La
Ley Electoral impide manifestarse a favor o en contra de cualquiera de las
tendencias electorales el día antes de las elecciones, pero no creo que impidan
el llamado de esta columnista a votar, así que hágalo, por el camino que usted
considere pueda ser el mejor para Venezuela, pero vote, y aunque personalmente no conozco a nadie que confiese
que no lo hará, no está de más repetir que estamos en una encrucijada en la
cual nadie se debe quedar varado como si la cosa no fuera con ellos. Es muy
fácil no querer sentirse responsable del momento histórico que vivimos, pero hay
que ser ciudadanos, asumir el papel que
nos toca, que es votar, porque democráticamente hay dos alternativas: mantener
el status quo en el que vivimos desde hace casi tres quinquenios, que sin duda apoyan
tantos venezolanos, o apostar por un nuevo camino. Lavarse las manos de esta encrucijada
histórica es una actitud cobarde y acomodaticia.
Así que este será un fin de semana difícil,
lleno de tensión, ya los mercados están vacíos por las compras nerviosas, y
para colmo, ley seca. Por eso me permito recurrir a la Literatura Venezolana Contemporánea
y recomendar un par de libros que de aquí a cincuenta años, cuando nuestros
nietos quieran saber cómo vivíamos los caraqueños la primera década del siglo
XXI, se la ilustrarán tanto como a nosotros nos ilustró la prosa de Enrique
Bernardo Nuñez con La Ciudad de los Techos Rojos, claro, siendo esta Caracas lo
contrario de idílica.
Estos libros son En Rojo de Gisela Kozak
Rovero (Alfa 2011) y Caracas Muerde de Héctor Torres (Puntocero 2012). Ambos
libros, a los que considero hermanos temáticamente, se pueden describir de
varias formas: libros de cuentos, crónicas de la Caracas del último milenio,
novelas polifónicas con una ciudad a punto de ebullición como hilo conductor;
lo importante no es el qué son En Rojo y Caracas Muerde, sino qué sentimos
leyéndolos, y un caraqueño no puede sentirse menos que retratado en estos
textos, hijos del Por estas calles de Yordano di Marzo, viviendo en una ciudad
donde “la piedad hace rato se fue de viaje”.
En
Rojo y Caracas muerde son obras políticas en el sentido original de la palabra
“Polis”, es decir, tratan sobra la ciudad y sus habitantes, pero no son
políticas en el sentido con el que hoy usamos la palabra entendiéndose como
manipular a favor de una tendencia ideológica. Aunque habrá quienes consideran
que si lo son porque la ciudad (o país) que describen tanto Kozak como Torres, está
lejos de ser idílica como nos muestran los medios de comunicación del Estado.
Dicen
que la Literatura Venezolana ha tenido un subidón, y el protagonismo en las
librerías nacionales de libros recién publicados como Miniaturas Salvajes de Salvador
Fleján, Las Mujeres de Houdini de Sonia Chocrón y Liubliana de Eduardo Sánchez
Rugeles lo confirman; así que para amilanar los nervios de un fin de semana de
pronóstico reservado, vayan a una librería, ignoren los best sellers y los libros
de autoayuda, compren un libro de autor venezolano, y si quieren ver retratada
lo que ha sido esta última década, ya no la Caracas de los Techos Rojos sino la
ciudad que muerde, busquen En Rojo de Gisela Kozak –escritora finalista del
Premio de la Crítica por su novela Todas las Lunas- y la Caracas Muerde de
Héctor Torres, y ya verán como se convertirán en un par de libros de cabecera.
Artículo publicado el sábado 6 de octubre en El Nacional
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