martes, 8 de julio de 2014

De Balseros del Aire a "Under the Dome"


En julio 2014 la historia de la aviación comercial en Venezuela entra en un punto bajo al pasar American Airlines de treintaiocho a diez vuelos semanales. Hasta que se llegue a un acuerdo ante la millonaria deuda que el gobierno venezolano no se apresura en pagar, una de las línea aéreas con más rutas en nuestro país cancelará los destinos Dallas, San Juan y Nueva York. Su único destino directo será Miami de domingo a viernes con un vuelo diario desde Caracas, un par de vuelos los sábados, y dos vuelos a la semana desde Maracaibo. Delta Airlines también anunció que reducirá su frecuencia de siete vuelos destino Atlanta, a un vuelo semanal. 
Con la reducción del cupo aéreo y la deserción de Venezuela de tantas aerolíneas internacionales ante la deuda de casi 4 billones de dólares, los venezolanos dejaremos de ser mundialmente conocidos como “los balseros del aire”  para ser vistos como los habitantes de la serie de televisión “Under the Dome”, volviéndose cada vez más difícil despegar de estas fronteras.
Cuentan que ya el ajuste se hace sentir, el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar luce abandonado y los despidos de trabajadores venezolanos ligados a las líneas aéreas internacionales han sido masivos.
El principal responsable de tan claustrofóbica situación es un gobierno populista que tratando de negar la catástrofe económica de Venezuela, durante mucho tiempo reguló los pasajes a una tasa de dólar muy por debajo de su realidad. Las líneas aéreas internacionales vendían los pasajes en bolívares al cambio del dólar impuesto por el gobierno, pero al tratar de hacer la reconversión en una economía con estricto control de cambios,  el gobierno no suelta los dólares para pagar la deuda asumida, y el juego se trancó.
Para qué negar que este desbarajuste de economía también fue durante un tiempo ganancia de pescadores de las otras aristas del triángulo en conflicto. En el caso de la líneas aéreas internacionales, ante la dificultad para reconvertir los devaluados bolívares en dólares, de un tiempo para acá estaban vendiendo los boletos desde Venezuela a una tarifa en bolívares que llevada a dólares, es mucho más alta que para otra ruta similar.
Por ejemplo: un vuelo Caracas-Nueva York ida y vuelta en junio 2014 –cuando se abría la venta en la página web- podía costar en la clase económica 30 mil bolívares, que al cambio de Sicad I, la tasa cambio decretada en este momento para los boletos, equivale a tres mil dólares. Más de tres veces por encima del valor de una ruta similar a un destino con una economía estable. A estos precios, si, y cuando, el gobierno venezolano cancele la deuda en dólares con las líneas aéreas, estas tendrían una ganancia inmensa. Por lo visto no servimos como cheque de contado sino como una riesgosa inversión a largo plazo. 
La tercera arista durante mucho tiempo favorecida por este entuerto cambiario fuimos los hoy afectados alegres viajeros, porque gracias al gobierno revolucionario muchos venezolanos llegaron a sentir que viajar es un derecho ciudadano que debe ser subvencionado por papá Estado.  
Y no, no lo es, viajar no es un derecho que deba ser subvencionado por el Estado como lo deben ser la salud o la educación, viajar es un lujo, que con cierta planificación –comprando los boletos anticipado y buscando ofertas- en una economía más o menos estable, la clase media puede llegar a acceder.
Muchos alegarán que en Venezuela se gana en bolívares y no en dólares, pero la tarifa para viajar es internacional, el problema no es que a un profesor universitario, por decir un ejemplo, no le alcance el sueldo para comprar un pasaje de avión, sino que no hay derecho que en Venezuela los profesores ganen una miseria. 
Leyendo algunas reacciones en las redes sociales ante la crisis aérea en nuestro país es fácil darse cuenta que la clase media se acostumbró a esta subvención para viajar  igual como nos acostumbramos a que llenar el tanque de gasolina del carro vale menos que comprar una botellita de agua. En las redes sociales he leído reacciones más indignadas por el alza de los pasajes aéreos ante el anunciado pase a la tasa de Sicad II a 50 bolívares por dólar, que por la falta de insumos indispensables para la salud. Pareciera que durante años viajar al exterior fue la gran Misión Clase Media. Los vuelos internacionales desde Maiquetía se llenaban con pasajeros de otros países de Suramérica que compraban sus boletos en Venezuela para volar a Europa o a los Estados Unidos aprovechando los precios a gallina flaca de una nación con una economía hecha trizas.
El gobierno prometió sincerar  el cambio del dólar para la adquisición de pasajes, pero reculó, así que hasta nuevo aviso seguiremos bajo la cúpula. Para que la situación se medio normalice tarde o temprano se tendrá que corresponder la tarifa de los boletos con la realidad del dólar, y llegar a un acuerdo con las líneas aéreas con respecto al compromiso adquirido ante la enorme deuda. Pero también es necesario que las líneas aéreas no pretendan sacar a futuro cuantiosas ganancias de nuestra tragedia económica y equiparen sus tarifas en dólares a destinos similares; y que los venezolanos volvamos a asimilar que volar Caracas-Madrid no puede salir más económico que volar Paris-Madrid.

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