lunes, 16 de mayo de 2011

Lecturas Semana Santa 2011

 Mi criterio de lectura en Margarita es sencillo: para el avión llevo un libro pequeño, que quepa en la cartera, y que eventualmente lo puedan disfrutar mis padres o hermanos al encontrarlo en la biblioteca de la casa de la playa.
Por eso esta Semana Santa 2011 llevé "Juliet, Naked" de Nick Hornby, escritor inglés cuyo principal tema son los púberes eternos, hombres que rozando la cuarentena se comportan como adolescentes.
Quienes no hayan leído las novelas de Hornby puede que conozcan sus personajes por las adaptaciones fílmicas de About a Boy (Hugh Grant), High Fidelity (John Cusack) y Fever Pitch (Jimmy Fallon); muchachones incapaces de mantener una relación adulta, con alguna obsesión bien sea por la afición deportiva, equipos electrónicos o el rock.
En el caso de "Juliet, Naked" son dos los eternos púberes, el primero en aparecer es Duncan, habitante de un pueblo costero de Inglaterra quien tras 15 años de relación con Annie, esta se da cuenta de que el verdadero amor de su pareja es Tucker Crowe, estrella de Rock norteamericana cuyo retiro de la música es caldo de leyendas de Internet, leyendas que Duncan se toma con la seriedad de un estudioso de las Santas Escrituras.
Tucker también es un hombre emocionalmente estancado, padre de varios hijos con quienes no tiene relación filial, el menor, Jackson, es su tabla de salvación, por el pequeño se ha convertido en un "soccer dad", lo que parece llenarlo más que estar escribiendo canciones a las que una cuerda de locos encuentra más significado del que tuvo al componerlas.
"Juliet, Naked" es el título del último LP de Tucker antes de desaparecer de la vida pública, sus fans tienen años sin saber del artista, y Tucker, ahora un sesentón anodino, cómodamente ha dejado creer que su greñudo vecino es la elusiva estrella de Rock.
No es la mejor novela de Hornby "Juliet, Naked", pero es divertido este enredo del estudioso de la obra del artista que en realidad no ha entendido nada, y de cómo la imagen pública de un ídolo suele ser puras pamplinas.
Otra novela breve que llevé a Margarita fue "Esperando a Robert Capa" de la escritora española Susana Fortes, obra ganadora del premio Fernando Lara, historia novelada que más que contar la vida del atractivo fotógrafo húngaro que logró captar con su lente la "Muerte de un Miliciano", es la historia de su amante alemana, la fotógrafo de guerra Gerda Taro.
Hace un par de años leí la biografía de Capa de Richard Whelan que narra los mismos acontecimientos que Fortes nos presenta bajo la subjetividad de la obra literaria, quizás por eso esta novela no me terminó de entusiasmar, precisamente porque de lo mismo de lo que se lamenta la voz narrativa, que un personaje tan interesante como Gerta fuera eclipsado por su famoso novio hasta el punto que algunas de sus fotografías son asumidas como de Capa, se vuelva a eclipsar hasta con el título y la portada de la obra de ficción.
Otro de mis criterios para lectura vacacional es llevar en la maleta novelas densas para achinchorrarse. En Semana Santa 2011 opté por una que tiene más de 20 años de publicada, comprada hace 5 en su versión de bolsillo: "Los pilares de la tierra" del escritor inglés Ken Follet. Hasta ahora la había evitado no tanto por esnobismo anti-bestseller, sino porque con más de 1400 páginas, es un verdadero  compromiso de tiempo y lectura.
Habría seguido postergándola de no ser porque me prestaron la miniserie de Starz producida por los hermanos Ridley y Tony Scott, y quería leer la novela antes de verla.
No me entusiasma el boom de novelas históricas medievales, me aburre, pero en el caso de "Los pilares de la tierra" por algo sigue siendo un éxito en ventas tras 20 años de publicada. Narra la obsesión de un par de hombres, un abad y un constructor, por hacer una Catedral en un pueblo ficticio en la anárquica Inglaterra del siglo XII.
Ken Follet es un escritor de oficio, a pesar de la extensión, esta novela es lo que en inglés se llama un "page turner", no pierde en ningún momento el interés del lector, ni deja suelto ningún cabo de la ventena de personajes que comparten un periplo de más de 50 años entre el incendio de la humilde abadía de Kingsbridge hasta que a la Catedral la dan por terminada.


Quizás por haberla visto inmediatamente después de leer la novela, no me gustó la miniserie canadiense-alemana producida por los hermanos Scott, es una versión libre de la novela, sin duda de espectacular ambientación y escenografía, como era de esperarse con semejantes productores, pero encontré a sus personajes unidimensionales, se recurre al efectismo dramático como el incesto y la flagelación para suplantar lo que hace que la obra de Follet haya sobrevivido tantos años: tan solo una historia bien contada.

3 comentarios:

Isa O`conn dijo...

Yo para esas fechas opte por "esclavos de la libertad" de Vitali Shentalinski, primera obra de una trilogía, que me descubrió las purgas stalinistas en el mundo literario soviético de los años 30...es impactante como un régimen comunista llego a tal extremo y a 20 años de la perestroika, es este intentando reproducir una políticas tan nefastas acá...un saludo

Isa O`conn dijo...

Posdata: perdón por la mala redacción y ortografía...horita estoy leyendo Doña Barbara nunca había leído esta obra y era una mancha en mi expediente criollo...otro saludo, me encanta tu blog, mi reconocimiento a usted aquí queda!

Adriana Villanueva dijo...

Si estás interesada en la Unión Soviética Stalinista, Isa, te recomiendo Vida Y Destino de Vasili Grossman, impelable, en cuanto a Doña Bárbara es una de mis novelas de cabecera, regreso a ella de tanto en tanto, le he dedicado un par de crónicas recopiladas en las Intensidades, bien dijo Milagros Socorro que quien la da por leída en la adolescencia, cuando la mandan a leer en la escuela, es como si no la hubiese leído. Te darás cuenta tras su lectura que no hay novela venezolana más contemporánea que la doña de Gallegos