lunes, 12 de enero de 2015

La corrección política, la libertad de expresión y los Golden Globes


A los frívolos de corazón nos divierte más la noche de la entrega de los Golden Globe que la de los premios Oscar porque la prensa extranjera no celebra al Cine (o a la televisión) sino a la industria del espectáculo. Cero premios técnicos ni demás intensidades, estrellas y nada más. Pero anoche en medio de la nota de la moda y de las joyas, de la expectativa de la primera aparición en la alfombra rojo como hombre casado de George Clooney, y de si la mejor comedia se la llevaría Birdman o El Gran Hotel Budapest... se dejaron colar un par de temas nada frívolos que pueden resultar antagónicos entre sí: la corrección política y la libertad de expresión.  
Cuatro días después del ataque en París al semanario humorístico Charlie Hebdo en el que fueron ajusticiadas doce personas, entre ellas cuatro caricaturistas, por publicar ilustraciones provocadoras sobre el islamismo; no fueron tantas como se pensaba las estrellas de Hollywood que aprovecharon la noche para pronunciarse con el solidario "Je suis Charlie". 
Entre las pocas que lo hicieron: Helen Mirren, Diana Kruger, Jared Leto, Kathy Bates, y el recién casado George Clooney, homenajeado de la noche con el premio Cecil B. De Mille por su labor humanitaria.    
Clooney tras profesar su amor por la elegante Amal Alamuddin (vestida de Dior, con un prendedor de "Je suis Charlie" en su cartera y una cara de fastidio con balcón y vista al mar), se tomó unos segundos en el discurso de agradecimiento a la prensa extranjera para celebrar a las millones de personas que manifestaron en París y en el mundo entero por el derecho a caminar sin miedo: "Je suis Charlie", terminó el guapo George antes de ser ovacionado.
Quien quita si muchas estrellas de Hollywood prefirieron hacerse las locas para no ofender ninguna susceptibilidad,  después de todo en las redes sociales a medida que se iban multiplicando los "Je suis Charlie", también hubo quienes se apresuraron en precisar: "yo no soy Charlie", catalogando el humor de Charlie Hebdo como eurocentrista y ofensivo para la cultura islámica, sin que necesariamente por eso justificaran el acto de terrorismo sufrido en París, aunque sí con un gran "peeero". 
Si de algo podemos estar seguros es que un semanario como Charlie Hebdo hoy sería impensable en un país como los Estados Unidos donde a la libertad de expresión se la comió la corrección política. La corrección política también puede ser un flagelo porque siempre se tiene miedo de ofender a alguien y eso limita la creación, termina siendo una forma de autocensura. Sin embargo estos meses han ocurrido ciertos incidentes sobre los que Hollywood no puede mirar para otro lado como las acusaciones que señalan como violador al venerado comediante Bill Cosby.
Durante décadas las imposiciones sexuales del doctor Huxtable eran un secreto a voces en Hollywood, hasta que a mediados de 2014 un humorista irreverente se atrevió.a incluir en su acto un chiste sobre tan escabroso tema. El chiste se volvió viral por You Tube lo que animó a que poco a poco más de veinte mujeres se decidieran a confesar sus historias de cómo fueron drogadas y sometidas sexualmente por el buenote de Bill. Entre las víctimas, muchas de ellas ya abuelas, las modelos Janice Dickinson y Beverly Johnson. 
Contra Cosby no hay más evidencias que el testimonio de una veintena de mujeres, suficiente para que "el padre perfecto" perdiera el amor de gran parte de su público, además de contratos millonarios como un nuevo show de televisión.

Fuera el gato del saco del escándalo, las estrellas de cine y televisión parecen dividirse entre quienes acusan a Cosby como un hipócrita abusador de mujeres, quienes le dan el beneficio de la duda, y quienes como Whoopi Goldberg, son incondicionales y están seguras de que el pobre Bill no es sino víctima de una oscura conspiración de la cual son responsables los medios perversos.
Tal división de pareceres se percibió anoche cuando Tina Fey y Amy Poehler, las mejores presentadoras de cualquier entrega de premios de los últimos años, no perdonaron a Cosby en la introducción del espectáculo responsabilizándolo de haber tenido un encuentro con la Bella Durmiente.
Al primer chiste contra la vaca sagrada de la televisión norteamericana se oyeron unos cuantos buuus, y algunas risas nerviosas, a medida de que Tina y Amy insistieron en meter el dedo en la llaga de la reputación del actor, las risas se oían más espontáneas, pero al enfocar al público se vieron caras amarradas, como la de la actriz Frances Mc Dormand (¿quién lo habría dicho?) por lo visto la estrella de la película Fargo es de las que a Cosby le dan el beneficio de la duda. 
¿Será que hay temas que para Hollywood ni con el pétalo de una rosa? Menos mal que todavía quedan comediantes como C.K Louis, quien de la incorrección política alimenta su humor, como también lo era en su estilo la difunta Joan Rivers.
De vez en cuando salta una liebre irreverente contra los sentimientos patrios ajenos como lo ocurrido en diciembre 2014 ante las amenazas de terrorismo que se dejaron colar por Internet si Sony osaba estrenar "The Interview" con Seth Rogen y James Franco, película que trata sobre un supuesto magnicidio contra Kim Jong-un, una imagen caricaturesca y negativa del dictador de la República Democrática Popular de Corea.
A pesar de las amenazas, "The interview" se estrenó, con cierta timidez, en menos cines de los que se había planeado; aunque la polémica fue para su bien, publicidad gratuita, y así una película de humor escatológico que muchos no teníamos el más mínimo interés de ver, tras la amenaza norcoreana ahora se nos despierta cierta curiosidad.  
 Lo que no necesariamente hace a "The Interview" una película interesante, sin duda el chiste más flojo de la noche del team Fey-Poehler fue cuando presentaron a la  censora norcoreana (interpretada por Margaret Cho) invitada a los Golden Globe para no herir susceptibilidades. Muchos por las redes sociales en los Estados Unidos tildaron el momento de "racista" y de "presentar una imagen estereotipada de los orientales". Solo los sagaces ojos de las redes sociales venezolanas mordieron el detalle que la funcionaria coreana admiradora de Meryl Streep, llevaba bordada en la manga una bandera tricolor similar a la ecuatoriana y a la colombiana, pero que los venezolanos inmediatamente la tomamos como el glorioso pabellón nacional. 
No tardaran los estandartes de la corrección política en pedir cortar la pajita, y lavar nuestro honor: "Je suis Kim Jong".

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