Tras
leer en El País el artículo de Santiago Roncagliolo donde el escritor peruano acusa
a los líderes políticos venezolanos de homofóbicos, entre ellos a Henrique
Capriles a quien llama “troglodita” por usar la expresión “Echarle bolas”,
compartí una crónica en el portal web Prodavinci intentando explicar a quien no
habla venezolano, que dicha expresión es usada en nuestro país con regularidad,
y aunque dista de ser elegante, es perfecta para describir la intención de
hacer un gran esfuerzo para lograr una meta. En Venezuela los hombres y mujeres
le echamos bola por igual, sin que se nos venga a la mente una relación directa
con las gónadas masculinas.
Entre
los comentarios recibidos en Prodavinci, no faltaron quienes trataron de hacerme
entender que estaba excusando lo inexcusable: el “échale bola Nicolás” de Capriles
Radonski no tenía que ver con la pesada bola con la que se demolían las casas
en la vieja Caracas –como me explicó Daniel Álvarez que se originó la frase- sino con el tener “cojones”, palabra muy popular
en otros países de habla hispana poco usada en Venezuela.
“No
expliques, no desdeñes, no te quejes”, me enseñó mi amiga Carolina Espada antes
los comentarios de los lectores cuando comencé a escribir en El Nacional. Para
no desdeñar: ¿estaría defendiendo lo indefendible, el líder de la oposición se
nos estaba volviendo un troglodita como quienes lo insultan en la Asamblea, y una
justificándolo?
Días
después, conversando con unos amigos, enumerábamos los distintos usos de la
palabra “bola” en Venezuela (más allá de “cuerpo esférico de cualquier materia”
como lo define la RAE), y nos dimos cuenta cómo la mayoría de las veces no son
sinónimos de testículos, aunque a veces sí puede serlo, como por ejemplo, si
alguien indignado expresa: “Este tipo tiene las bolas cuadradas”, o “se pisó una bola”, imaginamos a qué bolas
se refiere.
Una
expresión que tiene múltiples lecturas y que se aplica a hombres y mujeres por
igual es “pelar bola”. Se es “pela bola” cuando no se tiene dinero ni para un
café, se “pela bola” cuando no se tiene éxito en la conquista amorosa, se “pela
bola” cuando cuesta alcanzar un objetivo, y “pelaste bola conmigo” cuando caímos
en un grave error al tratar a una persona.
El filólogo Angel Rosenblat dedica un capítulo de
sus Buenas y Malas Palabras al modismo “loco de bola” tratando sobre la multi-referencia
de la palabra “bola” en Venezuela: “Aunque habitantes de otras tierras la
sientan como grosera, en realidad no lo es”.
Rosenblat opinaba que debía provenir
del español antiguo refiriéndose al juego de bolos.
En
venezolano moderno decimos “¡Booolaaa!” cuando nos negamos a hacer algo; “Este tipo no tiene nada en la bola” sobre
alguien escaso de neuronas; “Cuesta una bola” cuando un producto es muy caro; “Se
está corriendo una bola” se refiere a un rumor; “Pesa una bola” como si
estuviéramos cargando una bola de hierro; “¡De bolas!” reafirmación; "se echó las bolas al hombro" no hizo ningún esfuerzo en el trabajo; “párame
bola” un llamado a prestarnos atención; “no doy pie con bola” cuando todo sale
al revés… y tantas otras alusiones a la palabra bola, que sí, en muchos casos
también son referentes a las gónadas masculinas, como por ejemplo el sinónimo
de “jalamecate”.
Bola
es una palabra muy arraigada en el habla venezolana, y tanto la corrección
política internacional, como la neo-lengua revolucionaria, tendrían que echarle
bola para erradicarla de nuestra habla diaria.
Este artículo fue publicado en El Nacional la primera semana de octubre 2013. Al día siguiente recibí la carta de un lector explicando el uso y abuso de la palabra "bola" en Venezuela:
Estimada Adriana:
Me gustó mucho su artículo publicado en El Nacional este sábado 5 de Octubre.
Quiero compartir esta anécdota que nos contó el Profesor Pedro Larrañaga del IESA sobre las expresiones con la palabra "bola"
Las expresiones con la palabra "bola" vienen del juego de las bolas criollas: "Echarle bola" es concentrarse en el juego. "Paren bolas" detengan el juego, para anunciar algo importante. "Jala bolas" para etiquetar al sirviente, quien mentía en la medida de las bolas al mingo para agradar a su patrón. "Pelo bola" no bochó la bola. Igualmente otra como "Se echaron las bolas al hombro" el juego terminó ya recogieron las bolas ya no se puede hacer más. "Cuesta una bola" es que se podía perder un punto en el juego.
Según Larrañaga, las expresiones con la palabra "bola", inicialmente no estuvieron relacionadas con los testículos. Sin embargo, como todos sabemos luego se degeneró el término y se fue asociando con las gonadas masculinas.
Con todo es respeto espero que ud continue "echandole bolas" con el excelente trabajo que hace como columnista y escritora.
Atentamente
Juan Carlos Moreno
Me gustó mucho su artículo publicado en El Nacional este sábado 5 de Octubre.
Quiero compartir esta anécdota que nos contó el Profesor Pedro Larrañaga del IESA sobre las expresiones con la palabra "bola"
Las expresiones con la palabra "bola" vienen del juego de las bolas criollas: "Echarle bola" es concentrarse en el juego. "Paren bolas" detengan el juego, para anunciar algo importante. "Jala bolas" para etiquetar al sirviente, quien mentía en la medida de las bolas al mingo para agradar a su patrón. "Pelo bola" no bochó la bola. Igualmente otra como "Se echaron las bolas al hombro" el juego terminó ya recogieron las bolas ya no se puede hacer más. "Cuesta una bola" es que se podía perder un punto en el juego.
Según Larrañaga, las expresiones con la palabra "bola", inicialmente no estuvieron relacionadas con los testículos. Sin embargo, como todos sabemos luego se degeneró el término y se fue asociando con las gonadas masculinas.
Con todo es respeto espero que ud continue "echandole bolas" con el excelente trabajo que hace como columnista y escritora.
Atentamente
Juan Carlos Moreno
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