miércoles, 28 de febrero de 2018

Si la vida te da limones, cuidado con los Gin Tonics


Quedarnos encerrados en nuestros hogares se ha vuelto una neurosis para los caraqueños, no sé si neurosis o paranoia pero si quieres reunirte con amigos muchos te dirán que solo de día ya que por miedo a la delincuencia de noche no salen ni a cobrar una herencia. 
Yo por lo menos cada vez salgo menos, pensé que ya estaba al borde de la agorafobia, por eso el pasado domingo al mediodía decidí salir de mi autoimpuesto encierro y como tenía una botella de ginebra y los tíos vendrían a almorzar, salí a comprar limones y aguakina para hacer unos gin tonics para bajar el nivel de estrés. 
Como la aguakina  en el mercado de mi vecindario hace tiempo está desaparecida, decidí ir al automercado Los Campitos de Mata de Coco en parte porque no cobran estacionamiento, hoy en Venezuela  nadie tiene efectivo para pagar. Conseguí limones pero no conseguí aguakina. El mercado desabastecido ya nos parece normal en la era de Maduro.
Llevé mi bolsa de reciclaje para que no me cobraran los tres mil bolívares por bolsita, compré Cheese Triz, en fin, no pasé ni diez minutos en Los Campitos. Cuando salí con mi bolsa de reciclaje cargada de limones y Cheese Triz, y aunque en el estacionamiento solo había tres carros, tardé en encontrar el mío. Por un momento pensé que me lo habían robado, pero ahí estaba donde lo dejé estacionado, el problema fue que me costó reconocerlo, tuve que activar el control de la alarma para cerciorarme que la minivan Mitsubishi chocada y rayada era la misma que recién hace unas semanas había salido del taller de latonería precisamente para quitarle los choquecitos y rayones acumulados a lo largo de los años.
"Si el país está en la ruina, por lo menos en esta familia trataremos de conservar los carros en buen estado", es la filosofía de mi marido, por eso cuando me encontré con el carro desbaratado, no pensé pobrecita yo que me descoñetaron el carro, sino pobrecito mi gordo, tan optimista él que no se termina de dar cuenta que para quienes seguimos aquí, no hay forma de no ser parte de la ruina del país. 
 Alguien tenía que responder por el carro chocado, entré en el mercado a buscar a la gerente de turno quien a su vez buscó al parquero que parecía escondido para no tener que responder por el siniestro. Lo buscaron hasta que lo encontraron, no es uno de esos parqueros a quienes uno les da la llave del carro para que te lo estacione, es del tipo vigilante que está ahí para asegurarse que quienes dejen el carro en el mínimo estacionamiento del local sean clientes del supermercado (el estacionamiento del edificio Mata de Coco se lo agarró el Seniat) y que eventos como que te choquen el carro y se den a la fuga no pasen. 
El parquero era un muchachito no mucho mayor que mi hijo de dieciocho años, casi llorando explicó su versión de los hechos: "Perdona Madre, el tipo venía mandado, tenía una camionetota, no calculó y se llevó tu carro de lado, no lo pude parar, se fue volando, ¿Qué podía hacer yo? Lo que puedo hacer por ti es que si el tipo regresa le tomo una foto a las placas del carro y te la mando para que le reclames". 
Por lo menos me llamó "Madre" y me tuteó, prefiero madre que me llamen doña. Pero si de algo estaba segura es que no estaba contando el cuento como es: imposible que la camionetota viniera mandada, el espacio no da al ser la entrada en curva de un estacionamiento bastante angosto. Lo que si era seguro es que de que no supo calcular no supo calcular. Mi teoría es que la camioneta estaba estacionada detrás de mi carro, el chofer no calculó bien el espacio a la hora de salir y se enganchó con mi vieja minivan Mitsubishi dejando un abollado tatuaje negro a lo largo de la carrocería del lado derecho.  
Tomé una foto del carro magullado con el celular para constatar que yo si lo había dejado bien estacionado, aunque tomar la foto solo me serviría para evitar conflictos domésticos, para que en la casa el marido no me reclamara: "¡Seguro dejaste mal estacionado el carro!", como efectivamente hizo hasta que le mostré la evidencia. Entonces quería matar al parquero, y al portugués dueño del mercado aunque no estaba, y a Maduro, y a los militares y hasta a Zapatero por cómplice del desastre que estamos viviendo los venezolanos. 
Tampoco culpo al parquero, qué le va estar reclamando a un cretino para que responda por un choque, en Venezuela cualquier  pendejo anda armado y por menos te sacan un revólver y te pegan tres tiros. 
Eso que dicen que si la vida te da limones haz una limonada, pues yo por buscar limones lo que conseguí fue que me chocaran el carro estacionado, que el desgraciado se diera a la fuga, y que al no conseguir aguakina, ni siquiera un Gin Tonic me pudiera tomar para pasar la rabia. 

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