jueves, 23 de agosto de 2012

Los dueños de la calle



Pasó lo que tenía que pasar: me llevé por delante a un motorizado. Es que en Caracas todo el que conduzca un carro tiene un alto riesgo de llevarse por delante a un motorizado, y todo motorizado tiene un riesgo aún mayor de que se lo lleven por delante.
Tampoco fue gran cosa, un congestionado mediodía, cuando el carro de en frente  avanzó unos metros, apenas soltar el freno de mi carro oí un “toc” que me congeló el tiempo, y si quienes están al borde de la muerte la vida les pasa por delante, al chocar con un motorizado vislumbré en un segundo lo que serían las próximas dos horas de la mía: imaginé a la moto en el piso y me vi rodeada de motorizados engorilados que me querrían linchar. Afortunadamente, el chico trastabilló, pero no se cayó. Ante mi mirada de pánico, sonrió avergonzado, sabía que no me lo llevé por delante, que él se me atravesó.
Tuvimos suerte, ¿cuántos motorizados han muerto o resultado heridos los últimos años en Caracas?, a veces por su propia imprudencia otras por imprudencia ajena. Pero además de los trágicos desenlaces hay pescadores en río revuelto, motorizados que aprovechan encontronazos leves para quitarle unos reales al asustado conductor, porque aunque el “toc” haya sido su culpa, por ser más vulnerables, los motorizados siempre asumirán tener la razón.
La dinámica motorizado-conductor, por lo menos en Caracas, se ha vuelto una guerra abierta, si bien la mayoría de quienes andan en motos son honestos trabajadores que dependen de ellas para su sustento, y muchos caraqueños las usan como medio de transporte en una ciudad de tráfico infernal, hoy los motorizados son símbolo de la anarquía urbana: se cuelan por donde pueden, van en zigzag por las autopistas, se comen las flechas y jamás se detienen en las esquinas… Y esos son los buenos, los malos son quienes usan las motos para cometer arrebatones, o van de carro en carro atracando en las colas. No hay caraqueño que varado en el tráfico, al sentir el runrún de una moto, no piense como reflejo automático: “Hasta aquí me llegó el celular”.
Pero no vayan a creer que esta es una guerra de clases: tengo un amigo ejecutivo que confiesa que desde que se compró una moto, hace unos meses, en este conflicto está en el bando de los motorizados: “Hoy hago lo que odiaba que me hicieran: me meto entre los carros dando golpes a los capó, estoy cansado de llevarme espejos laterales. Los conductores tampoco son unos santitos: a menudo siento que me tiran el carro. Pero el estrés de andar en moto es inferior al de tener que sufrir el tráfico”.
Cómo no envidiarlo, el trayecto que en carro o transporte público en un mal día puede tomar horas, en moto se reduce considerablemente, por eso el éxito de los mototaxistas, un oficio que en Caracas hasta una timorata como yo, ha sabido aprovechar.
Hace unos meses el gobierno hizo un amago de regular la anarquía de los motorizados redactando un reglamento que prohíbe lo que desde hace tiempo está prohibido, y que no es más que sentido común, detalles elementales como no transitar por las aceras. No tenía ni una semana de publicado cuando en la avenida Los Mangos en La Florida, una tarde de tráfico lento, fui testigo de como un par de motorizados se metían por la acera como si fuera responsabilidad del peatón quitárseles del camino.
Podría apostar que al sol de hoy, pocos motorizados, incluyendo mi amigo ejecutivo, respetan el ya obsoleto reglamento de tránsito.

Publicado en El Nacional en agosto 2012

2 comentarios:

Imágenes urbanas dijo...

La de los conductores contra los motorizados es otra de las guerras que libramos a diario.

La luz de cruce -para indicar que vamos a cambiarnos de canal- es una súplica, un "pedir permiso" a los motorizados, para ejercer un derecho.

La mot en Caracas es transporte escolar, transporte familiar. ¿la ley de tránsito? Nadie le pone el cascabel a este gato que ya es un tigre.

Adriana Villanueva dijo...

Mitch, como escribió en Papel Literario hace unas semanas Graziano Gasparini en torno al irrespeto al patrimonio de la ciudad: en Venezuela todo el peso de la ley es el peso de una pluma. La ley de tránsito de los motorizados fue letra muerta desde que salió. El jueves pasado, en una tranca subiendo por el Marriot de El Rosal, era obvio que el canal de los motorizados era la acera esquivando peatones. Es un asunto ya casi que cultural, lo hacen porque pueden, y porque no hay siquiera una campaña ciudadana para que esta conducta de anarquía motorizada cambie, esas son las campañas institucionales que el Estado venezolano debería promulgar, no las del tipo que dicen "Primero Dios y después mi Comandante".