En
julio 2014 la historia de la aviación comercial en Venezuela entra en un punto bajo
al pasar American Airlines de treintaiocho a diez vuelos semanales. Hasta que
se llegue a un acuerdo ante la millonaria deuda que el gobierno venezolano no se apresura en pagar, una de las línea aéreas con más rutas en nuestro país cancelará los
destinos Dallas, San Juan y Nueva York. Su único destino directo será Miami de
domingo a viernes con un vuelo diario desde Caracas, un par de vuelos los
sábados, y dos vuelos a la semana desde Maracaibo. Delta Airlines también anunció que reducirá su frecuencia de siete vuelos destino Atlanta, a un vuelo semanal.
Con
la reducción del cupo aéreo y la
deserción de Venezuela de tantas aerolíneas internacionales ante la deuda de
casi 4 billones de dólares, los venezolanos dejaremos de ser mundialmente
conocidos como “los balseros del aire”
para ser vistos como los habitantes de la serie de televisión “Under the
Dome”, volviéndose cada vez más difícil despegar de estas fronteras.
Cuentan
que ya el ajuste se hace sentir, el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar luce
abandonado y los despidos de trabajadores venezolanos ligados a las líneas
aéreas internacionales han sido masivos.
El
principal responsable de tan claustrofóbica situación es un gobierno populista que
tratando de negar la catástrofe económica de Venezuela, durante mucho tiempo
reguló los pasajes a una tasa de dólar muy por debajo de su realidad. Las líneas aéreas
internacionales vendían los pasajes en bolívares al cambio del dólar impuesto
por el gobierno, pero al tratar de hacer la reconversión en una economía con estricto
control de cambios, el gobierno no suelta los dólares para pagar la deuda asumida, y el juego se
trancó.
Para
qué negar que este desbarajuste de economía también fue durante un tiempo ganancia
de pescadores de las otras aristas del triángulo en conflicto. En el caso de la
líneas aéreas internacionales, ante la dificultad para reconvertir los devaluados
bolívares en dólares, de un tiempo para acá estaban vendiendo los boletos desde
Venezuela a una tarifa en bolívares que llevada a dólares, es mucho más alta
que para otra ruta similar.
Por
ejemplo: un vuelo Caracas-Nueva York ida y vuelta en junio 2014 –cuando se
abría la venta en la página web- podía costar en la clase económica 30 mil
bolívares, que al cambio de Sicad I, la tasa cambio decretada en este momento
para los boletos, equivale a tres mil dólares. Más de tres veces por encima del
valor de una ruta similar a un destino con una economía estable. A estos
precios, si, y cuando, el gobierno venezolano cancele la deuda en dólares con
las líneas aéreas, estas tendrían una ganancia inmensa. Por lo visto no servimos
como cheque de contado sino como una riesgosa inversión a largo plazo.
La
tercera arista durante mucho tiempo favorecida por este entuerto cambiario fuimos
los hoy afectados alegres viajeros, porque gracias al gobierno revolucionario
muchos venezolanos llegaron a sentir que viajar es un derecho ciudadano que
debe ser subvencionado por papá Estado.
Y
no, no lo es, viajar no es un derecho que deba ser subvencionado por el Estado
como lo deben ser la salud o la educación, viajar es un lujo, que con cierta
planificación –comprando los boletos anticipado y buscando ofertas- en una
economía más o menos estable, la clase media puede llegar a acceder.
Muchos alegarán que en Venezuela se gana en bolívares y no en dólares, pero la tarifa para viajar es internacional, el problema no es que a un profesor universitario, por decir un ejemplo, no le alcance el sueldo para comprar un pasaje de avión, sino que no hay derecho que en Venezuela los profesores ganen una miseria.
Leyendo
algunas reacciones en las redes sociales ante la crisis aérea en nuestro país es
fácil darse cuenta que la clase media se acostumbró a esta subvención para
viajar igual como nos acostumbramos a
que llenar el tanque de gasolina del carro vale menos que comprar una botellita
de agua. En las redes sociales he leído reacciones más indignadas por el alza de los
pasajes aéreos ante el anunciado pase a la tasa de Sicad II a 50 bolívares por
dólar, que por la falta de insumos indispensables para la salud. Pareciera que
durante años viajar al exterior fue la gran Misión Clase Media. Los vuelos internacionales
desde Maiquetía se llenaban con pasajeros de otros países de Suramérica que
compraban sus boletos en Venezuela para volar a Europa o a los Estados Unidos aprovechando los precios a gallina flaca de
una nación con una economía hecha trizas.
El gobierno prometió sincerar el cambio del dólar para la adquisición de pasajes, pero reculó, así que hasta nuevo aviso seguiremos bajo la cúpula. Para que la situación se medio normalice tarde o temprano se tendrá que corresponder la tarifa de los boletos con la realidad del dólar, y llegar a un acuerdo con las líneas aéreas con respecto al compromiso adquirido ante la enorme deuda. Pero también es necesario que las líneas aéreas no pretendan sacar a futuro cuantiosas ganancias de nuestra tragedia económica y equiparen sus tarifas en dólares a destinos similares; y que los venezolanos volvamos a asimilar que volar Caracas-Madrid no puede salir más económico que volar Paris-Madrid.
El gobierno prometió sincerar el cambio del dólar para la adquisición de pasajes, pero reculó, así que hasta nuevo aviso seguiremos bajo la cúpula. Para que la situación se medio normalice tarde o temprano se tendrá que corresponder la tarifa de los boletos con la realidad del dólar, y llegar a un acuerdo con las líneas aéreas con respecto al compromiso adquirido ante la enorme deuda. Pero también es necesario que las líneas aéreas no pretendan sacar a futuro cuantiosas ganancias de nuestra tragedia económica y equiparen sus tarifas en dólares a destinos similares; y que los venezolanos volvamos a asimilar que volar Caracas-Madrid no puede salir más económico que volar Paris-Madrid.
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