lunes, 27 de agosto de 2012

"Escribir es una celebración", Martin Amis junto al puente


Cuando se va de visita a Nueva York la primera compra que hay que hacer es la revista Time Out, te pondrá al día de la oferta cultural en la ciudad: cine, conciertos, exposiciones de arte, ballet, teatro, la movida nocturna... yo lo que siempre busco es qué escritores estarán presentando un nuevo libro. En verano no se suele tener mucha suerte en este renglón: agosto es un mes dormido en Nueva York ya que gran parte de los neoyorquinos huyen del calor de la ciudad. Las buenas novelas, al igual que las buenas películas, son presentadas en otoño dejando los meses de verano para libros de playa y películas cotufa.
Por eso no podía creer mi suerte cuando leí en Time Out que el lunes 13 de agosto, para cerrar el ciclo Books beneath the bridge, el escritor inglés Martin Amis estaría leyendo en el parque del puente de Brooklyn extractos de su nueva novela: Lionel Asbo: State of England.
No se puede decir que soy seguidora de la obra de Martin Amis, sus libros más famosos: Money y London Fields, se encuentran invernando en la estantería de los libros que debo leer. También siento curiosidad por Koba, su biografía de Stalin; de Amis solo he leído Experience (2000) las memorias que escribió a raíz de la muerte de su padre el famoso humorista británico Kingsley Amis, en las cuales hace un repaso de su vida, de su carrera y de sus afectos, en especial de su relación con su padre y con su amigo Christopher Hitchens (Hitch), con quienes tuvo marcadas diferencias ideológicas entre ellas la publicación de Koba, libro que Hitch deploró publicamente con la misma agudeza con la que despotricó contra la Madre Teresa de Calcuta. Polémica que distanció a los dos amigos por un tiempo.
 Experience fue una pausa para reflexionar sobre la primera mitad de su vida, la fama se la debe Amis es a sus novelas, sobre todo a las escritas en los años 80, que los críticos alaban por la habilidad del autor de jugar con el idioma inglés, aunque hay quienes resienten que hoy Amis escribe con mayor economía del lenguaje.
En entrevista en Time Out, el escritor explica el cambio: "A medida que pasan los años la musicalidad disminuye, nada malo con las oraciones nuevas pero no son tan pirotécnicas como solían ser".
A los 62 años Amis asegura que ya no siente necesaria esa pirotecnía para que sus novelas sean buenas: "Pero algunos críticos tienen una idea preconcebida de cómo debe ser cada autor, lo que llaman "su narrativa", y al no encontrar ejercicios pirotécnicos en la mía dicen que estoy en decadencia como escritor a pesar de que mis dos últimas novelas fueron muy elogiadas por la crítica".
Camino al parque del Brooklyn Bridge compré en Barnes & Noble una de sus más recientes novelas: The pregnant widow (2011), para ver si tenía suerte y el autor me la dedicaba. Comencé a leerla en el Metro, en las primeras páginas el narrador deplora el paso del tiempo: "Envejecer es ver como tras innumerables ensayos, nuestra vida se vuelve una película de horror, una película sin talento, irresponsable, una película de bajo presupuesto, en la cual (como suele suceder en las películas de horror) se guarda lo peor para el final".
Este fragmento me acordó las últimas novelas de Philip Roth donde la inclemencia de la vejez es el tema. En la entrevista a Time Out Amis reconoce su obsesión con el paso de los años: "La ilusión de la inmortalidad se evapora, eso te cambia, y hasta se agradece, porque no queremos vivir de ilusiones".

Viendo a Martin Amis a pocos metros de distancia, es fácil comprender esta obsesión con su propia mortalidad, a los 62 años, extremadamente delgado, el escritor se ve frágil  cuando es presentado ante un público mayoritariamente joven.
El acto comienza a las 6.30 en punto con unas palabras de Christien Shangraw de la librería Book Court en Brooklyn instando a los presentes a que compren en librerías independientes para que estas sobrevivan.
Menos mal que boté la bolsa de Barnes & Noble y llevaba a La viuda embarazada en la cartera, porque qué pena.
Amis, con su delicioso acento británico, comenzó admitiendo que su nueva novela tiene implícito un homenaje a los Beatles: "La vida sería más sencilla si asumiéramos los estereotipos que representan los Beatles. Por ejemplo, si alguien comete un crimen, sería una atenuante ser un Ringo. Mi esposa Isabel dice que yo soy un Paul que se las da de John, pero en realidad soy un George".
Roto el hielo, Amis inició la lectura del primer capítulo de Lionel Asbo protagonizada por una familia donde los hijos se llaman como los Beatles: John, Paul, George y Ringo; incluyendo los Beatles olvidados: Stuart y Pete. Lionel, el protagonista antihéroe, es el hermano menor nacido cuando ya se habían agotado los nombres de la Beatlemanía, quien queda encargado de su sobrino Desmond, adolescente más interesado en el amor y en la Literatura que en las malandras enseñanzas del pillo de su tío.
Lionel Asbo: state of England esa noche todavía no había salido a la venta, por una semana la ofrecerían en exclusiva en la pequeña librería en Brooklyn, barrio aledaño a Manhattan donde Amis se acaba de mudar.
A las siete y media se abrió el micrófono para una ronda de preguntas, la primera fue: "¿por qué Brooklyn? ".
"Por asuntos familiares me mudé a Nueva York, también la distancia con Inglaterra me hacía falta como escritor, ¿por qué no Manhattan? Ya estoy muy viejo para vivir en Manhattan, si como dicen es la ciudad que nunca duerme seguro es la ciudad en la que yo nunca puedo dormir. Me molestan los ruidos en la madrugada, prefiero la paz de Brooklyn, el aire de vecindario. Brooklyn es el paraíso".

No podía faltar una mención a su amigo Hitch cuando un joven en el público le preguntó que influencia había tenido en él como escritor. Amis recordó que Hitchens no era novelista, era ensayista, su influencia literaria no tuvo que ver más allá de una gran amistad que duró hasta la muerte del controversial contestario, ya se habían reconciliado y estuvieron muy cerca al final. Hitch alcanzó a leer en borrador la novela que esa noche se presentaba. La muerte del amigo en diciembre de 2011 dejó a Amis al borde de un abismo depresivo, del que el escritor pareciera no haber salido. Sin embargo terminó apuntando el mayor legado que le dejó Hitch, su amor a la vida, siempre decía: "Escribir es una celebración".
 Y como escribir es una celebración, esa noche frente al puente era una noche de alegría, no una noche de tristeza. Se apagaron los micrófonos y el escritor se sentó con el puente de Brooklyn de telón de fondo disponiéndose a firmar los libros que le pidieran.



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