Mi
amiga de colegio Santiago de León de Caracas, Gabriela Carrera, se preguntaba
en Facebook: “¿Y dónde busco los micrófonos?”, al día siguiente que Ernesto Villegas y Jorge
Rodríguez divulgaran el audio de una conversación privada entre su padre, el historiador
Germán Carrera Damas, y quien lo llama profe: la diputado María Corina Machado.
Conversación informal que ambos sostuvieron la mañana de un domingo cualquiera cuando la
alumna fue a visitar al maestro a su casa para intercambiar opiniones sobre el
acontecer nacional.
¿”Y
dónde busco los micrófonos?” se pregunta en la red social Gabi tras saber
violada la intimidad del domicilio paterno, y no tardamos los amigos en
sugerirle ideas: que quizás fue un pajarito en el balcón, ya ni en los
pajaritos se puede confiar… que si un láser invisible desde un camión como en
las películas… que si en la barriga de los gatos que dormitaban a los pies de
don Germán. Yo hasta me tomé la libertad de organizar la próxima rumba Santiaguera en casa del profesor Carrera Damas, para que nos graben en comuna,
pero eso sí, los tragos van a cuenta de la Stasi revolucionaria, no faltaría más.
Cómo evitar echar broma por las redes sociales
si este episodio de espionaje oficialista es de una gran torpeza, una enorme
chapuza, pero por más chapuza que haya sido, cualquier violación a la intimidad
del hogar es de enorme gravedad. Sobre todo si quienes están hoy en el poder
–sin contrapeso institucional que defienda los más básicos derechos ciudadanos-
son quienes se jactan de ella.
¿Cómo
pueden convocar a una rueda de prensa un Ministro de Información y un Alcalde,
y presentar pruebas de que violentaron el más básico derecho a la intimidad?
¿No les da vergüenza admitir que se infiltraron en la casa de un señor
Historiador, de una eminencia nacional, para grabar una conversación baladí y
hacerla pública? ¿Eso es lo que ellos llaman la inteligencia revolucionaria? ¿Así, así, así es que se gobierna? ¿Cuál será
el próximo paso?¿Prohibir el derecho a reunión? ¿Divulgar cualquier “entre
nosotros y que no salga de aquí” que les
parezca?
Hasta
da cosita que Villegas y Rodríguez, profesionales del periodismo y de la
psiquiatría de eminente estirpe revolucionaria, hayan tenido que caer en tan vergonzosa
misión de ser delatores de una conversación irrelevante quizás solo para
demostrar que también hay desacuerdos en la oposición. Es que los pobres
estaban acostumbrados a que el trabajo sucio le correspondía a Mario Silva, responsable de divulgar en su
programa La Hojilla videos, fotomontajes, audios privados; todo aquello que
pudiera enlodar a los enemigos del Proceso. Pero qué se le va a hacer si el buen soldado Silva resultó un
cazador cazado cuando salió a la luz pública el infeliz audio rindiendo cuentas
al comandante cubano, no sin antes exponer un sin fin de trapitos sucios de la
revolución post-Chávez.
Si queremos garantizarnos una pizca de
privacidad, tendremos que conseguir conos del silencio como los que se usaban en El superagente 86, porque
el Gran Hermano, a falta del líder máximo, tiene que hacer sentir que no hay
espacio privado, ni siquiera dentro de las entrañas revolucionarias, como le
consta al execrado maese Silva.
Y mientras tanto el profesor Carrera Damas ya hasta duda de exponer en voz alta si prefiere sopa de auyama a sopa de apio en el almuerzo. No lo vayan a tomar a mal.
Y mientras tanto el profesor Carrera Damas ya hasta duda de exponer en voz alta si prefiere sopa de auyama a sopa de apio en el almuerzo. No lo vayan a tomar a mal.
2 comentarios:
Magnífico, Adriana. Me hizo sonreír aunque hoy ando de duelo: me tocó sacrificar a una de mis gatas, Clara, que estaba demasiado viejita. Como siempre, mientras no perdamos el sentido del humor (y el del honor), gente como Villegas y Rodríguez estarán condenados a ser un pie de página (si acaso) en la historia...
Te abrazo por Clara, Andrés, el honor y el humor seguirán aquí, mientras se pueda.
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