martes, 10 de septiembre de 2013

Traducción de "echarle bola", al que no entiende venezolano.


El primer ataque de acidez del día -en la actual Venezuela estamos acostumbrados a sufrir varios- lo tuve esta mañana al despertar tras leer en el País el artículo de Santiago Roncagliolo: "Machotes" donde el escritor peruano comenta sobre la vergonzosa homofobia en el mundo actual, comenzando, y terminando, por el caso Venezuela. 
Coincido con Roncagliolo en su planteamiento principal, en Venezuela somos una sociedad homofóbica, tanto, que el desprecio a la diversidad sexual se utiliza como descarada arma política. Casualmente mi artículo del sábado en El Nacional trató sobre ese tema, aunque me afinco en las groseras palabras con las que se refirió el diputado Carreño a Henrique Capriles en el seno de la Asamblea Nacional, también pretendía plantear en mi breve espacio impreso mensual, que los ataques con expresiones homofóbicas distan de ser exclusividad del bando revolucionario. 
Al ser publicada mi crónica, leí con asombro como algunos de los comentarios en la web parecían no haber entendido el punto principal: que la homofobia debería ser inaceptable como arma política. Punto. Por ejemplo, no faltaron, porque fueron varios, quienes recordaron que si Nicolás Maduro hace poco estaba hablando de "penes en vez de peces, por algo será".
Si, para dolor de a quienes nos gustaría vivir en una sociedad más justa en el trato de su diversidad sexual, y a pesar de la batalla de muchos activistas por lograrlo, Venezuela sigue siendo un país profundamente homófobo, tanto, que en la balanza política personajes como Pedro Carreño -siguiendo el ejemplo de su maestro Mario Silva-  prefieren sacrificar la simpatía de unos cuantos simpatizantes de la causa LGBT, y usar el adjetivo "maricón" como si fuera tan denigrante como llamar al contrincante corrupto, inepto o ladrón. Al igual que en la trinchera de la contra-revolución abundan los chistes fáciles sobre la sexualidad de la bancada oficialista.
Si, es verdad, en Venezuela la homofobia parece ganar por K.O. a la batalla por la igualdad de derechos de la comunidad LGBT, que en otras sociedades pudiera estar mucho más avanzada. Quizás en la peruana lo esté, como se siente satisfecho Roncagliolo en apuntar, o por lo menos con respecto a los líderes venezolanos. En eso estoy de acuerdo con el autor de "Óscar y las mujeres", en lo que no puedo estar de acuerdo con su artículo Machotes, es en poner a Henrique Capriles Radonski al mismo nivel humano de quienes pretenden agredirlo por su supuesta sexualidad, y además, cerrar el artículo llamándolo "troglodita".
No hay que ser barra brava de Capriles para sentir que Roncagliolo lo trata con extrema rudeza por dos comentarios sacados fuera de contexto, o por lo menos del "maricón" en marras: Capriles es vilipendiado por el columnista peruano porque en alguna oportunidad de su campaña tras la constante pregunta de por qué sigue soltero, dijo: "no tengo una mujer sino miles de mujeres", y también lo acusa de invitar a Nicolás Maduro a: "echarle bolas". 
Eso de tener "miles de mujeres", al menos yo, no le daría la lectura de Roncagliolo que el candidato de la oposición venezolana se jacta de ser un supermacho. Para mi las "miles de mujeres" a las que se refería Capriles somos las mujeres venezolanas que todavía apostamos por su proyecto de país. Que no debería dignarse a contestar preguntas que se refieran a su sexualidad por no tener que ver con el tema político, que eso es seguirle el juego a la homofobia, quizás. 
En cuanto al invitar a Maduro a "echarle bolas", toda la mañana he estado rumiando esa expresión tan criolla, y lo juro que hasta hoy no me había percatado de su connotación machista, porque en Venezuela "echarle bola" es una expresión tan típica para describir nuestra disponibilidad para dar al máximo, que hombres y mujeres le echamos bola por igual. 
Después de leer a Roncagliolo y en pos de la corrección política, me pregunto si de ahora en adelante habrá que decir un más neutro: "Vamos a echarle pierna", o un feminista: "vamos a echarle ovario" para no ser tildados de hombristas por la comunidad internacional.  

2 comentarios:

danielalvarez01 dijo...

Entiendo el tenor de tu opinión y la comparto, incluida la posición frente el comentario hacia Capriles y la homofóbica sociedad en la que se ha convertido Venezuela, en ese sentido aprecio tu sugerencia a encontrar expresiones más incluyentes y menos machista en lugar de ¨echarle bola¨pero te invito a rastrear el origen de la expresión, porque según entiendo, la expresión se origina en el contexto de la demolición de antiguas casas de la Caracas rural en transición a la modernidad. Se utilizaba una especie de péndulo con una enorme y pesada bola de hierro, que desde una suerte de grua, se lanzaba contra las paredes de la estructura a demoler y como en todas las construcciones del mundo, la fascinación que produce al transeunte ver a otros trabajar,hacia que muchos se aglomeraran a ver como el pasado desaparecería después de cada golpe de la bola contra las paredes y ante la resistencia de las mismas a caer ante los golpes de la bola, esos ¨mirones¨ gritaban a los operarios: ¨ Echale bola¨ con el propósito de animarlos a aplcar más fuerza al envión para hacer que la bola impactara contra la pared y lograra derribarla. De modo que diera la impresión según lo que entiendo,que el uso de la expresión ¨echarle bola¨en Venezuela, se interpreta tal como dices como una hacer el mayor esfuerzo en lo que se hace.Pero con el rigor que te caracteriza, te comento que leí de esto en la edición especial que publicó el Círculo Musical en 1967 con motivo del cuatricentenario de Caracas en el tomo dedicado a la transformación de Caracas arquitectónicamente. Pero de nuevo te reitero que coincido y valoro tu opinión.

Adriana Villanueva dijo...

Gracias Daniel, hasta que leí el artículo de Roncagliolo nunca hice una lectura de la expresión "echarle bola", como buena venezolana simplemente la usaba y ya está, ayer imaginé que podía tener otro origen muy distinto al que asumía Roncagliolo que quería decir "el troglodita" de Capriles, pero no me dio tiempo de buscar, te agradezco hasta el infinito que hayas aclarado sus orígenes porque ni de broma iba a pasar el switche de la corrección política y empezar a usar el término "echarle ovarios".