lunes, 18 de noviembre de 2013

Una necesidad llamada El Tijerazo


"Qué Literatura venezolana, ni qué espíritus afines, en esta ciudad de locos nada salva", iba pensando en el carro tras una hora en el tráfico el pasado sábado para cruzar la ciudad de norte a sur de Sebucán a Paseo Las Mercedes. Unos amigos me habían invitado a una parrilla tardezona, y después de tomar una cerveza, me fui prometiendo: "no tardo, hoy a las 5 pm le entregan el Premio de la Crítica a Eduardo Sánchez Rugeles por su novela Liubliana, en una hora estoy aquí". 
En una hora seguía en la cola, más o menos en la tranca frente al Locatel en Las Mercedes, al diablo la Literatura venezolana, me habría devuelto a la parrilla con los panas de haber encontrado dónde devolverme, pero ese sábado Caracas parecía un gran estacionamiento. 
Un día de semana cualquiera llegar en carro ese mismo trayecto puede tardar hasta dos horas, un sábado de noviembre no debería ser más de veinte minutos. Olvidaba que este noviembre de 2013 Nicolás Maduro decretó que  la navidad en Venezuela comenzaría más temprano, y una de sus primeras medidas para lograrlo fue obligar a los comerciantes, y no solo a los que venden electrodomésticos, a vender toda su mercancía a dólar preferencial a 6, 30; o al dólar SICAD a 10 Bs que el Gobierno otorgó a ciertas importaciones. El Black Friday del capitalismo gringo (remate de mercancía en noviembre) en este socialismo del siglo XXI comenzó un viernes rojo cuando Maduro mandó en cadena nacional a:  "que no quedaran anaqueles vacíos". 
Lo que parecen negados a aceptar Maduro y su tren ejecutivo, por lo menos públicamente, es que ante el control de cambios y la dificultad para conseguir dólares por la vía oficial, quien determina la economía nacional es un dólar paralelo. No sé si obligar a tumbar los precios a los comerciantes es una medida populista preelectoral asumiendo que de esta manera el chavismo arrasará en la elecciones municipales en diciembre, o si realmente Maduro cree que negando su existencia, forzando al comerciante a vender al precio que le imponen los inspectores de INDEPAVI, el dólar "fantasma" dejará de existir, bajará la inflación, y a Venezuela por fin llegará la Suprema Felicidad que prometió Maduro creando un Viceministerio con tal fin. 
Viendo la cola de gente esperando para poder entrar a la tienda El Tijerazo en Paseo Las Mercedes, es fácil darse cuenta que la única confianza de país que han dado estas medidas económicas es que en Diciembre en Venezuela no se conseguirá ni una lima con qué afilarse las uñas para defenderse ante lo que nos viene: la peor escasez de la que los venezolanos de varias generaciones tengamos historia. 
El sábado 16 de noviembre Paseo Las Mercedes parecía un 24 de diciembre en la tarde, hasta el valet parking estaba copado. El centro comercial lleno de personas no precisamente celebrando a la Literatura venezolana (aunque Sánchez Rugeles tiene su público), en El Tijerazo la cola para entrar tomaba la mitad del pasillo. Ahí no se veía lumpenproletariado dispuesto a llevarse la pantalla plasma que prometió Nicolás debe tener cada hogar venezolano, en esa cola se veía familias clase media pacientemente esperando su turno para raspar la olla de adornitos de navidad, enseres del hogar, de ropa etiquetada GAP made in China, de juguetes de esos con los que los niños juegan la mañana de Navidad, y al ratico dejan de lado. Ustedes entienden, corotos, peroles, chécheres, "el Socialcorotismo" como lo bautizó Gisela Kozak.
Esa tarde, como reflejo de la actual Venezuela, decenas de hombres, mujeres y niños esperaban para entrar al Tijerazo y comprar a "precios justos", cuando si algo tenía El Tijerazo, era, precisamente, precios solidarios.
"Qué humillación tener que hacer cola para raspar la olla de una tienda como El Tijerazo" al principio pensé, después decidí no ser tan dura juzgando a los demás, recordé durante el paro de diciembre de 2002 quienes entonces teníamos niños pequeños y nos encontramos que ese sería un diciembre sin regalos bajo el árbolito. 
De regreso de la presentación del premio de la crítica a Sánchez Rugeles, me tocó hacer la cola para pagar el ticket del estacionamiento frente al Tijerazo. En la tienda todavía había decenas de clientes llevándose lo que quedaba de mercancía.  Quién sabe cuándo podrán sentir de nuevo semejante éxtasis consumista. Ya no había nadie haciendo cola para entrar y hasta me dieron ganas de ver si encontraba esos vasos azules tan bonitos que compré en esa misma tienda hace unos meses. Fue entonces que me di cuenta de dos avisos en las vidrieras, en el primero se leía que solo dejarían entrar clientes hasta las 6 pm. Y al segundo aviso le tomé una foto con mi celular, pensando: ¡Viva el socialcorotismo del Siglo XXI caraj!



4 comentarios:

Leyla Cabrera dijo...

El "ha" con su falla ortográfica no deja de ser un punto de honor.

Adriana Villanueva dijo...

En La Patilla publicaron una foto similar del aviso en El Tijerazo, pero no tenía ni: "a nuestra distinguida clientela" que en ese momento era un oxímoron, ni el error ortográfico.

DINOBAT dijo...

Ajoporro con chicha!

Dinobat dijo...

Ajoporro con chicha!