como viajaban los caballeros de antes. Cada vez que pasaba un correligionario revolucionario, pasaba por encima mío para estrecharle la mano. Ser una apóstata de la revolución se me nota desde lejos, pero el señor no parecía andarse con prejuicios políticos, me dio la mano cordialmente cuando vio que sería su compañera de vuelo.
Qué flojera pensar que tendría de vecino de asiento a un conversador, peor aún, a un conversador en inglés apologista de la Dictadura de Maduro, pero al rato me dejé conquistar por la simpatía de quien se identificó como africano de Guinea Occidental, y mientras el avión se alistaba para despegar, conversamos un rato sin entrar abiertamente en política. Le pregunté cómo lo había tratado Venezuela, me contestó que muy bien, estaba alojado en el Meliá, excelente hotel me dijo, le contesté que sí, lástima que desde hace ya casi veinte años no se han vuelto a hacer en Venezuela proyectos similares. Le pedí que me hablara de su país: me contó que Guinea Occidental era muy bella, muy rica, lo triste era que tanta riqueza mineral estuviera concentrada en una minoría mientras el resto del país estaba pasando hambre y trabajo.
"We can relate to that in Venezuela", le dije, el señor sonrió no dando por aludida a la causa revolucionaria por la cual viajaba, antes de desconectarse para ver La Torre Oscura con Idris Elba, yo me puse a ver Asesinato en el Oriente Express de Keneth Branagh. Nueve horas y dos películas después, entrando en París, nos despedimos tan cordialmente como nos presentamos, con la certeza que más nunca nos volveríamos a ver.
Hoy mi amigo africano estará contando las maravillas de ese país sudamericano que lo invitó a pasar tres días de ensueño revolucionario. Dudo que se haya molestado en indagar un poco más tras los oropeles de la propaganda revolucionaria que lo invitó, averiguar, por ejemplo, sobre la crisis de salud en este hermoso país de enormes riquezas minerales, donde desde hace más de un año los transplantes renales están paralizados, y los afortunados que ya fueron transplantados, hoy corren peligro de muerte porque tienen varios meses esperando los inmunosupresores contra el rechazo.

*Horas después de escribir esta intensidad, el presidente Nicolás Maduro suspendió las relaciones comerciales con Panamá durante 90 días, medida que afecta a Copa Airlines, de las pocas líneas aéreas con la que todavía contábamos los venezolanos para hacer conexiones, después que tantas líneas aéreas nos han ido abandonando. Semejante sanción es represalia ante las medidas tomadas por el gobierno panameño contra 55 funcionarios venezolanos, entre ellos, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, por "blanqueo de capitales".  




No hay comentarios: