viernes, 10 de septiembre de 2010

Abierto


De regreso a Caracas, en una de las librerías del aeropuerto de Nueva York vi Open, las memorias de Andre Agassi, me picó el ojo no sé porqué, no soy aficionada al tenis y entre mi colección de memorias y biografías la única que cuenta la vida de una estrella del deporte es la conversación con Alfonso "Chico" Carrasquel que escribió Milagros Socorro. Como en mi maleta llevaba suficientes libros para sobrevivir la carestía bibliográfica caraqueña, preferí ni hojearlo.
Una semana después, en un paseo familiar al litoral central, me sorprendió que mi cuñado Xavier, que vive en Nueva York, como libro de viaje hubiese escogido precisamente Open. Le comenté que me había llamado la atención en el aeropuerto, así que cuando lo terminó me lo dio asegurándome que era muy bueno, aún para quienes no sabemos ni lo que es un match point. Llevé otro libro para ese fin de semana playero, pero Agassi estaba en mi destino y comencé a leer sus memorias por no dejar.
La historia se inicia con Andre Agassi en el US Open 2006 en el que podría ser el partido final de su carrera. El treintón Andre, a diferencia de sus años mozos que solía ser pitado por antipático y pantallero, era el favorito sentimental del público ya que era visto como una reliquia en un deporte donde la energía y la fuerza de la juventud suelen triunfar. Su contrincante: el griego Marcos Baghdatis, entonces octavo en el ranking mundial, era el tipo de jugador a quien Agassi en el pico de sus condiciones físicas habría derrotado hasta con una mano amarrada en la espalda.
Pero a los 36 años ya Andre no estaba como para enfrentarse en la cancha con un veinteañero, estaba cansado sin contar con el terrible dolor en la columna que lo aquejaba y la presión de su familia ansiosa de que papá perdiera de una vez y se terminara de retirar.
"Si pierdo éste será mi último juego como profesional, no tendremos que viajar más y podremos comprar el cachorrito que ustedes quieren", promesa que el pequeño Jaden le recordó la mañana del gran juego.
El prólogo de Open se lee como una novela de suspenso: ¿logrará Andre vencer al joven guerrero cipriota? ¿le queda fuerza? ¿ánimo para la batalla?  El principal conflicto no es entre Andre y Baghdatis, sino consigo mismo, una batalla interna que habría de marcar su carrera: "ojalá pierda para retirarme de una vez" contra un "debo luchar hasta que mi cuerpo no dé más". Porque desde las primeras páginas de Open hay una sorprendente revelación: Andre Agassi aborrece el tenis.
Conquistada por el prólogo, busco en la portada y en la contraportada y no está por ningún lado el autor que ayudó a Agassi a redactar sus memorias, imposible que haya sido el tenista, más que una evocación, hay un trabajo periodístico-literario que supera las expectativas.
Tras el emocionante prólogo, Open se remonta a los orígenes de Andre, su padre, Mike Aghassian, era un inmigrante iraní medalla olímpica de boxeo en los años 50, y su madre, Betty Agassi, una pasiva rubia amante de los rompecabezas que dejó que su marido tomara las riendas de la educación de los hijos. Mike, que mantenía a su familia haciendo distintos tipos de trabajos en Las Vegas, entre ellos, tensador de cuerdas de raqueta, estaba determinado a que uno de sus hijos fuera campeón de tenis. De los cuatro chamos, el menor, Andre, nacido en 1970, desde pequeño demostró que era quien tenía lo que hacía falta para llegar a alzar un trofeo de Wimbledon.
Cuando a Andre, ya número 1 en el ranking mundial, le preguntaban en alguna entrevista si desde niño fue apasionado al tenis, prefería contestar que sí, que en lugar de un osito de peluche dormía abrazado a su raqueta. Esta respuesta era menos complicada que contar la verdad: que cuando era bebé su papá le puso en la cuna un móvil de pelotas de tenis para que le diera con las manos; que a los 7 años lo obligaba a pegarle con la raqueta diariamente a 2500 bolas gracias a una máquina que las lanzaba sin parar; que cuando quiso participar en el equipo de soccer en el colegio, tuvo que hacerlo a escondidas de su padre, quien apenas se enteró, lo sacó en medio de un partido y de una gran humillación; que a los 13 años fue enviado lejos de casa a la famosa Academia Bolletieri en Tampa por tres meses, lo que la familia podía costear, pero apenas Nick Bolletieri vio jugando al muchacho, llamó al papá anunciándole que rompería el cheque y sería becado en su academia. Andre era la estrella que tenía años esperando. Terrible noticia para el adolescente que se sentía en una prisión.

Y es que Open más que la historia de un tenista es la historia del muchacho rebelde que si bien se somete a la ambición de su padre, demuestra su inconformidad en detalles como negándose a estudiar o jugando como un sarrapastroso. Sus característicos shorts de blue jean y una bandana que ayudaba a sujetarle el peluquín que ocultaba su prematura calvicie, rompieron con la tradicional elegancia del tenis de blanco. La vida de Andre toma un rumbo para bien cuando conoce a Brad Gilbert, entrenador de fútbol con pocos conocimientos de tenis, a quien la entonces promesa contrata como su entrenador físico y termina asumiendo el rol del padre cariñoso que Andre jamás encontró en Mike.
 La escalada a la cumbre del tenis no está bien descrita en Open, de repente pasamos de Andre y su hermano Philip de torneo en torneo, subsistiendo en una dieta de papa con sopa de arvejas, a Andre viajando con su entourage como uno de los mejores tenistas de los años 90, siendo su principal competencia Pete Sampras, a quien asegura Agassi que aunque no llegaron a la categoría de amigos sino de colegas, no existía la supuesta rivalidad que fue durante años la comidilla de la prensa. No se puede decir lo mismo de Boris Becker, su archienemigo, no había peor derrota para Agassi que caer ante Becker. Sólo Jimmy Connors le parecía un tenista más detestable.


Como es de esperarse, Open también le da importancia a la vida sentimental del controversial campeón, desde su novia de adolescencia quien lo dejó con el corazón roto, hasta la mujer de las fantasías de los niños y adolescentes que crecieron en los 70: Brooke Shields, su primera esposa tras un breve romance con Barbra Streisand -30 años mayor que él-. Pero así como el US Open 2006 representó el fin del camino en el tenis profesional, Andre aspira que su matrimonio con la también campeona de tenis, la alemana Steffi Grass, represente el fin de sus traspiés sentimentales.
Hoy la pareja vive un feliz retiro en Las Vegas con sus dos hijos, montaron una escuela para niños de los ghettos, la paradoja de esta escuela es que el una vez sarrapastroso Andre, exige que los estudiantes lleven uniforme.
 El misterio de la pluma detrás de Open sólo se revela al final, cuando en el epílogo Agassi agradece al escritor J.R. Moehringer, ganador del premio Pulitzer por The tender bar, por ayudarlo a escribir sus memorias.  Dice Agassi que Moehringer se negó a que su nombre saliera en la portada de una historia que no era la suya. Pero su estilo quedó, haciendo de Open un libro que hasta para una ignorante en tenis es una gran lectura.

2 comentarios:

Margarita Arribas dijo...

Gracias por esta reseña. Soy aficionada al tenis y este es un libro que quisiera leer. Desafortunadamente, las reseñas que había leído se habían centrado en ciertos comentarios que al parecer hace Agassi sobre Pete Sampras en el libro. Ahora tengo otra visión acerca de Open.

Adriana Villanueva dijo...

Gracias Margarita, no me parece que Sampras sale mal parado en Open, Agassi lo trata con respeto y lo considera su digno rival, no ocurre lo mismo con otros jugadores como Michael Chang, y sobre todo Boris Becker y Jimmy Connors. Imagino que en este nivel competitivo es difícil hacer amistades. Open tiene mucho drama dentro y fuera de la cancha, para quienes conocen bien el juego debe ser un banquete.