lunes, 3 de marzo de 2008

La última cruzada de Teresona.


Los últimos años de su vida mi tía Ana Teresa los dedicó a una cruzada contra las televisoras nacionales, para ser más exacta, en contra de Radio Caracas Televisión. Su arma: la pluma, en todo el sentido de la palabra (hace diez años no era común que las octogenarias usaran las computadoras con la destreza de un adolescente). Su campo de batalla: la prensa. Teresona se servía de cuanto periódico le publicara sus indignadas cartas de protesta por los súbitos cambios de horarios en la programación.
A mediados de los años noventa todavía la política no lo era todo en la vida de los caraqueños, por eso la gesta de Ana Teresa no tenía que ver con hegemonías socialistas, ni medios golpistas, ni ninguno de esos eufemismos utilizados por el gobierno para justificar quitarle la concesión a una emisora disidente del credo revolucionario; más bien era una lucha romántica del individuo contra su entorno: una mujer enfrenta sólo con la fuerza de su verbo la tiranía del rating.
Quizás esta guerra asimétrica se debía en parte a que el único hijo de Teresona no tuvo descendencia. Por eso esta matrona caraqueña llenaba las lagunas de afecto y de preocupación reservada a los nietos, con los personajes de las telenovelas. En esta empatía radicaba precisamente el conflicto entre la doña y RCTV: supongamos que Ana Teresa se entregaba a los avatares de Rosa Amelia, quien soportaba callada los maltratos de su hija la malcriada Valentina, arrebatada de sus brazos al nacer por la malvada doña Victoria; cuando de repente, sin aviso, en el canal de Bárcenas cambiaban “Sacrificio de una madre” por algo así como “¡Qué chichas las de Lola!”, y empezaba para Teresona un vía crucis para seguir las penurias de Rosa Amelia, porque “Sacrificio de una madre” la podían pasar cinco minutos a las diez y cuarto de la noche, o diez minutos a las tres y veinte de la tarde, o un ratico después del noticiero, o la sacaban del aire, entonces Ana Teresa, que era de malas pulgas, empuñaba su pluma para quejarse a la planta de Bárcenas por semejante irrespeto con el televidente.
Hoy, que RCTV se ve amenazado no por las cartas de una iracunda matrona sino por un gobierno que quiere ponerle fin a la disidencia mediática, me da por recordar a mi difunta tía abuela. ¿Hace cuánto murió? ¿Antes o durante la V República? Ocho años de un mismo hombre en el poder que promete quedarse veintitrés años más, deja de parecer un gobierno y se convierte en una eternidad.
Las fechas, los eventos cotidianos y los excepcionales, se confunden, y cuesta horrores acordarse cómo vivíamos a.CH (antes de Chávez), en aquellos años -parece siglos atrás- cuando el enfrentamiento político no eclipsaba nuestras vidas y los ciudadanos nos embarcábamos en entelequias como pelear el cambio de horario de una telenovela.
Sin embargo, no desprecio la cruzada de la tía Ana Teresa, también he sufrido el despecho de un culebrón partío: hace años me enganché en una producción brasilera que pasaba RCTV después de almuerzo, un whodunit donde asesinaban uno a uno a los miembros de una decadente familia en su tenebrosa mansión. Cuando la intriga no podía ser mayor, la novela desapareció por falta de rating. Pero RCTV no es el único aniquilador de culebras, en diciembre me entusiasmé en Venevisión con la estupenda producción brasileña “América”, una historia de inmigrantes ilegales que dictaba cátedra por su calidad. En enero la cambiaron del horario de la tarde a las 12.45 de la medianoche.
¡Que los números mandan un cuerno! No le perdono a Venevisión ni a RCTV que cambien calidad por rating, aunque ambos canales sean empresas de entretenimiento masivo, a veces bueno, a veces malo, a menudo pésimo; pero masivo al fin, y que su principal objetivo sea comercial, por lo tanto tener en alto los benditos números de audiencia.
Pero a pesar de mi molestia como televidente, hoy me quito el sombrero con los directivos de RCTV, no por sus espacios dramáticos que tampoco asumen el papel político que en su momento tuvo “Por estas calles”, sino porque a pesar de que su negocio son las telenovelas, y que en Venezuela se ha vuelto un asunto de supervivencia bajar la frente ante el poder -como lo hicieron otros medios de comunicación-, el canal ha tenido la dignidad y el coraje de mantener su postura disidente ante un gobierno que cada vez tolera menos que se le contradiga.
Algo me dice que a pesar de que le quitaban su telenovela, Teresona habría alzado su pluma para aplaudirlos.

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