lunes, 22 de septiembre de 2008

EMMYS 2008


Anoche fue la entrega de los premios Emmy, ceremonia tan fastidiosa como suele ser este tipo de eventos, pero yo me la pegué igualito. Aunque no fue tan soporífera como la ceremonia de la entrega de los Oscar, que se hace interminable porque se reparten una serie de estatuillas técnicas que para la industria del cine son importantes, pero que al público televidente le interesan un rábano.

En el espectáculo de la Academia de la Televisión sólo se premian actores, directores, escritores y producciones de la televisión norteamericana. Al igual que en la entrega de los Oscar y de los Golden Globe, lo mejor de la ceremonia es cuando todavía no comienza: el desfile de las estrellas por la alfombra roja, ocasión que los amantes de la moda tenemos para disfrutar de lo qué se está llevando en Alta Costura. Este año, al igual que Dayana Mendoza al ganar el Miss Universo, la más bella de la noche fue la ama de casa desesperada Tery Hatcher luciendo un vaporoso vestido amarillo. Christina Hendricks, la secretaria de la serie Mad Men, también robó cámara con un ceñido vestido verde que la hacía recordar a Anne Margret en su mejor momento. El smoking en los caballeros es cosa del pasado, pocos lo usaron, prefirieron traje oscuro con camisa blanca y corbata de seda negra. Los más audaces prescindieron de la corbata, llevando blazer negro y camisa del mismo color. Al insistirle a mi marido que cambiara su look, gruñó como única respuesta.

A las 7.30 en punto (hora de Venezuela) al correrse el telón apareció Ophra Winfrey vestida de rojo tras un típico collage de inolvidables momentos televisivos. La mujer mejor pagada de la industria de la televisión recordó las palabras de Groucho Marx: "nada mejor para la cultura que la televisión: cada vez que alguien la prende en el salón de mi casa, agarro un libro y me voy a leer a otro lado". Mi marido siguió el ejemplo Marxista: tomó su libro de Sudoku y se fue para el cuarto, pero también sucumbió al encanto de la televisión: estaban pasando el último juego en el Yankee Stadium antes de ser demolido.

Ophra solo presentó el inicio del espectáculo, tras la ingeniosa cita de Marx, la nada modesta actriz y animadora recordó el club de lectura en su programa vespertino: "Gracias a la televisión, también se leen muchos libros", antes de darle paso a los cinco nominados a mejor conductor de Reality Show, que este año compartieron la responsabilidad de conducir la ceremonia de entrega de los premios Emmy ante el fracaso de los animadores de años anteriores. La experiencia fue peor, no hubo química en la animación compartida.

Un mal intencionado crítico se preguntaba: "¿Acaso volvió la huelga de escritores y no nos enteramos? ¿O habrá sido un homenaje a ella?".

Lo que si no faltó fue la indispensable mención a la política: "Voten", rogó el ex-presidente Martin Sheen desde el Oval Office de la recordada serie The West Wing: "Por quien sea el candidato de su preferencia, pero voten". Sheen, como la mayoría de los actores hollywoodenses, es demócrata, y sabe que si gana el titubeo y la indiferencia, el republicano McCain será el próximo presidente de los Estados Unidos.

A parte del desfile de modas, lo mejor de la noche fue la expectativa por las series nominadas: estamos viviendo una era dorada de la televisión. En especial un gran momento para las mujeres comediantes en el que reinó Tina Fey, ganando con su serie 30 rock: mejor actriz de comedia, mejor escritora y mejor serie cómica. Además del premio a Alec Baldwin como mejor actor. Este divertidísimo sitcom de NBC que ganó su segundo Emmy consecutivo como mejor comedia, y que trata sobre los entretelones de un canal de televisión, desde su primer año ha estado a punto de salir del aire por baja sintonía. Pero la calidad ha privado sobre los números, una anomalía en una industria caníval.

La victoria en la mejor serie de drama estaba cantada: Mad Men, una serie nueva en un canal de cable con poco público: AMC. Mad Men trata sobre el mundo de la publicidad en Madison Avenue en los años 60. Tan sólo he visto dos capítulos (uno de ellos ganó el premio al mejor escritor) y tanto los dialógos como la ambientación de la época son excepcionales. Mad Men se llevó por los cachos a mis dos series favoritas: Boston Legal y House.
Tampoco fue una sorpresa que Glenn Close se ganará el premio como mejor actriz drámatica por la serie Damages, ni que John Adams de HBO con Paul Giamatti arrasara en los premios a la mejor miniserie. Lo que si fue una sorpresa fue el EMMY al mejor actor a Bryan Cranston por el papel de maestro desauciado en Breaking Bad, otra serie de AMC con escasa audiencia. En la encuesta de favoritos de Yahoo para ganar este renglón, Hugh Laurie, protagonista de House, contaba con el 65 % de los votos de los cibernautas, mientras que quien se llevó la estatuilla a casa, contaba sólo con el 2.

Cerrando la noche, recuerdo un consejo dado en los Emmy 2008, aunque no logro recordar quien lo dio: "más televisión y menos Internet". Las palabras de Groucho Marx: "toma un libro y ponte a leer", parecen haber quedado obsoletas con la tecnología.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cónchole, Adriana, supongo que la industria "canival" a la que haces mención debe ser vegetariana.

Tu colega Sal.

Adriana Villanueva dijo...

La industria caníval, Salvador, es también conocida como la tribu de los caniváles, son criaturas resentidas por jamás haber sido nominadas a galardón alguno, que salen en los atardeceres cuando se extienden las alfombras rojas y se mezclan con el público para ver qué cazan. Dicen que anoche se comieron a Charlie Sheen. Así que de vegetarianas, nada.