sábado, 7 de septiembre de 2013

Los ojos de su Comandante


Como era de esperarse, los omnipresentes ojos de Chávez estarán en el tarjetón de las elecciones municipales en diciembre en las opciones de los candidatos del PSUV. La necesidad de mantener al difunto líder de la revolución bolivariana presente a como dé lugar, me hace recordar cuando hace unos años Juan Maragall renunció a la dirección del Colegio Integral El Ávila (CIEA), del que había sido fundador, para asumir la dirección General de Educación en la Gobernación de Miranda.
Vamos a estar claros, a Juan nos los robaron, el entonces recién electo gobernador, Henrique Capriles Radonski, lo llamó para decirle: "No te conozco personalmente pero me han informado quienes saben de la materia que eres la persona indicada para tomar las riendas de la Educación en Miranda".
"Todo sea por la patria", nos resignamos algunos padres al saber que Juan ya no sería el Director del colegio de nuestros hijos. Estábamos claros que antes de fundar el CIEA -con Salvador Itriago y Carmencita Mier y Terán-, Juan había sido promotor y fundador de varias escuelas públicas en las que al igual que en el Ávila, buscaba implementar su sueño de una educación integral. Por eso tras varios años como Director del CIEA, decidió continuar con su proyecto educativo en un espectro más amplio. Cuando varios representantes trataron de convencerlo de que no aceptara la oferta de Capriles porque sin él el Ávila no sería igual, Juan les respondió: "Si soy responsable de un proyecto que no se sustenta sin mi presencia, entonces considero que fracasé y ustedes no quieren ese colegio para sus hijos".
Eso es lo que parece estar pasando hoy en el seno revolucionario, sin el líder supremo de este monstruo llamado la Revolución Bolivariana, las bases parecen estar sustentadas en un lodazal, siempre a punto de desmoronarse. Esta inseguridad la tienen desde el heredero ungido por el Comandante, Nicolás Maduro, hasta el último de los aspirantes a cualquier posición de poder dentro de la revolución. No hay líder dentro del chavismo que sin el sello de los ojos rojos que lo convaliden como bendito por "El Grande", se sienta seguro de sus aspiraciones políticas.
Chávez vive, sus ojos te siguen, cuidado con lo que haces, que si el grande ya era todopoderoso en vida, imagínate cómo será desde el reino de los cielos.
Esos ojos omnipresentes que no son dulces y reconfortantes como el Papá Dios de barba blanca de la imaginería cristiana, sino puyúos viendo de reojo como "mosca pues, que la traición no pasará por alto", es el nuevo símbolo de la Revolución como durante mucho tiempo fueron los figurines que venían acompañados con el lema "Venezuela ahora es de todos". Los ojos de Chávez no necesitan lema, con su firma es suficiente. Aprobado y refrendado por "El grande" que te está viendo desde arriba.
El otro día pasaron por DirectTVla película Historias de Nueva York (1989), en la que Francis F. Coppola, Martin Scorsese y Woody Allen unieron sus talentos cada uno con un medio metraje de 40 minutos. En su momento esta colaboración de titanes no tuvo mucho éxito, y la verdad es que son tres obras menores en sus carreras, pero han sobrevivido el paso del tiempo, en especial Oedipus Wrecks, de Allen, o quizás lo digo porque esa madre que agobia, que vigila, que ama, que nada calla, que todo lo ve... no es muy distinta a lo que sus herederos buscan hacer con los ojos de su Comandante.



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