sábado, 15 de diciembre de 2007

Benditos por el sol



Cuando los venezolanos viajamos nos cuesta acostumbrarnos a los cambios de luz de otras latitudes. A principios de otoño nos sorprende cómo a las 8 de la mañana, digamos, en París, la Ciudad Luz está en tinieblas y el sol no termina de salir. Tampoco es fácil adaptarnos a las largas noches de invierno a fines de octubre cuando los europeos atrasan el reloj una hora. La mañana no tarda tanto en llegar, pero la tarde se hace corta: antes de las 5, hora en la que los niños venezolanos juegan fútbol, en la Ciudad Luz ya es de noche. Sin olvidar el horario de verano, que para ahorrar energía, vuelven a adelantar el reloj, y si a las 8.30 p.m. en Venezuela cenamos con la luna y las estrellas, en tantas partes del mundo, a esa misma hora, está atardeciendo.
Y aunque no conozco el paisaje boreal más allá de la película Imsomnia de Christopher Nolan, recordando cómo el policía interpretado por Al Pacino se vuelve loco por la encandilante luz del verano de Alaska (Noruega, en la versión original), es imposible para un ciudadano del trópico imaginar lugares donde en invierno el sol se asoma tenue sólo por unas horas, y en verano, la noche no termina de llegar.
Por eso es difícil entender, con tantas necesidades que tenemos en este país de clima perfecto, bendecido por el siempre oportuno sol, cuál era la urgencia del Gobierno de atrasar 30 minutos la hora legal en Venezuela, cuando aquí amanecía, dependiendo de la época del año y la zona del país, alrededor de las 6, 6.30 a.m., y rara vez oscurecía más allá de las 7 p.m. Como dirían las abuelas: “¡Ganas de estar inventando!”.
Versiones hay varias, desde la del Ministro de Educación que asegura que esa media hora de atraso del reloj servirá – sobre todo en esta época del año cuando amanece más tarde- para que nuestros niños se beneficien de despertarse con el sol; hasta las supersticiosas que dicen que el nuevo huso horario tan caprichoso de 4.30 horas de diferencia con respecto al meridiano de Greenwich, se debe a que atraviesa una zona del oriente donde hay una energía babalao muy poderosa.
La verdad es que muchos caraqueños comprobamos esta semana que no es lo mismo esperar el autobús escolar en penumbras, que hacerlo a la luz del día. Lástima que ese ratito de luz en la mañana que el Estado le ofrece a los niños, significa media hora en la tarde que les está quitando. Y en diciembre, que oscurece más temprano, esa media hora se hace sentir: a las 5.30 ya es de noche. Cómo no preguntarse qué le convendrá más a nuestros niños: ¿despertarse durante todo el año con el sol, o media hora más de luz en las tardes para practicar deportes o jugar al aire libre con sus amigos?
Aparte de la certeza que dentro de seis meses el sol y los pajaritos nos levantarán a muchos a deshora, también nos preguntamos si en esta media hora menos de luz en la tarde, momento más activo para los niños que la madrugada, la mayoría de los chamos la aprovecharán para hacer sus tareas o para enchufarse a los videos juegos y a la televisión… si acaso no se consumirá más electricidad en los hogares venezolanos… dónde queda la conciencia del calentamiento global.
Pero sobre todo, ante la noticia que 237 menores fueron asesinados los últimos 12 meses en Venezuela, no es baladí preguntar: ¿cuándo se tomarán medidas que le garanticen a nuestros niños protección contra una amenaza más terrible que tener que madrugar antes de que salga el sol?

1 comentario:

Anónimo dijo...

picky
QUE BUENO!!!!
excelente reflexión. me encantó tambien el de las hallacas!
enhorabuena por tu blog!
beso y felices fiestas!
amalia caputo