lunes, 9 de diciembre de 2013

Notas post elecciones municipales


A pesar de que los más románticos en la oposición apostaban su vida en ello, las elecciones municipales no terminaron siendo un plesbicito de la gestión de Nicolás Maduro, tras oír los resultados de boca de Tibisay Lucena, muchos sentimos que estábamos de regreso a la casilla uno: murió Chávez y Venezuela sigue igual de partida en dos como cuando vivía. 
Tras apagar el televisor sentí que esta película ya la había visto antes, se repiten las tendencias que en los grandes centros urbanos la oposición es mayoría, mientras que la población rural hoy es chavista, como hace décadas decían que era adeca. Aunque muchos serían capaces de refutar semejante afirmación, asegurando que simplemente los centros electorales de las áreas más despobladas están menos cuidados y se prestan más para la trampa. 
También se repite el tema de la abstención: históricamente en Venezuela la abstención a las elecciones municipales siempre ha sido alta, ayer no fue la excepción, más de un 40 % de venezolanos no votó, y más allá de que cada voto cuenta, semejante abstención en un momento histórico tan importante, no es por aquellos cuantos que se fueron de viaje y no regresaron para votar, sino por aquellos millones de venezolanos que por alguna razón no se terminan de involucrar emocionalmente ni intelectualmente ni con la fe revolucionaria ni con la lucha de la oposición. Esos millones de venezolanos que solo se dignan a mancharse el dedo de tinta, si acaso, en una elección presidencial.
Se comprueba una vez más que Venezuela dista de ser las redes sociales, que si por mi timeline fuera, con esa avalancha de fotos con el meñique morado en facebook, en twitter y en Instagram, no habría casi abstención y la oposición arrasaría hasta en Barinas.
¿Qué? ¿La oposición ganó en Barinas? Esa si fue la sorpresa de la noche. La dinastía Chávez se tambalea. Los rodilla en suelo lloraban en masa semejante perdida en la Plaza Bolívar.
Lo que sí se terminó de certificar ayer fue lo que temíamos desde hace unos meses, que hoy la televisión venezolana está plegada incondicionalmente al Gobierno. Esta es la verdadera dictadura mediática, Henrique Capriles está vetado y dirigentes como Ramón Guillermo Aveledo, hoy solo salen en la televisión nacional en pequeñas dosis. Millones de venezolanos estábamos acostumbrados a sintonizar Globovisión para ver los resultados electorales como antídoto a la parcialidad gobiernera de los demás medios, ayer cuando lo hicimos nos encontramos con una larga y complaciente rueda de prensa del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, soltando sapos y culebras contra los dirigentes de la oposición y los burguesitos de la clase media. 
El odio al pensamiento opositor como consigna, un ejemplo que los dirigentes del chavismo no están dispuestos a seguir de la lección de paz y conciliación legado del recién fallecido Nelson Mandela. Los insultos y las amenazas a quienes se atrevan a cuestionar a la revolución, de Chávez para acá, son el arma y el escudo del oficialismo. Y no me vengan con que Roque Valero y la cayapa en los centros comerciales, que en un país cuyos dirigentes desde el poder tienen sembrando odio hacia el pensamiento opositor sistemáticamente desde hace 14 años, quienes se abrazan a la bandera roja no pueden aspirar después a recoger flores entre quienes han sido llamados escorias, burguesitos, apátridas. 
Otra lección que no parecen querer aprender los ardientes revolucionarios es que el hecho que Ronald Reagan haya llegado a ser presidente de los Estados Unidos y Arnold Schwarzenegger gobernador de California, no quiere decir que por ser estrellas de la farándula el voto popular favorezca a personajes como Winston Vallenilla y El Potro Alvarez. Su elección a dedo como candidatos municipales debió ser una patada en la espinilla para quienes desde la revolución tienen años ejerciendo liderazgos municipales. 
 Las grandes victorias que se pudo anotar ayer la oposición, más allá de Barinas, razones para despertarse con cierto nivel de optimismo esta mañana de diciembre, es que a pesar de quedarnos sin voz en los medios de comunicación social nacionales, la determinación por quienes aspiramos un cambio lejos de retroceder ha avanzado; que a pesar de las trabas que el gobierno ha puesto a gestiones como la de Antonio Ledezma, los caraqueños insistimos con su liderazgo y el de Ocariz; y que el festival de remate de precios pre-electorales con el cual quiso comprar el voto Maduro obligando a quebrar a más de un comerciante, no dio los resultados esperados: que la aplanadora populista terminara de arrasar con la mitad de un país que no deja de luchar por un cambio. 

La modelo de la foto es mi abuela Elisa, que a sus 94 años, nunca ha dejado de votar, y al hacerlo ayer se encontró con Henrique Capriles Radonski quien vota en su mismo centro electoral. 


1 comentario:

Joeif Duggir dijo...

Aunque sea un comentario totalmente superficial: qué preciosa la abuelita con su boquita pintada, eso me encanta!!!