martes, 6 de enero de 2015

Lecturas de Chinchorro Navidad 2014


Sin Wifi ni televisión, las vacaciones navideñas en Margarita son ideales para ponerme al día con aquellos libros que he estado dejando de lado para cuando haya tiempo y concentración, por eso a la isla rara vez llevo la novela de moda sino aquellas que están agarrando polvo en mi biblioteca. La selección suele ser fortuita, en diciembre 2014 elegí al azar cuatro novelas, por casualidad tres de ellas estaban relacionadas con las atrocidades cometidas en la agitada Europa de mediados del siglo XX.
Para la espera en el aeropuerto -que en las circunstancias actuales de país sospechaba que iba a ser larga- llevé una novela que traje de Madrid hace un par de Semana Santas: El lector de Julio Verne -Episodios de una guerra interminable- (Tusquets-2012) de Almudena Grandes, la historia de Nino, un niño de nueve años hijo de un Guardia Civil en un pequeño pueblo de la España rural en el año 1947 que no es demasiado niño para percibir que del trabajo de su padre no hay mucho de lo que enorgullecerse.
Las novelas de Almudena Grande son amenas, y como El Lector de Julio Verne no está entre sus obras más densas de tamaño y no pesaba tanto en la cartera, Nino y su fascinación por las novelas de Julio Verne y por la leyenda del forajido "Cencerro" fueron la distracción perfecta hasta que el vuelo de Lasser -que esa noche tuvo cuatro de horas de retraso- por fin aterrizara en el aeropuerto Santiago Mariño. Su génesis es el relato que le hizo a la escritora Cristino Pérez Meléndez, quien siendo hijo de un Guardia Civil en el llamado "Trienio del Terror" (1947-1949) cuando el Franquismo acabó con el grueso de la Guerrilla, como las paredes de sus casas eran tan delgadas, los niños de los guardias oían los gritos de los prisioneros siendo torturados. 
Ya en el chinchorro con vista al mar, de la provincia de Jaén pasé a lo que quedó de Berlín tras la Segunda Guerra Mundial con En Busca de Klingsor (1999) de Jorge Volpi, novela muy recomendada por todo quien la ha leído a la que confieso tenía años sacándole el cuerpo porque, como le constó al profesor Camero, lo mío no es la Física. Más de 15 años después de publicada, cuando por fin me decidí a entrarle, me sorprendió que más interesantes me parecieran los párrafos dedicados a la Ciencia que a las aventuras galantes de los diversos protagonistas. 
La primera y ambiciosa novela del mexicano Volpi trata sobre un joven Físico estadounidense quien desprestigiado por un escándalo sexual, cambia el mundo académico por el militar para llevar a cabo la misión de encontrar en la Berlín ocupada por rusos y norteamericanos a "Klingsor", nombre usado por un anónimo científico para asesorar al nazismo en la carrera por desarrollar la energía nuclear. 
En busca de Klingsor no fue que me despertó un tardío amor por la Física, ciencia que según leí en el libro de Volpi a los 30 años ya se es obsoleto, pero si quedé con ganas de leer una materia pendiente: la obra Copenhague de Michael Frayn sobre el encuentro de los físicos Nells Bohr y Werner Heisenberg para discutir sobre el poder nuclear. Presentada en teatro en Venezuela por Héctor Manrique y el GA80.
De la derrota nazi retrocedí unos años a la invasión alemana en París en 1940 con Suite Francaise de Irene Nemirovski, publicada en el año 2004 pero escrita con olor a pólvora fresca mientras la escritora de origen ruso se las veía también cómo hacer para proteger a su familia. La idea de Nemirovski era escribir una serie de cinco novelas relacionadas entre sí por varios personajes, solo alcanzó a escribir dos de ellas antes de que debido a su origen judío, fuera detenida por los nazis y al poco tiempo habría de morir en Auschwitz, no sin antes poner a salvo a sus dos hijas en custodia de su aya. Con las niñas dejó el manuscrito de su ambicioso proyecto que ellas conservaron en una maleta hasta que una de las niñas, ya en la mediana edad, decidió transcribirla y entregarla para ser publicada convirtiéndose Suite Francaise en el año 2004 en un fenómeno editorial: un bestseller cuya autora, desconocida para los lectores modernos, tenía más de 60 años muerta. 
Se puede decir mucho de esta novela inacabada, lo que más se ha admirado es la capacidad de la autora para desentrañar las bajezas del alma humana, pero a mí lo que más me sorprendió fue su temple para que en medio de los bombardeos y de la desesperación de encontrar la manera de que la familia sobreviviera la guerra, Irene Nemirovski encontrara tiempo y concentración para elaborar semejante retrato de tan terrible momento histórico in situ.
Y una que en este desbarajuste histórico en Venezuela si acaso encuentro cabeza para una que otra intensidad. 
La primera novela leída en el año 2015, antes de abandonar el chinchorro para volver a la realidad caraqueña, regresé a la lectura digital y al siglo XXI con Carthage la más reciente novela de Joyce Carol Oates, que si algún parecido puede tener con las tres novelas antes leídas son las nefastas consecuencias que deja toda guerra no solo en quienes la viven. 
Carthage es una pequeña ciudad al norte del estado Nueva York -escenario de casi todas las novelas de la autora-  donde los Westfields son la aristocracia del barrio, bendecidos por una hija bella y otra inteligente. Juliet, la hija mayor,  bella y encantadora maestra de la escuela local, acaba de terminar con su novio, un Marine que no se logra desprender de los tormentos testimoniados en la guerra de Afganistán. Cressida, "la inteligente", un eufemismo de "la que no es bonita",  es una universitaria amarga que se deja vencer fácilmente por cualquier adversidad. Cuando Cressida desaparece, las sospechas recaen sobre Brett, el héroe de guerra idealizado por el pueblo que hasta hacía unos días había estado comprometido con su hermana. 
Joyce Carol Oates es una escritora tan prolífica como Stephen King, con un ojo inquisidor del alma humana comparable al de Irene Nemirovski, pero sus novelas rara vez terminan siendo best sellers, aunque suelen ser bien recibidas por la crítica en general. Carthage no fue la excepción. Quizás por ser tan prolífica, ya su obra se da por sentado, sus novelas y colecciones de cuentos rara vez son tomadas en cuenta en las listas de los mejores libros del año, aunque todos los años su nombre figura entre posibles merecedores del Nobel de Literatura. Carthage  puede que no sea la mejor novela de Joyce Carol Oates, pero es una excelente novela, dura, no es complaciente con ninguno de los personajes, en todos hay rastros de mezquindad, como en toda alma humana. 
No precisamente un pensamiento feliz para recibir este año que se avecina.

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