lunes, 6 de enero de 2014

¿El destino más chévere?


"Venezuela el destino más chévere" reza el slogan del Ministerio del Poder Popular para el Turismo, según los más optimistas pareciera que funciona la propaganda revolucionaria porque este fin de año 2013, uno de los destinos turísticos más chévere de Venezuela, Margarita, estaba abarrotado de vacacionistas. Quienes dudan del slogan revolucionario, sin negar la belleza de la isla, asumen que tal saturación se puede deber a la realidad del alza del dólar paralelo a 70 Bs para aquellos alegres viajeros que agotaron su cuota de dólares de Cadivi. Por eso Venezuela no es necesariamente el destino más chévere sino el único destino posible para la gran mayoría de los venezolanos ante el devaluado bolívar fuerte.
Buscando desayunar en Sambil Margarita la mañana del 2 de enero de 2014, hasta el más venezolanista pondría en duda que Venezuela sea el destino más chévere: las panaderías completamente desabastecidas, no había ni cachitos; en McCafé solo café; en Subway los sandwich había que calentarlos en microondas porque el horno estaba malo; en la arepera La Suegra ofrecían un un relleno muy limitado, armándose largas colas de clientes, aunque no tan largas como en Hermanos Moya en el Salao, vía Playa El Agua, donde Oscar Moya nos contó que una mañana de este diciembre batió su récord despachando más de mil arepas. La popular Conchitas de Guacuco no abrió en toda la temporada navideña.
Dicen que en el estado Nueva Esparta está lloviendo constantemente desde noviembre, el mar estaba crecido y si no se había reservado un toldo con tiempo, ya a las doce del mediodía no había casi espacio de playa donde conseguir un huequito para acampar con la familia. Los decibeles de música changa insoportables. Y mejor llevar una paca de efectivo, porque la mayoría de los puntos de venta de la isla o estaban caídos, o no estaban operantes.
Lo que no prometen en el destino más chévere es la seguridad: las empanaderas aconsejan a los navegaos que no usen sus celulares porque los están arrebatando en la playa. En el estacionamiento de tierra de Playa Guacuco unos malandros atracaron a varias personas mientras bajaban sus cavas de los carros; una pareja que fue a visitar la basílica de la virgen del Valle, los atracaron unos muchachitos no mucho mayores que sus nietos; en Playa Parguito a un pediatra le arrebataron su cadena y cuando quienes a su alrededor vieron lo que estaba pasando, le gritaron a los choros y les comenzaron a lanzar latas, cholas, pelotas...  los malandros se pusieron nerviosos, uno de ellos sacó una pistola y comenzó a disparar, dándole un tiro a una muchacha valenciana, que hasta lo último que supe, se debatía entre la vida y la muerte. 
En el destino más chévere comprar comida en los mercados implicaba hacer un buen rato de cola, con la misma escasez de Caracas: ni harina, ni leche, ni papel toilet, ni aceite. Difícil hasta tomarse un gin tonic, no había agua tónica. El último día de mi estadía conseguí en una licorería frente al supermercado Central Guacuco. La dueña me aconsejó: "aproveche y llévese más que teníamos seis meses que no despachaban agua tónica en Margarita". 
Agua de Coco si hay, entre 60 y 100 bolívares la botella. Casabe, el mejor de Venezuela. 
Uno de los destinos más chéveres de Margarita es Alfredo's, antigua Trattoría El Porto, en el pueblo El Tirano, nuestra familia está yendo desde que la primera bebé era chiquita y Camila ya tiene 22 años. Hoy está en manos de quien hace más 20 años era su mesonero, Alfredo, que trabaja con su familia. Alfredo nos recibe con la misma amabilidad de siempre y nos cuenta que ahora solo abren a partir de las cinco de la tarde porque el desabastecimiento de la isla no da para más.
En la mayoría de los mejores restaurantes en Margarita el promedio de espera para quienes no llegan temprano es como de tres horas tanto en La casa de Rubén o El Rancho de Pablo en Porlamar, como Casa Caranta, o cualquier otro buen restaurante en Pampatar (aun con reservación), y ni se diga en la hamburguesería de moda en la avenida Bolívar, que al igual que Alfredo, solo abre al atardecer. 
Otra cosa que no se consigue en el destino más chévere, y eso desde mucho antes de estos tiempos revolucionados, es pescado en la isla. Después de navidad los pescadores descansan, el pescado que se come en Margarita es congelado, se pone chicludo y pierde el sabor a mar. Los afortunados que llegaron antes del 25 de diciembre, logramos comer pescado fresquísimo y comprar langosta en las pescaderías de puertos como Pampatar y El Tirano, a 350 Bs el kilo. 
No me quejo, más de 20 años visitando  Margarita en diciembre y me sigue pareciendo el destino más chévere a pesar del tumulto, la escasez, la changa a decibeles inhumanos, el tráfico para llegar a la playa, la actual inseguridad... sobre todo cuando mercurio no se pone retrógrado y los vuelos salen puntuales. Lástima que en los aeropuertos del destino más chévere hay que procurar agarrar toallín antes de entrar a los baños porque papel toilet #no hay.
Y una que piensa que porque el avión salió puntual se estará de regreso temprano a casa, pero en el terminal nacional del aeropuerto de la capital del destino más chévere, el tres de enero las mangas de equipaje están colapsadas y la espera para que salieran las maletas, con suerte, tardaría más de una hora. Pensaba llamar a mi mamá para avisarle que ya habíamos aterrizado, pero no me atreví a sacar el celular porque un señor sacó el suyo para tomarle una foto al despelote, y un choro se la quitó de un solo jalón. 
Afortunadamente en el terminal nacional hay Dómino, donde no se comen las pizzas más chéveres del mundo, pero resuelve, solo que  "pizza tenemos, pero para tomar no hay nada".
Viva el turismo nacional. 

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