martes, 29 de octubre de 2013

Porque pueden


Hoy, leyendo la crónica en El Nacional sobre cómo en los vuelos nacionales gestores venden pasajes a tres veces su precio, dejando a más de uno que pagó tarifa regular varado en el aeropuerto, recordé cuando hace más de veinte años, casi nos dejan varados en Charles de Gaulle a mi esposo y a mi. Fue nuestro primer viaje a Europa recién casados, regresábamos a Caracas llegando puntuales al aeropuerto, con reservaciones confirmadas 48 horas antes, cuando un empleado de Air France de lo más atorrante nos dijo que el cupo para los pasajeros con destino Venezuela ya estaba cerrado.
"Pero no se preocupen que más tarde sale un vuelo a Sao Paulo y los podemos mandar a Caracas vía Brasil".
Lo dijo así de fácil, como si la escala fuera Lisboa o Madrid. Tratamos de explicarle si acaso él no sabía que Sur América tenía otras dimensiones que Europa y un viaje Sao Paulo-Caracas, sin contar el tiempo de espera, apenas era un poco más corto que un vuelo Paris-Caracas. El atorrante ni se inmutó, nos dijo que eso era lo único que nos podía ofrecer por ahora, si nos acomodaba bien, si no, mala suerte, que nos pusiéramos con nuestras maletas de un lado para que no estorbáramos mientras se chequeaban el resto de los pasajeros.
Y así nos quedamos mi marido y yo, sin ni siquiera derecho a arrecharnos porque no sabemos arrecharnos en francés, como un par de deportados a un lado del counter con nuestras maletas esperando que el vuelo no se llenara con pasajeros a otros destinos que pagaran más caro, porque entonces los vuelos a América Latina eran como trenes lecheros que tenían varias paradas: Caracas-Bogotá-Lima-Santiago-Buenos Aires.
Cuando ya iban a cerrar el vuelo, por fin se dignaron a darnos nuestras tarjetas de embarque, no se había llenado el avión después de todo, mi marido y yo podíamos regresar a Caracas sin tener que hacer escala en Brasil. Lo peor es que el avión iba tan vacío que uno hasta podía dormir de largo en cuatro puestos contiguos.
Fácil preguntarse ante semejante arbitrariedad de la aerolínea, ¿qué necesidad de hacernos pasar por ese mal rato? En ese entonces, como ahora, la respuesta sigue siendo la misma: Porque pueden.
Habrá quien diga: "Eso solo le pasa a los pelagatos que viajan en Turista, a quienes viajan en Bussines o Primera no sabrán lo que es pasar un mal rato".
Mentira. Tengo una tía abuela que ya pasa los 90 años que sigue viajando porque a su edad puede pagarse el lujo de viajar en primera. Hace unos años, cuando era una joven de 80 y tantos, tenía su reservación en Primera en Air France para viajar Caracas-París, y llegando puntual a Maiquetía, al chequearse, le dijeron que lamentablemente habían sobrevendido los boletos de primera, en este caso, a un grupo de ejecutivos que ya se había chequeado. La señora tenía que viajar a Paris en Turista, le pagarían el diferencial con vales para futuros viajes. Vaya a saber qué ejecutivos serían los que fueron capaces de arrebatarle su puesto a una anciana.
¿Por qué lo hicieron? Porque pueden.
Habrá quien diga: "Es que en Air France a los venezolanos nos tratan como si fuéramos salvajes, no nos respetan", pero en las aerolíneas venezolanas es frecuente recibir el mismo mal trato. Hace unos cuantos años, cuando aquel par de recién casados ya tenían tres muchachitos y el destino de viaje no podía ser más allá de Margarita, una Semana Santa cuando el menor de los muchachos todavía estaba en coche, llegamos puntuales al aeropuerto Santiago Mariño para regresar a Caracas y nos dijeron en el mostrador que lamentándolo mucho, ya se había llenado nuestro vuelo.
De nada sirvió mostrar que teníamos localizador y todo. Los empleados de la aerolínea nacional -no recuerdo si Lasser o Aeropostal- nos dijeron que tenían la potestad legal de sobrevender el vuelo hasta un diez por ciento de su capacidad porque muchas personas reservaban y después no se presentaban. Pero en este caso, como que se presentó el 110 % y nuestra familia se quedó por fuera.
De nada sirvió que mi esposo sí se supiera arrechar en español, que se pusiera como Hulk y amenazara con terminar en una cárcel en El Yaque si no nos montaban en el vuelo que habíamos reservado desde hacía meses. No nos quedó otra que ver como nuestro avión despegaba sin nosotros mientras comíamos una pizza chiclosa y pepsi sin gas, con vales de cortesía de la aerolínea. Horas después, nos montaron en un vuelo charter que aparentemente no iba lleno, no sé si esta sería una especie de pirámide vacacional y otra familia se tuvo que quedar en nuestro lugar.
 ¿Por qué lo hicieron? La respuesta es la misma, porque podían.
Tenía entendido que ya las aerolíneas no se salían tan fácil con la suya, que debían pagar fuertes penalidades cuando dejaban varados a los pasajeros de manera arbitraria, pero ahora supuestamente por los raspacupos que compran pasajes y solo vuela la tarjeta de crédito para raspar los dólares preferenciales de viajeros, en Venezuela volvemos a la época del caradurismo de sobrevender los vuelos como si dejar varados a unos cuantos pasajeros no fuera más allá de un leve inconveniente para el varado. Me cuentan que el pasado viernes pasó con un vuelo a México sobrevendido que terminó casi con un motín en Maiquetía. Por twitter también leí de una señora con su bebé a quienes a pesar de tener sus reservaciones, los dejaron por fuera en un vuelo a Panamá.
Por eso no me sorprende leer la noticia de la más reciente vagabundería local, esta vez no de las aerolíneas, sino de los llamados "gestores" que están cazando clientes en el aeropuerto, y con una llamada telefónica a un empleado anónimo, logran la sinvergüenzura que un pasajero que compró su pasaje a tiempo y en tarifa regular, se quede en tierra, y alguien que está dispuesto a pagar tres veces el valor del pasaje, vuele en su lugar. Sinvergüenza el que vende y sinvergüenza el que compra.
Y uno sigue preguntándose: "¿Cómo es posible?" Y la respuesta sigue siendo la misma: Porque pueden.

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